Robertito Funes con María Laura Santillán: “Puedo convivir con halcones y palomas, con todos, respeto la opinión de cada uno”

Su papá se fue cuando él tenía 8 años y volvió a verlo en su lecho de muerte. ¿Cómo convive con kirchneristas, macristas, libertarios, halcones y palomas? Sus comienzos bailando La Cachaca con Marixa Balli. Las charlas con las vecinas baldeando la vereda. La historia del periodista que está en (casi) todos los canales de tv

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María Laura Santillán Con Roberto Funes Ugarte

A Roberto Funes Ugarte lo vemos por todos lados, y esto es literal. Lo vemos en un programa de entretenimientos en la TV Pública, en un noticiero de América 24, a lo largo del día Telefé y en Gran Hermano. Nació y se crió en Mendoza, vino a los 18 a Buenos Aires a estudiar periodismo a la Universidad Católica. Trabajó en Casa Rosada y en la bailanta con Marixa Balli. Y como periodista, en medios de Argentina, de España, de México. A Funes todos lo conocemos como Robertito.

A Roberto Funes Ugarte lo vemos por todos lados, y esto es literal. Lo vemos en un programa de entretenimientos en la TV Pública, en un noticiero de América 24, a lo largo del día Telefé y en Gran Hermano. Nació y se crió en Mendoza, vino a los 18 a Buenos Aires a estudiar periodismo a la Universidad Católica. Trabajó en Casa Rosada y en la bailanta con Marixa Balli. Y como periodista, en medios de Argentina, de España, de México. A Funes todos lo conocemos como Robertito.

— Si uno dice “Robertito” ¿Qué imagina? A una persona muy tierna, cándida, un niño. Pero hay otro Robertito…

— (Risas). ¿Sabés quién me puso Robertito en los medios? Eduardo Feinmann, en un móvil, el primero que hice para C5N en Punta del Este, año 2009. Yo estaba con unas sandalias altas hasta acá (risas), y con dos perros golden. Y Eduardo dice: nos vamos a Punta del Este con Robertito Funes.

— El “Robertito’' provoca que no se pueda saber la edad.

— No hay que decir nada. No la digo nunca. Roberto Funes, te imaginas un tipo grande. Roberto Funes, un abogado ponele, un diplomático. Mejor el Robertito por ahora. Como Dorian Gray.

Crédito: Gustavo Gavotti
Crédito: Gustavo Gavotti

— Es un nombre paquete. Tener un nombre paquete te puede estigmatizar

— A veces me han estigmatizado por esas cosas. Pero yo soy todo terreno.

— Estigmatizarte porque ibas a Punta del Este a cubrir la temporada de verano?

— Por la frivolidad, un periodista que cubre el Uruguay. Pero así como fui a cubrir las temporadas de Punta del Este, también me tocó hacer el caso Lola Chomnalez. Siempre está la vara, a ver si tenés eso que se necesita para transmitir como periodista, como cronista, como hombre de la calle, si estás a la altura de todo.

— El problema es si además te ubican en determinado lugar y no podés mostrar todos tus costados.

— Eso es muy del argentino y muy del medio argentino. Si hacés esto no podés hacer lo otro. No flaco, se puede hacer todo. Uno es periodista, es comunicador, uno cuenta historias. Somos contadores de historias.

— Pero siempre elegantísimo.

— (Risas). ¿Y por qué no?

María Laura Santillán Con Roberto Funes Ugarte
HAY GENTE QUE NO ME CAE BIEN. NO LA SALUDO Y CHAU.

Les voy a contar algo curioso: hay gente a la que Roberto Funes Ugarte ha decidido, con el paso de los años, no saludar más. Así nomás, la cancela para siempre.

— Sí. No soy falso, no puedo. Va en contra de mi ser, de mis principios. Hay gente que no me cae bien y casualmente no les caigo bien, para qué tener un mal momento, una mirada. Hay que evitarla. Y no la saludo y chau, listo. El que no va no va. No va. No puedo fingir dar un beso. No, no me nace. Se me nota en el rictus.

