Marixa Balli con María Laura Santillán: “Tuve uno que odiaba La Salada: ‘¿Cómo podés tener un local ahí?’”

Algo está pasando con Marixa Balli. La generación que la conoce se divierte escuchando sus anécdotas y los que no la conocen quieren saber todo. Marixa habla y es magnética. Y aunque dice que los años de bailarina los siente en el cuerpo, Marixa está igual. El pelo negro, el flequillo, la sonrisa y el desparpajo intactos. En rigor se llama Marisa Laura Caballi, para nosotros es Marixa. Bailarina clásica con formación en el Teatro Colón, fue cantante de cumbia, actriz, vedette y desde 2005, es emprendedora. Trabajó, por ejemplo, en Ritmo de la noche, grabó discos de música tropical, hizo teatro de revistas con los más grandes, estuvo en Patinando por un sueño y en Bailando por un sueño y en los elencos de Porcel, Carlitós Balá, Moria, Silvia Süller, Jorge Guinzburg, Lucho Avilés, Nito Artaza y mucho más.

— Empezaste muy chica.

— Sí, muy chica. Cuando estudiaba en el Colón ya venían a buscarme, entonces a los 16 empecé a hacer pequeñas participaciones en telenovelas, con Andrea del Boca. En ese momento yo no quería, cuando sos bailarina estás muy cerradita, vas sólo a danza, practicar, acostarte temprano, levantarte a las cinco y media para ingresar al teatro a las siete. Después, salís corriendo para el colegio. Es una vida muy sacrificada la del teatro.

— ¿Cómo fue la decisión de dejar la danza, el canto, la actuación para ser emprendedora? ¿Por qué?

— Un día que me agoté. Empecé a ver, cuando nos reuníamos con la familia y veíamos fotos, que yo no estaba. No estaba nunca. Ni en casamientos de primas hermanas, ni en los mejores eventos Tengo una vida muy ausente con mi familia y después lo que te queda es eso. Uno no puede vivir pensando en el público, uno tiene que pensar en su vida. Empecé a darme cuenta que quería estar más con mi familia, tener disponibilidad, poder ir a comer, ir a un cumpleaños, ir a una fiesta, y no tener tanto compromiso teatral. Sobre todo teatro, yo no paraba de hacer. A mí me apasionó siempre vender. Yo fui muy vendedora desde chiquitita. Papá era gerente del Banco Provincia de Mar del Plata, yo soy marplatense y tenía muchos negocios en Mar del Plata, tenía varios locales de sweaters y una fábrica de sweaters en Otamendi. Entonces me decía: ¿querés ir a alguno de los locales Marisa como para…? Para que me agotara y llegara cansadita a casa, comer y dormir.

— ¿Qué edad tenías cuando ibas al negocio?

— Era chiquita. Empecé primer grado a los 5. De pequeñita.

— ¿Extrañas el baile, el canto o la actuación?

— Soy muy especial. Reconozco que soy un ser que no extraña absolutamente nada. Mañana me decís te tenés que ir a China cinco años y voy a extrañar solamente a mis grandes afectos, mi madre, seres muy queridos y mis mascotas. Pero después nada más.

— Tinelli dio a entender que le gustaría que estés en el próximo Bailando y vos dijiste que no.

— El último Bailando fue mi despedida del Bailando, el cuerpo de una bailarina se agota muy rápido.

— Pero estás espléndida.

— Sí bueno, por afuera (risas). No te doy una resonancia magnética ni loca (risas). Los huesos no dicen lo mismo. Tengo muchas quebraduras, cirugías de rodilla, hombros luxados. Tengo de todo. El ballet y todo lo que sea alto rendimiento te arruina.

— ¿No te tienta bailar?

— A mí me encantaría. Pero creo que si no puedo dar un 100 no sirvo. Fui bailarina del Colón y crecí buscando la perfección en el ballet, no en otra cosa.

