“De vez en cuando venía nuestra progenitora, nos traía golosinas y pasábamos un momento en familia. Un día dejó de venir, empezamos a preguntar si iba a volver, hasta que aceptamos que no iba a venir más y seguimos la vida”. Quien comparte sus recuerdos con una naturalidad que duele es Axel: hoy tiene 16 años y vivió hasta los 9 con dos de sus hermanos en Esos Locos Bajitos, un hogar convivencial que aloja a los niños en situación de calle de la ciudad de La Plata.
Llega a los estudios de Infobae con su papá. Vienen juntos a contar sus historias, sin edulcorarla, sin romantizarla, con dolor puesto en las cosas que duelen y la felicidad en el encuentro que los convirtió en familia. Viven los cuatro juntos en la isla Paulino del delta de Berisso desde junio de 2017. Se conocieron el 16 de mayo del 2017.
“Todo empieza con el deseo. Es un proceso en el cual hay que trabajar. Antes de paternar hay que trabajar bastante”, recuerda Andrés Aguiar, que se inscribió en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA) en 2014 con la idea de adoptar un niño o una niña de entre 3 y 9 años. La propuesta llegó tres años después cuando, de casualidad, fue al juzgado a hacer un trámite y vio su carpeta sobre la mesa. Estaban por citarlo a una reunión para la semana siguiente.
—¿Qué te pasó esa semana?
—Mucha expectativa. Muchos nervios.
—Vos en ese momento no sabías nada, no tenías ningún dato.
—Nada. Fui un martes. A primera hora ya estaba en el juzgado. Me contaron que había tres hermanos en un hogar de La Plata de un grupo de seis que ya tres estaban en un proceso de vinculación. Estaban los tres más grandes: Agustín, que tenía una discapacidad, de 13 años, Kevin de 11 y Axel de 9. Me contaron brevemente dónde estaban, que el tiempo que hacía que estaban institucionalizados que fueron seis años, que habían tenido vinculaciones frustradas, que es cuando los chicos empiezan a vincularse con una familia y por algún motivo no llega a buen puerto. Y me dijeron que lo pensara. Son momentos duros, yo estaba inscripto para adoptar a uno con opción a dos. El tope de edad que tenía era 9 años y esto desbordaba por todos lados, pero salí de ahí con la convicción de que iban a ser mis hijos.
—¿Cuándo respondiste?
—Me dieron cita a los dos días, volví a ir al juzgado y dije que sí. Por otro lado, por más que yo diga que sí, los chicos tenían que decir que sí, que era otra espera.
—¿Ahí se planifica un primer encuentro?
—Se planifican varios encuentros con los equipos. Me cuentan los perfiles de cada uno. En ese momento, si bien sabía que estas ganas de ser padre eran muy fuertes, me daba incertidumbre la discapacidad de Agustín. No me sentía preparado. Más que nada por el imaginario que yo tenía de esa discapacidad. Cuando empiezo a hablar con el equipo me dicen que básicamente tenía una dificultad para el habla. Después le paso fotos al equipo y ellos me empiezan a pasar fotos de ellos, dibujos. Esos son los primeros encuentros.
Axel escucha. Tiene la adolescencia en la cara, las piernas cruzadas, los dedos de las manos entrelazados, la timidez en la mirada. Habla con pausa, serenidad y seguridad. También con alegría. La charla lo lleva a contar intimidades, sensaciones bien personales y a reírse. Aún va al colegio. Tiene recuerdos frescos de su vida antes de Andrés.
—¿Cómo venía tu vida hasta ese momento?
—Y, muchos nervios antes de conocerlo.
—Vos eras muy chiquito y pasaste 6 años en el hogar, llegaste a los 3, me imagino que tus primeros recuerdos son de ahí.
—Sí, me acuerdo que había llegado al hogar y estaba mi hermano. Lo conocí a Kevin y no sabía nada de él. Justito me regalaron un camión con juguetes y estaba re feliz. O sea, iba a conocer a mi hermano, y después creo que el mismo día también conocí a Agus y nos pusimos a jugar.
—Ellos sabían que vos eras su hermano.
—Sí, sabían.
—Los tres son hijos de la misma madre biológica, ¿también del mismo padre?
—Somos los tres de la misma madre, pero con Agustín no compartimos el mismo padre.
—¿Y vos mientras ibas creciendo en el hogar con esa familia biológica tenías vínculo o no?
—Sí, nos veían a visitar de vez en cuando y venía nuestra progenitora, nos traía golosinas y pasábamos un momento en familia. Un día dejó de venir, empezamos a preguntar si iba a volver, hasta que aceptamos que no iba a venir más y seguimos la vida.
