En 25 años de carrera pasó por El Trece, la TV Pública y El Nueve. Pero para José Núñez, América es una “escuela”, el canal donde aprendió “la mayoría de las cosas” sobre la maquinaria televisiva. Y mucho más que eso: “Es mi casa. Y mi trinchera”, confía, consciente del camino recorrido y del lugar que ocupa. Y que se ganó.
Responsable junto a Noe Vila de Jotax Producciones, hacedora de programas como A la tarde y Noche al Dente, Núñez cumple una “doble función”, como la define, siendo a su vez coordinador de Contenidos de la emisora de Palermo, que en este 2023 experimentó un gran cambio. El arribo de Marcelo Tinelli, no solo con su Bailando sino también como director artístico, modificó la dinámica de América.
“Marcelo es un animal de televisión. Yo no lo conocía: es increíble verlo trabajar. Y aprender. La primera vez que entré en su oficina estaban todos los Martín Fierro sobre la pared: había 50. Y claro, ¿qué le vas a explicar?”, destaca Núñez, y se dispone al diálogo franco con Infobae para analizar a fondo el presente, y sobre todo, el futuro de la industria televisiva.
—¿Te gusta la tele de hoy?
—Me gusta, pero me parece que hace falta un poco de alegría. Veo la tele de otros países y hay un poco más de alegría, llamémosle.
—¿Eso tiene que ver con la tele y las ideas, con los presupuestos, o con lo que estamos viviendo los argentinos?
—Es buena la pregunta, porque creo que tiene que ver un poco con cada cosa. Lo que funciona crece y lo que no funciona, decrece. A la televisión la moldea el mercado, el presupuesto, la creatividad de los productores y, por supuesto, la sociedad, que es la que elige lo que quiere ver. Crecieron las señales de noticias y bajaron las ficciones, que por ahí no se pudieron hacer, o la gente fue a las plataformas a buscarlas. El público va cambiando, pero siempre busca en la televisión esa alegría, distenderse, pero con un país como en el que estamos, es muy difícil. Esa tensión que se ve en la tele es parte de cómo estamos todos, entiendo que puede ser así.
—Históricamente, América siempre fue una pantalla muy periodística.
—Sí. Es una característica que viene desde hace muchos años. Daniel Vila y Liliana Parodi tienen mucho que ver en que haya sido una pantalla que se perfiló para la actualidad, para el vivo. Ponés América para informarte. Y este año, un poco se rompió el mercado: ahora encontrás un show como el de Marcelo. El prime time cambió, claramente. Compite cabeza a cabeza con las demás ofertas. Pero el periodístico está siempre, porque como decimos nosotros, internamente, si pasa algo, pasa en América.
—¿Cuánto te importa el número del rating?
—Claro que importa. El número es importantísimo. A veces, cuando tenés un programa que está estabilizado, tal vez un día tuviste un bajo rating y lo que uno hace es hablar con el productor ejecutivo, con el conductor: “Tranquilicémonos, esto lo vamos a revertir. Mañana vemos qué hicimos mal”. O sea, claro que es importante el número, tener audiencia, pero no es lo más importante. Hay un equilibrio entre calidad del producto, credibilidad y audiencia.
—La llegada de Tinelli y la caída de El Trece, ¿rompió un poco con esta dinámica, en la que parecía que había dos partidos: El Trece y Telefe en uno, y América y El Nueve en otro?
—Un poco sí. Esto que te decía: se rompió un poco el mercado en ese aspecto. Los dos grandes canales eran Telefe y Canal 13, y en América quedábamos con El Nueve, por cuestiones presupuestarias, no porque sea más grande el talento o las producciones. Ahora el mapa se está moviendo. Pasó este año, y el año que viene también, seguramente.
—Hablando de la tele en general, ¿qué ves en otras pantallas que te gustaría tener en la tuya?