Marixa habla de sus emprendimientos con pasión. Disfruta cada paso.

— ¿Qué hay que tener para ser una buena emprendedora?

— Coraje. En este país hay que tener coraje porque ganamos pesos pero vivimos en dólares, entonces es muy difícil. Yo fabrico calzado, compro los insumos, voy, discuto, peleo. Tenemos precio dólar para la soja, precio dólar para el importador… pongan un precio dólar para los que hacemos calzado porque nos vamos a fundir. Es que en este país emprender, tener un local, contratar empleados… tenés que ser realmente un audaz.

— ¿Ser mujer ayuda o complica?

— Creo que complica, porque es un país muy machista en el fondo uh un. Yo pagué mucho derecho de piso. Me acuerdo cuando iba a comprar telas a grandes lugares para mayoristas que lo primero que me decían era: ay no, ‘metritos’ no vendemos mi amor. Estaba comenzando y me hablaban de una manera… yo decía, ¿por qué? Los mismos ahora salen corriendo cuando me ven por ahí: ¡Ay Marixa, vení Marixa! Porque ahora saben que compro cantidad de rollos de tela. Ahora elijo, decido, peleo y selecciono con quién quiero trabajar.

— ¿Siempre tuviste claro que querías ser autónoma económicamente?

— Eso fue lo que primero aprendí en la vida, sí. Nunca quise que nadie me mantenga. Eso me enseñó mi viejo, que tenía que ser independiente. “Porque si un hombre después te deja quedás como una piltrafa”, me decía, “vos tenés que ser una mujer independiente. No tenés que dejar que ningún hombre te maneje la vida”. Teníamos diálogos muy interesantes. Me fue formando mentalmente para que no cometiera errores en ese sentido. Para que pudiera hacer lo que quisiera de mi vida. Tener mi propiedad, tener mi auto, tener mi bienestar. Si me quiero ir de viaje, me voy. “No dependas nunca de nadie”.

— ¿Le hiciste caso?

— Él la verdad manejó mi carrera, gran parte, la parte económica de mi vida. Sí, porque era un cerebro. Aprendí mucho de él.

— O sea que siempre fuiste independiente.

— Yo empecé con las bailantas muy chica. Si ahora saco cuentas digo: qué descontrol. Si hubiera sabido lo que iba a pasar, laburaba diez veces más. Igual hacía ocho shows por noche, más no podía hacer. Fue mi momento. Surgí y me transformé en una persona muy popular en el año 90, justo en el 1 a 1. Fueron diez años maravillosos.

— ¿En algún momento resignaste algo por alguien?

— Nunca. No, jamás. Soy muy cerebral. Lamentablemente.”

— ¿Por qué “lamentablemente”?

— Porque a veces el cerebro te traiciona. Una tiene que ser un poco más sentimental que cerebral. Pero cada vez que utilizo el corazón termino dañada, entonces prefiero usar el cerebro y no sufrir. Cuando utilizo la cabeza no sufro, cuando utilizo el corazón me lastiman, entonces prefiero ser más cerebral. Aunque sea más difícil y a veces me digan: ay, qué fría, qué fría. Bueno, soy feliz, no me importa.

— Te escuché cuando dijiste: chicas, nunca salgan con un poderoso.

— Te arruinan bastante. Los poderosos arruinan. Yo me equivoqué bastante en ese sentido. A pesar de que quería utilizar el cerebro, a veces el corazón me ganó.

— ¿Por qué?¿Cómo fue tu mala experiencia?

— Porque el poderoso primero te conoce, obviamente no está enamorado. Se fascina. Se siente atraído, seducido. Pero cuando se enamora sonaste, se terminó todo eso.

— ¿El poderoso quiere manejarte la vida?

— La vida completa. Cómo te vestís, cómo… Es agotador. Ya pasé por eso y dije no, nunca más. Te aplastan.

— ¿Cuánto tiempo aguantaste?

