Gabriel Rolón con María Laura Santillán: “Estoy cansado de ver sufrir gente a la que le dijeron: si vos querés, podés”

¿Por qué nos quedamos en una relación que nos hace sufrir? ¿Podemos prepararnos para atravesar una pérdida? ¿Por qué creemos que podemos con todo? Por qué arriesgamos lo que nos hace bien, una pareja, un trabajo o una amistad? La palabra plena de Gabriel Rolón

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María Laura Santillán Con Gabriel Rolón

Si les contara todo lo que hizo y lo que hace Gabriel Rolón no terminaríamos más. Es psicoanalista, escritor, ensayista, hombre de teatro, de televisión, de radio, es actor, canta, es conferencista. Tiene muchos intereses y muchas capacidades. Les propongo leerlo y escucharlo hablar sobre el enamoramiento y el amor, la muerte y los duelos, la angustia, el empoderamiento, la infidelidad, la frustración, el sufrimiento.

Me pregunté en primer lugar cuál era su pasión más íntima. De todas las actividades que hace, versátiles, complementarias, cuál es la que más le divierte hacer.

— Lo que más me divierte hacer es el teatro. Porque me permite conjugar la mayor cantidad de pasiones que tengo. Básicamente soy alguien que tiene un montón de pasiones y una sola vida, tengo más pasiones que vida.

CUANDO SE CRUZA EN TU CAMINO EL AMOR, EMPEZÁS A DARTE CUENTA LO QUE DUELE PERDER

Gabriel Rolón es prolífico como escritor. Algunos de sus libros son paradigmáticos como Historias del diván o Los padecientes. Y ahora El duelo, que pega fuerte. Porque un duelo es una experiencia muy profunda.

— Lo que pasa es que no existe ser humano sin duelo. El duelo te recorre desde el primer llanto. ¿Por qué llora el bebé cuando nace? Cuando estaba en el vientre no lloraba, ha perdido algo al nacer. Llegamos a este mundo perdiendo y a medida que transcurre la vida, ni te cuento. La primera infancia también es un perder, el salir de la cama de los padres, el destete. Pero en algún momento se cruza en tu camino la fatalidad del amor. Ahí empezás a darte cuenta lo que duele perder. La primera vez que miraste a alguien y decís “uf, como me gusta esta persona”, empezás a padecer ese riesgo de… ¿Y si me dice que no? ¿Y si la pierdo? ¿Y si me engañara? ¿Y si me deja de querer? ¿Y si me miente? A veces estas cosas ocurren y empezás a atravesar las pérdidas, las heridas, que te convocan a ese trabajo de duelo. Porque el duelo básicamente es una batalla dolorosa que tiene que dar todo aquel que ha perdido algo que ama.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— Hay duelos irremediables e insoportables, como la muerte de un ser querido.

— Inevitable te diría yo. Lo único que te salva de eso es la tragedia de morir muy joven. Porque si no un abuelo perdés. Un padre. Un amigo. No hay manera de prepararse de verdad para ese tipo de pérdidas. Hay que ir por la vida con el alma abierta a esa espontaneidad dolorosa que a veces te lleva por delante.

— ¿Decís que nada alcanza? ¿Por más que te prepares nada te va a evitar el dolor?

— Exactamente. ¿Lo que sí te puede evitar sabés qué es? Es efecto traumático. Ese estado angustioso en el que te mete un médico cuando te dice “ya no hay nada más que hacer” lo que hace es prepararte para que no sea traumático. Para que la noticia no te agarre desprotegida. Lo que se trata de evitar no es el dolor, es el trauma. El trauma es mucho más grave, más horroroso. Es mucho más insoportable, más difícil de simbolizar y de resolver y por ende de duelar.

CREÍSTE ESTAR ENAMORADA Y TE EQUIVOCASTE. LA ANGUSTIA ES LA ÚNICA EMOCIÓN QUE NO ENGAÑA.

— ¿Cómo se evita el trauma? Cómo se puede preparar uno para no tenerlo?

— Por lo general lo que te evita el trauma es la angustia. Una emoción que tiene tan mala prensa, tan mala fama. Es horrible. Pero la angustia es como una señal de alarma. Vos llamás por teléfono a alguno de tus hijos y no te atiende, la cuarta, quinta vez que no atiende te angustiás. Esa angustia te prepara por si hay alguna mala noticia. Cuando te atiende lo puteás, le decís “atendé el teléfono, no sabés cómo me preocupé” y te relajás. Pero esa angustia evitó el trauma de enterarte de algo desprotegida. La única manera de protegerte contra el trauma es pagar el precio de una angustia que, como una señal de alarma, te recorre ante ciertas situaciones.

