Artemis con María Laura Santillán: “A veces me siento fuera del mundo gay”

El diseñador que usa tacos, pero no es mujer. Confiesa que no busca chicos para tener sexo, sino para tener amigos. Cómo fueron los años en que tomaba vodka como si fuera agua. El año en que lo acusaron de transfóbico, gordofóbico y heterofóbico. La difícil relación con su papá. Dice que los argentinos aman la ropa de cuero, pero la critican porque quieren ser políticamente correctos. Se reconoce mormón, provinciano y un ser diseñado para llamar la atención

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María Laura Santillán Con Santiago Artemis

Se llama Santiago Navarro, pero para todos es Artemis. Según su año de nacimiento pertenece a la generación millennial, sin embargo todo lo que hizo en su corta vida no entra en solamente treinta y un años. Televisión abierta, show propio en plataformas, performances en Londres y en Milán, libro, desfiles, colecciones y también mucho lío. Se define como provinciano y mormón. Es diseñador de moda pero él se presenta también como “performer y visual art”, así, en inglés.

— ¿Por qué en inglés? Por qué no decimos artista visual, ponele?

— A veces mis ideas nacen primero en inglés, porque consumo mucho en inglés desde chiquito y me quedó un poco esa tara. Obviamente una vez que empecé a estar en la televisión y en los medios me fui aggiornando a regular cuándo, cómo y en qué momento. Me tengo que frenar porque si pienso que la otra persona no entiende no da.

Santiago es conocido por sus diseños disruptivos. Son diseños distintos, locos, a veces zarpados, y por haber diseñado además ropa para mujeres como Tyra Banks y Xuxa. Y en Argentina para Lali, Griselda Siciliani y un montón más.

— Hablando del inglés…parece que todo lo que me gusta viene de otro país y que tengo un estilo más europeo y queda que quiero ser de otro país. Al contrario, yo estoy orgulloso 100% de ser argentino, por eso no me fui (risas).

Fotos: Gustavo Gavotti
Fotos: Gustavo Gavotti

— Escribiste el libro, El chico del fin del mundo, porque naciste en Ushuaia, Tierra del Fuego. Ese lugar es literalmente el fin del mundo. ¿Qué te describe, que te acompaña del extremo sur?

— Cierto sentido de humildad. Tenga los eventos que tenga, vaya al país que vaya, conquiste o no conquiste, hay una humildad que todavía mantengo, un respeto hacia el otro. Una cosa como de campo que me quedó.

— De provinciano?

— De provinciano (risas). Soy re provinciano mal.

— Tuviste una educación mormona. ¿Qué tenés de mormón?

— Laburar. Laburar, sin lugar a dudas. La gente me pregunta: cómo hiciste. Digo, trabajando. Trabajar, hacer conexiones, mandarse, estudiar, informarse. Si lo vas a hacer, hacelo 100%. Eso es muy de la iglesia mormona. Lo hacés con alegría. Sin queja y con determinación. Eso es lo que rescato de la iglesia.

— ¿Y algún otro valor que te marcó? Por ejemplo, lo moral.

— Uy, lo moral tiene mucho que ver. No sé cómo puedo ser tan extravagante y personaje, con uñas con acrílico, abiertamente gay y muy disruptivo visualmente, rozando con mujer/varón siendo un hombre. No tuve ningún problema, pero la iglesia no acepta la homosexualidad, como cualquier religión condena el acto entre dos hombres. Los mormones tienen una creencia medio extraña, que no comparto. Si tenés pensamientos homosexuales no es un problema, el problema es si tenés sexo con un hombre. Es uno de los pecados más importantes, que te puede sacar de la iglesia.

NO BUSCO CHICOS PARA TENER SEXO, BUSCO GENTE PARA TENER AMIGOS.

— ¿Te dejó traumas este mandato religioso?

— Sí, problemas de intimidad con parejas. No soy tanto del sexo. Soy una persona sexual como cualquiera, pero no busco chicos para tener sexo. Te diría que busco gente para tener amigos. Cuando empiezan los tanteos sexuales hago como… ¿What? Yo vine a tomar el té (risas). Y eso tiene que ver con la iglesia,100%. Hubo una represión ahí. No me gusta sexualizarme tampoco. No me gusta quedarme en ropa interior en las redes sociales. Me encanta que otros lo hagan, yo me siento bien más cubierto. Mi onda es victoriana, cuellos cerrados. No sé si vas a encontrar diez fotos mías en pelotas.