—¿Cuántos años tenías vos en ese momento?
—Creo que tenía 6.
—Debe haber dolido un montón.
—Sí, la verdad que sí. Pero hay que aceptarlo.
—¿Te cuidaban en el hogar?
—Sí, pero no nos cuidaban tanto como nos cuida ahora nuestro papá.
—Yo nunca tuve la posibilidad de hablar con alguien que creció en un hogar, por eso te pregunto y lo que vos quieras contar me lo respondés y lo que no quieras por supuesto que no. ¿Estuviste siempre en el mismo hogar que tus hermanos?
—Antes de los 3 años estuve internado y después sí estuve en el mismo hogar con mis hermanos. Agus no, estuvo en una casa de abrigo.
—¿Tenías amigos ahí además de tus hermanos?
—Sí, tenía. Nos conocíamos entre todos. Estábamos casi todo el día afuera, jugábamos a la pelota o andábamos en patineta o hacíamos cualquier cosa.
—¿Qué pasaba cuando otros chicos del hogar se iban adoptados?
—La verdad que no me acuerdo porque creo que no conocí muchos chicos que fueran adoptados.
—¿Cuándo entendiste que tenías ganas de armar una familia con tus hermanos fuera del hogar?
—Desde muy chico. Yo quería salir. Queríamos salir todos. Había algunos chicos que se escapaban del hogar y después no tenían a nadie y tenían que volver.
—¿Y cuando ustedes querían salir la fantasía era volver con tu progenitora o encontrar una familia que los cuide?
—La primera fantasía fue volver con nuestra progenitora pero después dejó de ir, lo aceptamos, y no, queríamos formar otra familia.
—¿Cómo era la familia que vos soñabas en ese momento con tus hermanos? ¿Qué querían si les preguntaban?
—Y, supongo que mamá y papá.
—¿Era condición que se fueran juntos?
—Sí, siempre.
—¿Se respeta que los hermanos estén juntos?
Andrés: —Se intenta respetar, sí. A veces no se puede por las características o a veces hay chicos que necesitan salir de la institución, entonces se prioriza el bienestar de los pibes. Si están dadas las condiciones para que salgan juntos, eso es la meta.
—No me gusta cuestionar sin fundamentos, está muy instalado decir que la adopción funciona mal, que los tiempos están mal. Por eso me gusta conocer las historias y entender. Sé que hay un tiempo hasta que se decreta la adoptabilidad, pero: ¿por qué seis años en un hogar?
Andrés: —Depende de cada historia en particular. Hay resoluciones que son mucho más rápidas y hay otras que llevan tiempo. Siempre se intenta desde la Justicia que haya un rescate de su familia de origen. Eso también lleva un tiempo. Pero bueno, el sistema de adopción es una vez que los chicos están en condiciones de ser adoptados y se han agilizado muchísimo los tiempos.
—Tu papá nos contaba recién que ustedes tuvieron algún encuentro previo o intentos de vinculaciones con otras familias. ¿Me querés contar?
Axel: —Primero tuve una profesora de la escuela que me quería adoptar a mí.
—¿A vos solo?
Axel: —Sí. Pero me quería llevar a vivir a España y yo le dije que no. Primero le dije que sí porque quería ser adoptado, pero después cuando me dijo que me quería adoptar solo a mí le dije que no. Estábamos en la escuela y yo tenía que firmar un papel de que quería que fuese su hijo. Lo terminó rompiendo porque dije que no y lo tuvo que tirar. Después tuvimos una vinculación con Nora y Rafael, una pareja, que eran de Berazategui. Las cosas iban bien, todo tranquilo, pero un día no supimos más nada. Y nada…
—¿No habían llegado a vivir con ellos?
—No. Fuimos a la casa y nos quedamos a dormir unos días pero no, después nada.
—¿Y es así, uno no sabe más nada sobre qué pasó?
—No, a veces no. No te enterás de nada. Es la última vez que los ves y no sabés que va a ser la última.
—Qué dolor, ¿no?
Axel: —Sí, a veces sí. Para mí sí.
Andrés: —A mí me parece que uno cuando tiene el deseo de paternar tiene que trabajar ese deseo. Hay que ponerle mucha energía a estar preparado para ese momento. Y una vez que están los chicos es un proceso en sí mismo generar esa vinculación. Nosotros tenemos un pacto desde el día cero que es siempre escucharnos y lo que se dice, se hace. La prioridad somos nosotros. Sus vínculos, sus derechos como pibes, y generar esa confianza de saber que hay un otro que los cuida. Eso es fundamental.
