Lizardo Ponce con María Laura Santillán: “Es muy loco hoy decir que me gustan los hombres y vivir sin ocultarme, no era una opción”

Cómo fueron las semanas en que sufrió ataques desde las redes. La cancelación y los insultos. Los momentos de ansiedad y de desesperación ante el odio y el ensañamiento. El día en que su papá reconstruyó su corazón, el apoyo clave para vivir en libertad. Por qué se enamora de la persona equivocada. Cómo es la relación con su sobrino con autismo. Retrato de un chico tierno, sincero y muy sensible

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María Laura Santillán Con Lizardo Ponce

Lizardo Ponce es periodista, es locutor y es influencer. Nació en Villa Allende, provincia de Córdoba hace 32 años. Se hizo conocido en la televisión como periodista, fue cronista, panelista, condujo, cantó y bailó, pero la fama y la popularidad le llegaron de la mano de su intensa actividad en las redes. Porque en plena pandemia, Lizardo todos las noches estuvo en vivo y hasta muy tarde conversando, entrevistando, charlando con sus amigos y con artistas. Entretuvo y acompañó a mucha gente que estaba aislada, aburrida, deprimida esos meses de encierro. Esas transmisiones en vivo se hicieron para muchos una sana costumbre y Lizardo devino en influencer. Pero desde hace muy poco que acepta ese mote…

— Antes renegaba del término influencer, ahora me gusta, ahora me considero influencer y estoy orgulloso. Antes era: “sos influencer, sos un vago”. La generación de influencers de este país fue demostrando que es un trabajo, que hay mucho esfuerzo detrás, que hay una autogestión muy importante, que hay mucha producción.

Resulta que lo invitan a los eventos más glamorosos, viaja a festivales importantes, representa marcas internacionales… Pero curiosamente tanta tarea y esfuerzo no se notan, porque Lizardo se muestra muy relajado, como si no trabajara. Imagino que detrás hay producción, edición, corridas... Nada de eso se ve.

— Sí, es un poco así. Es un poco difícil porque siento que el trabajo es ser feliz todo el tiempo. No podés ir a un evento y estar con mala cara y uno tiene una vida atrás. A uno le pasan muchas cosas en su cabeza, en su casa, en su familia, en sus amores, y hay que hacer un clic, llegar y tener la mejor onda y disfrutarlo. El trabajo que tengo es transmitirle a la gente el momento que estoy viviendo. No lo hago de una forma hipócrita, llego y automáticamente trabajar me pone de buen humor. Me hace bien, lo disfruto mucho.

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti
SI ME MUESTRO LLORANDO POR TODAS LAS COSAS QUE ME PASAN LA GENTE VA A PENSAR QUE SOY UN PESADO

— Lo que se muestra en Instagram es felicidad. No se cuenta lo feo, lo oscuro.

— A mí me cuesta mucho. A veces lo hago y cuento, pero habiendo tanta exposición, tanta gente mirando, está bueno resguardarse un poco. Si uno se muestra de esa forma te pueden hacer sentir peor. Comparto lo más lindo. Me imagino llorando por todas las cosas que me pasan, la gente va a pensar que soy un pesado (risas). Pobre chico.

— Llorás mucho. Los que te conocen dicen que sos muy sensible.

— Dicen eso ¿no?

— Sí, la verdad que sí. Y me parece que está bien llorar. A mí me hace bien, me hace descargar. No es que esté llorando todo el día.

ME DA MUCHA VERGÜENZA LA MENTIRA, VERGÜENZA QUE ME DESCUBRAN

— ¿Cómo hiciste para cuidar tu intimidad? Sos periodista de espectáculos y estás rodeado de periodistas de espectáculos

— Es que hay cosas que no las transo por nada. La confianza de la gente que quiero, incluso de gente que no quiero tanto pero que confía en mí. Hay cosas que no voy a poner en juego. Tampoco siento que tenga tanto que esconder. Tengo una vida bastante libre, siempre me manejé con mucha transparencia. En la pandemia yo abría la puerta de mi casa y podías ver absolutamente todo. Y por eso se me escapaban ciertas cosas y a los cinco minutos me arrepentía de lo que había dicho. Pero al mismo tiempo sabía que me estaba mostrando transparente, desde el momento cero sabía que no había que mentir porque la mentira, por más que suene trillado, tiene patas cortas. Me da mucha vergüenza la mentira. Me da mucha vergüenza que me descubran. Así que prefiero siempre decir la verdad.

