“No me podía ver siendo gay con una familia, siendo padre. En mi cabeza no entraba. Tuve que romper un montón de prejuicios”, recuerda Matías Pulido que junto a Leonel Videtta llevan recorrido un largo camino.
Ambos acuerdan en que el matrimonio igualitario marcó un antes y un después en la sociedad que les permitió animarse, sentirse orgullosos y estar hoy, luego de 13 años juntos, acompañados en esta charla por Bastian. Fruto de su amor, pero también del enorme acto de amor de Bárbara, hermana de Matías.
Bastian trajo felicidad, pero también trajo compromiso y conciencia social. Así fue como sus papás se empezaron a vincular y a entender que en nuestro país comienza a desarrollarse un mercado vinculado a la subrogación de vientres que, amparado en el vacío legal, está dejando en situación de muchísima vulnerabilidad a todos los involucrados. Así empezaron a pensar un proyecto de ley.
También entendieron -y viven en carne propia- las dificultades culturales que enfrentan a diario las familias conformadas fuera de lo tradicional y escribieron un libro dedicado a las infancias: Bastian el ciervo unicornio que habla de los nuevos referentes afectivos, la discriminación, la gestación y que busca que los niños y niñas encuentran semejanzas y referentes en la literatura.
Se casaron en pandemia cuando Bastian ya estaba en camino, pero todavía no se animaban a contarlo; el recaudo inicial, las explicaciones que iban a tener que dar y el desconocimiento sobre la subrogación en Argentina los hicieron esperar.
Antes habían evaluado la idea de adoptar, pero malas experiencias de conocidos miembros del colectivo LGTB los desilusionaron: “Por ahí no lo dicen expresamente pero prefieren parejas heterosexuales o una mamá o un papá solo. Nosotros nos dimos cuenta que tenemos que romper varios prejuicios. Primero el de la gestación y después el de ser dos papás, que no es lo mismo que ser dos mamás. La maternidad es muy fuerte en la sociedad”.
Leonel se contactó con un grupo llamado Gestación Subrogada en Argentina y así empezó el recorrido que también cuentan en el IG @dospapasargentinos
L —Empezamos a investigar un poco de qué se trataba. Qué era posible. Lo económico también. En nuestro caso no lo hicimos pero sabemos que hay muchos casos que se están aprobando a través de los amparos para que las obras sociales se tengan que hacer cargo porque está dentro de las técnicas de reproducción asistida, y está incluido dentro de la Organización Mundial de la Salud.
—En Argentina hay un gris legal que al no prohibir la práctica permite de alguna forma la gestación solidaria, ¿es asi?
L — Sí. Lo que yo encontré es que había una disposición en CABA que dice que padre o madre son los que tienen intención de serlo, no quien gesta. A partir de ese decreto, que lo presentó la comunidad LGBT, hace que nuestro bebé pueda tener en su DNI el apellido de los dos.
—Hasta donde yo tengo entendido la subrogante tiene que ser sí o sí una amiga, un familiar, algún vinculo, y no puede haber un intercambio económico, ¿esto es así?
L —En nuestro caso fue así. Pero sabemos que hay casos; de hecho se están armando agencias. Nos escribió un mail una gestante que le pasaron un montón de situaciones incómodas de vulnerabilidad. Porque al no haber una ley vulnera a las dos partes. Hoy está sucediendo en la Argentina y si hubiera un marco legal dejaría de vulnerar a alguno de los dos lados.
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—Quiero que retomemos esto en detalle, pero primero charlemos de su historia: ¿Cómo llegaron a la gestante?
L —Lo empezamos a contar entre nuestros vínculos. Recomendamos que lo primero que hagan es contarles su deseo, su sueño a sus vínculos, a sus amigos, a sus amigas, a sus compañeros de trabajo, a sus conocidos, que siempre va a aparecer alguna personita que haga un acto enorme como fue el que Bárbara, la hermana de Mati.
—La primera opción no era Barbara
L —No, nosotros lo empezamos a contar y una amiga mía me dice: “Yo quiero. Quiero que ustedes sean papás y que puedan cumplir ese sueño”. Empezamos todos los estudios y le salió mal uno. Nos bajoneamos y empezamos a contar esto que nos había pasado y ahí aparece la hermana de Mati.