—A la angustia la solés describir como un sentimiento verdadero, no como el del amor o el odio. Como algo que sucede, que no se piensa.

— Que no engaña. La angustia es la única emoción que no engaña. Porque decime la verdad, alguna vez creíste estar enamorada y te equivocaste. Alguna vez te enojaste y pensaste que se terminó y después te amigaste, te diste otra oportunidad. Las emociones engañan, pero la angustia no. Cuando estás angustiada estás angustiada de verdad. Es incómoda. Es molesta. Es desagradable. Pero te mantiene alerta.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— ¿Decís que hay que atravesar la angustia y prestarle atención en lugar de taparla?

— El problema es cuando la angustia se hace crónica. Nadie puede soportar eso, es como el estrés. El estrés es un estado de máxima tensión psíquica y física que está allí para que podamos salir de situaciones difíciles. Si hay un accidente de tren, el que se estresa más rápido es el que se salva, el que se pone tenso, salta. Ahora, si eso que está para protegerte diez veces a lo largo de la vida en situaciones muy extrañas vos lo tenés 24 horas por día, te destroza ese nivel de tensión. Lo mismo pasa con la angustia. Si ese estado de alerta lo tenés las 24 horas te lleva puesta.

María Laura Santillán con Gabriel Rolón
ESTOY CANSADO DE VER SUFRIR GENTE A LA QUE LE DIJERON: SI VOS QUERÉS, PODÉS. NO SE PUEDE TODO.

— Existen hoy fenómenos endémicos como la ansiedad y la depresión. ¿Qué es lo que más se ve en tu consultorio?

— Por lo general la ansiedad y la depresión son temas de los psiquiatras porque cuando son desmedidas requieren de medicación. Una de las cosas contra las que más peleo es intentar sacarle de la cabeza a la gente ciertos mandatos culturales que los hacen sufrir. Estoy cansado de ver sufrir gente porque se cree que puede. Porque le dicen “si vos querés podés”. Estoy cansado de ver sufrir gente porque le dicen “vos andá por todo”. O sea, esta cultura desmesurada que nos pone ideales inalcanzables deja como resabio una sensación de frustración, de imposibilidad, de auto agresión porque… cómo, yo tendría que haber podido, tendría que haberlo logrado! No se puede todo, todo no se puede. Trabajo simplemente a veces para decirles a los pacientes que tienen derecho a no poder.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— El mensaje actual sostiene que hay que empoderarse e ir por todo.

— Sí, pero ¿y cuál es el límite? Somos nada más que seres humanos. Seres atravesados por emociones contradictorias. Quiero algo y al rato no lo quiero. O lo quiero mucho, pero le tengo miedo. Un día estoy contento y al otro más o menos. Te amo y mañana dudo. Eso es ser un ser humano, es ser el continente de un mundo de contradicciones. Y en ese mundo ¿sabés qué? Quieren que seamos una unidad. No sé quién dijo que éramos individuos. Individuo es que no se puede dividir. Si yo te preguntara cuántas contradicciones tenés, cuántas dudas tenés, todo el tiempo nos recorren emociones diferentes. Como decía Ortega, contenemos multitudes, y tenemos que hacer algo con esas multitudes que nos habitan.

TE ASOMBRARÍA SABER LO DIFÍCIL QUE LE RESULTA A LA GENTE SABER QUÉ QUIERE DE VERDAD

— ¿Por qué hay que ser tan asertivo?

— Nos exigen cosas que desea la cultura, no nosotros. O vos creés que es cierto que a todo el mundo le gusta la misma canción. O que a todo el mundo le gusta vestirse del mismo color. ¿Mágicamente a todos nos gustan los mismos colores? Esto es lo que Heidegger denominaba la vida inauténtica. Alguien te dice qué tenés que escuchar, qué tenés que leer, cómo está bien que te vistas, y vos terminás creyendo que esos son tus gustos y tus deseos. Una de las grandes luchas que yo doy en el consultorio es esa, es decir “vos qué querés?” No, eso lo quería tu papá. No, esto lo quiere la cultura. No, esto lo pide… ¿Vos qué querés? Te asombraría saber lo difícil que le resulta a la gente saber qué quiere de verdad. Es atemporal el motivo de sufrimiento del ser humano. Estoy seguro que allá en el 1900 los pacientes de Freud le llevaban lo mismo que me traen a mí cambiado culturalmente.