— El influencer paradigmático de tu generación es Santi Maratea que hace un trabajo de solidaridad único. ¿En qué sentís que influís vos, qué querés dejar como mensaje? ¿Qué suponés que la gente busca en vos?

— Lo de Santi es algo como supremo. Es algo realmente extraordinario que haya logrado todo lo que logró. Trato de contarle a la gente lo que fue mi recorrido. La gente cree que vos naciste y te metieron ahí y no pasó nada a lo largo de todos esos años. Ven que la estás pasando bien, pero detrás de eso hay un montón de cosas que tuve que ir peleando. Vengo de Córdoba, mi familia no tenía nada que ver con los medios de comunicación y yo era fanático de los medios de comunicación. Tenía agendas donde anotaba absolutamente todo lo que pasaba en la tele. Me gustaba mucho la música y tenía anotados todos los rankings y todas las canciones, todos los artistas. Entrevistas veía. No me permitía soñar que en algún momento iba a poder tener un programa en MTV como lo tuve. O poder trabajar en programas de televisión. Lo veía muy lejano. Muy lejano. Tuve que hacer todo un recorrido: estudié, me preparé, vine, golpeé puertas, trabajé gratis, pagué espacios en radios. Eso es lo que trato de contarle muchas veces a la gente cuando me dicen “cómo hacés”. Solamente hay que meterle, hay que encontrar el camino y hay que aprovechar las oportunidades.

— No fue nada fácil a los 22 años venir a Buenos Aires y dejar a toda tu familia en Córdoba.

— Sí. Mi familia hizo un gran esfuerzo para pagarme la facultad, yo tenía muchas ganas de ser lo que soy ahora, un periodista, un locutor. Entonces sentía que les había pedido mucho. Que después ellos hayan entendido que yo necesitaba venir acá para crecer y encontrar un camino fue un regalo que me hicieron y fue un acompañamiento muy lindo.

— ¿Tus papás te bancaron económicamente?

— Yo trabajaba para un diario en Córdoba, el diario Día a día. Y cuando vine acá decidieron que yo siga trabajando desde acá. Pero obviamente el sueldo a mí no me alcanzaba, era un sueldo muy básico. Tengo el recuerdo de haber buscado un departamento y que mi papá me compró una heladerita y una cama. Estuve tres años sin aire acondicionado, sin ventilador, recuerdo cagarme de calor y vivir ahí. Pero siempre buscando poder trabajar de lo que me gustara.

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti

— A quién extrañabas más, quién te hacía más falta? Debe ser duro cambiar de lugar. Porque dejás los amigos, los papás, los hermanos.

— Mis dos papás … Sí, mis papás. Mis papás, mis hermanos. No solamente por la contención sino porque uno deja de formar parte del día a día. A la distancia trato de hacer lo mejor que puedo, colaboro de la forma que puedo, pero se pierde esa rutina y ese acompañamiento, poder abrazar a mi mamá cuando lo necesite, poder acompañarlos. Estos últimos años no me contaban el 100% de las cosas que pasaban en mi casa para no ponerme mal. Yo por dentro sí sabía y me mataba no poder estar acompañándolos. También me hubiese encantado que me acompañen a mí, pero con todos los problemas que tienen trato de no ser una carga y de transmitirles que estoy lo mejor posible por más que a veces no lo esté, lo disimulo. A veces me dan muchas ganas de estar con ellos. Por suerte tengo el Facetime y hablo con ellos, hablo con mis sobrinos, con mi mamá. Me gusta invitarla y que disfrute y compartir mi casa, que esté bien conmigo. Y por suerte yo acá en Buenos Aires tengo mi otra familia que son mis amigos y que son muy importantes para mí. Siento que tengo dos familias. Tengo acá un grupo de amigos muy lindo desde hace diez años también, que estamos todos medio en la misma también porque muchos vienen de otras provincias o perdieron a sus familiares. Mi casa está a disposición de todos siempre.

