La palabra que la representa es “cambio”, porque a lo largo de su vida Florencia cambió infinidad de veces. Cambió de nombre, cambió de provincia, cambió de trabajos. Atravesó un montón de dificultades, de obstáculos, de resistencias, de prejuicios en tiempos en que los cambios eran esfuerzos gigantes, cuando los cambios dolían. Sigue cambiando Flor de la V.
— Constantemente.
— Algunas cosas no cambian. La ropa te gusta desde siempre. A tu mamá le gustaba la costura, y a tu familia.
— Eso está en mi ADN. Hay cosas que son inexplicables. En la serie de Fito Páez, van pasando los capítulos y él intenta abrir el piano. Cuando lo logra y empieza a tener contacto con las teclas, la memoria emotiva lo lleva a cuando era niño. La madre murió cuando era muy chico, a mí me pasó lo mismo con la máquina de coser.
— Con la Singer.
— Lo mismo. Tenía la máquina en mi casa, esa conexión con mi mamá la sentí siempre a pesar de que no viví toda esa etapa de la confección, de mi familia de costureras. Pero es algo que indudablemente estaba en mí, formaba parte de mi ADN. Esta cosa de los géneros, esta cosa del crear. La máquina de coser era ese vínculo que yo tenía con mi mamá.
— Uno siempre está volviendo a la infancia o a la adolescencia buscando eso que tranquiliza, que conecta.
— Coso mucho. Es algo que me gusta, como si fuera un lugar de escape. Todo lo que tenga que ver con lo manual me gusta, me permite conectarme con otro lugar y descansar. Tengo un género, me acuesto pensando en algo, me despierto y ya sé lo que voy a hacer. Me gustan las terminaciones a mano.
— Poner algo personal, distinto, la firma.
— Lo que me movió desde que debuté en el mundo del espectáculo, era el ser distinta, ser diferente. Cuando Gerardo Sofovich me contrató para ese espectáculo que se llamó Diferente fue tan simbólico, hoy a la distancia miro el valor que tenía esa palabra, siempre fui distinta. Desde que fui a la primaria, a la secundaria, en toda mi construcción. Lo que siempre busqué fue tener una identidad propia, por eso me cosía, yo quería ser distinta a las demás.
— Fuiste vedette, fuiste actriz, durante muchos años hiciste humor, protagonizaste telenovelas y hoy conducís un programa. Conducir Intrusos es muy difícil.
— Muy, porque son tres horas diarias, es hablar del mundo del espectáculo, es aggiornar un programa que tiene 23 años. Haberle puesto mi impronta. Fue un trabajo largo y hermoso.
— Has sido perjudicada también por los rumores, los chismes y ahora el desafío es ponerle tu sello. ¿Correrte de algunos lugares?
— Cuando estaba del otro lado lo padecí muchas veces y te juro hoy a la distancia lamento haberle dado tanta importancia, haberme sentido mal por algunas situaciones.
— Es que a veces lo que se dice no te lo podés tomar como un juego.
— No sé si tomártelo como un juego.
— No es para tanto, ¿decís?
— Claro, tal cual, no es para tanto. Pero de verdad lo digo, mirá que lo he atravesado y lo he padecido. Muchas situaciones son cosas de color, nada es tan importante.
— El tema son las mentiras que salen y que crecen, la fiaca que da ir a desmentir. Y uno deja pasar.
— A desmentir todo.
“LA WEB ESTÁ LLENA DE MENTIRAS, NO SÓLO UN PROGRAMA DE ESPECTÁCULOS”
— ¿Vos hubieras dejado pasar cosas?
— Dejé pasar muchas cosas. Porque en definitiva la web está llena de mentiras, no solo un programa de espectáculos. Hoy las fake news son algo que abunda y muchas veces ves que periodistas citan esas fuentes. Eso es más preocupante que un programa de espectáculos.
“TENGO PROFUNDAS CONVICCIONES DE LO QUE NO HARÍA EN TELEVISIÓN”
— La bronca que da del otro lado.