M — Cuando vio que nuestra única posibilidad se desvanecía un día me llama por teléfono y me dice: “¿Ustedes siguen con la idea de querer ser papás?” Le digo: “Sí pero bueno, ya lo descartamos. No podemos hacerlo con Ceci”. Y ahí nomás me dijo: “Bueno, para eso estoy yo ahora. Ya lo hablé con mi marido, lo hablé con mis hijos, y estamos todos de acuerdo, es una decisión familiar, voy a ser la gestante de ustedes”. Imaginate, me quedé, no podía hablar.
L —En ese momento no nos podíamos ver así que fue todo hablado por Zoom con su pareja, sus hijos, porque tiene tres hijos Bárbara. Fue fuerte.
—Uno de los hijos era chiquito, tenía 7 años.
M —Todos teníamos miedo de cómo se lo íbamos a decir. Porque a los más grandes se los dijo, cortaron un minuto la Play y dijeron “bueno, bárbaro”. Y el más chiquito al final fue más fácil. El rollo lo tenemos nosotros. Los nenes toman con una naturalidad... Se le explicó y él dijo: “Bueno, quiero que nazca mi primo para jugar”. Fue así.
—¿Ustedes entendieron la enormidad de lo que les estaba ofreciendo tu hermana?
M —En ese momento fue lágrimas. Nos miramos los dos y fue llorar. Fue en un momento también muy particular, no lo podíamos compartir porque primero es miedo de compartirlo, todavía el bebé no está, entonces uno tiene recaudos. Y las primeras personas a las que les fuimos contando todos se sorprendían porque en ese momento tampoco la gestación era muy conocida.
—¿Salió todo bien, salieron los estudios bien?
M —Salió todo bárbaro. Pasó por filtros psicológicos. Por los filtros médicos. Y todo bien.
—¿Se hicieron pruebas psicológicas para ver si ella estaba de acuerdo y preparada para lo que iba a enfrentar?
M —Sí. Lo que piden es una batería de test psicológicos, un par de sesiones también con nosotros para ver que estemos preparados para esto que estamos por hacer. Estudios médicos. Y le piden que haya tenido un hijo antes.
—¿Temieron en algún momento que se arrepienta?
L —No.
M —Quizás al principio están los fantasmas ¿no? Pero desde el minuto que nos dijo: “Estoy embarazada”, ella nos dio la seguridad. Recibíamos los estudios y ella no abría nada, le llegaba el estudio a su mail y estaba sin abrir ; nos los mandaba a nosotros, los reenviaba.
L —Cuando entrábamos a hacerle las eco por ahí en ese momento dejaban ingresar a un solo papá y ella decía: “No, tienen que pasar los dos papás porque es mi sobrino. Yo no tengo nada que ver”
M —Eso te da una seguridad.
—¿Te pidió algo en particular?
M —No, nada. De hecho ella nos dijo: “Hice mi proceso, pero jamás podría hacer esto por dinero. Yo lo hago por amor y porque son ustedes”.
—Estos procesos en el exterior pueden llegar a los 150 o 200 mil dólares. ¿De qué monto aproximado estamos hablando en nuestro país?
M —En ese momento era mucho más accesible de lo que es ahora, es una realidad.
—Previo a la ley de fertilidad un tratamiento de alta complejidad podía estar en el orden de los 10.000 dólares.
M —Es eso más o menos, incluso un poquito menos, el tratamiento en sí, sin tener en cuenta un pago a una gestante porque nosotros era todo vincular.
L —Era un auto, un viaje, aproximadamente en ese momento. Hicimos todas las cuentas para poder llegar. Llegamos con plata tipo moneditas para poder llegar al monto final.
—¿Y el día que nació?
M —El día que nació, que estábamos los tres en ese quirófano, fue los tres llorando, los médicos llorando, todo el mundo llorando. Ella lo vio por primera vez, se puso a llorar y me dijo: “Bueno, hasta acá fue lo mío, ahora les toca a ustedes”. Y lloramos todos.
—¿Me contás ese momento?
L —Ay no, piel de gallo.
M —Lleno de nervios, aprendiendo un montón de cosas. Estábamos los tres. Ella, pobre, anestesiada. No fue parto natural, fue cesárea. Ya tenía tres chicos. Sonó Abel Pintos. Escuchamos el llanto. Mi hermana dijo esa frase que te conté: “Ya hice mi trabajo, ahora les toca a ustedes”. Y empezó a llorar ella, lloramos nosotros, lloró la médica, lloraron los asistentes. Fue un momento la verdad increíble.
