Paloma Goycochea, más conocida como Pali, es hija del reconocido arquero Sergio Goycochea y de Ana Laura Merlo, diseñadora de moda. Tiene 30 años y es madre de Valentino, de 5 años, y de Clarita, de 8 meses.
Vivió una infancia y adolescencia de gran exposición mediática. Los pedidos de fotos y autógrafos a su padre en la calle eran cotidianos. Pero, según explica, no le molestaban porque “siempre expresaron el cariño y el amor” de la gente.
De chica se enteró quién había sido su padre en el deporte por un video que vio sobre uno de los partidos del mundial. Si bien disfruta del deporte, su carrera tiene otro rumbo. Paloma estudia administración de empresas, trabajó durante varios años en marketing y también tuvo un paso por la moda, diseñando ropa de chicos, un gusto que compartió con su madre.
Hoy, tan juntos como siempre, y luego de superar una dura batalla de salud de una integrante de la familia, comparten nuevos desafíos y la alegría de haber sumado a dos nuevos miembros.
—¿Quién es Paloma Goycochea?
—Es una mujer de 30 años que tiene dos hijos y es hija de Goyco. Una persona muy buena.
—¿Cómo es ser la hija de Sergio Goycochea y de Ana Laura?
—La verdad que es muy lindo. Yo siempre digo que desde que soy mamá me empecé a darme cuenta de lo difícil que es tener hijos y criarlos en un mundo complejo, sobre todo cuando vivís una situación como la mía, que tenés un papá famoso o expuesto a ciertas cosas. La realidad es que mi mamá y mi papá son espectaculares. Nos criaron desde el amor, la unión con mis hermanos, con el respeto como principal valor y estoy muy agradecida de la crianza que nos dieron.
—¿Cuándo te diste cuenta de que tu papá era uno de los arqueros más reconocidos del mundo y de su exposición?
—A mí me pasó que siempre fui al mismo colegio, con mis amigas de toda la vida. Entonces, me crie un poco con eso y no había un tema de “vos sos la que tenés un papá famoso”, para nada. Entre mi papá y el papá de Nati, mi amiga, no había ninguna diferencia, pero sí me pasaba que cuando empecé a crecer, por ejemplo, me tomaba un remis y me llevaba a casa y me decían: “¿Vos sos la hija del Goyco?” y me empezaban a contar cosas. En mi casa tampoco se hablaba tanto de lo que mi papá había hecho, o al menos yo no estaba tan interiorizada, porque no consumía fútbol. De hecho, yo vi los penales del 90, cuando tenía 14 años, y dije: “Papá, qué increíble lo que hiciste”.
—¿Qué sentiste? ¿Qué te pareció?
—Me pareció una locura absoluta. Cómo pocas personas pueden tener la felicidad de tanta gente en sus manos, porque la realidad es que el fútbol es un momento en que todos nos unimos. No importa nada, toda esa emoción me puso muy feliz. Lo que yo siempre destaco de mi papá no es que me pone muy feliz únicamente todo eso que hizo, que es una locura increíble cómo atajó y todo, sino el después, cómo siguió su vida, cómo se reinventó y todo lo que hizo para eso.
—¿Y qué te hubiese gustado tener que no tuviste quizás de tu papá?
—Más tiempo para algunas cosas en la infancia, pero hoy en día lo recuperamos. Compartimos algún deporte, él está como loco con mis hijos, se tira al piso a jugar y juega horas; y conmigo como padre no tanto. Pero lo estamos recuperando. La realidad que él es tan joven y tiene tanta vitalidad que el día de hoy, yo con 30 y él con 60, con mis hijos compartimos un montón de momentos hermosos.
—¿Qué cosas naturalizaste en el pasado que hoy decís “esto no es normal”?