— Sí, decímelo, lo sé. Pero por eso siempre trato de no pegar debajo del cinturón. Me parece que hay ciertos límites que particularmente tengo. Porque me pasó. Y después hay ciertas cosas de color. Tengo profundas convicciones de cosas que no haría. En un programa de televisión los productores te pueden proponer y yo decido también. Cuando tenés un equipo de producción que trabaja incansablemente trayendo ideas, proponiendo, generando, es un placer trabajar así.
— El primero de los cambios fue cuando te convertiste en Karen.
— (Risas) Sí. Tenía que ver la identidad. Hoy tenemos esta ley maravillosa en la Argentina que significó tanto para nosotras, para el colectivo travesti trans. En la época que empecé a crecer no teníamos modelos, no había información, no había YouTube, no había Instagram, no había internet, ni paloma mensajera. Todo era silencio. Todo era atravesarlo en absoluta soledad. Y eso era un peso muy fuerte, porque en ese momento la mirada hacia el travestismo era totalmente negativa. Por eso el tema del nombre es algo muy importante para las personas trans, es algo que te define. Mientras hablo con vos pienso en diferentes bautismos, porque en la comunidad trans, o en la comunidad LGBT todas veníamos de situaciones difíciles familiares y atravesadas por la exclusión. Se armaban pequeñas comunidades, familias, nos abrazábamos. El bautismo era algo extremadamente simbólico y poderoso. El nombre. El nombre Karen al principio fue como manotazo, fue primero por una modelo que me gustaba, después me di cuenta que no tenía que ver conmigo ese nombre.
— Debe ser fuerte el momento en que decís: quiero otro nombre que me identifique ¿no? En que lo sentís, que lo necesitás.
— Es fuerte porque es una elección personal. No es algo que eligen tus padres. No es algo que te ponen que no te identifica. Tiene que ver con poder terminar con un nombre que claramente no te identifica. Y en ese momento era simplemente una fantasía para nosotras porque no aplicaba lo legal.
— Florencia es el nombre que sentiste que te gustaba, te correspondía, te identificaba.
— Sí. ¿Viste cuando vos te pusiste el zapato y te calzó justo? Florencia acompañaba a esta persona que quería construir.
“FUIMOS PERSEGUIDAS DURANTE DÉCADAS Y EXCLUÍDAS”
— El grupo de trans y travestis sigue siendo el más castigado de todas las diversidades, sigue siendo el más invisibilizado.
— Por los prejuicios. El travestismo miles de años, no años. Es algo que lo podés ver en la ópera, en la mitología griega, lo podés ver en la historia del mundo. A medida que fueron pasando los años, y sobre todo a principios de 1900, hubo una construcción muy negativa sobre la identidad trans nacida de los medios de comunicación, desde el cine, desde la televisión. Toda esa mirada negativa fue extremadamente perjudicial para todo el colectivo trans porque fuimos perseguidas. Fuimos perseguidas durante décadas y fuimos excluidas de la sociedad.”
“MUCHAS TRANS PUEDEN SER EXTREMADAMENTE FEMENINAS Y OTRAS MUY MASCULINAS, ESO LE CUESTA ACEPTAR A LA GENTE”
— Todavía, muchas personas trans viven de la prostitución. A pesar de que hoy está el cupo trans, son las historias de vida más crudas.
— Es imposible no hablar de exclusión cuando los modelos de belleza, tanto de hombre y mujer, tenían que entrar en cierta cajita. Y las travestis no escapamos a eso. Cuando yo era chica decían: quiere ser mujer. No queríamos ser mujeres, queríamos expresar nuestra identidad travesti, nuestra identidad trans. La construcción de cada individuo es tan personal y es tan diversa como la misma humanidad. Eso es lo que le cuesta entender o aceptar a la gente, muchas trans pueden ser extremadamente femeninas y otras pueden ser muy masculinas. Pero a la mirada prejuiciosa de la sociedad le cuesta eso. Hace más de 25 años que trabajo en el mundo del espectáculo, quizás muchas infancias pueden sentirse identificadas con un modelo trans o travesti como el mío. Te acordás de la disputa de los vecinos, Godoy Cruz y la zona roja? Creían que una estaba ahí porque quería, y era lamentablemente la única forma de sobrevivir que tuvieron muchas compañeras, la prostitución.