— Es cierto que estás siempre vestido con ropa muy cerrada.

— Sí, también tiene que ver con el tema del invierno en Ushuaia. Me gusta estar más cubierto, más protegido si se quiere.

— ¿Cómo te llevas con tu familia desde que estás fuera de la religión mormona? ¿Cuando los vas a ver, cuando te ven?

— Fue difícil el paso de Santiago hijo a Santiago figura pública. Yo me pongo en el lugar de ellos y digo: qué loco debe ser verme todos los días cuando estoy en televisión abierta y en el show en Netflix. Que todo el mundo llame a mis papás y estén contentos por mí. Ellos no sabían muy bien cómo manejarlo. La forma de manejarlo era no hablar del tema. Me acuerdo que les pregunté, ¿vieron mi serie? No, no, ya te conocemos.

SOY EL ÚNICO HIJO VARÓN, PAPÁ QUERÍA A MARADONA Y LE SALIÓ MADONNA

— Elegís contar que lo fuerte para tu familia fue verte en la tele como figura pública. No estás contando nada íntimo. Si sentiste rechazo porque te vestís extravagante, o porque te vestís de mujer o porque sos gay.

— Hay una famosa frase cuando éramos chicos: Santiago hace lo que quiere. No le podemos decir nada. ¿Qué le vas a decir a Santiago? Pero sí hubo rechazo por parte de papá, por supuesto. O sea, el único hijo varón de tres hijos, básicamente él quería a Maradona y salió Madonna ¿entendés? Fue una cosa así.

— ¿Tu papá es muy futbolero?

— Re. Los gritos de gol a través de los 90, Claudio Paul, Maradona. Maradona era como Jesucristo en mi casa. Después de Jesucristo venía Maradona.

— ¿Vos y el fútbol?

— Yo no. Ahora estoy en paz con el tema del fútbol. Me encanta que a la gente le guste el fútbol. Pero de chico le tenía rechazo y bronca.

— ¿Por qué?

— Justamente por la obligación de que me tenga que gustar el fútbol. Nunca me gustó. Y la obligación de jugar a la pelota. No quiero jugar a la pelota con papá. Aprendí después a darme cuenta que venía de una bronca de chico.

— ¿Eso es lo que más te molestaba de tu papá?

— Sí, el rechazo y ser autoritario.

— ¿Qué te decía?

— Parate bien que pareces un puto. Qué haces con la mano así. No te comas las uñas. Un día me estaban poniendo esmalte en broma mis primas: qué haces!! Ese grito. ¡No toques las muñecas! Las Barbies. Amaba, había que mantenerlo muy en secreto. Llegaba papá y había que esconder. De chico dibujo vestidos de novia: ¿por qué haces vestidos de novia? ¿Un hombre para cuándo?

— Ese trato duró hasta cuándo?

— Hasta que me independicé. Él me empezó a mantener cuando vine a vivir a Buenos Aires a estudiar en la UBA. Pero cuando me independicé como diseñador no había nada que me pudiera decir. De hecho, las primeras veces que empezó a ponerse medio mandón le dije: perdón, no me mantenés más, no te debo nada. Esta es mi vida, no le hago mal a nadie. Hubo un par de conversaciones.

— ¿Cómo fue con tus hermanas o con tu mamá?

— No, mamá más open. Tampoco estaba emocionada con que estudiara mi carrera de indumentaria, pero es mamá. Mamá fue mi primer amor. Cuando nací vivía pegado a mamá. Y mis hermanas también, tranquilas. No son muy demostrativas. Un día les dije: “necesito que me digan que me felicitan. Los saludos de mucha gente que me conoce, fans, divinos, todo genial, pero que tu familia no te diga felicitaciones…yo necesito la palmadita en la espalda”.

— ¿A quiénes se lo dijiste?

