Sergio Maravilla Martínez acumula nueve títulos mundiales y ostentó el cinturón de campeón lineal de peso medio durante 50 meses, entre 2010 y 2014. En ese lapso fue considerado el tercer boxeador libra por libra del mundo, tras Manny Pacquiao y Floyd Mayweather.
Es excampeón del Consejo Mundial (CMB) superwelter y extitular CMB y Organización (OMB). Registra 57 triunfos (32 por knockout), 3 derrotas y 2 empates, al cabo de sus casi 28 años como profesional rentado en el pugilismo.
Durante sus años como campeón, su popularidad explotó despertando pasiones desmedidas en el público. “A donde iba se colapsada todo y empecé a entender que, si la vida profesional era pública y mi vida personal también se hacía pública, no me queda nada para mí”, reflexionó.
Lejos de los reflectores, Martínez se enfocaba en seguir creciendo profesionalmente y contó que sus noches, luego de ganar los combates más importantes en su carrera, distaron mucho de la fantasía de las grandes fiestas y los excesos. “Por combate los boxeadores profesionales recibimos 1060 golpes. Lo único que queremos es hielo”, bromeó.
El momento presente
Maravilla reconoció que, a sus 48 años, logró un nivel de “lectura, madurez, comprensión y una perspectiva mucho más amplia” en el boxeo. “Ahora necesito hacer el 10 % arriba del ring. Antes era un despilfarro de energía”, admitió.
Sin embargo, explicó que más allá de su deseo de volver a pelear por un título mundial, “hay que aceptar el paso del tiempo” y comparó la situación con la trama de Rocky VI cuando Balboa busca volver al cuadrilátero y, aunque físicamente estaba en óptimas condiciones, los expertos le desaconsejan someterse a tal desafío.
“Ya tengo 28 años de carrera y, si bien tuve un parate de 4 años, parate casi absoluto, encontré una sabiduría en estos últimos 8 o 10 años que me cuadró todo en el boxeo. Se me hace mucho más fácil”, señaló.
En su último combate en marzo de este año, noqueó en el primer asalto al colombiano John Teherán, de 38 años. Necesitó apenas un minuto y 27 segundos para llevarse la vitoria.
El éxito y la fama
Maravilla es reconocido como una figura destacada del deporte en Argentina y en el mundo, pero a lo largo de los años también fue incursionando en el stand up, en la actuación y hasta en el mundo del streaming. Sin importar cuál fuera el rubro, siempre se caracterizó por ser reservado en relación con su vida privada.
“Yo quería ser campeón no famoso, pero una cosa va de la mano con la otra. Cuando uno hace las cosas bien, repercute de una manera positiva”, sentenció.
Ganarle a J.C Chávez Jr. en 2012 fue la exposición de su carrera. “No podía salir a la calle”, reconoce Maravilla, debido al asedio de los paparazis y el interés que despertaba en el público.
“De un día para el otro me encontré con una fama desmedida y la exposición mediática fue salvaje. Me conocía desde la persona más pequeñita hasta la más adulta”, recordó.
Leo: —¿Sentís que hoy la gente te valora más como personaje famoso que como campeón?
Maravilla: —Este momento me encanta porque la gente me trata con mucho respeto.
Leo: —¿Fuiste siempre cuidadoso de tu intimidad?
Maravilla: —Sí, siempre fui super cuidadoso y respetuoso de eso. A partir de esa exposición empecé a entender que tengo una vida profesional que es muy pública. Si yo hago pública mi vida personal no me queda nada. Me quedo completamente desnudo.
La fantasía de ser campeón
En línea con una personalidad que se destaca, pero que no busca ser el centro por los halagos sino por los resultados que logra a base de su esfuerzo y tenacidad, Maravilla reconoce que sus festejos estuvieron lejos de lo que los espectadores pueden llegar a esperar de un deportista que ganó el título mundial.
Leo: —¿Cómo es la noche del campeón en Las Vegas después de ganar la pelea?
Maravilla: —Yo les decía a todos: “No quiero que me griten ´dale campeón y que golpeen la mesa. El que lo hace, se va’”.
Leo: —Era un festejo austero.
Maravilla: —Cenábamos, brindábamos con todo el equipo y yo siempre tenía el bolso al lado mío. En un momento de la noche les decía que iba al baño, pero en realidad subía a la habitación. Pedía por teléfono helado, jugo de naranja y alquilaba una película. Tenía agua con hielo para la cara y ponía música tranquila. Eso era todo lo que quería.
Pelea callejera
Maravilla reconoció que en varias oportunidades lo desafiaron a pelear fuera de un ring, pero siempre mantuvo claro en su mente la diferencia entre un boxeador entrenado para ese objetivo y una persona que puede o no pelear bien y animarse a enfrentarlo.
“La diferencia entre un boxeador y uno que no lo es, no es lo duro que pegamos sino lo que aguantamos”, explicó el deportista. Además, advirtió que un golpe certero puede quitarle la vida a una persona y desmintió la frase que se repite popularmente: “La mano está penalizada, no prohibida”.
También señaló que los boxeadores se preparan desde jóvenes no sólo a pegar cada vez más fuerte sino también a recibir golpes en su rostro y en su cuerpo, fortaleciendo los huesos y los tejidos en el rol de sparring.
¿Cómo sería el mejor boxeador?
Maravilla repasó cuidadosamente en su memoria las habilidades de primerísimas figuras y esbozó un identikit de cómo sería el pugilista ideal. Floyd Joy Mayweather encabezó la lista con “la distancia en defensa y la inteligencia para moverse “como principales características.
