Antes que nada Germán Martitegui es el papá de Lorenzo y de Lautaro. Después de los 50 quiso ser papá y hoy ellos son el centro de su vida. Es mamá y papá de sus hijos, Germán los educa. Es un chef muy reconocido, recordemos que su restaurante Tegui fue considerado el mejor de la Argentina. Hoy es jurado del programa MasterChef, estrena un nuevo restaurante, Marti, ahora vegetariano y es el creador del Proyecto Tierras que recorre la Argentina. Trabaja de sol a sol. Para mí, además, es un tipo muy atractivo. El serio, el recio, y ahora también, el tierno Martitegui. Era tímido, dice. La tele, de a poco, le cambió la vida.
— Sí, quiero creer que yo era así como soy ahora, pero que no lograba expresarlo. Me ponía mal, porque los tímidos lo que no podemos hacer es expresar lo que estamos sintiendo o comunicarnos con el mundo exterior. Y lo sufrís bastante.
“EN DEFENSA DE TODOS LOS TÍMIDOS: NO SOMOS ANTIPÁTICOS”
— La gente cree que sos algo que no sos.
— El tímido está en la línea del antipático entonces decís, ¿por qué no me saludó? ¿Por qué no me habla? Habla poco, ¿qué le pasa? En defensa de todos los tímidos quiero decir que no somos antipáticos.
— La tele te cambió, te soltó.
— Nunca sabés qué es lo que te cambió. Yo vengo haciendo un trabajo personal para crecer y ser mejor cada día. La tele hizo que hoy pueda estar hablando frente a una cámara y que esté más tranquilo, sí.
— ¿Decís que puede ser la inversión en terapia lo que te hizo cambiar?
— Sí. Años, años y años. Así que le mando un beso (risas). Sí, rinde. Rinde tratar de ser cada año mejor. Yo divido a la gente, hasta a mis amigos, entre los que decís ‘uy, éste cuando llegue a viejo va a ser insoportable’, y los que van mejorando.
— ¿Viste que la gente más grande se divide entre los insoportables y los geniales? No hay medias tintas.
— Sí. Para mí a los 30 ya tenés todos tus defectos, solo vas a poder mejorarlos un poco o empeorarlos un poco, pero ya está definido cómo vas a ser a los 80. Estoy convencido.
— Mi teoría es que la tele te cambió mucho. Siempre fuiste súper coqueto, ahora, un poquito más.
— ¿Más coqueto? Ahora llego al programa y me visten. Tomá, ponete, sacate, tac, tac, tac, entrá y trabajá. Opino un poco. Tengo un estilo del que no me salgo mucho. Al tener que estar todos los días, pasa a ser un trabajo. Antes salir de compras de ropa era mi hobby.
“SI YO NO HUBIERA HECHO MASTERCHEF JUNIOR HOY NO SERÍA PADRE”
— También la tele detonó algo en vos con los chicos. No eras así antes de MasterChef Junior.
— No. Si yo no hubiera hecho MasterChef Junior no sería padre hoy. En el primer MasterChef Junior pedí tener una psicopedagoga al lado mío todo el tiempo. Tenía miedo de hacer algo mal con un chico. A mí me decías, ¿querés sostenerlo al bebé? Yo sentía que me perseguían con el bebé (risas).
— ¡No, no quiero sostenerlo! (risas).
— Yo decía: no quiero, ¿por qué quieren que lo tenga? Ahora mi relación con los chicos es maravillosa.
“EL TRABAJO NO ES LO MÁS IMPORTANTE. DE REPENTE DIGO: TIENEN FIEBRE LOS CHICOS, ME VOY A CASA”.”
— ¿Temías ser muy torpe con ellos?
— Con los chicos el programa va por el lado positivo. Yo nunca ni conmigo mismo voy por el lado positivo, entonces, ¿cómo hago para hablar positivamente, criticar positivamente? Aprender eso fue muy bueno para mí también. Después dije, yo puedo ser padre. Disfruté mucho del trato con los chicos y apareció la necesidad de ser papá, sí.
“YO DECÍA: ¿OTRA VEZ EL NENE TIENE FIEBRE? DALE…¿TRES VECES POR SEMANA?”
— ¿Te ablandó la paternidad? Abrió un mundo nuevo de sensaciones y de emociones.
— Sí, me conectó con la imperfección. Me permitió aceptar que no todo tiene que ser perfecto, que el trabajo no es lo más importante en la vida. O sea, te ecualiza la vida, decís: lo importante es esto, el amor. Tengo una responsabilidad con estos dos seres por los próximos 20 años o más. De repente estoy trabajando y tengo que decir: hasta luego, tienen fiebre los chicos, me voy a casa.