María Laura Santillán con Lizardo Ponce

— ¿Pudiste comprar tu casa propia o tu generación no puede acceder a eso?

— No, no, todavía no. No sé si tengo en mente hoy comprarme una casa. Ahorro y trato de ser consciente, no es que salgo y desparramo lo que voy ganando, lo voy guardando. Ayudo mucho a mi familia también, a mis sobrinos con el tema de sus escuelas.

— ¿Económicamente?

— Claro, económicamente sí. Los ayudo y trato de estar presente.

— Tenés un sobrino de 7 años con autismo.

— Sí. Mi ahijado. Santino

— Debe necesitar más ayuda que el resto.

— Sí. Pero sé que la tiene. Es muy loco lo que nos pasa a Santino y a mí. No puedo estar con él todos los días, no lo puedo ir a buscar al colegio, pero hay como una conexión muy fuerte que se dio desde el momento cero. Cuando estamos juntos es increíble porque nos amamos y estamos muy unidos. Lo mismo cuando hablamos por teléfono. Fue un gran avance que él me pueda prestar atención. A mí me dolía mucho llamarlo, hablarle y que él estuviera un poco más disperso y viendo otra cosa. Y con el tiempo pudimos encontrar esa conexión. Más allá de todo lo que pasa, él es un niño muy feliz porque está acompañado de toda mi familia que hacen todo por él. Tiene un tema con el habla, le cuesta mucho expresarse, pero sí se hace entender. Pero hay cosas que hace que me dan señales de que está bien y de que es un niño feliz. Por suerte cuenta con mis papás principalmente que lo dan todo, lo acompañan, lo llevan a todos a los lugares que tiene que ir, a la escuela que tiene que ir. Lo importante es tener amor en tu casa y que te acompañen. Más allá de Santino, cualquier niño, niña, niñe, que tenga la contención y el amor, como tuvieron mis papás para con todos mis hermanos.

María Laura Santillán con Lizardo Ponce
ES MUY LOCO PODER DECIR SOY GAY, ME GUSTAN LOS HOMBRES Y VIVIR SIN OCULTARME.

— Siempre hablas muy lindo de tu papá y de tu mamá. Están en un lugar muy especial.

— Sí, es que lo son, yo estoy muy agradecido de los papás que me tocaron porque era impensado para mí todo lo que me está pasando. Haber tenido su apoyo fue clave. Que confíen en mí en todo sentido, desde lo profesional hasta lo personal. Que me hayan permitido ser libre y estar tranquilo con el tema de mi sexualidad también. Porque así como cuando yo era chico no me imaginaba trabajando en televisión o haciendo entrevistas a los artistas que llegué a hacerles entrevistas, para mí es muy loco también hoy poder decir soy gay, tuve novio, me gustan los hombres y poder vivir tranquilo y sin ocultarme, y sin esconder y sin tener que bloquear ciertas actitudes, ciertos gestos, ciertas formas de hablar, ciertos gustos musicales, tantas cosas. Lo tuve que hacer por mucho tiempo. Y no porque en mi casa era así sino porque la sociedad era así. Era un momento en que me asustaba mucho, esto que me está pasando con mi libertad no lo tenía como opción. No lo veía. No era una alternativa y no era una opción. Entonces haber transcurrido tantas cosas y haber sentido el apoyo de toda mi familia en el momento justo hoy me hace vivir de una forma que agradezco aunque no lo tendría que agradecer tampoco, porque creo que todos deberíamos vivirlo de esta manera.

— Lo agradecés porque para mucha gente fue muy difícil?