—¿Cómo te enteraste que no iban a ir más, te lo dijeron en el hogar?
Axel—No.
—Solo no fueron más.
—Sí.
—¿Y ustedes qué pensaron ahí?
—Capaz que no nos quisieron o algo. Capaz había pasado algo con ellos, o les había pasado algo.
—¿Charlabas de esto con tus hermanos?
—No.
—¿De las ganas de irse con una familia?
—Sí, eso sí.
—¿Cómo siguió todo? Ustedes seguían en el hogar.
Axel: —Sí, seguimos hasta que lo conocimos a él.
—¿Pasó mucho tiempo?
Axel: —Fue al siguiente año.
Andrés: —Cuando a mí me presentan la carpeta de los chicos, a ellos le presentan la mía. Y en ese momento no todos dijeron que sí. Hubo una votación entre hermanos para ver si querían o no querían.
—Hermanos que empiezan a crecer y que se empiezan a cuidar entre ellos.
Axel: —Sí.
—¿Cómo fue esa charla?
Axel: —Estábamos en el zonal y nos dijeron: “Está Andrés”. Nos mostraron una foto y nos hablaron sobre él. Pero dijeron: “Hay una cosa, a Andrés no le gustan las mujeres, le gustan los hombres”. Y Kevin dijo: “No, eso no”. Y no sabíamos por qué no. Pero después dijo que sí.
Andrés: —Después lo llevaron a votación y ahí no tuvo mucha más chances.
Axel: —Y no, otra no le quedaba.
—¿Y cómo fue ese primer encuentro? ¿Estaban nerviosos? ¿Se duerme la noche anterior?
Axel: —No. Estás con los ojos así. Organizamos todo y nos encontramos en el bosque, frente al museo. Nos pusimos a jugar a la bolita y Kevin le preguntó: “¿Vos vas a ser mi papá?” y él le respondió: “Si vos querés, sí”. Otro día fuimos al museo, otro día nos quedamos a dormir. Y después nos dieron la noticia que vayamos a buscar las cosas porque nos íbamos a quedar a vivir.
—¿Cómo llegás vos al primer encuentro?
Andrés: —Con mucha ansiedad. Es un momento fundante de la relación. En toda esa instancia para mí fue súper importante tener una red de afectos, de familia, que también me fue acompañando.
—¿Kevin te preguntó: “Vos vas a ser mi papá”?
Andrés: —Kevin me preguntó, y yo le dije eso: “Si vos querés voy a ser tu papá”.
—Siempre respetando sus deseos.
Andrés: —Siempre. De los tres. Cada uno con sus perfiles y sus tiempos, que son muy distintos.
—¿Mientras duraban esos encuentros daba miedo que Andrés también se fuera?
Axel: —Sí, capaz pensábamos que no quería saber más nada o que ya no quería ser papá.
—¿Y se lo pudieron contar alguna vez eso a él?
Axel: —No, creo que no.
—Es la marca que va quedando ¿no? Y vos lo escuchás y te parte el alma.
Andrés: —En los procesos de vinculación los papás adoptivos tenemos distintos momentos. Cuando uno conoce a los chicos empezás a generar ese vínculo, pero cuando los empezás a dejar, todos esos dolores, esos miedos, le pasan a uno porque ya son tus hijos. Son parte de tu vida y todo se vuelve más intenso.
—¿Cuándo entendiste que eran tus hijos?
Andrés: —Nuestra vinculación fue buena, estos miedos que van surgiendo constantemente, yo siempre los sentí muy cercanos. A medida que fueron pasando los meses, cuando ya se mudaron, parece un sueño, cuando se quedaron a dormir la primera noche me acuerdo que estaba en mi habitación, me levantaba, abría la puerta y miraba a ver si eran reales. El vínculo se construye, se forma y nos trasciende, es así.
—¿Cómo fue Axel ese día que te dicen: “Bueno, vayan a buscar sus cosas”?
Axel: —Fue mucha alegría porque estaba hace seis años en ese establecimiento y salir y tener un papá, no hay palabras.
—¿Vos ya conocías tu casa o ese era el primer día que ibas?
Axel: —No, era el primer día que iba. Estábamos en camino y yo le decía: “¿Ya llegamos?” Y me decía: “No, no, falta un poquito”. Medio metro más y “¿Ya llegamos?” Y así todo el camino. Y después le pregunté: “¿Ya llegamos?” Y dijo “sí”. Y estábamos ahí enfrente de la casa.
—¿Y cómo fue tener tu casa?