—Por ejemplo ir a un shopping en un día donde hay mucha gente. Me acuerdo de que mi mamá decía: “Podemos ir al shopping a hacer tal cosa que tenemos que hacer”, “No, domingo no” y yo preguntaba; “¿Qué pasa el domingo?” y ella me día: “Está lleno de gente”. A veces no me doy cuenta de que con mi papá no se puede ir a un lugar muy multitudinario, o sea sí se puede, pero con tiempo porque él se va a sacar foto hasta con la última persona que haya. Nos pasa sobre todo ahora que lo llevamos a Valen al circo, al cine, a algún teatro y decimos: “Salgamos bastante antes y sepamos que nos va a llevar tiempo volver”. El cariño de la gente es hermoso y él es tan agradecido que de verdad se queda charlando, firmando autógrafos no, porque ya es vintage, pero sacándose fotos, haciendo videítos, todo.
“Cuando vi los penales por primera vez me pareció una locura absoluta. Cómo pocas personas pueden tener la felicidad de tanta gente en sus manos”
El cambio de rumbo de su papá luego de su retiro del fútbol se sintió fuerte en la familia, pero para Paloma fue una enseñanza de vida que le permitió ver la evolución de su papá en otro rol y poder aplicarlo a su propia vida.
—¿Y cómo viviste ese cambio en su vida, su retiro del fútbol y cuando decidió empezar a trabajar en los medios?
—La verdad que nosotros siempre lo acompañamos. Yo era chica en ese momento en el que él decidió iniciarse en los medios, pero sí me acuerdo del esfuerzo que le ponía a todo, porque mi papá no es que se sentó en un programa de tele y de ahí fue construyendo su rol de periodista. Él se puso a estudiar, me acuerdo de que tenía compañeros que eran mucho más chicos que él y a mí me llamaba mucho la atención. Me acuerdo perfecto el momento en que se recibió y fuimos todos. La realidad es que fue difícil entender el cambio de rumbo, pero le salió espectacular. Yo encuentro en él un periodista que es increíble, pero también todo lo que él se proponga hacer va a ser bueno porque le pone mucho esfuerzo y mucha voluntad a todo. De hecho, yo muchas veces le digo: “Papá, no hace falta que vayas tres horas antes al programa diario. Si ya sabés, con que vayas un rato antes, como te exigen que vayas, para leer la rutina, para saber qué va a pasar, no hace falta. Venite a casa, jugás un rato con mis hijos y después vas”. Y él me dice: “No, es que a mí me gusta estar antes y observar”. Es tan aplicado y prolijo; y le pone tanto esfuerzo a todo que las cosas le salen bien.
—¿Y cómo es tu relación con el deporte?
—Mi viejo siempre nos inculcó que está bueno hacer un deporte, estar bien, sentirnos bien. La realidad es que yo no salí como por ahí mis hermanos, competitiva, con esa alma tan deportista en la sangre. Yo voy, juego para pasarla bien, jugamos al tenis, me encanta, me divierte, pero si ganás vos o gano yo, me da igual. No importa mientras nos divirtamos. Es sentir que transpiré, que desahogué, que ahora me siento feliz y listo. No me importa si gané o perdí. No salí a mi viejo para nada en eso.
—Él es más autoexigente.
—Él es recontra competitivo. De hecho, me acuerdo de que cuando se estaban poniendo en edades más parecidas para competir con mis hermanos, no les dejaba pasar una. “Dale, es tu hijo”, le decíamos. No, olvidate.
—¿Cómo te manejas con la imagen del cuerpo siendo mujer y quizás teniendo un poco más de exposición en redes con los seguidores?
—La realidad es que comparto en mis redes mucho de lo que hago, cómo me visto sobre todo. Siempre encuentro interés en mis seguidores sobre mi look del día y me gusta, me divierte. Y con mi cuerpo también, intento compartir genuinamente lo que me pasa. Yo siempre digo: tengo mucha parte de genética, muchísima, y después eso va acompañado con deporte, que hago habitualmente, y una buena alimentación, pero es todo un combo.
