Era la hija menor de Jorge cuando la conocí, Malena era chiquita. Graciosa, irónica, cariñosa, adorable. Terminó el colegio secundario y empezó a trabajar en producción de radio y televisión. No se animaba a subir al escenario, pero la idea le gustaba. Hoy se presenta con su espectáculo unipersonal ‘Querido diario’ y con el súper exitoso ‘Las chicas de la culpa’.
— ¿Hace cuánto tiempo que estás en el escenario Malena?
— Hace 15 años creo. Intenté, intentaba, pero sí, tardé un montón en poder dar el paso, dejar la producción, me empecé a volver muy resentida (Risas). Sí, me empecé a volver muy resentida laburando. Lo último que hice en producción fue el programa de Seba Wainraich Metro y medio y ya iba con bronca. Se me caía un invitado y era lo peor que me podía pasar. Lo vivía muy mal.
““ME EMPECÉ A VOLVER MUY RESENTIDA. NO QUERÍA PRODUCIRLES PARA OTROS, QUERÍA HACERLO YO”
— ¿Por qué estabas resentida?
— Porque yo quería estar adelante. Porque no quería producirles a otros. Quería hacerlo yo. Cuando querés ocupar otro lugar del que estás ocupando te enojás con los que no tienen la culpa. No es que me enojaba con Sebastián ni con Juli de verdad, no me enojaba con ellos, pero sí había algo de no disfrute de lo que estaba haciendo.
“PUDE ANIMARME EN SERIO CUANDO MI PAPÁ MURIÓ”
— ¿Tenías miedo de pisar el escenario y no gustar?
— Sí, eso siempre. Creo que no hace falta ni dar dos materias de psicología para entender que yo pude animarme en serio y dedicarme a eso una vez que mi papá murió. No hace falta tal vez ser Freud para eso. Y no porque mi viejo no me apoyara, al contrario, pero con mis inseguridades siempre estaba el miedo a que piensen que yo estaba ahí por ser “la hija de”. Saber que me lo había ganado el lugar: bueno, malo, chiquito, grande, lo que sea. También hubo una serie de acontecimientos que se dieron. Cuando empecé a laburar en Radio Metro yo estudiaba teatro, hacía teatro, pero era una radio llena de standuperos. Yo estaba medio perdida haciendo teatro para solo dos personas y Pablito Fábregas me quemó la cabeza y me dijo: si no empezás a hacer algo con tu vida yo no te hablo más. Y arranqué a estudiar con Fer Sanjiao stand up, eso fue lo que me cambió la vida. Me di cuenta que el stand up era algo que me salía, podía ir por ahí. Lo empecé a disfrutar, empecé a hacerlo y no paré más.
“ME REÍA DE MÍ COMO DEFENSA: SI YO ME RÍO PRIMERO NO ME VAS A CARGAR”
— Y no paraste de contarnos tu vida, porque son autobiográficos los espectáculos.
— Sí. A mí siempre me salió por ahí, nunca me salió hacer un stand up de observación de otras cosas. Siempre parto de mí para observar otras cosas. Me sale hablar de mí y me gusta mucho reírme de mí. Cuando empecé lo hacía como dándome más duro, un poquito bullyneándome me parece, pero también desde un acto de defensa, de “si yo me río primero no me vas a cargar”. Y ahora lo hago con mucho más amor.
“HASTA QUE CONOCÍ A ADRIÁN LA PASE MUY MAL POR AMORES NO CORRESPONDIDOS”
— “Pensé que el amor era pasarla como el orto”, dijiste. Una frase muy Malena.
— Es muy Malena, sí. Sí, para mí era eso. Hasta que conocí a Adrián, mi pareja, siempre la pasé mal. O por muchos amores no correspondidos, que hoy a la distancia digo ¿eran amores, eran caprichos, eran obsesiones? ¿Qué eran Malena? No hace falta estudiar mucho psicología para darse cuenta. Y sí, mucha histeria.