Axel: —Fue una sensación de paz y tranquilidad.
—¿Recuperaste esa paz y tranquilidad que tenés derecho de tener?
Axel: —Sí, sí.
Andrés: —Para los chicos también es difícil porque estaba toda esa alegría de empezar a construir algo nuevo pero además tienen que hacer el duelo de su hogar.
—Ahí pasaron su vida.
Andrés: —Los cobijó seis años. El cambio de colegio. Dejar de ver a su entorno cotidiano.
—¿Te acordás cuándo sentiste que era tu papá por primera vez?
Axel: —Creo que fue cuando tuvimos que volver al hogar. Se fue, miramos para atrás y dije: “Éste es mi papá, va a ser siempre mi papá”.
—A vos te cayó bien de entrada.
Axel: —Sí, porque jugaba a la bolita con nosotros y no todas las personas son así con los hijos. Cuando se podía agachar (risas).
—¿Y qué pasó cuando empezaron a vivir juntos y también los papás a veces retan y ponen límites? Porque cuidar también es eso. ¿Te lo bancaste?
Axel: —Cuando me retaba me ponía a llorar. Porque antes no me retaban, no es que hacía lo que quería pero me la pasaba casi todo el día afuera, no nos decían casi nada. Y ahí me empezó a poner los límites, me dijo qué estaba bien, qué no, y yo al principio no lo tomaba tan bien pero ahora ya lo tomé a bien.
—¿Te daba miedo que Andrés tampoco se quedara?
Axel: —Sí.
—Lleva tiempo construir esa confianza en la incondicionalidad de un papá que se puede enojar, que puede retar, que a veces puede salir solo con sus amigos pero que está ahí y que va a volver siempre, ¿no?
Axel: —Sí, ahora ya sé que se va a quedar. Es una cosa que la tenés aferrada al pecho pero de a poquito lo vas largando.
—¿Y cómo se va largando, tiene que ver con los gestos del otro?
Axel: —Con la confianza hacia mi papá.
—¿A alguno le costó más?
Axel; —A Kevin.
Andrés: —Son otros perfiles. Quizás el que hizo todo el tránsito y generó esa confianza fue Agus. Siempre es muy activo con las cosas que le pasan, el primero que te cuenta todo, el primero que te dice qué está bien, qué está mal, eso lo ayudó bastante a transitar esos dolores que llevaba. Kevin es más estructurado y como toda persona más estructurada demuestra a sus formas y a sus modos. Y Axel es Axel, así como lo ven.
“Cada vez más familia”
La red que mencionó Andrés se vuelve fundamental: en la contención, en el amor, en los vínculos que se tejen y en la nueva familia que se crea. Por eso así RED, Familias por adopción es el nombre de la muestra de fotografía que acaba de estrenar en el Centro Cultural Recoleta, que busca concientizar acerca de la adopción como derecho de todos los niños, niñas y adolescentes a crecer en un hogar y lo hace a partir de las fotografías de 16 familias, 16 historias que construyeron vínculos en la diversidad.
La familia de Axel, Kevin, Agustín y Andrés es una de ellas, y no están solos, porque la familia es más grande, con primos, tíos, amigos, y también con hermanas que ni siquiera sabían que tenían. Son Tiara, de 13 años, Mercedes de 12 y Mía de 9, hijas biológicas de la misma madre, hoy adoptadas por otra familia.
—¿Cómo te enteraste que tenías tres hermanas más chicas?
Axel: —Me enteré porque me lo dijo él.
Andrés: —Son las grandes y lindas sorpresas que nos da la vida. En un encuentro de familias adoptivas y personas que querían adoptar entró una señora con tres nenas. Cuando las veo a las nenas eran mis hijos con pelo largo básicamente. Es una gran alegría porque nuestra prioridad son los derechos de los pibes y tuvimos muy en claro que se tenían que reencontrar. Ese reencuentro también fue cuidado porque había que rescatar esos recuerdos, había que trabajar bastante para generar nuevos recuerdos con otro tinte.
—El recuerdo que remitía a la familia de origen era muy doloroso.
Andrés: —Tal cual. Me acuerdo que Agus cuando les cuento que estaban las hermanas y demás, lo primero que me dice es: “¿Tienen ropa? ¿Comen?”. Eso hay que saldarlo. Es un dolor que se lleva. Cada encuentro se logra disfrutar ahora, rompimos esos momentos de tristeza y se generan otros recuerdos que van llenando de alegría.
—Es terrible que un hijo te pregunte si sus hermanas tienen ropa y comen.