—¿Y cómo manejás las críticas hacia tu papá o a la familia? Lo que sale en los medios…
—La verdad que muy mal. No sé cómo hacer eso de que leo algo y decir: “Ah, pero éste ni idea ¿cómo te vas a enganchar con alguien que no tiene ni foto en la publicación? ¿Qué hace?”. No, la verdad es que me recontra engancho. Creo que es un poco esto de la falta de costumbre porque mi papá es una persona que es conocida, pero siempre desde un lado de unión y de diversión como es el fútbol, no tanto de algo que pueda ser tan blanco o negro. La realidad es que le decís algo a mi papá y te quiero matar.
—¿En algún momento te molestó la exposición de tu papá?
—Nunca me molestó el cariño de la gente. Fue siempre lindo y como una respuesta desde el amor y de cosas lindas que al contrario. Es como que me pongo a pensar y digo: “Qué loco todo lo que genera una persona en tanta gente”. Ni yo lo puedo creer y es mi viejo.
—¿Te dio algún consejo tu papá cuando se enteró que tenías novio por primera vez? ¿Se puso celoso?
— Mi papá es recontra celoso, recontra celoso. Siempre lo fue. Hoy en día no, claramente. Pero es bastante tradicional. Hasta que no tuve hijos, no le copaba que yo duerma con mi pareja por más de que conviviéramos. ¿Entendés? Era rarísimo. Esas cosas le costaron un poco. Ahora ya está más blandito, pero me la hacía difícil. No es que yo podía ir con alguien a casa, si hacía algo él no se podía enterar.
—¿Y qué significa que te la hacía difícil?
—Si yo tenía 16 años e iba con un chico a mi casa, no podía subir a mi cuarto, cerrar la puerta ni para hablar. Y esto que te digo ya conviviendo casi al borde de tener hijos, no le encantaba que durmamos juntos.
—Tu papá, además de ser una figura del deporte en su momento, hoy también es considerado un sex symbol. ¿Cómo manejás eso?
—La verdad es que el hecho de que se lo tome como a un sex symbol a mi papá no me afecta para nada. Me banco algunos chistes de mis amigas, pero la realidad es que me enorgullece que esté tan bien, que se sienta tan bien con él, con su cuerpo, a los 60 años. Es algo para copiar, porque la realidad es que es un estilo de vida. Él siempre dice que no es que se mata entrenando ni comiendo bien. Hace lo que a él le hace bien. Si tiene ganas de transpirar, ya sea por el cuerpo o por la cabeza, va, hace deporte y si no tiene ganas no lo hace, pero su cuerpo tiene memoria. Es un deportista que le sale y le gusta entrenar. Come lo que le gusta, lo que le hace bien y así se maneja. Eso es un poco la clave del éxito, hacer cosas que puedas sostener en el tiempo. A él nunca lo van a escuchar diciendo: “Estoy a dieta”. Él come lo que le gusta y si se siente mal come un poco menos, si tiene hambre come más y así se maneja.
—¿Qué características tenés de tu papá?
—Primero, que odio que el auto esté sucio. Eso siempre se lo digo: “¿Por qué me hiciste tan obsesiva con el auto?”. Ahora lo odio porque tengo hijos que comen arriba del auto y me desespero. Yo me acuerdo de que mi papá nos hacía sacar los zapatos para subirnos a su auto. Eso ya era extremo. Pero hablando en serio, creo que en lo que más me parezco a mi papá es en esto de intentar reinventarme siempre y de ponerle esfuerzo y palabra a lo que hago.
“Me recontra engancho con las críticas, me quiero matar”
Ser “la hija de” tuvo algunas ventajas, pero también sobrellevó una gran exposición mediática como familia que dejó anécdotas imborrables como, por ejemplo, la fiesta que realizaron para celebrar sus 15 años.
—¿Tuviste algún privilegio por ser la única hija mujer de la familia?
—Muchos. Primero, semejante fiesta de 15. De mi papá soy su nena y de mi vieja todo. Mi mamá se dedica a la indumentaria, entonces siempre fui como su muñequita. Me hace todo lo que quiero cuando quiero y para todo. Feliz de ser la única mujer, feliz.