— A todos. Los senté en una mesa un día y les dije: miren, no quiero que me faneen. Eso es lo que ellos pensaban: “Santiago, no somos tus fans, somos tu familia”. Pero eso no tiene nada que ver con que puedan apreciar lo que estoy haciendo. Llegar a verlos de vacaciones, tener un show en una plataforma digital como la que tengo y que no hablaran del tema…¿no vieron nada? Hay conversaciones que son tan simples y a la vez tan difíciles. Sentar a tus papás y pedirles un abrazo. Ahora lo logré.

— ¿Lo lograste recién ahora?

— Sí. Hace poquito, en junio.

— Decirles que necesitás un abrazo.

— De papá más que nada.

— ¿Antes no podías?

— No. Podía ir a Japón pero pedirle un abrazo a papá. Miedo y mucha inseguridad.

— ¿Te intimida tu viejo?

— Ahora no, antes sí. Lo que más me intimidaba era quebrar y llorar si lo abrazaba. Y lloré. Les dije: “miren, no somos una familia convencional. Mi carrera se volvió algo muy loco. Pero necesito acercarme a ustedes”. La vida ya me está diciendo flaco, tenés que volver aunque sea una navidad con tus papás. Porque me fui al mundo tan chiquito que después no me hice cargo de la familia y tuve que volver sí o sí porque si no me pegaba un tortazo. Y me dijeron que me querían. Nos dimos un abrazo.

— ¿Cómo fue el orden?

— Primero fui a papá. Mi miedo era quebrar y largarme a llorar. Y quebré y me largué a llorar. Pero me fui con más herramientas emocionales.

— Vos lloraste, él no lloró.

— Él no lloró porque es la persona menos demostrativa del mundo. Pero después mis hermanas me dijeron que papá quedó re contento Santi. Con papá no podía tener algo establecido, firme, donde pudiera hablar con él.

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti

— ¿Y ahora?

— Y ahora sí. Ahora empezó un ejercicio, un hablemos con papá. Le escribo cada dos días: cómo andas, qué tal. O le cuento un logro. Le mando un video: hola pa, acá estoy en la Quinta Avenida, te quiero decir que te quiero mucho. Esos pequeños gestos. Una amiga me vio mal un día y me dijo: tenés que abrazar a tu papá, parecés un huérfano.

— ¿Vas a pasar las fiestas con ellos?

— Sí. Hace años que no paso navidad con ellos. Pero este año sí, luego de 10 años. Y por más que sea aburrido. Por más que tenga que bajar un cambio. Por más que sea todo un embole voy por ellos, porque necesito que me haga bien para mi salud mental.

— Vos crees que puede ser aburrido.

— No, es aburrido (risas). Es divertida la cena pero después estoy así como…qué hago, dónde hay shoppings (risas). Es decir listo, son siete días y hay que pasarlos. Llevá tus libros, lee tranquilo. Tirate en el sillón, no hagas nada.

— ¿Pero no podés estar quieto y pasar un rato con tus viejos?

— Muy bien, ese es el tema. Soy muy inquieto. Soy intenso (risas). I´m a very intense person. Pero igualmente aprendí a decir que no importa si es aburrido o no: tenés que hacerlo porque te hace bien y es lo que corresponde, estar con tus papás aunque sea en navidad y año nuevo. En lo emocional recién ahora señor madurez. Hasta hace muy poco era un nene, actuaba como un nene.

— Si la ropa habla y lo que uno se pone transmite cosas, ¿qué transmitís vos hoy?

— Hoy estoy en plan años 80. Quería dar Glenn Close en Atracción fatal, faltan los rulos solamente. Tenía mucha hombrera y poca cintura. Soy conocido por la hombrera. Por los cuellos altos. A mis clientas que me eligen les gusta mucho. Buscan algo diferente. Hombreras es un cross entre Xuxa y Joan Collins en Dinastía. Son esos dos mundos.

— Niño, has dicho cosas polémicas por demás. No sé por dónde empezar. Hablas sin mucho filtro. ¿Te arrepentís o las bancás?