—Hay muchos programas que estaría bueno tenerlos, mucha gente valiosa en otros canales, o mismo fuera de la tele, que por ahí están en plataformas o en streaming. Se dejó de usar el robarse a otros canales; en ese aspecto no hay tanta competitividad.
—También hay formatos.
—Bueno, si hablamos de Telefe, Gran Hermano es un gran formato, hermoso.
—En algún momento estuvo en América.
—Y la rompió. En El Nueve, Bendita es impresionante. En Canal 13, a mí me gusta mucho (Darío) Barassi, me parece espectacular, aunque tal vez en América no funcionaría el entretenimiento como lo hace Barassi. Pero bueno, te di algunos ejemplos; por suerte, hay un montón de talento en la tele. Y ya no es más como antes, con los pases del año (entre canales). Ahora todo va fluyendo, depende de cómo está el mercado.
—Hablaste de las plataformas, de las ficciones, y también están las redes sociales. ¿Buscan talentos ahí o es un mundo distinto al de la televisión?
—Este año, desde lo personal, empecé a entender un poco más gracias a, por ejemplo, la cabina de streaming del Bailando, una idea brillante de Marcelo y de la producción, para replicar en otros programas. Fue espectacular cómo mezclaron la tele con las redes. No nos animábamos tanto a gente nueva o no tan conocida, que explotaba más en las redes. Y Marcelo llevó a varios a su programa. A Luck Ra yo no lo había escuchado en mi vida: cuando lo vi en el programa de Fer Dente, que hizo pico de rating, ya había ido a lo de Tinelli. Dije: “¡Claro, este pibe tiene el carisma mundial! Es Rodrigo”. Un chico que en la tele no es conocido; o sea, mi vieja no sabe quién es. Así que hay que abrir, hay que traer gente, sí. Es contenido. Además, veníamos con un Gran Hermano con mucha explotación en las redes en el 2022. Claramente, se pueden fusionar.
—¿Hoy, la tele a quién le habla?
—Siempre le hablás a todo el público. Es una ley de la tele, de toda la vida. Si no entendés lo que está pasando, a los 20, 30 segundos cambiaste; es esa inmediatez de la televisión: tenés que hablarle a todo público, siempre. Vino (Gabriel) Rolón al programa de Dente, y al otro día me lo comentaron personas de una edad puntual. Pero también vino Luck Ra. Le hablas a todo público, siempre.
—Y salís a buscarlos a todos.
—Exacto. Sí. La tele es un río para pescar. Pensá que la tele la ponés en tu casa, está en el living.
—¿Y va a desaparecer?
—A ver… la radio AM todavía existe. La tele tiene la inmediatez del vivo y de las figuras locales. Y si le preguntás a cualquier productor: “¿Te querés ir de la tele?”, seguramente te va a decir que no. O sea, por algo los lugares son preciados, por algo los canales siguen existiendo. Yo no sé si va a desaparecer, pero puede que pase en diez, 15, 20 años.
—¿Cómo se produce en este contexto en el que no sabes cuánto salen las cosas el mes que viene? ¿Cómo pensás un programa para que arranque en marzo?
—Es un momento complicado, un momento bisagra en la Argentina, en el sentido de que hay cambio de gobierno. Llévalo a cualquier otro ámbito: tenés un restaurante, ¿y qué vamos a hacer? Y bueno… vas día a día. En estos casos la máxima es ir pisando sobre seguro, tratar de priorizar siempre a la gente, que está por encima de todo, y surfear la crisis hasta que pase la peor crisis, llamémosle.
—¿Te gustan las plataformas nuevas como Luzu, Olga y otras que van saliendo en esa línea?
—Sí, me gustan. Me parece admirable lo que hacen, el nivel de calidad que tienen con los invitados, el lenguaje que hablan, que es impropio, y me hace acordar a mí, cuando estaba por empezar en la tele, que quería ser como (Mario) Pergolini en la radio. Y hoy es Nico Occhiato, o Migue (Granados), o Momi (Giardina). Es decir, es la renovación. Son los nuevos referentes para los chicos, los más jóvenes, así como nuestros referentes eran Mario, Lalo (Mir), etcétera.