— Porque el amor es ida y vuelta ¿no? ¿Sospechás que estabas enamorada solo vos?
— En el espectáculo que hago ahora que es Querido diario, leo mis diarios íntimos de la adolescencia. “Paqui te amo, te amo, te amo”. Al mes siguiente, “Julián te amo, te amo, te amo”. “Mauro te amo”. ¿Entendés? Con la misma intensidad y ellos ni enterados, o enterados pero no me daban bola. Lo vivía como amor, pero como amor fuerte así como por Silvio Rodríguez, era muy amplio mi catálogo.
— Sufrías mucho.
— Sufría mucho. Sufría mucho. Tuve otras relaciones, un tipo casado o relaciones que no estuvieron buenas. Hoy no lo haría, hoy no lo tendría, hoy no estaría con un tipo casado. O historias que yo quería seguir y no seguían.
— ¿Nada para rescatar?
— No. Recién lo tuve a los 30 te diría. Me parece que eran más las ganas que yo tenía de estar de novia.
“ME GUSTABA O ERA EL QUE ME DABA BOLA?”
— Ahora cuando los ves pensás: ¿cómo pude sufrir por esta cosa?
— Sí. A algunos los olvidé, yo no estuve, no, no, no. Creo que todos tenemos alguno… decís: ¿cómo me gustaba esta cosa? Hoy pienso y digo ¿me gustaba o era el que me daba bola? Estoy rememorando en mi cabeza, con el tarjetero, buscando y digo: claro, es que no me gustaba en realidad, me dio bola.
“UNO TENÍA OLOR A PATA FUERTE. Y ERA ABURRIDÍSIMO”
— Siempre hay alguien para esconder.
— Uno que tenía olor a pata fuerte. Fuerte. Fuerte. Fuerte. Y era aburridísimo. Iba a tomar algo con él y me aburría y lo quería dejar pero él estaba deprimido y no me daba dejarlo. ¿Y por qué estuve una vez, dos, como dos meses? ¿Por qué Malena? Porque estaba ahí. Sufría mucho. Dejaba las zapatillas afuera. Ay me acuerdo y me da como asco.
— ¿No podías soltarlo?
— Tardé mucho más de lo que debería haber tardado en soltarlo. Otro que tocaba la guitarra, le gustaba más el tango que cualquier cosa. Por culpa de él afané un pedazo de carne y lo guardé en la cartera. Él estaba tocando en el Abasto en un sótano, yo lo fui a ver. Cuatro de la mañana, calor. Me dice: tengo hambre, cuando termina de tocar. Hacía poquito salíamos. “Tengo hambre, acá en la heladera hay un pedazo de carne, agarralo”. Abrió la heladera y me dio un pedazo de carne sin bolsa, sacado del plato y lo guardé dentro de mi cartera. ¿Por qué no lo dejé en ese momento? Y… para no estar sola. Hoy lo agradezco, todo eso es material. Y creo que también me hizo ser quien soy. Otras relaciones fueron más feas y tal vez digo uh. Pero todo es material.
— Hoy es todo stand up. El miedo de aparecer en el show que deben tener todos…
— Hasta ahora nunca me pasó que ninguno venga a frenar nada. Pero, sí, puede pasar. (Risas) Yo no cuento nombre y apellido, nombre sí. Paqui es Paqui. Mauro es Mauro. Julián es Julián. No puedo decirle Juan Carlos a Julián. Al que estaba casado no lo voy a nombrar.
“SIEMPRE ME COSTÓ MUCHO ENCONTRAR A ALGUIEN Y NUNCA SUPE DONDE”
— ¿Cómo llegaste a estar en Tinder y en las aplicaciones de citas?