— Terminé en un psicólogo. Primero haciendo terapia para ver que no traiga consecuencias el distanciamiento. Sin que sea complicado. Son personas complicadas, de mucho carácter, mucho temperamento. Y lo logré. Pero es difícil.

— ¿Asociás entonces el sufrimiento con una relación de pareja con un poderoso?

— Sí, pero no lo asocio solamente con eso. Por amor sufrís. Por un poderoso y por un no poderoso. Con una persona humilde. El amor te hace sufrir. Es así.

— ¿Las relaciones amorosas cambiaron con el paso de los años?

— Me parece que íntimamente las relaciones son siempre iguales. No. Yo igual estoy muy descreída ya.

— ¿Hace cuánto que no estás en pareja?

— Pareja pareja, bastante. Pero lo paso bomba eh, no extraño absolutamente nada. A lo mejor el hecho de no haber formalizado para tener un hijo… igual ahora lo podés tener sola. Pero yo tuve ganas de tener un hijo con alguien, que la criatura tuviera un papá. Igual a veces pienso: ay, estaría bueno.

— ¿Cerraste la puerta?

— Sola no. Con un padre ya la cerré. Pero sola no. Me tengo que apurar porque si no voy a ser la abuela de la criaturita. Con ese tema vengo muy indecisa. Mi cabeza no para. No para. Me cuesta tomar la decisión.

— ¿Por qué?

— Porque estoy tan acostumbrada a hacer lo que quiero, a no tener compromisos. Y veo a mis amigas… hay obligaciones que tenés que transitar si tenés un hijo. Yo no sé si estoy preparada para tener horario. Estuve tanto tiempo con horarios, toda mi vida, desde muy chiquita, que digo ¿tengo ganas? O sea, el amor es único cuando te pasa. Pero tendría que tener todo bien en claro, saber que la criatura va creciendo y que tiene sus obligaciones.

— Son años más intensos.

— Sí, María Laura. Pero tengo que ir a un psiquiatra para poder definir lo que quiero hacer con mi vida (risas).

— Estás igual, se te ve igual.

— Puede ser porque siempre pude hacer lo que quise y eso es muy importante en una persona. Yo veo a la gente muy triste y eso a lo mejor es porque tiene que aceptar trabajos que no quiere. O estar bajo el mando de alguien que no es bueno. Yo entiendo mucho, me pongo mucho en el lugar del otro. Por eso soy muy buena empleadora. Soy muy buena con mis empleadas. Me pongo siempre en el lugar del otro antes de tomar una decisión.

— ¿Son la mayoría mujeres?

— La mayoría son mujeres, sí, prefiero.

— ¿Por qué?

— Cuando he contratado hombres me han hecho cosas feas. No me ha gustado. Tengo un equipo muy cerradito, de muchos años. Somos mujeres y todas nos conocemos, nos entendemos con la mirada, me conocen, saben cómo soy. Igual ahora estoy viendo si contrato un hombre porque en el depósito se necesita un hombre (risas).

— En tu prolífica carrera metiste un hitazo como “La Cachaca” ¿Qué pasó después? ¿Costó seguir en carrera?

— Cada vez que sacaba un tema, grabé varios CDs, era siempre: “La cachaca”. “La cachaca” me cortó todo. En Estados Unidos grabé un CD melódico, pop, que es espectacular. Pero no, “La cachaca” siempre me aniquiló. A veces cuando tenés un éxito que figura en la página de los éxitos, un hit, te arruina, después no podés sacar un tema que pegue de esa manera.

— ¿Qué hubieras deseado no haber hecho?

— Cuando estuve con Porcel. Yo era chica, me gustó, pero después me arrepentí. No era el mejor trato. Para la edad que tenía estaba en un programa medio agresivo. Fue duro ese programa.

— ¿Agresivo con las mujeres?

— Sí. Era un programa complicadito. Y el clima que había entre las chicas terminaba siendo medio complicado, entonces era muy difícil.

— ¿Cómo era?