—De todos los programas que hiciste, ¿cuál te dio mayor orgullo?
—No quiero hablar de un solo programa. Muchos me dieron mucho orgullo.
—Intratables fue un quiebre.
—Estuvo buenísimo. Nos divertíamos mucho.
—Armaron algo muy distinto.
—Pero fijate que Intratables se fue armando en el aire. Esto es lo que tiene la televisión: un programa que inicialmente era para hablar del espectáculo, de la actualidad, como una competencia para Bendita, terminó siendo un programa político con una mesa de debate. En menos de un año se transformó en eso, pero lo fuimos buscando. Y trabajar con Santi del Moro es espectacular. También Cuestión de peso: fue criticado, pero yo lo viví a través de la gente que iba a participar y a buscar una solución para su problema. Eso me encantó. Después, montones de programas, realmente. Y los que hacemos hoy: Karina (Mazzocco) se reinventó en estos últimos años y es un 10.
—En A la tarde encontraron algo que funciona muy bien.
—Investigan. Nati Palmeiro, la productora ejecutiva, junto con toda la producción: los ves trabajando, yendo a buscar la nota, investigando… No sé cómo consiguen las causas (judiciales). Hacen un trabajo de producción muy apasionado.
—Hablamos del orgullo, pero contame de alguno que decís: “¿Cómo hice esto? ¡Qué vergüenza!”.
—No quiero nombrar a ninguno, pero sí hemos hecho cosas espantosas, de hacerlo rápido, de hacerlo mal, de no pensarlo. “¡Qué error cometí! ¡Qué grave!”, decís. Sí, he tenido bochornos. Por supuesto. ¿Cómo que no? Pero se eso de aprende mucho.
—No des nombres, ¿pero hay gente con la que decís “Yo no vuelvo a trabajar”?
—Sí, como en todo, que decís: “Ya está, esta etapa ya la cumplí”. Pero no por resentimientos o por bronca, sino porque ya está. Por suerte, trabajé con muchos conductores, aprendí muchísimo con cada uno, pero a veces decís: “Ya hice este desafío, no sé si lo haría de vuelta”.
—¿Cuál es el mayor divismo que te pidieron?
—El divismo, en general, no viene de las primeras figuras sino de las segundas o terceras figuras, sin decirlo peyorativamente. Las primeras figuras suelen ser humildes, coloquiales, tienen una seguridad que les permite no necesitar de ese divismo.
—No todas son Susana Giménez. Está claro.
—No todos somos Yankelevich, Tinelli o Suar.
—Y no todos son Darín.
—Exactamente.
—¿Y esa demanda pasa por lo económico o por el mimo? Porque quien está expuesto en cámara, también necesita mucho mimo.
—El que está expuesto en cámara tiene una presión extra a la que tenemos quienes estamos detrás, por eso entiendo cuando están nerviosos o están inseguros. O cuando alguien se enoja porque un taxi llegó tarde. Me acuerdo que entré a trabajar en televisión en el programa de Juan (Segundo) Stegman, Insólito TV. Y claro, el tipo se mantenía impecable dos o tres horas, así, sin que siquiera se le arrugara la camisa. Es decir, te guste o no, es un estrés. Entonces se entiende. Pero no pasa mucho, ni es tan grave. Podés tener quejas de alguien del equipo, que habló más, que habló menos, que su informe entró, que no entró. ¿Sabes cómo lo leo? Como que pelean por su protagonismo, como un jugador de fútbol que se enoja porque el técnico no lo puso. De última, me gusta que se enoje. Está buena esa actitud: tiene que ver con defender el trabajo.
—Llega diciembre, ¿y cuánta gente te pide trabajo?