— Siempre me costó mucho encontrar a alguien. Y nunca supe bien dónde. En los boliches nunca la pasé bien. Ir a un bar de levante, no, yo voy a un bar y charlo con mis amigas, no sé cómo hacerlo. En el laburo sí, he tenido historias de laburo, quién no. Siento que las redes son una herramienta más. Me daba muchísima vergüenza estar ahí, me parecía un papelón. Un día un amigo me dijo: Male, ojo que hay alguien que se está haciendo pasar por vos en Tinder. Le dije: ¡denunciala, denunciala!. Era yo, no me animaba. Me hablaban de mi viejo cuando me veían: ay, yo amaba a tu papá. Bueno, me dejo los bigotes si querés. Chateaba con uno y pensaba que era el amor de mi vida. Chateaba con ochenta y sentía: que embole que es esto, me quiero morir. Sentía que se me habían ido 20 años de vida. Me parecía un papelón. Iba a empezar a decir que los hombres me tienen miedo. En culo quiero decir eso, en una revista. Y ahí conocí a Adrián.
“YO SIEMPRE BUSQUÉ EL AMOR DE LA VIDA, EN TODOS LADOS”
— Vos no buscabas el amor de la vida ahí, ¿o sí?
— ¿Y por qué no lo iba a buscar? Yo siempre busqué el amor de la vida.
— ¿En todos lados?
— En todos lados. La primera vez que estuve de novia fui a un cumpleaños y dije: qué bueno estar disfrutando y no mirando si hay un chabón que me pueda dar bola, esa sensación de estar presente sin mirar ¿hay solteros? Yo hoy sé que quiero pasar mi vida con él y él también conmigo, después tal vez en cinco años digo: ¡Ese hijo de puta! Pero no creo.
— ¿No tenías prejuicios con los hombres que estaban en las aplicaciones? ¿Cómo? ¿No consigue afuera?
— Para mí todos están en aplicaciones. Sí, yo creo que los solteros están. Y los casados muchos seguramente también.
— Te veo chiquita y tenés 45 ¿Les pasa a otros? ¿O solo a los que fuimos amigos de tu papá?
— A los que fueron amigos de mi viejo supongo que les puede pasar eso. Y otros porque ven la altura y piensan que no crecí.
— Los mismos chistes que el padre…
— Los mismos chistes boludos, viste cómo somos (risas).
“LA ALTURA SIEMPRE ME JODIÓ MENOS QUE EL PESO. LA GORDURA ES MÁS CRUEL”
— Con el tema del cuerpo te pegabas palos, hacés humor con cosas que te dolieron mucho.
— Sí. La altura siempre me jodió menos que el peso. Con la altura puedo hacer muchos más chistes que con la gordura, la gordura es más cruel en la sociedad. La altura no es tan tremenda. Me parece que si uno no le pone humor es difícil llevarlo, yo jodo con esas cosas. Me pasa últimamente con el tema de los ojos. Soy medio bizca y cuando estoy hablando con el público le pregunto algo a alguien y veo que se empiezan a mirar con el de al lado. ¿Te habla a vos? Eso decido blanquearlo. Digo: paren, vamos a aclarar una cosa, yo soy bizca, te hablo a vos, me contesta el de ahí (risas). Me divierte poder jugar con eso.
“ME HE IDO LLORANDO DE NEGOCIOS DE ROPA. LO HE PASADO MUY MAL CON EL CUERPO”
— ¿Te divierte asumirlo?