— Vos sos educado.

— Sí, soy educado. Pero si me los llego a cruzar, me corro. Me voy como una suricata, me escapo rápidamente y no me ven.

Crédito: Gustavo Gavotti
Crédito: Gustavo Gavotti

— ¿Cuántos son los que no saludás? Uno, dos, tres, cuatro. Más de veinte.

— (Risas). Son más de veinte, sí. Un poco más también, sí.

A LA GENTE QUE SE COMPORTA MAL CON UNO, PARA QUÉ LA VAS A SALUDAR?

— ¿Cuándo tomaste esa decisión?

— Cuando dejé de decir “por cualquier cosa uno tiene que mantener las formas’'. No, ni por cualquier cosa ni por una cosa mínima. No, no, no. A la gente que no se comporta bien con uno, que no habla bien de uno o que ha tenido una mala actitud, ¿para qué la vas a saludar? Mejor alejarse ahí. La indiferencia.

No sé si ustedes saben que a Robertito le encanta baldear la vereda. Y es un obsesivo del orden.

— Sí, con agua, lavandina y un producto que saca todos los olores. Y le doy la lavandina. Ahora estoy fascinado con la hidrolavadora.

— ¿En las veredas?

— En las veredas. En los patios.

— Hay vecinos y hay vecinas en las veredas. ¿Se acercan a charlar?

— Le copié a mi vecina Monina la hidrolavadora. Una mujer que tiene 80 años y está divina. Dije, si Monina sale con hidrolavadora yo también. Y ahora casualmente que mi madre está viviendo conmigo, se ha hecho íntima de Monina.

— Salís a la calle a baldear, las vecinas te preguntarán por Gran Hermano.

— Sí, me preguntan quién se va. ¿Quién se va esta noche? ¿Qué te parece Fulana? ¿Qué te parece Mengana? La gente está fascinada con Gran Hermano. Me saludan los vecinos. Me quieren. Salvo una de la vuelta que no hay buena onda. No la nombro por las dudas (risas)

— Además sos muy ordenado.

— Y sí, soy una persona bastante metódica. Soy disciplinado, organizado.

— ¿Es verdad que tenés horarios de comida?

— Sí. A mí me criaron mis abuelos junto con mi madre. Me levantaba a la mañana y tenía la mesa puesta el desayuno. Al rato estaba la mesa puesta para el almuerzo, después estaba la mesa puesta para el té. Entonces me acostumbré a los horarios. Soy maniático de los horarios. Cuento hasta los minutos. Cuántos minutos tengo para irme en auto por ejemplo ahora a la TV Pública, o grabar Gran Hermano, salir en vivo, o estar con la Georgina, o llegar a las 14:30 a A24. Tengo todo medido, contado.

Resulta que Robertito es famoso también porque adopta perros de la calle y promueve muy activamente la adopción.

— ¿Cuántos perros viven con vos?

— Siete. Son lo máximo. Me encantan mis perros. El Funes, la Rubia, la Morocha, la Mu porque parece una vaca, Binks, Bimbo y Mona. Los veo y me emociono. Los abrazo. Los quiero.

— ¿Tenés tiempo de ocuparte de siete?

— Sí. Los saco a dar su vuelta, les preparo comida que no es solamente alimento balanceado. Les corto el pollo, esto, lo otro.

— ¿Cómo se saca a pasear siete perros?

— Con un pretal. Tengo un cinturón, cuatro de acá y tres de acá. ¿Viste como hacen los paseadores?

— Podrías vivir de eso (risas).

— La gente me pregunta si yo paseo perros. Iba con las correas pero se me escapaba uno, se me escapaba el otro, venían otros perros de la calle. Y finalmente dije, ¿cómo hacen los paseadores para pasear ochenta perros?

MI MAMÁ LA PASÓ MAL, MIS HERMANOS Y YO DECIDIMOS DARLE UNA CASA QUE ESTUVIERA A LA ALTURA DE TODO LO QUE NOS DIO.