—Todo el tiempo. Como dice mi amigo Diego Toni (gerente de Programación de El Nueve), en la tele el verdadero trabajo es buscar trabajo. Me lo dijo hace muchos años y tiene razón. Siempre estás generando y viendo con qué seguís. La tele es un día a día, es un mes a mes. No es un trabajo. No es “entré a la tele, tengo trabajo”. No. Hoy estoy acá y mañana, no sé. Esto es así.
—¿Cómo se manejan los conflictos internos de un programa entre figuras?
—Hay, y están a la vista. No te lo voy a ocultar. Y… tratás de parar un poco. Si hay algo irreconciliable, tratás de ver cómo hacer para seguir. Pero en general, se solucionan. Se pelean, y después se vuelven a amigar, y después se vuelven a pelear. Y por ahí, otras dos figuras que eran amigos se pelean, o al revés.
—Cuando dos figuras del canal se pelean, ¿el canal intercede?
—Sí, sí, se trata de bajar, porque es innecesario. Pero en general son detalles, ninguna cosa grave.
—América tiene dos programas de espectáculos muy fuertes: Intrusos y LAM.
—Si, tremendos los dos. Compiten, pero sanamente. Y está bueno porque tienen un contenido muy diferente: lo que ves en Intrusos no es lo mismo que ves en LAM, y viceversa. Cuando entro al canal siempre está la producción de Intrusos, hablo con ellos porque veo que tienen mucha hambre de producir, y fijate que cuando Flor (De la Ve) sale, es un tren. Y LAM es impresionante, es un tanque. Bienvenido que haya trabajo para toda esta gente, que los programas midan, que generen publicidad.
—¿Pamela David sigue el año que viene?.
—Sí, Pamela sigue. Marcelo está por confirmar en breve la programación, pero por lo que venimos hablando, en general sigue casi todo lo que está este año. Pamela es una laburante, una jefa de su equipo, una líder muy positiva con todos. Nadie se queja de estar ahí; al contrario, quieren estar. La pelea todos los días y la mañana es un horario muy difícil. Me encanta que esté en el canal. Y creo que va a tener un año que viene mejor que este.
—¿Mariana Fabbiani?
—Un clásico de la tele. La trajo Marcelo y acertó: no desentonó con el canal; al contrario, sumó. Le dio un aire, otra cara, y está excelente.
—De hecho, cuando deciden poner a Mariana fue toda una jugada porque en América ya tenían una tarde que funcionaba.
—Sí, sí, pero fue una buena jugada. También para descomprimir un poco la duración de Intrusos y de Karina. A las pruebas me remito: salió bárbaro.
—A la tarde es hijito tuyo.
—La idea es que continúe también. Esperemos que sí.
—¿Y qué va a hacer Marcelo el año que viene?
—Ojalá que haga el Bailando. Termina a fin de enero y va a tener que parar, porque hay que recuperar energía.
—En América, el balance es de un muy buen año, y el equipo ganador, no se toca…
—No sé qué va a querer hacer (Tinelli) el año que viene. Me preguntás a mí: año ganador por goleada para lo que es el canal. Y aparte, la repercusión que tuvo el Bailando este año.
—¿Pero Tinelli va a estar en la pantalla?
—Ojalá que sí.
—¿Cómo fue su llegada al canal? Porque se incorporaba a una Dirección de Programación que ustedes tenían funcionando muy bien, con Fernanda Merdeni.
—Fue una decisión traer a Marcelo a la Dirección Artística. Pero ni hablar: nos encolumnamos detrás de su proyecto. Y tratamos de ayudarlo también para que su programa funcione lo mejor posible, y manejar otras cosas que tienen que ver con la diaria. Es decir: ningún problema. Al contrario: bienvenido Tinelli. Así fue desde el primer momento. Yo no lo conocía, y la noche de su debut, todos estábamos ahí, en el piso, la mitad choluleando, viendo el programa. Yo tenía el minuto a minuto. Empezó en 9 puntos, ya un montón, y subía, subía… Llegó a 15. Y yo decía: “Claro, ahora entiendo, viviéndolo en carne propia, lo que arrastra Tinelli”. Es su capital. Te vienen 15 puntos América. Ahí entendés por qué es el número uno.