— Soy una persona muy verborrágica y que no tiene filtros. Cuando me volví figura pública me di cuenta de que hay que tener un cierto filtro al hablar. Yo no tenía ese filtro al principio y eso me hizo tropezar con algunos comentarios que dije. Estoy arrepentido, obvio. Así como soy el primero en decirlo, soy el primero en pedir perdón. El tema es si la gente lo quiere tomar o no. Sé todo lo que dije y me hago cargo, pero también es porque tengo cierto tipo de humor que tal vez no va más ahora en el mundo. Soy medio como ese Jim Carrey comediante también.

— ¿Vintage?

— Vintage, soy vintage.

— No se lleva más. Es políticamente incorrecto.

— Claro, sí. Es muy aburrido ser correcto. Es un clavo.

— ¿Decís que te arrepentís porque es políticamente correcto decirlo y no te arrepentís de nada?

— No, no, te juro que no. Cuando estoy con amigos conversando que no son conocidos y tienen la libertad de decir lo que quieren y dicen “gordo”, dicen “villero”, yo les digo que no se puede decir más eso. A mí me hace ruido ya. Aprendí que ciertas palabras que para mí eran como whatever, al final tienen un peso y me hago responsable.

— Atravesaste años con momentos difíciles. Sobreviviste a vivir en el fin del mundo que es estar alejado de muchas cosas y ser un distinto.

— Sí, en inglés, isolated, muy solo. Todo muy solo.

— La familia, mormona. Un papá que quería que fueras un…

— Un chongo. Macho.

— Atravesaste bullying cuando eras chico.

— Mucho. Sí. Muchísimo.

— Tuviste trastornos alimenticios.

— Sí. La verdad que atravesé mucha soledad. toda mi carrera la hice solo, no es que alguien me pagó algo o que conseguí las cosas a través de algo. Fue puramente trabajo. Incluso en la Facultad me hacían bullying por cómo me vestía. Lo cual es una ironía en sí misma porque si el chico va a diseño y se viste con ropa de diseño loca, ¿por qué está mal? Decí que yo no le daba mucha importancia, pero sí puedo recordar que era Lady Gaga, el trava de FADU. Esos eran los insultos. El payaso. El ridículo.

— Lady Gaga no es un insulto.

— No, a mí me parece un honor. Yo no decía nada. Pero si hubiera respondido...

— ¿Te acordás del día en que te vestiste de mujer por primera vez?

— No, porque no fue una cosa de transición ni nada. Me acuerdo que tenía 17 años y que miraba Dinastía, que es una serie vieja, no es de mi época, la bajaba de internet. Me miré al espejo y me puse un abrigo de piel tipo Joan Collins y dije: si Joan Collins puede estar en televisión vestida así por qué yo no puedo. Y desde ahí nunca paré.

— 17 años. Una vida en tacos.

— Una vida en tacos (risas), es buena esa.

— Es incómoda la vida en tacos Santi.

— Sí, aprendí también este último tiempo a hacer on y off. O sea, play y pausa. Uso tacos, tacos simbólicamente, cuando corresponde y me saco esta investidura cuando quiero que alguien esté relajado conmigo, cuando quiero que estemos haciendo nada. Cuando quiero estar más accesible como ser humano y tener una conversación más fluída. Me di cuenta que para poder entablar conversación y sentirte más cercano yo tengo que bajar un cambio. No voy a dejar de ser intenso, hablador, pero un jean y una remera hacen una diferencia.

— Bajaste un cambio entonces en muchos aspectos. En las cosas que decías sin pensar y que podían ofender. Te acercaste a tu papá. Dejaste de estar las 24 horas para el afuera.

— Claro, saqué más lo performático, mostré más mi lado humano. Pedí disculpas cuando tuve que pedir disculpas. Me encanta.

María Laura Santillán con Santiago Artemis
SOLÍA TOMAR SHOTS DE VODKA COMO SI FUERA AGUA.

— ¿Qué fue lo que detonó este cambio?

— Irme a la B. Mucho alcohol. Mucha joda. Hasta los 28 yo no había tomado ni siquiera una copa de alcohol, mormón. Tan rápido arrancó mi carrera, los amigos de mentirita que no pensé que eran amigos de mentira. Yo no me daba cuenta. Empecé a usar el alcohol como una especie de par de brazos para que me abracen cuando no aguantaba más la presión. Empezaba a no gustarme mirarme en el espejo, porque no podía lidiar con las presiones de ser el designer, la figurita, esto. Ya no aguantaba más.