— ¿Y cómo fue tu fiesta de 15 que fue muy publicada en todos lados? Fue Maradona.
— Mi fiesta de 15 tomó tanto protagonismo porque vino Maradona, pero fue muy divertida. Me la organizó Claudia, que es espectacular lo que hace con “Plan B”. Fui uno de sus primeros eventos, pero estuvo bárbara. Vino Diego, también vino Martín Bossi a hacer un show, Yayo. Fue espectacular.
— ¿Ser la hija de Sergio te abrió más puertas de las que te cerró? ¿Cuáles?
—Ser la hija de Sergio no me abrió más puertas, porque no me dedico a algo tan de exposición o mediático. Sí, por ejemplo, tengo un montón de seguidores en Instagram, que es obvio que un montón es por ser “la hija de”. Pero no es que para trabajar de lo que yo me dedicaba ser la hija o no ser la hija ayudaba. Podés tener una conexión, algunos temas de conversación más fluido con una persona o con otra, pero la realidad es que después está todo en vos.
—¿Qué día sentiste que tus padres necesitaron más de vos y que vos tuviste que ser su apoyo?
—Cuando pasó todo lo de Diego para mi papá fue muy triste. Él estaba muy mal, le pegó mucho, así que ahí estuvimos nosotros siempre bancándolo. Y con todo lo de mi vieja también. Es como que son los primeros momentos de la vida donde vos cuidás de tus padres y tus padres no cuidan de vos. Es muy duro, es movilizante, pero es parte de la vida.
“Mi fiesta de 15 fue uno de los primeros eventos que organizó Claudia y vino Diego”
Como madre que inicia una nueva generación en la familia, recurrir a los consejos dados por sus propios padres es una tradición que Paloma busca conservar para dejar en Valentino y en Clarita un legado. Luego de haber atravesado un año difícil, la unión familiar es el valor más preciado que guarda.
—¿Cuál es el mejor consejo que te dieron tus papás?
—El mejor consejo que me dio mi viejo es “elije qué batallas pelear” y la aplico todos los días. Tengo todo esto, con esto puedo y con esto no. Elijo contra qué puedo, pero la verdad que siempre me acuerdo de eso. Frente a berrinches con mis hijos o cualquier situación de mi vida es como que hay que elegir las batallas. Hay que saber qué batallas pelear.
—¿Y cuál creés que fue la batalla más difícil que tuvo que vivir tu papá?
—Vivimos una batalla muy difícil este año que pasó. Mi mamá se enfermó. Fue un año complicado. Ahora está re bien, pero fue movilizante con sus cosas malas y desesperantes, y con sus cosas lindas: la unión y el amor que nos dieron frente a situaciones buenas y también en las malas.
—Son muy unidos como familia.
—Muy, recontra.
—¿Y cuál fue el día más feliz de la familia Goycochea?
—La realidad es que estamos llenos de momentos felices, pero el día más feliz que recuerdo es el día que nació Valentín, mi hijo. La cara de mi mamá y de mi papá, me acuerdo las dos, fueron en diferentes momentos, cuando me vieron con su nieto, mi hijo, no me lo olvido más. Hermoso.
— ¿Y qué le enseñarías a tu hijo?
—Principalmente que si no hay salud no hay nada. Así que siempre hay que cuidarse y controlarse, y que el amor es lo más importante. También, si hay salud y hay amor todo se puede, mientras que se luche.
“La fuerza que tiene mi mamá es única, es única, nunca vi una persona igual”
—¿Qué legado o mensaje te gustaría dejar en la próxima generación?
—Creo que hoy en día se habla mucho de soltar. “Soltá, soltá, si no te gusta soltá”, se dice. La realidad es que sí, está buenísimo soltar un montón de cosas, pero hay un montón de otras que es necesario sostener, trabajar en eso para que funcione. No siempre es “si no funciona, soltemos”. Trabajemos en esto para que funcione o para al menos intentar que funcione y si no funciona no funciona.