— Vivís solo, pero ahora en tu casa está tu mamá.

— Vivo solo. Mi madre vino acá hace unos cuatro meses. Estamos armando su primera casa, como le corresponde. Porque ella la pasó mal, entonces con mis hermanos decidimos darle una posibilidad para que ella tuviera una casa. Una casa que estuviera a la altura de su vida. De todo lo que nos dio. Mientras tanto, estamos conviviendo. Pero siempre he vivido solo. Siempre. Desde que me vine de Mendoza, 96, 95. Feliz de la vida me vine a Buenos Aires, chocho.

— ¿Cómo es vivir con la mamá a esta edad?

— Mi madre es una persona amorosa. Es una persona que no joroba para nada. No es invasiva. Es compañera. Les cocina a los perros. Hace todo lo que no pudo hacer en su vida: descansar. Va todos los días al gimnasio. Se ha hecho amiga de mis vecinas. Y es un gusto.

MI MADRE FUE PADRE Y MADRE SIEMPRE. SE MERECE TODO.

— ¿La estás pasando bomba con ella?

— Sí, a mí no me molesta vivir con ella. Llegar a casa y ver que está ella. Me fui hace 30 años de casa, entonces no tuve eso. Ella está en un cuarto y yo en otro y nos comentamos las series. Ella ve una serie, yo miro la misma serie. Mi madre, que fue padre y madre siempre, se merece todo. Lo que le queda, que ojalá sea mucho porque está muy sana, que lo pase de la mejor manera. Eso es lo único que yo quiero.

— Tenés una historia de sufrimiento. Tu papá se fue de tu casa cuando eras muy chico.

— Sí, mi padre se fue cuando yo tenía 8 años. No lo vimos más al viejo. Partió. Lo que pasa es que mi viejo siempre fue un chico mimado. De repente se encontró con una mujer con tres hijos.

MI PADRE SE FUE Y NOS DEJÓ.

— No se encontró, los tuvo.

— Los tuvo, claro. Era un bon vivant espléndido, pero nunca pudo trabajar, no sabía lo que era laburar. Vivía de herencias, y de malos negocios. Dicen que era un buen tipo. Disiento de eso, porque si sos buena gente no abandonas a tu mujer y a tus tres hijos. Podés llevarte mal con tu mujer, pero olvidarte de tus hijos no. Se fue y nos dejó y la que salió a laburar fue mi madre. A mantenernos.

EN ESA ÉPOCA ESTABA MAL VISTA UNA MUJER DIVORCIADA.

— Decís “la vida lo llevó por”, como si él no fuera responsable.

— Creo que él nunca pudo ser padre porque nunca dejó de ser hijo. Era una persona muy inmadura. Se casó, tuvo sus hijos pero le gustaba otro tipo de vida. Dejó a una mujer con tres hijos. Mi hermano Gastón recién nacía. Y salió mi madre a remarla. De ser Patricia Ugarte Moreno, bisnieta del perito Moreno y toda la historia, mi vieja se arremangó, salió a laburar y no le dio vergüenza. Porque en esa época estaba mal vista una mujer divorciada. Ni te digo los hijos de padres separados o divorciados, éramos chicos “problema”.

María Laura Santillán Con Roberto Funes Ugarte
NOS HAN DEJADO AFUERA DE LOS CUMPLEAÑOS POR SER HIJOS DE PADRES SEPARADOS.

— En una provincia, además.

— Y en una provincia. A nosotros nos han dejado en las puertas de los cumpleaños afuera por ser hijos de padres separados. Sí. Ahora se dice bullying. “Son los hijos de Patricia, los Funes, estos que son hijos de padres separados”, y nos dejaban de lado. Sí. En Mendoza en aquel momento la sociedad era muy cruel. Muy dura. Por eso a los 18 años dije: yo acá no me quedo. Esto no es para mí.

— Tu mamá se puso a trabajar para mantener a tres varones.