“YO HE SIDO MUY CRUEL CUANDO A LA GENTE LE PASABA ALGO CON LOS CHICOS. FUI REALMENTE UNA MALA PERSONA”
— Todo lo demás pasa a dejar de importar. No es que importa un poquito menos.
— Sí. Y particularmente yo he sido muy cruel cuando a la gente le pasaba algo con los chicos.
— ¿A una cocinera?
— Una cocinera o un cocinero. Yo decía ¿otra vez el nene tiene fiebre? Dale… ¿Tres veces esta semana? Se va porque otra vez, la llamaron del colegio que tiene que hacer... Ahora cuando vivo esas cosas en carne propia digo: fui realmente una mala persona.
— ¡No! (Risas).
— No entendés. Realmente hasta que no sos padre hay cosas que no entendés, que no sabés que te van a pasar.
— Es antes y después de los hijos.
— Antes y después.
“SOY BASTANTE ACTIVO EN EL CHAT DE MAMIS”
— Ahora tenés una casa con jardín, perros, niños. Fiestas de cumpleaños.
— Todo. Chat de mamis (risas).
— ¿Lo disfrutás?
— Sí. El año pasado estuve bastante activo en el chat de mamis. Fui a la kermesse del colegio, hice un montón de cosas. Este año, como estoy grabando tantas horas y los cumpleaños son a las cuatro de la tarde, no puedo ir a ninguno. Pero contesto lo que puedo en el chat. Ahora hay una kermesse el fin de semana.
— ¿Sos mamá y papá de los chicos?
— Y sí, no me queda otra. Igual me sorprendo. Yo pensé que iba a ser un padre más exigente y soy un padre bastante permisivo. Soy muy tranquilo como padre.
“NO LA PASÉ BIEN SIENDO ASÍ DE INCONFORMISTA. NO LES DESEO A MIS HIJOS LA MISMA VIDA”
— ¿Lo pensaste porque sos muy puntilloso, muy estricto, fuiste tan buen alumno y todo tan perfecto?
— Sí, creo que no la pasé bien siendo así. Así que no les deseo a ellos la misma vida. Me parece que no está bueno ese inconformismo. Seguramente es bueno profesionalmente porque te lleva a redoblar la apuesta cada vez, pero no te permite disfrutar muchas cosas.
— Los educás por contraste. Para no repetir los mismos errores.
— Sí, primero no quiero repetir los errores de mis padres. Nadie quiere repetir los errores que cometieron con uno. Y tampoco quiero repetir las propias cosas que me hice a mí mismo.
— ¿Al ser muy exigente?
— Exacto.
— ¿Cuáles serían los errores de tus viejos?
— Me parece que nuestros padres hicieron lo mejor que se podía en ese momento, con esa educación. Mis dos papás tienen más de 70. Mi mamá y mi papá. Fueron momentos complicados los años 70, 80.
— No había divorcio, por ejemplo.
— Sí. Mi mamá es separada. Eran separados antes, no se divorciaban. Yo sentía que hasta no estaba bien visto que mi mamá estuviera separada.
— ¿En el colegio?
— En el colegio. Seguimos luchando, pero hemos recorrido un largo camino, ahora las cosas se ven de otra manera.
— ¿Cómo es tu mamá como abuela?
— Mi mamá es una abuela muy moderna que tiene muchas ocupaciones y que les dedica uno o dos días por semana a full.
— Lo decís así con este gestito de queja (risas).
— Viste que las abuelas de ahora tienen cosas que hacer? Mi abuela no tenía cosas que hacer. Mi abuela vivía para mí.
— ¿La de los ñoquis?
— Claro. Me hacía los ñoquis y un montón de cosas. Lo vivo con otros amigos también, “llamé a mamá y me dijo que tenía yoga, que iba al curso de no sé qué”. La mía es un poco así, pero viene a casa y les dedica uno, dos días por semana enteros.
— Y a los chicos les encanta.
— Les encanta. Una abuela es irremplazable. Están muy rodeados de amigos, muy rodeados de gente. Si tenés una familia chica, vas eligiendo una familia sustituta.
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“CUANDO ME VIENEN A PEDIR FOTOS DICEN... ¿QUÉ HACÉS CON MI PAPÁ?”
— ¿Los chicos se dieron cuenta que sos muy famoso?