— Sí, una vez fui a hacerme fotos para una revista, la primera producción fuerte, había diez personas maquillándome, peinándome, la ropa... Era una mega producción. Después de horas, la que hacía el estilismo me dice: ay está saliendo todo divino, divino, divino, pero no juegues tanto a hacerte la bizca ¿dale? Y le dije: no, no estoy jugando. Ah, ah, ok. Y se va. Hubo momentos donde me he ido llorando de negocios de ropa. Lo he pasado muy mal con el cuerpo. Pero todo lo que me pasa, que puede joder en el momento, yo sé que puede ser material. Aprendí a manejar de grande, a los 35 años. Me daba pánico manejar. Y empecé a escribir en Facebook en ese momento “Las aventuras de una P al volante”, me habían dado el cartelito de P de principiante. Generó mucha empatía porque la gente a la que le daba miedo manejar se animaba, a todos nos puede haber dado miedo. Fui cinco cuadras con el freno de mano puesto, tenía que pasar un semáforo que no andaba y dependía de mí que crucemos todos, esas cosas, yo sabía que contarlo y ponerle humor a mí me aliviaba. Yo tengo algo re loser natural. Me gustaría tal vez no tenerlo, ¿qué hacemos que lo tengo? Bueno, aprovechémoslo. Ahora estoy haciendo en redes sociales “salto a la soga”. ¿Por qué? Porque no me sale. Quiero saltar a la soga y no sé saltar a la soga. Y la verdad es que si no lo hiciera en TikTok, en Instagram, ya lo hubiese abandonado.
— Te sigo. Estás saltando mejor.
— Estamos mucho mejor. Pero estamos muy lento mejorando. No es que lo hago a propósito, un día quisiera hacer doscientos.
— Te escuché contar muchas cosas en relación al cuerpo. Contaste que escribías lo que comías y lo que dejabas de comer.
— Si. En Querido diario, el show que estoy haciendo, leo mi registro de comidas de los 15 años. No puedo creer lo que anotaba y lo que comía, es muy gracioso.
“MI VIEJO ME DIJO QUERIÉNDOME AYUDAR: QUERÉS NO EMPEZAR TAN GORDA EL SECUNDARIO?”
— ¿Qué es lo que no podés creer?
— La cantidad de chocolates que he desayunado. Que de pronto decía “cena: medio pollo”. Decís ¿medio pollo Malena? Medio pollo. Fruta, siete ciruelitas. Son un montón de ciruelitas. Para mí es muy gracioso. Todos los que hemos hecho dieta alguna vez, hay gente obviamente que no y les mando un beso muy grande y los envidio mucho, alguna vez tuvimos que anotar y anotar también qué te pasa con eso. Anotaba lo que sentía, “quisiera comerme todo”. Mi papá vivía a dieta. Mi viejo ayudándome, queriéndome ayudar de verdad cuando yo terminé la primaria me dijo: ¿querés no empezar tan gorda el secundario? Por vos, para que no te carguen. No lo dijo desde un lugar de exigencia. Entonces me internaron en Cormillot cuando yo tenía 12 años, para que yo empezara el secundario con una imagen un poco más linda.
“ME INTERNARON EN CORMILLOT CUANDO TENÍA 12 AÑOS, PARA QUE EMPEZARA EL SECUNDARIO CON UNA IMAGEN MÁS LINDA”
— ¿Para que te sintieras bien?
— Obvio. Siempre lo hizo, tanto mi viejo como mi vieja. Creo que al que tiene trastornos alimenticios, por decirlo de alguna manera, es muy difícil ayudarlo. Porque vos decís, qué hago, ¿le exijo, le corto todo y lo obligo? Te voy a odiar y voy a comer a escondidas. ¿Le doy y que coma lo que quiera? Y, no lo estás ayudando. Yo me pongo hoy en el lugar de padre y debe haber sido muy difícil porque yo tenía una obesidad muy fuerte. Mi viejo comía como un hijo de puta y al otro día: mañana fruta ¿eh? Y ni en pedo le duraba fruta, ni en el desayuno le duraba la fruta. Una familia… el recuerdo es vivir a dieta rompiéndola. Creo que de verdad debe haber sufrido mucho. Mi viejo me acuerdo que a veces me decía: si adelgazás te pongo en la tele.
“MI VIEJO A VECES ME DECÍA: SI ADELGAZÁS TE PONGO EN LA TELE. ERA UN INCENTIVO”
— ¡No!
— Sí.
— No está bien eso.