— ¿Cuándo tomabas?

— Solía tomar shots de vodka como si fuera agua. En el día, pero nunca en mi casa. es peor todavía porque la gente te ve. Pero se volvió incontrolable.

— ¿Cuánto tiempo duró?

— Casi dos años.

— ¿El alcohol te calmaba?

— Primero me relajaba. Los primeros tragos me sacaban la presión. Después no podés parar y te volvés un borracho.

— ¿Cómo hiciste para dejar de tomar?

— Me empecé a sentir muy mal conmigo, una depresión muy fuerte. Empecé a tener problemas con ciertos amigos que me daba cuenta que querían al personaje, no querían a Santiago. Mis reacciones eran muy fuera de control.

— ¿Alguien te paró y te dijo: anda a un psicólogo?

— No. Yo me paré solo. Lloré mucho. Estuve en cama quince días, no quería ver a nadie. Dije: yo nunca fui así. Mi carrera la hice solo. Construí este hermoso camino solo. Recibí oportunidades hermosas del mundo y de las personas. Y lo estás malgastando por no poder lidiar bien. Porque el alcohol es un síntoma de un problema que estás teniendo. No es el alcohol, es tu forma de escapar porque estás pasándola mal. Y ahí es donde tuve que decir: wait.

— Lo último que te sucedió fue pelearte con la gente.

— Sí, pelearme con gente. Todo el tiempo. Había gente que ya no quería acercarse más a mí. De chico con los varones nunca tuve mucho feeling y me cuesta hacerme amigos. Soy muy hablador, muy intenso, hay gente que ya tiene ideas preconcebidas de vos. Ese tipo de presiones las cortaba con el alcohol. Me dí cuenta que también usaba el alcohol para poder lidiar con lo que me daba vergüenza, que al final era ser aceptado. Todo muy Almodóvar (risas). Pero es la verdad.

— ¿Hay algo que sucedió durante esos años que no se pudo recuperar? Perdiste gente, contactos, amigos? A veces uno mete la pata y no puede dar marcha atrás.

— No, en mi trabajo nunca pasó nada porque siempre lo respeté. Pero también con resaca estaba trabajando.

María Laura Santillán con Santiago Artemis
A VECES ME SIENTO FUERA DEL MUNDO GAY

— Fuiste muy crítico del universo gay. ¿Seguís siéndolo?

— No, creo que lo que pasa es que a veces me siento fuera del mundo gay. Ese es el tema. No es que soy crítico. Me cuesta entrar porque tengo miedo.

— ¿Miedo de qué?

— Y, miedo a que te juzguen o… En la comunidad gay no siento que me quieran tanto. Entonces tengo miedo de acercarme. Es como un círculo vicioso, “ah, no se acerca, entonces no está militando, debería estar militando. Si tiene esa posición, porque está en sus laureles…” Tal vez mi forma de comunicar es poner modelos varones vestidos de mujer. No darle bola al género. Todo el mundo sabe que yo empecé a usar tacos, no lo hacía con ninguna convicción política, pero de alguna manera cambié un poco la forma de pensar de las personas. Se cuestionan “che, el chico tiene tacos pero no lo hace mujer}.

— ¿Qué te reclaman?

— En realidad no lo sé, mi cabeza me diría que me reclaman que esté más involucrado. Iba a ir a la marcha pero no llegué. Pero tengo miedo.

— Cada vez conozco más gente que iba a ir a la marcha del orgullo, que es gay y no fue. ¿Qué es lo que pasa ahí, cuál es el ruido?

— Soy figura pública y al ser figura pública y tener cierta controversia con ellos, no sé si la voy a pasar tan bien.

UNA VEZ DIJE “TRAVA” EN BROMA. TODA LA COMUNIDAD TRANS ENOJADA CONMIGO. FUE UN CHISTE, UN ERROR.

— ¿Qué es lo que no les gusta de vos?