— A veces es mejor ni recordar, vos estabas en el piso grabando y de golpe escuchabas cosas que no querías ni escuchar, te hablaban desde control. Era siempre Jorge el que hablaba desde el control.

— ¿Decía guarangadas?

— Cosas feas, sí.

— Feas hacia las mujeres.

— Sí, hacia vos o hacia una compañera. Era su forma de manejarse con la gente. Yo era muy chica y a lo mejor no me daba cuenta. Decía: ¿será todo así a lo mejor el mundillo artístico? Porque fue una de las primeras cosas que hice en mi vida lo de Porcel. Estuve en La TV ataca, Noti dormi, La fiesta hot, hice muchos programas, pero el primero fue Porcel.

— No te gusta recordarlo.

— No lo recuerdo con cariño. Lo que yo hice estuvo divertido, fue lindo, pero no a él no lo recuerdo con cariño lamentablemente.

— Hubiera sido cancelado ahora Porcel.

— No, no podría estar. No. Y hubiese tenido muchos juicios. Sí, seguramente. Era otro mundo, era otra época, a lo mejor vos no veías las cosas.

— Estás ahora en LAM, el programa de Ángel de Brito, es divertido escucharte contar anécdotas de toda tu vida.

— Yo nunca miento. Es una vida surrealista, porque si yo contara todo… es una locura las cosas que he vivido. Maravillosas. En una época donde no tenías celular, donde no tenías redes. No sé qué hubiese pasado si en la época que me hice conocida, con todo lo que viví tan fantástico y al lado de gente tan increíble, internacional, hubiese tenido la posibilidad de decir: ay pará, saquémonos una selfie. Hubiera sido impactante.

— En quiénes están pensando, ¿en Julio Iglesias?

— En muchos. No lo quiero nombrar a él porque después empiezan… “¡ay, es demasiado!”. Es lo que me tocó vivir, y tengo anécdotas muy lindas.

— De figuras internacionales.

— Sí, figurones.

— ¿A ver?

— No. Te juro María Laura que dije que no iba a hablar (Risas)

— ¿Por qué?

— No, porque es demasiado impactante. Porque la gente no puede creer. Primero empiezan: ‘pero, ¿a qué edad fue? ¿Y en qué año? Porque hiciste demasiadas cosas’. No entienden que hice demasiadas cosas en toda mi vida. Lo hice, qué voy a andar mintiendo… o decir algo que no fue.

— ¿Quién cree que mentís Marixa?

— A veces escucho gente que me dice “¿pero en qué momento ocurrió eso?” “¿Qué edad tenías?” Estoy en canal Volver, cuando estás en canal Volver es que tenés una trayectoria (risas).

— Tenés que escribir una biografía con cada historia que viviste.

— Sería terrible. Es impactante. Cosas muy lindas. No estoy arrepentida de nada. Quizás en lo artístico lo de Porcel, nada más. Después volvería a hacer absolutamente todo porque trabajar con Marrone fue un placer. Trabajar muchos años con Tristán y Disi de la mano de Rottemberg que es un gran empresario fue un lujo. Lucho Avilés también. Carlitos Balá. No podía creer, yo le dejé el chupete y la mamadera a Carlitos Balá. Imaginate que le entregué algo que amaba. Y después trabajar con él… qué hombre maravilloso.

— ¿Cómo es ser meme?

— Es rarísimo para mí. No soy muy adicta a las redes entonces es muy raro cuando me dicen: ay, sos un meme, sos viral.

— ¿En WhatsApp no te muestran los stickers?

— Me mandan mis amigos sí, de todo. Stickers y las frases que se hacen muy virales. Y la gente me imita en la calle… Me interpretan. Qué loco. A mí me gusta.

— “Me siento sumamente envidiada”. Una frase hermosa que usamos todas. ¿Te seguís sintiendo envidiada?