— Vos hablás del pasado, pero todavía muchas sobreviven así.
— Lamentablemente se necesitaron políticas públicas para generar un acceso genuino al mundo laboral de gente travesti trans. Y sin embargo eso no sucedió. Es el 1% en el ámbito privado y en el público, es una lucha diaria. Como vos decís, lamentablemente hay muchos sectores a los que todavía les cuesta. Es una batalla, es lenta, pero siento que estamos bien encaminadas.
— Sos un símbolo. Se espera tu voz.
— Sí, hace muchos años, vos me hiciste notas desde antes del 2000, yo creía que simplemente con mi presencia era suficiente, que era mi aporte o mi granito de arena. Y hoy con los años siento que debo acompañar no solamente con presencia sino con lo que estoy diciendo en este momento con vos, en todos los lugares. Porque en definitiva quiero dejarles a mis hijos y a los futuros jóvenes del mundo no solamente un país mucho mejor sino que un mundo mejor.
— ¿Sos de ir de casa al trabajo y del trabajo a casa desde que sos madre?
— Sí, muy de la casa al trabajo, después de la pandemia sobre todo. La pandemia nos cambió a todos. No puedo creer cómo antes hacía tantas cosas. Mi casa es un lugar donde me gusta estar, donde puedo ser 100% yo.
— Salidas, recitales? Me acuerdo de haberte encontrado.
— Cada vez menos. Me siento grande para eso (risas).
— ¿Un Lollapalooza ni loca?
— Este año no fui. Antes, sí. Quería ver a Alejandro Sanz y cuando me di cuenta ya no estaba. Empiezan a pasar esas cosas que creí que nunca me iban a pasar. Tengo otras prioridades. Nunca creí que la vida me iba a dar la posibilidad de estar viviendo las cosas que me suceden cotidianamente con mis hijos. Yo sentía que no podía pasar por este mundo sin ser madre, sin vivir esa experiencia. Y a medida que la vivo siento que supera completamente cualquier expectativa que pude haber tenido. Si bien es extremadamente difícil, es complejo, es un trabajo 24x24, es algo que no cambiaría por nada en el mundo.
— La primera obra en la que trabajaste se llamó Más pina que las gallutas. El título, además de grosero es machista, es un insulto a las mujeres.
— Fue mi debut. Sí, eran épocas muy machistas. Los 90 fueron épocas muy machistas. Hugo Sofovich había hecho con Emilio Disi y con Tristán un trío de éxito y venían haciendo obras desde muchísimo antes: El último argentino virgen, Más loca que una vaca, El champagne las pone mimosas que después lo hice yo, muchísimos años después. Eran así los títulos.
“SE CONFUNDEN LAS LUCHAS FEMINISTAS. NO, NADIE QUIERE QUE LOS HOMBRES MUERAN”
— Una época de un humor que hoy no se podría hacer. Estaba naturalizado tratar mal a las mujeres.
— No se podría hacer. Eso era el humor. Y llenaba. Como el crimen pasional, no era crimen pasional, eran femicidios. Cuando hablamos de patriarcado hablamos de todo esto. Fue una fábrica de hacer violencia. Fue una fábrica de dividir. Fue una fábrica de crear desigualdad. Se confunden las luchas feministas, los colectivos, si estas quieren que los hombres… No, nadie quiere que los hombres mueran. Lo que tenemos que marcar es que el patriarcado en sí fue una maquinaria ideada para crear desigualdad entre el hombre y la mujer.
— Todavía se critica cuando las mujeres tomamos decisiones, en cambio si un hombre es el que decide “tiene autoridad”.