Andrés: —Y más Agus que siempre fue el hermano mayor. Viste que el hermano mayor, por lo menos para ellos, fue el que paternó hasta que hicimos familia. Hay que generarle ese aire para que pueda ser niño.
—Agus fue el que más tiempo pasó con su familia de origen ¿Pasó situaciones dolorosas?
Andrés: —Terribles. Terribles situaciones. Y fue por Agus que, a veces uno se queja de la escuela pública pero gracias a la escuela pública Agus habló con el equipo de la escuela y ahí empieza el rescate de los chicos, a través del Estado presente que intervino en esas situaciones que estaban pasando. Agustín fue el que los cuidó y que hizo ese quiebre cuando formamos familia y pudo empezar a disfrutar un poquito de su adolescencia. Igual se pone a veces papá ¿no?
Axel: —Sí. Muy seguido (risas).
—¿A vos qué te pasa con que tus hijos hayan pasado por esos dolores?
Andrés: —Es un dolor que uno aprende a aceptar y entiende que es parte de la historia de tus hijos. Pero también te hace estar más presente y disfrutar cada momento.
—Uno daría lo que sea porque no hayan pasado por eso.
Andrés: —Daria lo que sea, sí, también entendemos que todos tenemos nuestra historia y que esa historia que tenemos se puede cambiar y se pueden construir y reconstruir relaciones saludables y concepciones de familia sanas.
—¿Qué fue lo que aprendiste que más te sorprendió, que dijiste: “uy, yo nunca me hubiera imaginado que iba a hacer esto”?
Axel: —Creo que tener una familia. Tener tías, hermanos, hermanas.
—¿Cómo fue conocer a tus hermanas?
Axel: —Y, fueron muchos nervios porque yo ni sabía que tenía hermanas y después de verlas enfrente mío era como verme a mí con el pelo largo.
—¿Y hoy el vínculo cómo es?
Axel:—Bastante bueno.
Andrés: —Nos pasó con Agus que ya conociendo la presencia de sus tres hermanas viene un día y me dice: “Igual a mí me falta algo, yo tengo una hermana más grande”. Le digo: “No Agus, no está en ningún lado”. “No, yo tengo un hermana más grande”. Digo: “No puede ser, pero si vos decís que tenés un hermana vamos a ver qué encontramos”. Así que nos fuimos a ANSES, preguntamos y sí: tienen una hermana más grande por parte del progenitor así que hicimos el contacto y Agus ahora dejó de ser el mayor y tiene una hermana más grande con lo cual descarga.
—¿Eso cómo se lo acordaba él?
Andrés: —Es así, tenía el recuerdo. Se habían visto algunas veces y tenía algún recuerdo de cuando era muy chiquito. Ahora tenemos una súper familia ampliada.
Axel: —Somos re plaga.
—¿Entendiste que tenés derecho de soñar lo que quieras?
Axel: —Sí.
—¿Y hoy, cuál es el sueño?
Axel: —Más familia. Cada vez más familia.
—¿Se portan bien tus hermanas menores?
Axel: —(Risas). Y yo no voy a hablar mal de nadie.
—¿Vas a ser un hermano cuida cuando estén más grandes, empiecen a tener novio, novia, lo que quieran?
Axel: —Y sí, tengo que cuidarlas. Porque yo creo que por más que tengan 20 años van a ser como mis hermanitas.
—Yo les agradezco un montón a los dos, a vos especialmente Axel por contarme tu historia, hay un montón de chicos que están esperando y que tienen el derecho de tener una familia. ¿Hay algo que no hayamos dicho que te parezca importante transmitir o contar?
Axel: —Decir que se animen a adoptar pibes en la adolescencia o que ya estén más grandes porque hay algunos que siempre tienen miedo de no ser adoptados y piensan: “Siempre me voy a quedar acá”. Que entiendan que no es verdad. Sí, los van a adoptar. Que dejen de tener miedo a eso. Yo tuve miedo a que no me fueran a adoptar nunca, pero con el tiempo se pasa.
Agenda: Red, Familias por adopción expone 22 fotografías en blanco y negro de Nora Lezano, acompañadas por textos de Patricia Carrascal y Liliana Viola. Se puede visitar en la sala 7 del Centro Cultural Recoleta.
El 29 de Noviembre a las 15hs un panel de profesionales coordinadores del área invita a reflexionar sobre los desafíos y compromisos para garantizar el derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir en familia. El mismo día a las 18.30hs hay una charla con familias que participan de la muestra y comparten su historia en primera persona. El 30 de Noviembre a las 19hs se proyecta el documental El día que nos conocimos de Patricia Carrascal.