— Una vez dije “trava” en broma. No me acuerdo haberlo dicho porque soy ta, ta, ta, ta, ta,... Después lo dejan, alguien se queja. Toda la comunidad trans enojada conmigo. Pero no tengo nada en contra de los trans, fue un chiste que fue un error y me arrepiento hasta el día de hoy y he pedido disculpas hasta en coreano. Quedó como cierta cosita. No sé si me quieren, no sé si acercarme.

UN AÑO PASÉ POR TRANSFÓBICO, GORDOFÓBICO, HETEROFÓBICO..

— Dijiste que los heterosexuales te generaban incomodidad y te criticaron.

— Eso fue una jugada de prensa re chota de parte de los periodistas, fui yo pero en un contexto. Me refiero a que yo estaba hablando de que cuando era chico si veía una mesa con quince rugbiers que no son gays y yo era el único gay me ponía muy incómodo. Después alguien, me gustaría saber quién, me sacó de contexto y quedé como un heterofóbico. Yo creo que un año pasé por gordofóbico, transfóbico, ¡¿Qué?! Cómo voy a odiar a alguien yo, con esta credibilidad?

— Lo que dijiste es que era incómodo estar entre varones heterosexuales siendo gay.

— Claro. Y más si contamos que mi papá es heterosexual y me crió… ¿qué sos? ¿maricón? Eso, sumado a que soy diferente, afeminado, tengo otros gustos, no comparto los de los demás. Si a los 12 años en una mesa de cumpleaños, son todos chicos varones que te van a decir trolo, es un poco incómodo.

— Pero trajiste un tema, cada vez que metiste la pata: hay espacios y lugares que se suponemos son abiertos, deberían serlo, y no son tan abiertos. Metiste el dedo ahí.

— Claro, guau. Total. Y te juro Laura nunca diría algo para herir a alguien. Estos fueron bifes de los que aprendí en serio. Alguien dice: ay, el gordo, no se puede decir más esa palabra, a mí me hace ruido ya.

— Vestiste de novia a Dante Ortega en la presentación de tu última colección, The rebirth. ¿Por qué?

— Me gusta la idea de ser controversial con cosas que me parezcan estéticas.

— Te hago una pregunta como madre. ¿Puedo?

— Sí. No soy gay (risas).

— (Risas). Estudiaste la carrera de diseño en la UBA, ¡te faltaban pocas materias y no te recibiste! ¿Me explicas?

— Fue uno de los momentos más bajón, sufría ortorexia. Era la época de la comida.

— Es un trastorno alimenticio la ortorexia.

— Yo comía muy sano y corría a nivel obsesión, eso es ortorexia. Durante ese período empecé a tener muchas clientas, como siempre, Dios Padre amén, y no me daba el tiempo para poder cumplir con la Facultad. Una clienta me dijo: la boda es dentro de dos meses, yo quiero que… Fue una cagada a pedos que me traumó, fui llorando a mamá por teléfono y me dijo que dejara la carrera ese año y siguiera el año que siguiente. Pero al año siguiente se hizo más grande mi carrera. Y al otro año más. Intenté volver dos veces, los marzos. Pero era tan raro, con chicos que estaban todos mirándome.

— ¿Es ropa sin género lo que tenés puesto hoy? ¿Un heterosexual se lo pondría, vos crees?

— Sí, de hecho está muy de moda. Me considero un adelantado, yo empecé a usar cosas de mujer mucho antes de que fuera moda. Estoy viendo ahora muchos varones que no son gays que tienen collares con perlas, que usan pantalones tiro bajo y se les ve un poco el ombligo a lo Emmanuel Horvilleur hace muchos años. Hay una cosa medio ambigua hoy por hoy. Se ponen una remera cortada rosa y no los hace para nada afeminados. O para nada mujeres. Que tampoco está mal. A veces está bueno decir no quiero parecer mujer porque no me gustan las mujeres, o no quiero parecer mujer porque no me siento mujer. Me saco la ropa, estoy en calzoncillos y soy un hombre, pero me gusta jugar con la ropa.

— ¿Qué es lo que te parece más horrible de la moda de hoy?