— Sí, cuando hago algo que llama la atención, ahora hablo del rubro mío, soy zapatera. Sí, a veces me envidian. Sí, mucho. Mucho. Pero tengo una cabeza preparada para que me pase. No soy diseñadora, pero sin embargo hago cosas hermosas. Cuando dije esa frase había puesto un local hermosísimo sobre avenida Avellaneda y desde el día uno que abrí tenía cola, una cola impresionante. Antes de la pandemia era muy sorprendente para Flores. El del local de al lado me odiaba porque la cola tapaba su vidriera y así empezó todo. Sí, la envidia se nota, Te das cuenta cuando sos envidiada.

— “Claro, claro, sí, sí”. Es otro meme.

— Claro, claro, sí, sí. Cuando no tenía nada que decir o quería opinar y tenías que meter una palabra en el medio: claro, sí, sí, claro. Uh, claro.

— Hay algo que está pasando con vos, una especie de reivindicación de distintas generaciones. Las generaciones que te conocen se divierten, y las que no te conocen quieren saber cómo sos, qué fue lo que hiciste.

— Hoy me paró, por ejemplo, una nenita: ay, yo quiero una foto con vos. Debe ser porque me ve en LAM porque… ¿de dónde me sacó esta criatura?

— ¿Qué le gusta de vos a la gente más joven?

— No sé cómo entré por ese lado. La verdad es que no tengo ni idea. Quizás por como soy, que soy espontánea, que no tengo mucho filtro.

— Si en LAM se están tirando dardos o se habla de temas comprometedores y te reís a carcajadas.

— (Risas) Me divierte. Lo que pasa es que yo creo que hay mucha gente que tiene un personaje. Y si estás casada estás en otra situación. Yo no estoy ni comprometida, ni casada ni nada entonces puedo decir cualquier cosa, después no tengo que llegar a casa y dar explicaciones. No tengo filtro y porque no tengo nada que ocultar. Soy como soy. Soy la que soy. Hago las cosas que me hacen feliz. Si a mí el laburo me hace feliz, laburo.

— ¿Cómo hace un hombre para acercarse a vos?

— Es difícil que me guste alguien así. Tiene que ser amor a primera vista si no no va, yo me flasheo con alguien. Todas mis relaciones han sido así, de ver a alguien y decir “ah no, por Dios, ¡qué pasó!” Ahí pasó, ocurrió.

— ¿Los otros rebotan?

— Sí. Es que soy, soy un poste. No miro directamente. Se acercan, pero soy un muro. Te juro. No soy para nada accesible en ese plano. Si a mí la persona no me llega… Tengo buenos amigos, pero si quieren ir por otro lado, es muy difícil. Soy muy determinante. Sé lo que quiero. Sé lo que me gusta y sé cuando me pasa lo que me pasa con alguien.

— ¿Qué es lo que te gusta?

— Cuando me pasa y me doy cuenta que es. Y soy una mujer fiel. Cuando estoy me entrego, me entrego completamente. Soy fiel.

— ¿Cuánto fue la relación más larga que tuviste?

— Tres años.

— Con Rodrigo Bueno.

— Después tuve otras.

— ¿Tres años también?

— Tres es mi tope, sí. Para algunos son siete años, para mí son tres. Me pasa que me aburro. Soy muy especial, no me gusta la rutina. La persona tiene que ser creativa. Me gusta divertirme. Me gusta sentirme atraída por esa persona, admirar lo que sea que haga.

— Tres años es poco.

— Para mí fue una eternidad tres años. Después fueron relaciones más cortas. Lo que pasa es que no tuve mucho tiempo para estar en relaciones largas porque viajé, porque viví afuera. He vivido en diferentes lugares.

— ¿Los señores siempre quieren que te acomodes a ellos?

— Y sí, totalmente. Tuve uno, por ejemplo, que odiaba La Salada, cuando puse el local en La Salada. ‘¿Cómo podés poner un local ahí? ¡Qué terrible!’ Gordo, esto me gustó. Pensá que soy bostera, me encantó la cumbia toda la vida. La Salada fue un lugar que me atrapó mucho tiempo. Me gustó, lo conocí y me atrapó empresarialmente.