—No se me ocurre gesto de amor más grande.
M —No, no hay. No hay.
—Cuando salen del hospital: ¿ustedes se van y ella se fue a su casa, todo normal?
M —Sí, todo normal. Ella se fue a hacer el reposo a su casa y nosotros nos fuimos con el huevito con Bastian con mil quinientas preguntas (risas). Y aterrados aparte. Aterradísimos.
L —Sí. Igual ella nos dio muchos consejos.
M —Sí. Pero siempre decimos, como nos encontramos en este camino de ser padres. La mujer tiene un montón de cursos que puede ir haciendo antes, pre parto, y también se va preparando en un montón de cosas. Nosotros no teníamos nada.
L —Sí, o por ahí conceptos que nos fuimos encontrando. Esto del jardín maternal. El plan maternal. Los baños en muchas clínicas no tenían para que nosotros lo podamos cambiar. Hay un montón de situaciones que van más allá de la orientación sexual que podamos tener o la elección de ser dos papás sino que el papá heterosexual se puede encontrar.
M —Y los trabajos administrativos también. Primero inscribirlo en la obra social: “Pero ¿y la mamá?”. “No, no tiene mamá, somos dos papás”. “¿Y cómo lo inscribo? ¿Lo tengo que poner como adopción?”. “No, no es adoptado”. “Y pero por el plan maternal que se asocia con la madre”. “Y bueno, búsquenle la manera”. Lo mismo las licencias. ¿Qué licencia nos iban a dar? ¿Nos iban a dar la licencia de paternidad?
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—¿Y qué licencia les dieron?
L —Después de una lucha de varios meses logramos que nos den la igualitaria, que sería la misma que la mujer. Pero fue a través de lucha. Trabajamos en la obra social del Congreso de la Nación. No tenían licencias para nosotros y el sindicato y el Departamento de Género articuló para que se nos otorgue una licencia igualitaria.
—Las licencias de paternidad en la Argentina son una vergüenza.
L —Sí, muy. La licencia la tuvimos pero nos pagaron los sueldos. Porque uno va a ANSES y ANSES no te paga el sueldo como en el caso de una madre. Entonces el trabajo se hizo cargo de nuestros sueldos. Esa construcción se basa también en lo cultural. Cuando nos dieron las leches nos pusieron: “Bueno, pueden retirarlas mamis”. Entendemos que en la sociedad el rol de crianza o de cuidado está asignado a la mujer. Lamentablemente lo digo porque tiene que ser igualitario, la crianza tiene que ser compartida. Hoy todavía a esta altura seguimos luchando para esas cosas.
—¿Cuándo entendiste que sos su papá?
L —Hubo un momento particular que lloraba, lloraba, lloraba. Bárbara lo agarró y seguía llorando y me lo dio a mí y se calmó. Todos esos miedos, esa adrenalina que uno tiene, esos prejuicios de un montón de situaciones de que por haber estado en la panza uno piensa que va a tener una conexión y qué sé yo, que ojalá re, porque es la madrina, pero lo sentí corazón con corazón.
—¿Y vos?
M —A mí me cayó la ficha, me acuerdo, cuando recibimos el Beta, yo soy bombero voluntario y me estaba levantando de la guardia y recibí el examen que me lo pasó mi hermana directamente al mail y cuando vi ahí le escribí a Leo con las manitos temblando y le dije: “Leo somos papás”.
—¿Todos los centros hacen subrogación hoy?
M —La mayoría.
L —Solamente en CABA habrá cinco o seis.
M —Hoy por hoy ofrecen más cosas, como es el mercado. Empiezan a ofrecer otras cosas que cuando nosotros lo hicimos no existían.
—¿Por ejemplo?
L —Y, la gestante por ejemplo. Hay algunas clínicas que ya la ofrecen. Que está al borde.
—No está al borde, eso hoy no está permitido.
M —O permiten traer óvulos quizás del exterior. Incluso nos enteramos que algunas permiten, por ejemplo, saber de quién es el óvulo. Se desvirtúan un poquito algunas cosas.
—Empieza a ampliarse el mercado y a haber más posibilidades.
L —Por eso es necesaria la ley.