— No, ni ahí. No. Cuando me vienen a pedir fotos dicen: qué haces con mi papá? No entienden por qué me agarran, por qué me tocan. No voy con ellos a lugares muy llenos de gente tampoco, pero entienden qué es MasterChef, entienden que estoy en la televisión. Ahora que somos vegetarianos no entienden que yo coma carne en televisión. Los otros días me vieron comiendo carne en televisión y fue un shock.
“ME VIERON COMIENDO CARNE EN TELEVISIÓN Y FUE UN SHOCK, ESTÁN OFENDIDOS”
— ¿Te hicieron preguntas?
— Sí. Están ofendidos, por qué como carne, por qué como un animal muerto.
— Les habías explicado que no hay que comer animales muertos.
— Llegamos a la conclusión con ellos dos que no vamos a comer animales muertos. No vamos a matar animales para comer. De golpe mi mamá les mostró MasterChef y yo estaba comiendo un poco de carne, fue hace quince días. En MasterChef estoy trabajando y tengo que probar lo que la gente cocina así que sí, tengo que comer carne.
— Les explicaste.
— Les expliqué eso. Me sentí un poco mal porque mis dos vidas siguen coexistiendo de alguna manera.
— ¿Van a ser veganos o pueden comer dulce de leche?
— No, comen huevos, comen queso, toman leche. Acabo de abrir un restaurante vegetariano para ser congruente con lo que creo que es el futuro de la comida y del planeta. Hice ese cambio de Tegui a Marti muy consciente, pensando que no es sustentable seguir comiendo proteína animal porque la producción de animales genera gases de efecto invernadero y el mundo no sobrevive de esta manera. Decidí hacer el cambio en mi vida también, no puedo hacerlo en mi restaurante y no hacerlo yo. Por lo tanto ellos cayeron en la volteada del vegetarianismo, pero estamos en casa muy convencidos, comemos muy, muy rico, descubrís un mundo nuevo, una nueva forma de cocinar. Recurrís a muchísimos recursos e ingredientes que antes no usabas, estamos descubriendo todo eso. Veganismo sería dejar la carne, la leche y los huevos. Estamos en eso, pero para hacerlo profesionalmente tengo que aprender un poco más. No estoy preparado para cocinar con el mismo sabor sin huevos y sin lácteos.
— ¿No te da miedo de lo que pueda pasar conozcan el resto de los alimentos?
— Ellos son libres de comer lo que quieran. En casa van a comer cosas que son sanas y afuera van a tener el conocimiento para elegir lo que quieran, saber qué hace cada cosa y tomar decisiones. Hay un momento en que los hijos salen a la calle, vos ya les dijiste lo que podías. Por mi poca experiencia es más importante el ejemplo que lo que decís. Vos estás hablando y ellos están mirando lo que hacés, no lo que estás diciendo.
“MIS CHICOS VAN A LOS CUMPLEAÑOS Y PARECEN DOS CHICOS MUERTOS DE HAMBRE”
— Ahora nomás, con la escolaridad, van a empezar a conocer toda la comida.
— Van a los cumpleaños y parecen dos chicos muertos de hambre, porque están al lado de la mesa de los alfajores de maicena y comen uno atrás del otro. Vuelven de los cumpleaños con la panza así (risas).
— Comen todo lo que no hay en casa.
— Claro. Pero que lo disfruten. Yo lo que les digo es: esto es lo más sano, pero hay momentos en los que se puede comer otra cosa. Porque la prohibición no está bien. La prohibición genera ganas, entonces no funciona.
— ¿Te hacés muchas veces preguntas: qué les digo, qué hago, cómo lo manejo, o te dejás llevar?
— Me dejo llevar pero hemos hecho algunas consultas sobre algunas cosas.
— ¿Cómo manejás tus ausencias? Grabás MasterChef muchas horas al día, viajás por el Proyecto Tierras. ¿Cómo organizás ese lío?
— Sí, es complicado. Tierras son doce fines de semana y estoy grabando MasterChef de lunes a viernes. El año pasado estuvimos todo el día juntos todo el tiempo. Ahora empezaron a ir doble turno al colegio así que ellos me abandonan a mí. En salita de 4 están, van mañana y tarde. La mañana estaba dedicada a ellos, ahora estoy solo a la mañana. Entienden que voy a trabajar, está todo muy explicado, muy hablado. El tiempo que estoy con ellos es realmente con ellos, la estoy pasando bien con ellos, estamos jugando.
“EN BUENOS AIRES ESTAMOS TODOS COMO HISTÉRICOS”
— Resulta que Proyecto Tierras tiene un montón de años. Todo empezó buscando productos y productores en el interior del país.