—¿Cómo se festejó ese debut?
—Yo estuve un rato y me fui al programa de (Fer) Dente, así que no me quede a ningún festejo. Pero no hay mucho festejo en la tele, ¿viste?
—¡Qué visión tuviste con Fer Dente!
—Estuvo bueno. Sí, salió bien. Fer siempre fue un talentoso, y es una muestra de que se puede seguir trabajando sobre ese talento.
—¿Se tiene que revisar cómo se mide el rating?
—Estaría buenísimo que se mida online, real. Con Internet. Ahí tendrías una medición infalible e instantánea. Pero se mide de una manera que hoy, no sé…
—¿El rating sigue siendo lo más importante para la industria por la parte comercial o por el ego de las figuras?
—Por la parte comercial; el ego de las figuras es secundario. (La de Ibope) es una medición pensada para la industria publicitaria, que es la que pone (dinero) en ese programa que está ahí, en vivo, ahora. Ibope mide lo que la gente está viendo en ese momento. ¿Y por qué mide eso? Porque en ese momento sale el PNT de Casino Fulano de Tal o sale este el zócalo que dice “Andá a comprar esto”. Pero la gente que después lo ve por Internet seguramente no verá el PNT, se corta; o si lo ve grabado, va a adelantar las tandas. Entonces, a toda esa gente, desde el mercado publicitario, no se la puede tomar en cuenta porque es un gris. El anunciante no llega ahí. Entiendo que tiene que ver con eso. De todas maneras, aparentemente el año que viene Ibope va a generar un 360 mucho más profesional y avanzado con respecto a la medición real. Y va a incluir todo lo que es plataformas y redes dentro de una medición.
—Se estuvo hablando y discutiendo mucho el rol de los medios públicos. De hecho, uno de los primeros anuncios que hizo Milei fue la privatización de los medios públicos. ¿Qué mirada tenés sobre eso?
—A mí me parece que tienen que existir los medios públicos, no sé cuántos ni cómo, pero deben estar. No sé si estoy de acuerdo con el contenido que tienen hoy; esa es otra discusión. Me gustaría que los medios públicos no tuvieran ningún tipo de compromiso con el oficialismo, que sean justamente de la gente. El uso político es lo que lo empaña a los medios públicos, y hace que uno descrea. Pero es fundamental que estén. Hay ejemplos, como Cocineros Argentinos, un programa que la gente lo vibró. Y me encantaría trabajar en un medio público en alguna época: tener la posibilidad de hacer un programa sin mirar el rating, y hacerlo para que pueda ayudar en algo.
—¿Andás noviando?.
—No.
—Salieron algunas noticias en las que te vincularon con Rocío Oliva.
—A Rocío la conozco desde hace muy poquito; días. Es divina, muy inteligente, divertida, guapa, pero recién nos conocemos, así que la palabra novio es otra cosa.
—¿Qué hacés en el verano?
—Voy a ir a Mar del Plata, que me encanta. Por algo es La Feliz. Me gusta ir a nadar y andar en bici. Y después, si Dios, quiere preparar la vuelta de Dente: tengo algunas ideas ahí que estoy masticando para el año que viene. Ahora hicimos el documental Argentina 1983, con Rolando Graña. Estoy muy orgulloso de ese trabajo, varios meses de trabajo. Y bueno, la idea con Noe Vila es poner una pata de Jotax en Miami. Tenemos una idea muy linda para hacer. Estamos buscando inversores.
—José Núñez se nos va a vivir a Miami.
—No, no. A vivir, no. A tocar y venir. Son nueve horas de avión. Tampoco es tan lejos.
—Igual, qué lejos está Argentina de todo.
—A veces, por suerte...