— Para mucha gente lo es todavía, no se lo permiten. No lo pueden vivir así. No tienen el soporte y el amor que yo tuve en su momento.

María Laura Santillán con Lizardo Ponce
EN LAS REDES FUERON DEMASIADO CRUELES CONMIGO. CONOCÍ LA ANSIEDAD Y LA DESESPERACIÓN.

— Para estar en las redes, contar, bancarte los comentarios, exponerte, también tenés que ser fuerte: una parte tuya es muy fuerte, es muy sólida. En las redes son crueles, además de muy cariñosos.

— Sí, fueron demasiado crueles conmigo en muchos momentos. La pasé muy mal, creo que ni siquiera soy consciente de lo mal que lo llegué a pasar. Yo conocí lo que era la ansiedad y esa desesperación y esas ganas de morirme directamente cuando leía ciertas cosas y cierto ataque. Leía tantas cosas y de verdad sentía que no me las merecía.

— ¿Qué de todo es lo que más te dolía?

— Fue por momentos. Hay una tendencia en las redes con la gente que se pone un poquito de moda, bardearla. Entrás ahí y te atacan porque sí, hagas lo que hagas. Obviamente muchas veces me equivoqué, con comentarios, con cosas que dije. Todos nos equivocamos. Durante mucho tiempo dije algunos comentarios que no estuvieron buenos y que hoy no repetiría. Y no porque me cancelaron, porque en redes me insultaron, sino porque crecí, porque aprendí, porque maduré, porque pude cambiar la forma de ver las cosas, porque me deconstruí, porque por suerte muchos nos deconstruimos y porque muchas veces hasta el público me enseñó cosas. Fui cambiando y seguramente tengo que cambiar mil cosas más. Pero cuando sentís que hay tanta bronca, tanto odio y tanto ensañamiento…

LES DIGO: SI LA INTENCIÓN ERA HACERME DOLER, LO LOGRARON

— ¿Qué haces ahora con todo eso? Cuando aparecen insultos, agresiones, el odio de las redes. ¿Bloqueás, silenciás, llorás?

— En ese orden (risas). Cuando me hacen doler mucho sí les digo que si la intención era hacerme doler lo lograron. Si era lo que querías, perfecto. A mucha gente sí la bloqueo y bloqueo sus futuras cuentas para que no me pueda ver nunca más. ¿Para qué quiero tener a alguien que me va a estar bardeando? No, no me interesa.

— ¿Un influencer tiene responsabilidad en lo que dice, en lo que hace, en lo que muestra?

— Sí, yo creo que sí. En el mensaje que uno da. En los comentarios. En las cosas que no muestra. Cómo se muestra. Hay que ser responsable, hay mucha gente del otro lado que te ve, que te consume y que te adopta como una persona de referencia. Yo tengo seguidores con los que charlo y les contesto. Me lo planteaba cuando trabajaba en tele también, cuando uno no está seguro de lo que dice mejor no decir nada. A mí me criticaban cuando era panelista de algunos programas y me decían: este chico no habla. Prefiero no hablar a decir cualquier pavada. Prefiero mantenerme en silencio. En algunas cosas me manejo en silencio porque siento que tengo que aprender todavía para ponerme en el lugar de decirlo. En otras no, en el tema de la diversidad me siento muy responsable, muy preparado para hablarlo y muy conectado con el tema. Y ahí voy con todo porque sé que a mucha gente le hace bien cuando lo hago y represento a muchos a la hora de hacerlo.

— En redes no hay horarios. ¿Es un problema eso?

— En mi vida tampoco (risas). A veces sí, por supuesto, trabajo. Tengo un temita con el insomnio que me mata. Me destruye. No sé si es insomnio, ansiedad, el momento de pensar, la hora de… Estoy sensible y tiene que ver mucho esta época del año, para mí diciembre es un momento de balance. De lo que hiciste. De lo que se viene. Mucha incertidumbre. No tengo un trabajo fijo.

— No tenés un trabajo fijo porque no querés. Ofertas te sobran.

