Oscar Ruggeri, conocido popularmente como el “Cabezón”, es un exfutbolista, exentrenador y comentarista deportivo. En su carrera jugó en varios equipos de primera división, entre los que se destacan Boca Juniors, River Plate, Vélez Sarsfield y San Lorenzo. También pasó por el Real Madrid y el América de México.
Con la selección argentina obtuvo una Copa Mundial de Fútbol en 1986, dos Copas América, en 1991 y en 1993; y una Copa FIFA Confederaciones en 1992. Fue también subcampeón de la Copa Mundial de Fútbol de 1990.
“Cuando Coco Basile llegó a Ezeiza, que Diego estaba suspendido por dos o tres años, nos juntó a todos los de la selección, que era casi un nuevo equipo porque ya se había ido Bilardo, y dijo: ‘Señores el Capitán es Ruggeri’. Me agarró una energía por dentro que me infló otra vez. Yo pensé que después de Italia ya estaba para irme, metí tres años más en la selección. Fueron once en total”, contó.
Como director técnico comenzó su carrera en 1998 dirigiendo a San Lorenzo y se retiró en 2006. Actualmente, integra los equipos periodísticos en los programas F90 Primera Edición y Equipo F, ambos en ESPM.
La selección
Ruggeri jugó 97 partidos con el combinado nacional y estableció el récord de mayor número de presencias en el equipo. Durante su carrera, participó en tres mundiales: México 1986, Italia 1990 y Estados Unidos 1994.
“Cuando me ponía la camiseta de la selección era el mejor del mundo. Yo me sentía así a pesar de mis limitaciones”, explicó. Reconoció que su mejor año fue el ‘86 donde logró la Copa Libertadores y la Intercontinental con River y la Copa del Mundo con Argentina.
Leo: —¿Quién es el Ruggeri de hoy en esta selección?
Oscar: —Y… Otamendi o el “Cuti” Romero. El “Cuti” juega bien, pero cuando va dividida asusta. Aparte es tiempista. No sale por salir, sale seguro.
Leo: —Ahí eras vos con el guadañazo a Chilavert…
Oscar: —Y con Otamendi me identifico mucho. Son dos animales. Porque cuando se te complican los partidos decís: “Tenés a Messi”. Este chico es un genio para mí, al igual que lo fue Diego. Siempre aparece y algo hace. Pero ¿sabés lo que es mirar para atrás y tener ese paredón? Y si lo pasan, está el arquero.
Leo: —¿Cómo los ves desde tu experiencia en la selección?
Oscar: —Jugué once años en la selección y es un placer sentarse a verlos jugar.
Leo: —Tenemos a Messi, tuvimos a Diego, a ustedes, a Kempes… ¿Se puede pedir más?
Oscar: —Yo cuando tuvimos a Diego dije: “Bueno, listo. Uno así es mucho, no puede salir otro. Sino Dios está con los argentinos en el deporte”. Y después apareció este chico (por Messi). Es de locos. Siempre menciono también a (Mario) Kempes porque me hizo muy feliz. No me gusta dejarlo pasar porque nos hicieron felices de verdad. Era un gran equipo, pero el que me tocó a mí fue tremendo. Yo era un espectador de lujo.
Leo: —¿En el gol de los ingleses?
Oscar: —Sí. Me preguntan siempre: “En el gol a Inglaterra ¿vos dónde estabas?”. Y yo respondo: “Atrás. Parado, mirando”. Fue un privilegio. Vos pagaste la entrada, a mí me tocó mirar cómo este tipo, a las 12 del mediodía, con altura y un smog que no se podía respirar, los gambeteaba de una manera... Los pasaba y los tipos no podían correrlo. Yo decía: “No puede ser este chico”. Ya en los entrenamientos se lo veía así. Era una locura las cosas que hacía.
Maradona, el fútbol y las drogas
El Diez es mención obligada al hablar de fútbol y más aún si se hace referencia al ‘86. Ruggeri imaginó cuál hubiera sido la reacción de Diego ante la obtención de la tercera Copa del Mundo.
Leo: —¿Debería estar vivo Diego?
Oscar: —Claro. Me hacen esa pregunta y me duele en el alma que ese chico no esté disfrutando. Para mí no disfrutó como estamos disfrutando ahora o como disfrutamos nosotros todos estos años. Me hubiese gustado.
Leo: —¿Qué habría hecho Diego al ver a Messi ganar la Copa?
Oscar: —Hubiese estado ahí adentro de la cancha corriendo. ¿Cómo lo parabas? Se hubiese metido en la cancha e hubiese ido corriendo al lado de Messi. Imaginate la foto de los dos campeones del mundo con la Copa. Para mí hubiera entregado él la Copa.
Leo: —Era el más hincha de todos los argentinos.
Oscar: —Una pena porque era joven. Hoy en día con las cosas que hay la gente vive mucho más. Una pena que haya decidido él vivir de esa manera.