— Sí. Empecé a viajar para tener los mejores productos en mi restaurante, que era Tegui en ese momento. La única manera era salir de la cocina, enfrentar el mundo y decir: ¿qué hay afuera? ¿Cómo se produce? ¿De dónde viene? Entender también el entorno en el que estaba el producto. Por ejemplo, para hacer un plato con pimientos de Cachi, o con comino salteño, quizás tenga que tener características de ese clima, con recetas que vienen de ahí. Y después me empecé a enamorar de la gente. La gente que empecé a conocer es maravillosa. Vengo hablando mal de los porteños desde hace unas semanas. En Buenos Aires estamos todos como histéricos, salís y la gente vive de otra manera, se conectan con la tierra, con el país, con el trabajo de otra forma.
— Vos sos del interior.
— Sí, por eso puedo hablar.
— Por eso podés hablar mal de nosotros.
— (Risas) Sí.
— ¿Los viajes tienen que ver con volver al interior? Naciste y viviste seis años en Necochea y siempre estás extrañando esa vida.
— Sí, nunca me sentí porteño. Es una forma distinta de vivir. Argentina tiene tanto potencial… empezás a ver otras cosas. Todo esto que hablamos siempre del potencial del país, empezás a ver gente muy linda, muy trabajadora, que vive de otra manera, que tiene mucho talento. De repente ves al mayor exportador de limones de toda Latinoamérica que está en Tucumán, con una mega planta igual a la mejor planta de cualquier lugar del mundo, o a un señor que produce cerezas, y en 36 horas las cerezas están en un supermercado en Shanghái. Cosas que no creemos de nuestro país. Por eso Tierras se convirtió en una manera de contar Argentina desde un punto de vista más positivo, más optimista. Yo lo necesitaba. Ver otra cosa de mi país que no sea lo que estás leyendo todos los días. A través de MasterChef pude hacer que ahora me den un programa en Telefé para contar lo que hago. En MasterChef ven a Martitegui y en Tierras ven a Germán, que lo que me gusta hacer.
— Cuando empezó el proyecto, antes de que sea un programa de televisión, traías a los cocineros del interior a cocinar a tu restaurante.
— Sí. Ellos me habían abierto puertas a mí allá y yo les abrí puertas acá. Nosotros cocinábamos en el restaurante de ellos y a la vez ellos nos mostraban la provincia, o la ciudad y después los invitábamos a cocinar con nosotros.
— Toda esa realidad de productos y productores que fuiste conociendo, aparecía en un sitio de internet, después se convirtió en un programa y espero que sea un libro.
— Va a ser un libro ahora a fin de año.
“ME CUENTAN PROBLEMAS TERRIBLES FÁCILES DE SOLUCIONAR, TENDRÍA QUE HACER OTRO PROGRAMA CON LOS PROBLEMAS”
— Todo eso está lejos de la política, del poder, en otro plano.
— A veces pienso que ésta es la verdadera política. Escuchar a la gente, saber lo que le pasa. Yo escucho, me dicen cosas, me cuentan problemas terribles que son muy fáciles de solucionar. Como mi objetivo es que el programa sea muy optimista, no están contadas. Quizás tendría que hacer en algún momento otro programa con los problemas.
“EL PODER ESTÁ LEJOS DE LA GENTE”
— Con las dificultades.
— Sí. Son muchas. Son muchas. Es que el poder está lejos de la gente. Y ahí ya nos meteríamos en otra cosa.
— Hay que decirlo también .
— Sí. Es un mundo con problemas totalmente distintos a los que tiene la gente que está en la tierra.
— El poder debería ocuparse de los problemas que tiene la gente para poder crecer, estaríamos mucho mejor.
— Estaríamos mucho mejor.
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“EN ARGENTINA HAY QUE CONECTAR AL PRODUCTOR CON EL CIENTÍFICO Y CON EL PODER”
— Son dos mundos estancos. Vos permitís que se conozca a un cocinero, facilitás que se venda un producto. No lo hacía el poder, ni la política, ni las autoridades.
— Es que la gente está trabajando, produciendo, el productor necesariamente está alejado del poder. A no ser cuando alguien con poder, con un dedo, les arruina la vida. Esas cosas pasan también. He visto muy poca gente a la que se le facilite producir mejor o exportar más, o a la que le enseñen o ayuden. Y a la vez hay otra parte de Argentina que tienen que ver, por ejemplo, con el INTA, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, donde miles y miles de científicos trabajan todo el tiempo tratando de mejorar cosas. Son esos camioncitos que yo veía desde chico, que van de un lugar a otro tratando de ayudar a productores o cooperativas. Ese es un país maravilloso. Para mí en Argentina hay que conectar algunos puntos. El productor con el científico y con el poder.