— Se iba a trabajar en bicicleta. Frío, helada, todo. Se recibió de técnica anestesista y trabajaba en el Hospital de Niños, en el Notti. Salía a laburar, nos mantenía, nos controlaba por teléfono. Mis abuelos, los padres de ella, la ayudaron. Era una mujer sola que salió con tres varones adelante, todos profesionales y buena gente. Creo que ahora está cosechando todo lo que nos dio. Sí, una gran mujer. Trabajó con niños con enfermedades terminales. Sus últimos años la condecoraron porque no tuvo una sola muerte en su carrera como técnica anestesista, ni tampoco cuando trabajó en medicina nuclear. Iba con su perrita, para ayudar a que los chicos comprendan el tratamiento. Imaginate lo que es mi madre.

Crédito: Gustavo Gavotti
Crédito: Gustavo Gavotti
ME SIENTO FELIZ CON LA GENTE GRANDE. ME PARECE QUE LOS HAN OLVIDADO.

— ¿Vivías con tus abuelos también? Eso explica todo. Explica tu relación con las vecinas. Vos estás acostumbrado a estar con gente grande.

— Sí, amo a la gente grande. Me siento feliz con la gente grande. Me parece que los han olvidado. Yo veo la película Cocoon y se me llenan los ojos de lágrimas de alegría. Me crió mi mamá, mi abuela Leonor Moreno y mi abuelo Valentín Ugarte. Mi abuela tuvo ocho hijos, el noveno era yo. Criaron un monstruo. Todo disciplinado. Yo jamás escuché a mi abuela ni a mi abuelo decir una mala palabra. Nunca. A mis tíos tampoco, a los hermanos de mi madre. Siempre se mantuvieron las formas, siempre. Sé lo que es la gente grande. Mi abuelo lamentablemente estuvo en los últimos años muy mal de salud. Yo lo afeitaba. Yo lo acompañaba a bañarse. Tenía enfermeros, pero quería que yo lo hiciera. No sabía cómo afeitar a un coronel del ejército argentino, el andinista más importante que tuvo Mendoza y uno de los de la República Argentina. Él inauguró los refugios de alta montaña en el Aconcagua. De hecho la escuela de alta montaña y trekking Valentín Ugarte, es por él. Nos tratábamos de usted todos. .

— Robertito no se te conoce pareja. Sos muy solitario.

— Sí, muy.

SOY SOLITARIO. NO ME GUSTA LA CONVIVENCIA. NO LA TOLERO.

— No es que ocultes a alguien.

— No, no. Tampoco creo que a la gente le importa con quién uno duerme. No le interesa si duermo solo, con mis siete perros o con un loro, con una chica, con un chico. No importa. Primero soy solitario, no me gusta la convivencia. No la tolero. No puedo. Yo soy noctámbulo. Hago ruidos. A veces me pongo a cambiar los muebles en casa a la noche (Risas).

Crédito: Gustavo Gavotti
Crédito: Gustavo Gavotti

— ¿Corrés los muebles de lugar?

— Los doy vuelta todos. A la noche. Por eso vivo en casa. Porque si viviese en departamento me rajan. Es divino. Este cuadro no va acá. Esta maceta tampoco. Cuento las cucharitas si están todas juntas (risas). Leo. Ordeno todo. Paso veinte veces el trapo.

— ¿Cuánto tiempo tardas en armar tu outfit diario?

— Nada, dos segundos. Lo tengo en la cabeza. Tengo una gran guía que es Patricia della Giovampaola. Le digo ¿está bien? Sí Roberto; está bien, la corbata no. No, así no Roberto. Los zapatitos no (risas).

— ¿Y el pelo?

— Nada. Es así el pelo. Tipo Playmobil. Me corta desde el año 2007, Philipe Persau, un maravilloso francés.

— Nunca un Juan Pérez. Philippe, Patricia della Giovampaola.

— No. Philippe. Pero son brillantes. Soy amigo de todos. Tengo al Chiche que me hizo mi casa.

María Laura Santillán Con Roberto Funes Ugarte
A MI PAPÁ LO VOLVÍ A VER EN SU LECHO DE MUERTE.