Leo: —En el tramo final, ¿hay culpa de otros? Esto de “no lo cuidaron”…
Oscar: —La primera culpa es de él. Es de uno mismo, porque si echás la culpa a los demás, te liberás. Las decisiones las tomamos cada uno. Hablando claramente. Yo vi droga y jamás se me dio por decir: “Voy a probar a ver qué es lo que siento”. Y mirá que vi y ofrecían por todos lados. Nunca se me dio por probar. Yo con él tuve un montón de peleas. Nos hemos enojado, nos hemos abrazado.
Leo: —¿Tenías peleas con Diego por este tema? ¿Para decirle que trate de salir de las drogas?
Oscar: —Sí, por todo. No podía creer que este fenómeno cuando salía, que la gente lo quería agarrar, lo quería tocar, decía cosas feas que terminaban siempre mal.
Leo: —¿Sentías que era un desperdicio de su vida?
Oscar: —Sí, un desperdicio de su vida. Y por ahí uno desde el egoísmo dice: “Imaginate Diego hoy en la FIFA”. Estaríamos rodeándolo la mayoría de los jugadores que estuvieron con él. La gente no sabe lo bueno que era con nosotros, los compañeros. Yo lo que viví con él es imposible olvidarlo y duele que no esté acá entre nosotros y que pueda estar disfrutando.
Familia
Leo: —¿Sería lo mismo tu vida, con cuatro hijos y campeón de todo, sin tu mujer Nancy?
Oscar: —No. Gracias a mi familia tuve la carrera que tuve. Jugué hasta que quise, me retiré cuando quise y sin lesiones. Creo que me fue bien en la mayoría de los clubes porque yo llegaba a mi casa y estaba mi familia. No estaba solo. Esos son consejos que le doy a muchos que se hacen los cancheros y dicen: “Estoy solo”. Eso son dos o tres semanas que salís y te hacés el piola. A la cuarta semana entrás a tu casa y ves que no hay nadie y es duro.
Leo: —¿En tu casa cómo era?
Oscar: —Yo entraba a mi casa y andaban los pibes corriendo. Sinceramente, le di todo a mi carrera. Me encerré principalmente en la selección, donde jugué once años. Me metí de lleno ahí y Nancy crio a los chicos prácticamente sola. Los chicos tienen la educación que tienen hoy por ella.
Leo: —Nancy es maestra y es psicóloga. ¿Qué papel jugaron esas profesiones en la crianza de los chicos y en contenerte a vos en tu carrera?
Oscar: —Ella es docente de chicos de jardín y quería ser psicóloga. Pero yo un día llegaba y le decía: “Nancy, nos vamos a España”. A los pocos años, nos fuimos a Italia, después a México. Anduvimos por todos lados y se dedicó a mantenernos juntos a todos. Cuando dejo de jugar, pasan los años y un día me dice: “Voy a estudiar”. Y ahí le dije: “Metele para adelante. Yo ya estoy en casa, ahora te toca a vos”.
El lado B de Ruggeri
Es popular por su carrera futbolística y por los distintos roles que fue ejerciendo en estos años, siempre vinculado al ámbito deportivo. Sin embargo, tiene una faceta desconocida para el público en general que desempeña con pasión.
Leo: —¿La gente sabe que sos fan de tus plantas?
Oscar: —No sé si sabe, pero yo lo hago porque me gusta, porque regar me saca de todos los temas.
Leo: —¿Sos tu propio jardinero?
Oscar: —Sí. Soy piletero también (risas). Ahora estoy un poco vago con la jardinería porque se me vino grande el matorral y se me complica.
Leo: —En la familia Ruggeri entonces no hay un gasto de jardinero y piletero…
Oscar: —No, en eso se ahorra.
Leo: —¿Sos gastador?
Oscar: —No. Vivo bien y me parece que si vivís bien ¿por qué habrías de gastar en cosas que no son necesarias?
Leo: —Pero en las cosas que te gustan no te medís en temas de plata.
Oscar: —No, en lo que me interesa me doy los gustos. He vivido con muy poquito en Corral de Bustos, pero era recontra feliz. Yo jugaba a la pelota en la calle todo el día. No necesitaba otra cosa. Terminaba de estudiar y jugábamos a la pelota. Yo quería jugar al fútbol y tenía en la cabeza que iba a ser jugador. Nos juntábamos con mis amigos, tenía el karting con el que andábamos por la calle. Era sencillo.
Leo: —Con más plata y más éxito, ¿se complicó?
Oscar: —Sí, se complica más porque tenés más cosas en la cabeza. Querés hacer más cosas. Y, sin embargo, yo en Coral de Bustos era feliz y no tenía un mango…
Leo: —¿Te mareó un poco ser famoso?
Oscar: —No, no me mareó porque fui educado de esa manera por mis viejos y cuando me largaron mis viejos llegué al club La Candela. Ahí me agarraron los grandes, como Vicente Pernía, Francisco Sá, Roberto Mouzo, Hugo Gatti y el “chino” Benítez, entre otros, y me enseñaron.
Leo: —¿Te hizo mejor líder tener esa escuela?