— Sí, sí, sí, tal cual. Antes éramos locas. Histéricas. Gritonas. Nos hicieron creer a nosotras que éramos nuestras propias enemigas también. Te decían: cuídate de la mujer. Cuídate, te va a quitar el marido. Me parece que algo cambió para siempre y tiene que ver con esta comunión que viven las mujeres. Si una chica anda sola, yo estoy atenta, en la calle, en el colectivo, nos cuidamos. Porque sabemos que estamos en peligro solas en la calle. Todas tenemos madre, tenemos hijas, me emociona porque veo que hay algo colectivo que se vive en la calle de cuidado mutuo a pesar que no te conozcas. Tengo la sensación de que antes no se vivía. También cambiaron las costumbres. Antes era impensado que una mujer jugara a la pelota. Era machona. ¿Sabés qué pasa todavía? Que muchos padres no quieren ver. Les cuesta.
— ¿Qué no quieren ver, por ejemplo?
— Que los hijos sean distintos.
“ES LOQUÍSIMO ESCUCHAR: “NO QUIERO QUE A MI HIJO LE ENSEÑEN A SER GAY”
— Y agrego una confusión grave. Los que creen que la aceptación de las diversidades marca una nueva cultura para influir en la gente.
— Es loquísimo. “No quiero que aprenda cosas, que le enseñen a ser gay”. Nadie te enseña nada. Eso es para mí lo más triste y lo preocupante de ciertos mensajes, que confundan. Muchos niños y muchas niñas supieron que estaban siendo abusados porque les enseñaron ESI en el colegio. Porque lamentablemente en muchos hogares todavía no se habla de sexualidad. No se les enseña. ¿Por qué hay tantas víctimas a las que no se les cree cuando dicen: el tío me abusó? “Ay, no digas esas cosas”. No se puede decir cualquier cosa. Los abusos intrafamiliares son el 80%. De tíos, padrastros, padres. El colegio sigue siendo un lugar sumamente importante.
— Hablando de estos temas te encendés. ¿Hay un futuro militando?
— Sí, me enciendo porque ya tenemos leyes de avanzada. Ley de Matrimonio Igualitario. Ley de Identidad de Género. El cupo laboral trans.
“CUANDO HABLAMOS DE DIVERSIDADES Y MINORÍAS MUCHA GENTE DICE: HAY COSAS MÁS IMPORTANTES”
— Ahora estás militando la ESI no binaria.
— La ESI no binaria. En su momento con la Ley de Identidad de Género hubo bastante conflicto con que nos pongan “mujer” en el documento. Necesitábamos el DNI. Dentro de poco no va a existir ni hombre, ni mujer, ni planta. Cada uno que se defina como quiera. A pesar de las leyes, que son importantísimas para cualquier sociedad, es más importante esto que estamos haciendo ahora, poder hablar, comunicar, debatir, poder seguir pensando de qué manera podemos construir una sociedad mucho más justa, más equitativa. Cuando hablamos de las diversidades y las minorías mucha gente dice: pero hay cosas más importantes. Siempre hay cosas más importantes. Si uno habla del hambre infantil obviamente que no hay nada más importante que eso. Todas son prioridades. Un colectivo que estuvo siendo invisibilizado, vulnerado y atacado durante décadas es una prioridad.
“ME SORPRENDE QUE A LA SOCIEDAD NO LE ESPANTE QUE UN TIPO DE MÁS DE 40 LE META LA LENGUA EN LA VAGINA A UNA NENA DE 16″
— Estamos a pocos días de lo que pasó en el caso de Thelma Fardin. De que Brasil decidiera que Darthés quedaba libre por prescripción y a la vez de que se acreditara el abuso. ¿Qué te pasó cuando te enteraste?
— Yo no lo puedo creer. Estoy shockeada. Pero no solamente por el fallo. Estoy shockeada por los mensajes que escucho. Porque a mí lo que me llama poderosamente la atención es que ellos se quedan con que está sobreseído. Que a la sociedad, a gran parte de la sociedad, no le espante que un tipo de más de 40 años le haya metido la lengua en la vagina a una nena de 16 años. Me sorprende. No lo puedo creer. Un hombre de más de 40 años le metió la lengua en la vagina a una nena de 16 años.
“PUEDE SER MI HIJA, PUEDE SER TU HIJA, PUEDE SER TU SOBRINA. LA FALTA DE EMPATÍA ME SORPRENDE”
— Y los dedos.