De Manny Pacquiao destacó su “velocidad deslumbrante”. “No lo ves y estás en el suelo”, señaló Martínez a modo de graficar la rapidez de los movimientos del filipino. Del mítico Mike Tyson elogió “la decisión a la hora de atacar” y de Forest Whitaker recordó “su perfecto sentido de la distancia”.
“El boxeo es manejo de tiempo y distancia. Hay boxeadores atacantes, defensivos y tiempistas. Yo soy tiempista: no ataco ni defiendo. Hago las dos cosas, pero en el momento justo”, explicó.
Cuestionario Random
Leo: —¿Sergio Martínez está para una relación de pareja abierta?
Maravilla: —Sí. Fui entendiendo con el tiempo que si tenés una pareja no sos el dueño. Ni ella ni él ni ninguna otra persona es tu dueño. No necesito de la exclusividad de la otra persona. Necesito de la compañía, del cariño, pero obviamente no todo el tiempo. Si uno está todo el tiempo pegado te termina volviendo loco. Te terminás cansando. “Andá a donde quieras, pero volvé porque yo te quiero”, esa frase me encanta y la utilizo mucho.
Leo: —¿Sos romántico?
Maravilla: —Absolutamente. Escribo poesía, obras de teatro, cuentos, escribo mucho. Me gusta que la chica se sienta agasajada.
Leo: —¿Ser infiel o perdonar una infidelidad?
Maravilla: —Perdonar. No comprendo lo de la apropiación de la otra persona, la exclusividad. Eso de que “vos sos exclusivamente mía, de mi posesión”. Con que te sigas riendo de mi chiste, flaca, está todo bien.
Leo: —¿ Preferirías tener sexo furioso y salvaje todos los días hasta que cumpla 60 años y después nunca más o una vez por semana hasta que te mueras?
Maravilla: —No me hagas eso… Me parece que me muero a los 60 y si sigo viviendo un poco más te miento (risas).
Leo: —¿La “piña” que más te dolió?
Maravilla: —La de Kelly Pavlik en el primer round. Me dio arriba, en la cabeza, y casi me muero.
Leo: —¿Alguna vez te robaron una pelea?
Maravilla: —Sí, dieron empate y había ganado por nocaut en un combate contra Kermit Cintrón, que había sido campeón de peso welter y superwelter. Yo había ganado por nocaut en el 7.º asalto, pero él se quejaba de que el golpe fue un cabezazo. Decía que había sido muy duro y que no podía ser de un puño. Se quejó tanto que hubo invasión de ring, subieron varios avasallantes contra el árbitro que se vio superado por la situación y dijo: “El combate sigue”. Después declararon un empate.
Leo: —¿Película de Rocky favorita?
Maravilla: —La uno. Aunque me sienta total y absolutamente identificado con la sexta desde hace 20 años. Más romántica es la uno.
Leo: —El mejor boxeador que viste y el mejor con el que peleaste.
Maravilla: —El mejor que vi (Pernell) Whitaker, de Virginia. El mejor con el que combatí Serhiy Dzinziruk, un boxeador de Ucrania. Le gané por nocaut. Cayó cinco veces conmigo, pero no es que fui a pasear. Trabajé como un esclavo para ganarle.
Leo: —¿En qué otra actividad que nadie conoce sos un crack?
Maravilla: —Cocinando soy bueno.
Leo: — Complete la frase con lo primero que se le venga a la cabeza. Yo nunca…
Maravilla: —Consumí ni alcohol ni drogas.
Leo: —A veces...
Maravilla: —Tengo una obra que se llama “A veces me dicen Maravilla”.
Leo: —¿Qué decías cuando eras chico? Cuando sea grande quiero ser...
Maravilla: —Deportista. Ni me imaginaba que iba a ser boxeador. Jugaba a frontón, tenis, hacía ciclismo y fútbol. Los entrenadores me querían mucho porque siempre fui muy apasionado y tenía mucha fuerza. Jugaba bien al tenis, es el deporte que mejor se me daba, incluso mejor que el boxeo. En ciclismo también andaba bien, pero me robaron la bicicleta y se acabó. Siempre quise ser deportista.
Leo: —¿Por gloria o por plata?
Maravilla: —Por gloria.
Leo: —¿Tu lugar en el mundo?
Maravilla: —Mi lugar en el mundo es Capilla del Monte, en Córdoba; y mi segundo lugar es Madrid, España.
Leo: —¿Cola de león o cabeza de ratón?
Maravilla: —Cabeza de ratón. Y ojo porque tengo mucha fuerza, ímpetu y siempre voy hacia lo que quiero. No logro todo, pero de 150 mil cosas que hago cuando una me sale, me sale muy bien.
Leo: —¿Cómo te definirías en una sola palabra?
Maravilla: —Resiliente. Es algo que me caracteriza por ser argentino. Sé que tengo que caer, que me toca perder para aprender. La derrota tiene un valor que es maravilloso y se aprende mucho más si uno tiene la humildad y ejercita la sabiduría.
Con los pies sobre la tierra y la humildad que caracteriza a los grandes, Maravilla destacó que, a diferencia de lo que se cree popularmente, “ganar frecuentemente puede ser más duro que afrontar una derrota”. Según explicó, caer en un combate de boxeo permite “enfocarse más rápido”, entendiendo los errores y sabiendo en qué se debe trabajar para mejorar. “Con la victoria a veces podés relajarte y perder el rumbo”, concluyó.