— Tu papá se fue cuando tenias 8 años y no lo viste más. Hasta que se estaba muriendo y te avisaron.

— Sí. Lo vi en su lecho de muerte. Tal cual, literal. Fue así. Yo viajo a Córdoba porque me dicen que él estaba mal. Entonces dije: pero qué me voy a encontrar, si no me acuerdo ni de la cara? Me avisan que era una posibilidad verlo. Viajo y me encuentro con mis medio hermanos que son tres, no los había visto en mi vida, en un lugar muy humilde. Murió en la pobreza absoluta que nunca me hubiese imaginado. Entro a una sala de primeros auxilios y veo a un hombre tendido en una cama con las manos duras, llenas de telas adhesivas. Y me quedo un rato con él. Le hablo, le digo: estoy acá.

— ¿Él estaba durmiendo o estaba en coma?

— Él estaba en coma. Estaba en coma absoluto.

— ¿Él no te vio?

— No. Salgo y me avisa la enfermera que se había ido. Y yo dije ¿perdón? ¿Cómo puede ser? Sí, dejó de respirar. Y cuando entro al cuarto estaba totalmente relajado. Ese cuerpo sufriente que yo había visto tenso antes de ingresar, lo vi hasta con las manos livianas. Todo lo que no me dio en la vida, el apoyo, la contención, las conversaciones, los abrazos que nunca tuve. Esa cosa de…

— Estar.

— Claro, estar presente, me lo dio en ese momento, y me sentí muy aliviado y solté.

— Lo que te dio es esperarte. No morirse antes de que vos llegaras.

— Claro. Yo estaba trabajando en Méjico. Cuando vuelvo a Argentina me encuentro con esta situación, creo que se despidió de nosotros de la manera que pudo.

— Te esperó.

— Sí, me esperó. Me decían que veía mis VHS. Cuando yo vivía en México me miraba y decía: es igual a mí.

MI PAPÁ ERA UNA AUSENCIA PRESENTE. YO ME QUERÍA ACORDAR DE SU CARA, DE SU VOZ, DE SU PERFUME.

— ¿Te alivió un poco haberlo visto?

— No sabés el peso que me sacó de encima. Cerré un círculo que estaba inconcluso. Porque era una ausencia presente la que yo tenía. Yo me quería acordar la cara de él o cómo era su voz, o su perfume. Cuando él muere se me vino todo encima. Su cara, sus recuerdos. Fue impresionante. Creo que estuvo en el momento que tenía que estar.

Si algo Robertito Funes hizo y hace a la perfección, es surfear la ola de la grieta.

— Siempre, totalmente.

Crédito: Gustavo Gavotti
Crédito: Gustavo Gavotti
PUEDO CONVIVIR CON LOS HALCONES, CON LAS PALOMAS, CON ÉSTE, CON EL OTRO. NO TENGO PROBLEMA

— ¿Cómo?

— Porque respeto la opinión de cada uno. Porque me parece que no es nada beneficioso, ni de un lado ni del otro. Porque veo cómo la gente se da vuelta constantemente. Entonces dije, es parte del juego. Es lo que sucede. Y puedo convivir con los halcones, con las palomas. Con este, con el otro. No tengo problema.

— ¿Dejás de decir en voz alta tu propia opinión para poder convivir?

— No, no dejo de decir cosas. Como tengo un termómetro en la calle y sé lo que a la gente le pasa, yo lo vivo.

— Sí, pero no siempre te sentiste cómodo ¿no?

— No.

YO NO SOY NI DE UN LADO NI DEL OTRO. NO SOY OPINÓLOGO, NO SOY OPERADOR.

— Porque hay posturas ideológicas muy duras.

— Sí, en la calle: vos sos tal cosa, no, vos sos…No, yo no soy de un lado ni del otro. No me importa. No me interesa. Ahora conduzco un noticiero pero soy un conductor de información general. No soy opinólogo, no soy operador. Digo lo que pienso y si está bien, bien y si no, pido disculpas por mis errores. Tengo empatía con la gente. Creo que lo que la gente ha tenido de mí siempre ha sido la sinceridad, la empatía.