— Sí, ofertas tengo, pero hay que combinar los trabajos que tengo como influencer con una responsabilidad fija de cumplir ciertos horarios tradicionales.

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti

— Hay temas de los que no hablas públicamente. ¿Cuáles son los límites? ¿Qué contestás si te preguntan opiniones políticas?

— De política mucho no hablo porque no tengo idea entonces no suelo entrar. Prefiero no abordar temas en que no me siento preparado. No me preguntan tampoco (risas). Tampoco me gusta cuando me preguntan por la vida de los demás, de gente que tengo cerca.

— Cuando Yanina mostraba su enojo con el gobierno no emitías opinión, no decías casi nada.

— No, porque también no quería entrar en discusión con ella tampoco (risas). Pero a ella la banco, dice lo que piensa en el momento que quiere. Yo la quiero mucho. Mucha gente hay cosas que no sabe de Yanina, ella es muy buena amiga y fue una gran contención para mí. Porque en esos momentos de brotes que yo tenía, de locura, de sufrir lo que pasaba en redes y lo que me decían, la primera incondicional que estuvo siempre fue Yanina para hablarme y tranquilizarme, se lo agradezco siempre.

— ¿Maternal?

— Muy maternal. Por ahí para no querer preocupar a mi propia familia a veces sentía a Yanina como parte de mi familia y era ella la que me contenía, ella podía entender qué me estaba pasando.

— ¿Y al revés sucedió? ¿Qué fueras vos el que ayudara a Yanina?

— Muchas veces. Sí, hay muchas cosas en las que no estamos de acuerdo, pero creo que de eso se trata también. Obviamente ella cuenta con un apoyo. Ella y Lola.

— ¿Conociste algún chico en Instagram, en redes?

— (Risas). Sí, varios. Sino para qué tengo Instagram. Conocí chicos de muchos lugares.

— Se empieza por mensaje privado o se empieza en los posteos? ¿Cómo empieza el acercamiento? Vamos a tomar una clase.

— No sé si soy el mejor para… (Risas). Cada uno tiene sus formas de conquistar virtualmente. Podés seguir directamente a alguien y ver si ese alguien te devuelve el follow y ya tenés una forma de conectarte. O likeas alguna foto que te haya gustado y te fijás si el otro se da cuenta y también te likea una foto.

— Hay que estar pendiente para darse cuenta.

— Estamos pendientes (risas) Contestar alguna historia. Escribir. O ir de lleno. A mí me llegó a pasar alguien que me escriba y me diga ¿vamos a tomar algo hoy directamente? Y no fui pero me hubiese gustado. Me hubiese gustado.

— ¿Te gustó la actitud?

— Me gustó la actitud, está bueno. A veces entro por otro lado.

A VECES ME ENAMORO DE LA PERSONA EQUIVOCADA

— Estuviste cinco años en pareja y después no se supo de nadie más. ¿Qué pasó? ¿Qué se puede contar?

— Estuve de novio cinco años, fue mi primer novio. Fue un gran amor, fuimos muy compañeros. Mi familia lo quiso mucho. Yo quise mucho también a su familia. Éramos muy, muy unidos. Pero pasó el tiempo y era lógico que cada uno también quisiera experimentar la vida enfocándose en su propio camino. Él estudiaba arquitectura, se estaba recibiendo, y yo estaba metiéndome en lo que era el mundo de la tele y para mí era lo más importante poder trabajar y llegar, estaba muy metido en eso. Decidimos quedarnos con lo más lindo y aceptamos que cada uno tenía que seguir su camino. Es re aburrido porque la verdad que…

— La pregunta es después qué pasó. ¿No te dieron más ganas de estar en pareja?

— O no me dieron más bola (risas). Una de dos.

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti

— Te enamoraste, pero el otro no se enamoró de vos?

— Puede ser. A veces me enamoro de la persona equivocada. Me parece que entendí que la vida son momentos y que no todo se tiene que dar cuando uno quiere. Respeto mucho cuando del otro lado no tienen las mismas ganas o los mismos sentimientos.