— Y ahora estamos transitando una etapa medio fea en la moda, más feo es mejor. Si vos sos una persona que hace cosas muy lindas sos medio pasado de moda y si haces cosas muy vanguardistas, más feas, ugly, sos cool.

— ¿Ropa sin forma?

— Todo sin forma. La cara del modelo deprimido, que consumió heroína cinco días seguidos. El clutch es una bolsa de papel de papas fritas que se hizo de cuero. Me encanta, no es mi onda. Pero tampoco puedo hacer oídos sordos, tenés que transar con lo que está pasando manteniendo tus valores y tu firmeza íntegra.

— Con tus uñas de acrílico cómo es la vida? ¿No se rompen?

— En realidad hace menos de un mes me las hice por primera vez en mi vida. Así que estoy adaptándome. Cuidado cuando te pones el can-can.

— ¿Vale la pena la incomodidad del taco, las uñas, el coso, el tiempo?

— Sí. La moda no es confort. La moda es la cara que pones al mundo. Pero sí, si fuera por comodidad me pongo un jean y una remera.

— ¿Qué suma tener hombreras?

— Autoridad. No arrogancia y correte. No, no te hablo de violencia. Te hablo de tener presencia. Here I am.

— ¿Y la bijouterie?

— Le da una cosa medio coqueta. No es sin querer que los aros coincidan con el broche central. Y cuando armé el look estaba en plan cuero y dije: qué mejor que tener unos guantes motocross.

María Laura Santillán con Santiago Artemis
TODO EL TIEMPO: POR QUÉ USAS CUERO! QUIEREN JUGAR A SER POLÍTICAMENTE CORRECTOS

— Uh, cuero! Van a empezar a criticar en las redes, ¿Cómo cuero?

— No hay nada que le guste más a Argentina que el cuero. Los fines de semana todos comen asado. Ese tema por favor no (risas). Porque todo el tiempo ¡por qué usas cuero! Vos tenés la cartera de cuero también, no de plástico. A una argentina no le gusta el plástico. ¿De dónde vienen los borcegos de cuero de la marca tal? Los mejores borcegos que todos conocemos, los de Londres, Doctor… Son de cuero. La gente ama el cuero. Lo que pasa es que quieren jugar a ser políticamente correctos, la gente está un poquito llena de odio a veces. Mucha red, mucho comentario. Yo no puedo creer que hay personas que se toman el tiempo para agredir a otras en las redes. No puedo creer que alguien se tome el tiempo de agarrar el cel y agredir a Tini porque está muy flaca. A decirle algo a tal porque estuvo con Shakira. Todos son más papistas que el papa ahora, es una cosa de locos.

— A vos te gusta mucho dejar en evidencia a los demás. No sé si a propósito, pero es lo que haces.

— Sí, me gusta ser libre y también que los otros sean libres. Cuando veo un chico que usa polleras en la calle le digo “amo”. Qué mejor que dar halagos.

SOY UN SER DISEÑADO PARA LLAMAR LA ATENCIÓN.

No hay tiempo para la vergüenza se llama el show hiciste para Netflix.

— La vergüenza es tener miedo y tener miedo es no llegar. Quisiera ir por ese trabajo, pero tengo vergüenza. Quisiera vestirme como quiero, pero tengo vergüenza. Quisiera ir a tal lugar, pero tengo vergüenza. ¿Y si perdemos un poco la vergüenza? Como dijo Martín Fierro, una vez que perdés la vergüenza no se recupera más. (Risas)

— Creés que algún momento vas a querer dejar de escandalizar o de llamar la atención y te va a gustar pasar desapercibido?

— No, yo soy un ser diseñado para llamar la atención. Pero también estoy empezando a calmarme como persona. Aprender a separar, Santiago es una cosa, Artemis es otra. O sea, hay una división.

SANTIAGO CREÓ A ARTEMIS, YO SOY SANTI.

— Maradona parecés, hablas en tercera persona.

— Me gusta disociarme de mí para poder entender. Santiago creó a Artemis. Yo soy Santi.

— ¡Qué trabajo!

— Un laburo. Y así estamos.

— ¡Cuántas personas (risas)!

— Son seis (risas). Cybil, Paula, Patricia …Estoy contento y estoy bien, eso es muy importante.

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