Crédito: Gustavo Gavotti
Crédito: Gustavo Gavotti

— Lo que la gente no sabe es a quién votas.

— No, no sabe. ¿Y para qué se lo voy a decir?

NO SÉ SI LOS POLÍTICOS TIENEN NOCIÓN DE LA REALIDAD

— En este tiempo todos estamos opinando.

— Por supuesto. Y está muy bien. Debe ser así porque la gente que nos sigue a nosotros, a vos, a mí, quiere identificarse. No sé si le importa mucho si votás a uno o a otro, quiere saber si vos te identificas con lo que está viviendo. Con el tipo de clase media que está laburando como puede, que no llega a fin de mes, que ha vendido y ha empeñado hasta lo último que tenía. Con la gente que no tiene recursos ni siquiera para poder pasar la franja de la pobreza. Los empresarios, que muchas veces son ciegos, sordos y mudos, que no se dan cuenta de todo lo que pasa a su alrededor. Los políticos, que no sé si tienen noción de la realidad. A la calle se la camina, se la ve, se escucha al otro. Te puedo hacer un móvil en Punta del Este, en Roma en el casamiento del príncipe, pero también voy a las fiestas populares y veo.

— ¿Con quién hablas de tus opiniones políticas? ¿Con tu mamá ?

— Conmigo (risas).

Crédito: Gustavo Gavotti
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EN LOS ÚLTIMOS AÑOS EN LOS MEDIOS TODOS HABLAN, NADIE ESCUCHA.

— ¿En familia, con tus hermanos?

— Sí, lo consulto con mis hermanos, con mi familia. Con mis amigos sobre todo. Con la gente en la calle. Con compañeros de trabajo. Con los técnicos. Con los que te ponen el micrófono. A la gente hay que escucharla en todos los lugares. Sí, escucho por suerte. En este medio tenés que aprender a escuchar. Hay gente que no escucha, habla, habla, habla. Sobre todo en estos últimos años en los medios. Todos hablan, nadie escucha. En general casi todos. Apabullan con 500 oraciones, frases, informaciones. Estás viendo un programa entretenido y no dejan terminar, no dejan que se desarrolle.

— ¿Te llevas bien con kirchneristas, anti kirchneristas, macristas y anti macristas, libertarios y trotskistas?

— (Risas) Todos, sí. Me tienen todos como propio. Se identifican con ciertos rasgos de mi personalidad casi todos.

— ¿Con cuáles?

— Cuando Cristina me dijo “Robertito Funes con sus botas, que esto, que lo otro”. O Macri que me ve en un casamiento como los otros días y me pega un abrazo. El casamiento de Jorge Macri. O Milei que viene a mi programa y me manda mensajes y me muestra sus perros. O un Espert que me divierte, me dice alguna cosa rara, yo le digo: no lo entendí. Ya lo vas a entender me dice (risas).

— ¿Cómo te llevaste con Wanda Nara? Hicieron juntos la conducción de un momento de Gran Hermano.

— Bien. Me encanta. La sigo. Es un personaje divino.

— ¿Cómo es?

— Así como la ves. ¿Sabés lo que me dijo Wanda antes de irse?” Icardi, es joven, es rico, es lindo. Puede conseguir la mujer que quiere.” Después volvió con él. No sé lo que me estaba diciendo, pero evidentemente algo me estaba tirando. Fue en el momento que estábamos comiendo pizza juntos.

— ¿Qué te quiso decir?

— Yo le preguntaba, ¿pero qué onda? Y me tiró esa. Él puede tener la mina que quiere me dice en la noche de Gran Hermano. Que para mi fue divina y hubo química por todos lados. Es lo más. Es genial. Si a mi madre le cayó bien imaginate … Dijo que divina, que graciosa.

— Robertito si no tenés química con alguien no lo vas a decir? O sí?

— No, no lo voy a decir (risas). lo evito.