Oscar: —Sí, fue más sencillo para mí.
Leo: —¿Sos buen consejero?
Oscar: —Sí, siempre. Con el tema plata, sobre todo, porque ellos me educaron también en eso. Me preguntaban: “¿Qué vas a comprar?”. “Me quiero comprar el auto”, les decía porque es lo que uno primero quiere cuando empieza a tener su plata. “Si vivís acá en La Candela no lo necesitás”, me retrucaban. Con el tiempo me compré primero un departamento y después, cuando pude, me compré la casa. Pero si no tenés esos que enseñan, después la pasás mal. Tengo tantos compañeros que ahora la están pasando mal a pesar de haberla ganado… pero la gastaron en cosas innecesarias.
Cuestionario Random
Leo: —¿Preferirías tener tres brazos o tres piernas?
Oscar: —Tres piernas. Sería buenísimo. No me hubieran hecho caños. Sería una papa. Te podés desplazar. Podés abrir una de las piernas y estar siempre bien parado…
Leo: —¿Películas de Rocky o de Harry Potter?
Oscar: —De Rocky. Las vi todas.
Leo: —¿Tenés película favorita?
Oscar: —Expreso de medianoche.
Leo: —¿Pochoclo dulce o salado?
Oscar: —De los dos, pero no soy de comer tanto.
Leo: —¿Preferirías ser inmortal o invisible?
Oscar: —Invisible porque para inmortal voy a estar muy grande.
Leo: —Pero te puedo freezar ahora.
Oscar: —No, entonces freezame con 24 años que estaba en el mundial. Con 24 años, no tengo dudas (risas). Elijo ser invisible porque me gustaría aparecer en lugares sin hacer ruido, escuchar e irme.
Leo: —¿Preferirías que te fueran infiel o ser infiel?
Oscar: —Uy, qué bomba. No, yo no dañaría a mi familia. Ya con eso te contesté.
Leo: —¿Preferís una mentira piadosa o que te digan la verdad?
Oscar: —Siempre la verdad. Por más dura que sea porque así conozco más a la persona. Me da la idea de que puedo confiar en esa persona, que tiene las cosas claras.
Leo: —Si tuvieras que empezar otra vida, ¿volverías a ser jugador de fútbol?
Oscar: —Sí. No tengo dudas. Pensaría exactamente lo mismo, pero me entrenaría mucho más, me cuidaría mucho más. Siempre que me digas: “Vas a tener esta misma carrera, pero la vas a empezar otra vez”. Mismos clubes, campeonatos, todo. Entrenaría 10 veces más de lo que entrené, me quedaría en la cancha pateando, haciendo de todo.
Leo: —¿Fuiste mejor dirigente o entrenador?
Oscar: —Dirigente.
Leo: —Y eso que fuiste entrenador…
Oscar: —Sí, pero no me preparé. Yo pensé que como era Oscar Ruggeri, que había jugado en todos los equipos, me habían dirigido –creo yo– los mejores entrenadores que tuvo el fútbol argentino, yo sentía que ya podía dirigir. Pero no me preparé y este es un consejo que les doy a todos los que están escuchando: prepárense. Para todo hay que prepararse.
Leo: —¿Por plata o por gloria?
Oscar: —Por gloria. Siempre gloria. Me lo hizo entender Bilardo cuando nos pusimos la primera vez la camiseta de la selección, que Grondona nos pagaba nada, cero. Nos daban 25 dólares por día de viáticos. Nosotros le decíamos a Bilardo: “No tenemos un mango, queremos ganar plata”. “Salgan campeones del mundo que la gente se los va a reconocer toda la vida y eso no tiene precio”, nos decía.
Leo: —¿Sexo salvaje todos los días hasta los 70 y nunca más o una vez por semana hasta los 90?
Oscar: —Hasta los 70 me queda poco. Si Dios bajara en este momento y me dijera: “Vas a vivir hasta los 95 o hasta los 98, bien”… Pero ponele dos veces por semana o tres.
Leo: —¿Le tenés miedo a la muerte?
Oscar: —Sí.
Leo: —¿A la muerte o al deterioro?
Oscar: —Me dijeron una frase el otro día que es muy buena: “Me quiero morir vivo”. Yo no pensaba en esto, le daba para adelante. Pero ya llegué a esta edad y empiezo a pensar: ¿Qué tendrá Dios para mí en el final? Hago deporte, entreno, como muy sano, nunca fumé y alcohol tomo un poquito de tinto a la noche.
Leo: —Una sola palabra que te defina.
Oscar: —Persona. Lo que soy yo como persona, mi familia, valores. Sentarme con quien quiera y poder charlar sin problemas porque nunca estuve involucrado en nada. Nunca estuve en cosas raras. Siempre le tuve miedo a los quilombos. Yo en los vestuarios no me preocupaba por mí, me preocupaba por los pibes que no estaban bien. En un vestuario siempre éramos 25, 30 pibes del grupo y no pueden venir todos bien a la mañana. Siempre hay problemas. Me preocupé siempre por eso y trate de ayudarlos.