— No, hoy no. Hoy 2023 no. En los 90 y, qué sé yo. ¿Qué personaje le daban a los gordos? Eso creo que sigue pasando. En Señorita maestra, Carola, la gorda, comía un sánguche todo el tiempo. Era: “me muero de hambre”. Entonces, para que no me dieran ese lugar o que no me cargaran, para mi viejo de verdad era un incentivo. Tal vez para mí fue contraproducente: no, voy a seguir comiendo. Hoy tengo un metabolismo de mierda, tantas dietas no me ayudaron. Hoy para adelgazar tengo que comer una lechuga, y no me gusta comer lechuga nada más. Entonces acá estamos.
— “Vivíamos a dieta y rompiéndola” dijiste, todo junto.
— Todo el tiempo. Más despedidas que Los Chalchaleros. Todos los domingos: basta, mañana empiezo, pero hoy nos despedimos. Y nos despedíamos lindo.
“SI ALGUIEN TE TIENE QUE INSULTAR LO PRIMERO QUE TE VA A DECIR ES GORDA”
— ¿Te queda más cómodo que ahora no se pueda hablar del cuerpo del otro?
— Sí, igual creo que es mentira, un poco se mejoró, pero se sigue hablando. Estamos en un medio re careta. Si alguien te tiene que insultar lo primero que te va a decir es gorda. Es así. Será porque estoy mejor conmigo, porque me quiero más, porque hace unos años fui influencer de dieta y después engordé.
— No está bien visto hablar del cuerpo del otro, antes no estaba mal visto.
— No, no está bien visto, pero yo creo que se sigue haciendo.
— ¿Quiénes son hoy tu familia? Dijiste que tu novio, dos años juntos, es familia. Pero en la primera persona en la que pienso es en tu hermana.
— Mi hermana es mi familia. Mis sobrinos. Mi hermana se fue a vivir a España y me rompió el corazón. Con una persona adulta uno puede tener una relación sin verse, por WhatsApp. Con nenes chiquitos no. He llorado bastante. Es el quedar un poco a cargo de mi mamá y mi tía, que también son familia. Adrián apareció en el momento en el que mi hermana se iba. Lo conocí y al mes se fue mi hermana. Por suerte se dio así porque si no hubiese sido para mí mucho más duro.
— ¿Como una justicia cósmica?
— Y un poco sí, porque encima después Mirta, mi tía, tuvo un episodio de salud y estuvo internada un tiempo.
— La tía Mirta está en Instagram muy a menudo. ¿Cómo la describirías?
— Sí, la amo. La tía Mirta es una de las personas más graciosas que conozco. Más intensas. Igual todo lo que digo puede ser usado en mi contra con Mirta, quiero tener cuidado. No quiero que le joda. La amo. Es mi familia. Me parece de las personas más talentosas, más graciosas, más genias en un montón de cosas. Y a veces la querés matar.
— No tiene filtro.
— No. Te llama y tal vez estás durmiendo y sigue hablando y te cuenta una cosa y te sigue hablando. Mirta ¿podemos hablar…? Alguna vez le dije: a veces no escucho todos tus audios Mirta.
— ¿Puede llegar a dejar cuatro, cinco, seis audios?
— Veinte te puede llegar a dejar. Ahora se lleva muy bien con mi mamá, Mirta es la hermana de mi papá. Durante mucho tiempo no hablaron desde que se separó mi vieja. Y ahora se llevan re bien y me parece espectacular. Ellas son familia claramente. Mirta quiere trabajar por ejemplo. Si alguien quiere…
— ¿Cuántos años tiene ya?
— Creo que 77, 78 más o menos. Quiere trabajar. Así que si alguien le quiere dar trabajo a mi tía Mirta…
— Qué sabe hacer Mirta.
— No es muy ducha con la computación pero habla perfecto francés, es profesora de francés. Habla portugués, inglés. Es muy culta. Es abogada. Te puede taladrar la cabeza. Yo creo que puede trabajar en ventas o en algo así porque le comprás.