— “¿No te gustó gordo? Fuiste”

— Sí, totalmente. Primero mi laburo. Es lo que me hace muy feliz, a mí el laburo me hace muy bien. Me levanta mucho la autoestima. Es loquísimo. Hay gente que necesita estar enamorada o acompañada. Tengo amigas que si no están con alguien se mueren, no tienen vida. En el laburo les va mal, no se hallan. “Yo necesito el amor” ¡No! ¿Qué amor? No. Yo necesito sentirme bien y el laburo me da una felicidad muy grande. A mí jamás nadie me mantuvo. Siempre encontré en mi laburo mi independencia. Salir, pasar por algún lugar y decir ‘quiero comprarme eso’ y poder comprarlo. Eso en una mujer…¿sabés qué placer te da cuando lo lográs? No tener que pedir un crédito o pedir que alguien te preste, te ayude. Estamos ahora en una situación y una época en que está todo muy mal, nadie puede ayudar a nadie. Qué orgullo, poder lograr…

— ¿Es la felicidad?

— No sé si la felicidad completa, pero poder lograr los objetivos que me propuse en la vida, conseguirlos y sola, para mí es muy importante. Yo nunca le pedí nada a nadie, todo lo hice con mucho sacrificio. Cuando tuve que dar castings y pruebas, a mí nadie me regaló nada. Siempre tuve que laburar. Siempre me tuve que esforzar. Cuando entré a Peor es nada tuve que dar un casting, ahí había muchas chicas. También cuando entré a trabajar con Sofovich. Cuando me hice muy conocida fue otra cosa, pero yo la remé muchísimo. Siempre sola ahí, correcta, tratando de dar lo mejor, lo que sabía y lo que podía. Profesional, respetuosa.

— Marixa, sos un ícono al día de hoy.

— (Risas).

— Nombraste al pasar la cumbia, que fue una etapa larga.

— Maravillosa, sí.

— ¿Seguís bailando cumbia, cantando cumbia? Al menos a puertas cerradas.

— Sí, a puertas cerradas. En mi casa tengo un estudio de grabación. Me hice un estudio profesional y ahí me divierto muchísimo. Y eso pasó porque un día yo estaba con mi profesora practicando los tonos, pasó un vecino y me dijo: “callate”. Me dio tanta bronca que me hice un estudio de grabación con toda la acústica.

— ¿Y ahora?

— Ahí lo tengo. (Risas) ¿Y ahora? ¿Y ahora mi amor qué haces con el estudio? Voy a venderlo, lo desarmo.

— Salvo que quieras cantar de nuevo.

— No, pero me divierte tenerlo porque tengo la maquinaria. Me encanta.

— Verlo. Es parte de tu vida.

— Me encanta. En una época tuve un cine dentro de casa, después lo desarmé. Yo tengo eso, me canso y modifico mucho. Me gusta tener todo lo que quiero tener en mi casa. Si no tengo que salir mejor. Cama solar. Mesa de pool, se la regalé a una prima mía, pero ahora voy a comprar otra (risas). Porque me encanta jugar al pool. Yo quiero disfrutar la vida. Todos los días pasan cosas tan tremendas, tan terribles. A pesar de que yo me tome todo con mucha sonrisa, con mucha alegría, todos los días la tenés que remar muchísimo. Estamos en una situación en el país muy dura, muy difícil, muy lamentable y muy triste. Me da mucha tristeza a mí lo que estamos viviendo todos porque no nos merecemos. Que para el argentino todo sea un sacrificio, que tener un teléfono sea un sacrificio, que pagar el gas sea un sacrificio, que comprar la leche sea un sacrificio, cosas que tendrían que ser normales.

— ¿Le ves salida?