— Es el próximo paso entonces. Te lo encargamos.
— Se los agradezco pero estoy bien así (risas).
“CUANDO ME DIJERON WANDA YO DIJE: SÍ”
— Hablemos de Wanda. Es muy simpática. ¿Nos gusta?
— Es divina. Es divina Wanda. Nos gusta. Cuando me dijeron Wanda yo dije: sí. No sabía nada de Wanda, pero tenía un presentimiento de que iba a funcionar. Es súper empática, trabajadora, divina. Va creciendo en su trabajo. A veces las redes sociales muestran algo de la gente que no es necesariamente así. Día a día la están viendo, va creciendo cada vez más, siendo cada vez más natural. Los participantes les cuentan cosas de su vida privada, ella es súper abierta. Nosotros nos reímos con ella. Me parece que hay una química que funciona muy bien.
— Podría haber salido mal.
— Fue una gran apuesta. Gente que sabe mucho más que yo tomó esa decisión y yo lo seguí porque hasta ahora nunca se han equivocado y funciona.
“SI LA GENTE NECESITA HABLAR, QUE HABLEN”
— Te vas a ausentar de MasterChef no sé cuántos días.
— Dos.
— ¿Son dos días y todo este lío?
— Sí. Yo disfruto mucho de leer sobre mí. Hay quienes decían: Germán Martitegui renunció a MasterChef. Los títulos. Necesitaba dos días más para grabar Proyecto Tierras. Me reemplaza Dolli que la adoro.
— ¡Que no hagan de esto un gran episodio!
— Que lo hagan. Si la gente necesita hablar, que hablen.
“A MÍ LA FAMA ME LLEGÓ COMO UNA TROMPADA”
— Eso también cambió en vos, antes tomabas distancia de los medios y las redes.
— Ahora me río. Me río porque no queda otra. Es terrible escuchar hablar de vos en tercera persona. A mí la fama me llegó como una trompada. Yo era conocido en el mundo gastronómico pero nunca fui esto que soy ahora, que se preocupan si tengo la media negra, el saco azul, el no sé qué. Y que te pase de golpe es muy fuerte. Me pasó en la pandemia, cuando MasterChef fue este mega éxito. De repente pasé a estar en boca de todo el mundo.
“DIGO: HOY NO ME CRITICARON, QUÉ RARO. SE ESTÁN OLVIDANDO DE MI?”
— Ahora te reís de las cosas que inventan también.
— Sí. Me río. ¿Viste esos que dicen que no hay mala publicidad? Que es mejor que hablen que que no hablen? Digo: hoy no me criticaron, que raro, mmm, ¿Se estarán olvidando de mí? (risas)
— Vi una foto tuya sexy, erótica, en un calendario.
— Eso era a beneficio, a beneficio de unos chicos que tenían que viajar.
— “Si es a beneficio me desnudo”.
— Sí. En aquel momento. Ahora no sé si estoy para eso.
— Ahora que me paguen. Ahora que soy una estrella.
— Puede ser.
“ENTRE DONATO, DAMIÁN, WANDA Y YO EL QUE MENOS PROPUESTAS RECIBE SOY YO”
— Sos un sex symbol Germán.
— ¿Decís? No, no sé.
— Vos sabés. Sí sabés.
— No, en serio que no (risas) Te voy a decir algo: entre Donato, Damián, Wanda y yo el que menos mensajes recibe, el que menos propuestas recibe soy yo.
— No es verdad.
— Es cierto. Lo digo así. Por favor hagan propuestas. Sí, sí, en serio. No sé si doy miedo o qué. Viste que hay algo…
— ¿Todavía?
— Sí. Mejor igual, dejémoslo porque tampoco tengo…
— “No tengo tiempo de tener algo con alguien”. Será el misterio que generás lo que inhibe. El hombre recio.
— Igual en un momento… no, no voy a decir eso.
— Sí, por favor te lo pido. Y con esto nos despedimos.
— (Risas). En un momento si buscabas en Google qué era lo que más preguntaban sobre mí era: “Germán Martitegui pareja”, “Germán Martitegui esposa”, “Germán Martitegui situación sentimental”. En lugar de decir: recetas Germán Martitegui. Dónde queda el restaurante de Martitegui. Eran preguntas que no tenían nada que ver.
— Es lo que estoy diciendo, sos un sex symbol.
— Ponele. O que la gente es chusma.
— Quizás se dieron cuenta que no estás abierto al amor.
— Yo creo que no estoy abierto a contar mi vida privada así como a la multitud porque no tiene sentido. No tiene sentido (risas).
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