— Descubriste, inventaste, construiste junto a un grupo de talentosas mujeres, un formato exitoso, que crece y que están llevando por el mundo. ¿Desde hace cuánto tiempo existe Las chicas de la culpa?
— Éste es el tercer año en teatro.
— Parecen como diez.
— Sí, es un orgullo lo de Las chicas de la culpa. Porque rompimos con “las mujeres no son graciosas”. Que se ha dicho mucho.
— Las mujeres competimos.
— Las mujeres competimos. Somos un grupo de amigas, pero amigas del alma, Fernanda Metilli, Connie Ballarini, Nati Carulias y yo.
— Pero además armaron un formato.
— Inventamos un formato de alguna manera porque cada función es distinta de otra. Ponemos funciones a la venta y se agotan, y además lo hacemos por streaming. Es como un programa de tele, una obra de teatro, una obra de teatro de humor. Es improvisado, jugamos. Es una fiesta. Las funciones son una fiesta, la gente se vuelve loca gritando. A veces traen banderas. Nos ha venido a ver gente que dice: esto solo lo vi en una cancha de fútbol, ese nivel de locura. Hicimos gira a principio de año, por Miami, Orlando, y nos vamos en octubre a Barcelona, Madrid, Valencia, Mallorca, Bilbao y no sé si alguna más. Y en diciembre volvemos a Miami y hacemos Chicago, Nueva York, Connecticut, y no me acuerdo qué más. Es una locura.
— Ninguna función es igual a la otra.
— Sí, como salimos por streaming también hay mucha gente que compra el streaming. Se juntan amigos, amigas, los viernes y lo ven desde cualquier lugar del mundo. Nosotras nunca nos permitimos aburrirnos.
— Llegué. Decilo.
— No, también uno siempre quiere más. Viste que uno es inconformista. Estoy feliz. Cada vez que dejé un laburo, que me rajaron del laburo, siempre tuve miedo, ahora qué voy a hacer. La última vez fue cuando me rajaron de la radio, “decidieron que no continuara en el nuevo ciclo de la radio”, me re deprimí. Para mí fue un palazo. Y gracias a eso con Connie empezamos a planear Correo no deseado, un podcast que hicimos durante dos años. Entonces empezás a ver que ok, por algo es.
— Ahora no tenés más miedo, eso quiero decir. Ya está.
— Y menos. Igual ya está. No se va el miedo. Ah, ¿vos no tenés más miedo?
— Mucho menos.
— Mucho menos. Es que, sí, tengo mucho menos. Se termina algo y digo bueno, ok, habrá que buscar por otro lado.
“HAY MUCHAS MÁS MUJERES COMO YO QUE COMO PAMPITA”
— Ahora lo que viene es internacional.
— Internacional, sí. Es hermoso. Y viajar con amigos, y laburar con amigos y divertirse y que a la gente le encante. Qué más puedo pedir.
— ¿Qué más?
— Un canje con hotel (risas). Con aviones. Sería menos costosa la gira. Pero sí, estoy re contenta. Y me lo re merezco. El otro día cuando posteé que con Adrián cumplimos dos años hubo muchísimos comentarios hermosos. Creo que es como el día que me salga bien saltar a la soga. Hay algo de una mina normal que de pronto logra algo. Creo que yo genero mucha identificación en eso. A veces me prestaban ropa de una marca y me decían: te lo ponés vos y se agota. ¿Por qué? Y, porque hay muchas más como yo que como Pampita. Si vos me lo ves a mí y más o menos me queda bien vas a decir: ah mirá. Si se lo veo a Pampita lo primero que pienso es: a mí esa espalda tan descubierta no me queda bien. A mí, a ella le queda hermoso.
— Que les quede claro a los otros canjes que queremos conseguir.
— Sí. Las veces que voy a comer a un restaurante dicen: si Malena comió tan rico (risas). Y pasa en todos lados, los hoteles, las aberturas para la casa. Cuando ven que Malena usa tal lavarropas. Quiero todo, todo, todo.
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