— Hay montón de temas muy pensados, muy craneados, casi como si estuvieras por escribir un libro (risas)

— A nada de escribirlo.

MI PAPÁ ME RECONSTRUYÓ EL CORAZÓN

— ¿Hacés terapia? ¿Hiciste muchos años?

— Sí, muchos. Yo les conté a mis papás que era gay en terapia con mi psicóloga al lado. Papá, mamá, Cecilia, una hora de sesión, últimos cinco minutos. “Me gustan otras cosas”.

— Antes de irnos …

— Antes de irnos les quiero decir que… Me gustan otras cosas.

— Cosas.

— Claro. Papá: ¿cómo? Hasta que se entendió el concepto. Mis papás se quedaron mirándome, mi mamá se largó a llorar. Y mi papá me dijo algo que a mí me hizo muy bien, “esto no es un tema para vos ni tendría que serlo para nadie, si para alguien tu sexualidad, tus decisiones y lo que sos vos como persona significa algo, esa gente no tiene que estar en tu vida”. Entonces yo a partir de ahí me manejé de esa manera siempre.

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti

— ¿El tipo mandó todo eso de golpe en tres minutos?

— En tres minutos me rompió el corazón y por eso lo amo. En realidad no me rompió el corazón, me lo reconstruyó. Me lo dijo y fueron las palabras que necesitaba para entender que yo después no me tenía que sentar con nadie más. Mis abuelas se enteraron por la tele, se enteraron porque se los contó mi papá, se enteraron porque me vieron con mi novio…no sé cómo se habrán enterado. Les mando un beso, las amo. Pero no me tenía por qué sentar con mis tíos, con mi abuela, con mis amigos, con… No tengo por qué hacerlo. No.

— Gracias a papá.

— Sí, gracias a mi papá. Lo que entendí fue que yo no fui a confesarme, porque yo no estaba haciendo algo malo. Yo no fui a sacarme una máscara. Yo fui a compartir lo que soy yo como persona, nada más. Por eso yo digo que una cosa es compartir y otra cosa es contar. Yo fui a compartirlo. Fui a abrirme a que me conozcan tal cual y a que puedan entender un montón de enojos y cosas que me pasaron en mi vida que tenían un motivo. Era éste, no me sentía cómodo y estaba triste y angustiado por lo que me estaba pasando.

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti

— Lizardo ahora usa bermudas. Va a los eventos en bermudas. ¿Están de moda?

— Hace mucho calor. Y basta, basta. Lo decidí el día anterior. Ese evento era a las seis de la tarde. Yo dije: hace mucho calor en Buenos Aires. Tengo que ir elegante son los People Choice Awards y yo era el único argentino nominado, hicieron un festejo. Me sentía como en mi fiesta de 15. Y basta ya del tema de la bermuda. En su momento en muchos boliches de Buenos Aires no me dejaban entrar por tener bermudas. ¿Por qué? Basta. Usémosla todos en cualquier momento y en cualquier lugar.

— ¿Hice mal en preguntar?

— No, me diste el pie para pedirle a todos que usen bermudas.

— ¿Cuál es tu persona favorita en el mundo? .

— Mi persona favorita. Tengo varias personas favoritas. Si me pedís una, mi hermana Milagros. Es la persona más espectacular que conozco, y la más buena, la que se banca todo. La que me da mucha seguridad, el poder estar acá tranquilo sabiendo que ella está allá, igual que mi hermano Martín e igual que mi hermano Matías. Pero siendo mi hermana y la más chica admiro profundamente todo lo que hace por mi familia, por mis sobrinos, cómo está pendiente de todo. A mí me da mucha tranquilidad saber que ella está allá. Eso la convierte en mi persona favorita, le deseo lo mejor del mundo, ojalá que todo lo que quiere lo pueda cumplir, porque se lo merece profundamente.

— Nos tenemos que despedir.

— Menos mal porque si no acá…

— Seguimos llorando… (risas)

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