— Y los dedos. Entonces, ¿qué podemos analizar después de eso? La falta de empatía es lo que a mí me sorprende, porque puede ser mi hija, puede ser tu hija, puede ser tu sobrina. No puedo creer que la gente no pueda pensar eso.
— Lo “enchastraron” a Darthés se lee mucho. Aunque haya delitos que están comprobados.
— Sí. Lo que la gente no entiende es que cambiaron las leyes de Brasil entre el 2009 y el 2010, a partir del 2010 violación es con todo, es con lengua, es con dedo. Hasta el 2009 si te penetraban con la lengua o con los dedos no era violación. Para mí es tan gráfico que un tipo grande haya sometido a una niña que no hay más nada que decir. Pero así y todo hay gente que elige creer otras cosas y es lo que a mí me espanta.
— Hay que seguir mostrando ese párrafo del fallo donde está acreditado el abuso.
— Sí, pero a pesar de eso siento que hay gente que cree que no es suficiente.
— Que igual elige creer?
— Claro. Elige creer. Si no dice “culpable”, si no fue condenado a prisión entonces es no. Hay algo que tiene que ver con haber sido un galán querido, popular, esta cosa de decir…
— “Ella lo buscó. Lo provocó”.
— Claro. “Si él tiene la mujer que quiere porque es galán”. ¿Qué hizo Eva en el paraíso? Le dio la manzana al pobre Adán que andaba ahí en culo por los árboles. Vino ésta con una manzana y dijo “comé pelotudo, comé la manzana”. ¿Qué hizo Eva? Buscona.
— Las mujeres son malas.
— ¿Qué hicimos? ¿Por culpa de las mujeres dónde estamos? En el infierno. Nos condenaron al infierno por haber comido la manzana. ¿Quién fue la culpable de eso? La mujer. Cómo vamos a sacarnos todo ese peso de encima si somos las culpables de todos los males del mundo? Es una construcción cultural.
— Estamos en esa construcción.
— Pero la vamos a desarmar. Vamos a patearla con los tacos más altos. Cada vez me estoy callando menos. La verdad es que antes dejaba pasar más cosas Vas a una comida, escuchás cosas y antes quizás las dejaba pasar. Hoy por hoy no dejo pasar.
“HAY COSAS QUE NO PODEMOS DEJAR PASAR. CREEN QUE SOMOS LOCAS QUE NOS PONEMOS EN TETAS Y NO NOS QUEREMOS AFEITAR”
— Y empiezo a decir todo lo que pienso en el medio de la comida familiar?
— No sé si empiezo a decir, pero sí me parece que hay cosas que no podemos dejar pasar. Que tienen que ver con la mirada negativa del feminismo y con creer que somos locas que nos ponemos en tetas y no nos queremos afeitar, esas cosas. Entonces hay algo que me invade esa trinchera de lucha.
— ¿Te violenta un poco?
— Sí. No sé si me violenta pero sí siento que hay cosas que ya no. Porque escuchas cada cosa. La gente habla porque el aire es gratis, te das cuenta que muchas cosas las dicen porque las escucharon y no tienen fundamentos.
— ¿Si alguien dice una barbaridad en tu programa, qué haces?
— También. Un día una psicóloga dijo algo y yo la verdad, estaba desprevenida, no entendí, pero después me puteaban. Vos hacés televisión en vivo, es difícil. Por eso hay que estar atento. Hay que estar lúcida. Pero lo disfruto. ¿Pero sabés por qué? Porque con los años aprendí que es un trabajo.
— ¿Que ahí termina?
— Termina. Yo me pongo todo lo divino que me ven, todos los vestidos de alta costura, para mí es un overol. Salgo, me saco todo y me voy con mi cartera a mi casa a cocinar. Antes no entendía eso de cortar. Hoy sé bien que es mi trabajo, me encanta y amo pero hasta ahí.
— Te sacas los stilettos, te sacas el saco. ¿En patas o en pantuflas?
— En patas. Que no vean esta nota (risas).
— ¿Los chicos?
— Sí. Porque soy muy de “en patas”. Y les pido todo el tiempo que se pongan ojotas.
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