—¿Hoy está sucediendo que mujeres se brinden para la gestación sin tener un vínculo sino por un intercambio económico?
M —Exacto. Y es lo que nosotros estamos bregando para que no pase.
L —O que pase enmarcado en una ley que pueda no vulnerar a ninguna de las dos partes.
—Hay que decir que en otros países sucede y entramos en la discusión de la mercantilización del cuerpo de la mujer, que es un debate super profundo incluso dentro del feminismo. Hay sectores de la sociedad que van a decir que cada uno con su cuerpo puede hacer lo que quiera, y hay otros que van a plantear que se está explotando a mujeres.
M —Sí, pasa muchísimo. De hecho nosotros muchas veces recibimos críticas por estar exponiendo nuestro caso porque dicen que alentamos la mercantilización del cuerpo de la mujer, el intercambio económico. Nuestra experiencia no fue así.
—Hablaron de agencias: ¿es literal? ¿Hay agencias que vinculan a quienes tienen el deseo de ser padres o madres con una gestante?
L —No sabemos bien qué requisitos legales tienen esas agencias o si son agencias informales. Nos llegan casos de gestantes escribiéndonos, nosotros reenvíanos los mails a diputados para que lo puedan rever.
—¿Te escriben gestantes diciéndote qué?
L —Que están siendo vulneradas, que no se las respeta, que se están armando agencias. O que si se pueden juntar con algún político para contarles su caso.
—O sea, mujeres que están ofreciéndose como subrogantes están siendo vulneradas no por la pareja que está buscando…
M —No tanto por la pareja. Es más que nada por las clínicas o los centros.
—¿Hoy no hay nadie controlando que el vínculo sea real, familiar o amistoso? Vos traes a la subrogante y la clínica hace el tratamiento. ¿Es así?
L —Es así.
—Es muy perverso que nadie controle y genera mucha desprotección para ambas partes.
L —Total. Más en un país donde hay muchas necesidades. Entonces es muy importante que se ponga en cartera, en debate por lo menos. Si hoy está sucediendo, es necesario un debate en la Argentina.
—¿Quienes no tienen a la amiga o a la familia que se brinda para semejante acto de amor termina cayendo en una de estas agencias que hoy no están reguladas y de qué montos de dinero estamos hablando? que repito, hoy no está permitido en la Argentina.
M —Entre 50, 60 mil dólares están pidiendo con una gestante. Muchos de los padres internacionales que iban a hacerlo a Ucrania con esto de la guerra empezaron a buscar la forma para hacerlo acá. Y eso también hizo la puja para que ahora el mercado ofrezca estas alternativas.
L —Hay clínicas de otros lados que nos dicen que van a venir a instalarse en Argentina porque están pidiendo desde Europa que sea en Argentina. Por los óvulos también. Como estaba el óvulo de Ucrania marcan que quieren el óvulo argentino. Lo que pedimos es que se enmarque para que no pasen estas situaciones. Y si vienen clínicas bienvenido sea pero siempre enmarcados en una ley.
—¿Cuáles son los principales focos de conflicto o de desprotección que ustedes detectaron en lo que conocen de todo esto?
M —Principalmente es enmarcar que se respeten algunos requisitos básicos. Que se enmarque el respeto hacia las dos partes. Y que ninguna sea vulnerable
L —Siempre lo económico es el primer factor que no va a estar contemplado y se vulnera. Porque ¿cómo se acuerda un arreglo? A partir de ahí cuál es el monto si no hay algo regulado.
M —Y no solo eso, está habiendo mucha demanda y al haber mucha demanda también implica que se precaricen quizás cosas. Una de las cosas que nos contaba una de las gestantes es que ella ya había estado en un proceso y otra de las clínicas ya le estaba ofreciendo de nuevo y habían pasado solo tres o cuatro meses. No se estaba respetando ni siquiera un tiempo mínimo que se exige después de un embarazo.
—Es un delirio. Es peligroso para la salud.
M —Tal cual. Por eso nosotros cuando llegó ese mail lo primero que hicimos es mandarlo a diputados y senadores.
L —Sabemos que no es fácil, que es un tema de debate social como por ahí en su momento fue el aborto. Son debates que está buenísimo que se den porque sucede. Está sucediendo. Si bien nuestro caso es de amor tampoco podemos cerrar los ojos y decir que no existe lo otro.
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