TRABAJABA EN LA CASA ROSADA Y DE REPENTE ME VI BAILANDO EN EL PROGRAMA DE GEORGINA BARBARROSA

— Cuando empezaste en la tele, eras bailarín en el programa Movete de América. Hablemos de esa situación.

— Estudiaba en la UCA periodismo y ¿sabés con quién trabajaba? En la jefatura de prensa de Eduardo Bauzá en la Casa Rosada. En un momento dije: qué hago yo acá con todos estos políticos, me aburro. Me metí a un casting de publicidad para hacer comerciales. La persona que armaba todo eso me dijo que había un casting en un programa. Y de repente me vi bailando en el programa de Georgina Barbarossa, y con Carmen Barbieri después. Con Juan Emilio Guidobono, un capo total que armaba todo.

— Estudiabas periodismo.

— Sí, pero a la mañana era periodista y a la tarde bailaba. Para pagar la Facultad.

— ¿O porque te aburrías con Bauzá?

— Sí claro, con todos esos. Era un bodrio. Juntando los cables de noticias. Pero me quedó lo del periodismo. Había que entrar al medio de alguna manera. Yo dije: ¿cómo entro? Bailando. En algún momento me van a tirar un micrófono. Y así fue. Y salí a la calle y empecé a hacer las notas. Mi primera nota fue a Shakira, yo estaba vestido como El Zorro en un evento de polo. Como yo bailaba, no querían que me mostrase con el micrófono del canal. Pero hice la entrevista con Antonito y con ella y quedé como el notero del programa. Antes de eso había trabajado con Marixa que fue al programa a cantar “La cachaca”.

CON MARIXA BALLI RECORRÍAMOS LAS BAILANTAS CON “LA CACHACA”. YO BAILABA.

— Con Marixa Balli.

— Recorríamos las bailantas con Marixa.

— ¿Ibas a las bailantas los fines de semana?

— Sí. Y ganaba muy buena guita y con eso pagaba la Facultad. Bailaba “La cachaca”. Lo máximo. La pasé muy bien.

— ¿Cómo decidís qué trabajo aceptar y cuál no?

— Yo aprendí a decir más no que sí. Hay que aprender.

— ¿A qué decís que no?

— Algo que no me gusta compartir con el entorno. O si el programa me parece que no va. O si me pagan poca guita. Pero hice cosas que me interesan y a lo mejor no he cobrado nada. Donde no me sienta cómodo, directamente. Si me gusta el proyecto, he ido a pedir trabajo. Golpéo la puerta. Hola qué tal, estoy libre ¿tenés laburo? Dame una posibilidad. Les escribo, les mando mensajitos. Diego Guebel, me dio una posibilidad maravillosa, me puso acá arriba con la conducción del programa de entretenimiento.

— ¿Le habías golpeado la puerta?

— No, me llamó para ser participante de MasterChef. Le dije: no cocino. Mucho tiempo. Pero si tenés algo para conducir avísame. Y a la semana me dijo: tengo un proyecto que te va a gustar. Fue Quién sabe más de Argentina hace tres años. Ahí está.

Crédito: Gustavo Gavotti
Crédito: Gustavo Gavotti
ME HAN OFRECIDO SER PARTE DE UNA FUERZA POLÍTICA Y DIJE NO.

— Hay cosas a las que les decís que no.

— Hay cosas a las que hay que decirles que no. Cuando te quieren llevar para un lado, para el otro. Me han ofrecido políticos también, ser parte de… Para formar parte de una coalición. Si quería ser parte de una fuerza tal y cual por lo que la gente me conoce. Y le dije no.

— De qué partido.

— No, no te lo voy a contar (risas).

— ¿Estás en tu mejor momento?

— Sí, estoy feliz. En un equilibrio genial. Después de muchísimos años. Que no sé si busqué, pero vino. Estoy feliz con mi vida. Con mi trabajo. Con mi familia. Con mi edad. Con lo que quiero hacer. Sí. 48.

— ¿Es la pura verdad?

— 48. Es la pura verdad.

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