— No, en absoluto. Por eso creo que la salida se la tiene que dar uno y yo tengo proyectos. A mí me gustaría en algún momento, con el dolor del mundo, disfrutar para poder tener calidad de vida. Porque acá yo trato de tener…

— ¿Estás pensando irte del país en algún momento?

— Totalmente. Sí, mucha pena me da decirlo pero realmente lo siento desde hace unos años, porque quiero tener calidad de vida.

— Tendrías que armar todo de nuevo. No te digo el estudio de grabación pero…

— No, no, el estudio quedaría acá (risas).

— ¿Qué harías con tus locales si te fueras a vivir a Italia?

— Italia me encanta. Todo se puede manejar desde lejos. La gente que me acompaña tiene miedo porque dice: un día se chifla, cierra todo y se va.

— ¿Cómo hacés para estar tan contenta y contagiar alegría?

— En mi caso porque siempre pude hacer lo que quise. Eso es muy importante.

— El consejo a las mujeres es entonces que hagan lo que quieran hacer.

— Sí. Tenés que hacer, si se puede, lo que querés. Y si no se puede, lo que te toca, hacerlo de la mejor manera.

— ¿Qué pasa con los grandes sufrimientos que viviste? ¿Dónde están guardados? Porque no se ven.

— No están guardados. Están. Yo cambié mucho. Cambié mucho y a lo mejor inconscientemente mi forma de ser y de pensar también tiene que ver con todo lo que me pasó. Te hace crecer de golpe. Te hace cambiar. Aprendés. Tal vez mejoré. Valoré otras cosas que a lo mejor antes no valoraba.

— ¿Qué cosas?

— El querer estar más tiempo con mi familia. Siempre traté de sufrir sola, de pasar mis dolores en soledad. Fue la mejor forma para recuperarme más rápido, porque como yo decía: llorar tenés que llorar. Los duelos los tenés que transitar sí o sí, no tomar pastillitas para tapar. No. Los golpes los tenés que vivir. Mis dolores están. Mis recuerdos. Todos los días presentes. La vida me dio muchísimo pero me quitó más.

— ¿Estás hablando de la muerte de tu hermano?

— Mi hermano sí. Lo de mi hermano fue un golpe, fue algo tan terrible. Y más en un país que no tiene justicia, eso es lo más doloroso. Porque vos sanás un poquito el alma, no te lo van a devolver, pero por lo menos el que mató cumplió una condena. Y le hicieron entender, mientras cumplió esa condena, que lo que hizo está mal. Esta persona era la segunda vez que causaba algo terrible y sin embargo está libre, los asesinos están libres. A lo mejor alguien roba un pollo porque quiere comer y está cuatro días en una comisaría. Es muy absurdo todo acá. A veces me río en el programa y Ángel me dice: de qué te estarás riendo. Escucho cosas y digo: qué país del revés. Es el tango “Cambalache”.

— Lo increíble es que a todo te sobrepongas y siempre se te vea muy sonriente.

— Si sigo acá es por algo también.

— ¿Cuándo llegas a tu casa cómo te relajas?

— Ah, enseguida me pongo el pijama. Me gusta andar descalza, conexión con el piso. Me saco todo. Voy tirando las cosas.

— ¿Abrís un vinito?

— No tomo alcohol, encima soy re lógica, re coherente. Jamás en otra estratosfera. Jamás nada, no fumo, no tomo alcohol, nunca me drogué. Dios mío. O sea que soy feliz naturalmente, qué terrible (risas). Me acabo de dar cuenta que mi felicidad es sincera, verdadera. No, jamás tomé. Nunca probé ni champagne, nada. No te tomo nada. Ni licor, ni clericó, ni un bomboncito con licor. Nunca. Tengo disciplina alimenticia (risas).

— La disciplina de la bailarina.

— Claro.

— Te agradezco mucho este rato.

— Gracias María Laura un placer. Es como estar en el living de casa charlando con una amiga, y eso no pasa con todo el mundo.

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