— ¿Necesitaban tener éxito?

— Sí. Hay dos temas importantes en la vida del ser humano, la sexualidad y la muerte. Si querés, para ser un poco más suave, el amor y la muerte. Nadie sufre por nada que no se roce con el amor o con la muerte. Es más, te diría que con la unión de estos temas. Con la muerte de algo que uno ama. No me sale tal proyecto. Es decir: amo este proyecto y se me muere. Me dejó mi pareja. Es decir, amaba a esta pareja y se me muere. Estoy dejando de ser joven. Amaba mi juventud y se me muere.

— La muerte de cada una de las cosas que vamos atravesando.

— O vos te crees que si fueras inmortal estarías acá sentada haciéndome una nota a mí?

— ¿Qué estaría haciendo?

— Nada. Un mundo de inmortales sería un mundo extremadamente aburrido. En un mundo y en un tiempo que no se termina nunca, ¿por qué uno haría las cosas? Uno hace todo para que la vida tenga un sentido. ¿Y por qué tiene que tener un sentido la vida? Porque es breve y porque se va.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

No les dije porque ya lo saben, que su obra es un fenómeno editorial. Los libros que escribió Gabriel son récord de ventas en Argentina, Latinoamérica y bla, bla, bla.

— Me impresiona también que con tanto libros, teatro y conferencia, sigas atendiendo pacientes.

— Es que me gusta mucho ser psicoanalista María Laura. Vos podrías no trabajar por un par de años y no dejás de ser periodista. Un médico puede jubilarse y no deja de ser médico. Pero un analista si deja de atender deja de ser analista porque uno es analista de. Si no hay un alguien, no sos analista. El analista se constituye y se actualiza a cada instante en el acto de analizar.

María Laura Santillán Con Gabriel Rolón
EL ENAMORADO ES UNA PERSONA ENGAÑADA, QUE CREE QUE LO COMPLETÁS.

— Te escuché decir: “¿quién le hizo creer a la gente que con el amor alcanza?” ¿Creemos que con el amor alcanza? ¿Qué el amor es lo que nos llena?

— Bueno, te tengo malas noticias, no sé si dártela. El amor no te va a llenar nunca. Por lo menos en el nivel que le pedimos que nos llene. Uno le pide la completud al amor. ¿Viste que el enamorado reciente no quiere hacer nada? Porque está engañado, se cree que está completo. Entonces ¿vamos a bailar? No, nosotros nos quedamos en la camita a pasar juntitos. Esa idea de falsa completud después se pasa, después te lleva por delante la desilusión, y hay que aceptarlo. El enamoramiento no es el amor, está muy lejos de ser el amor de alguien que te banca a pesar de tus humores, a pesar de tus contradicciones, a pesar de tus problemas. El enamoramiento es una persona engañada, encandilada, que cree que lo completás y que cree que te va a dar todo siempre, de una manera incondicional. El amor te enseña a poner condiciones, no es de cualquier manera, no es a cualquier costo. ¿Y sabés qué? “Tengo que aprender a amarte aun sabiendo que a tu lado me faltan tantas cosas”. Ese es el gran desafío.

— ¿Existen los amores tóxicos ?

— La mayoría. Yo casi no conozco de los otros.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)
EXISTE LA CREENCIA DE QUE ES PARTE DEL AMOR PASARLA MAL

— Estás casado. ¿Es un amor tóxico?

— Espero que no. Trabajamos mucho para no entregarnos a eso con Cynthia y aun así te diría que no somos un amor perfecto. Tenemos nuestros momentos de breve toxicidad por usar tu palabra. Pero estamos muy conscientes, para apartarnos de eso.

— ¿Cómo describirías un amor tóxico?

— Está la creencia de que es parte del amor pasarla mal. Que parte del amor es sentir celos. Que la posesión es la manera en que alguien te demuestra que te ama. Y sí, está bien, puede ser que el celoso te ame, pero te ama mal. Te ama de una manera patológica. Cuando alguien no quiere que estudies porque le molesta que te vayas de tu casa, le molesta que te vistas de tal o cual manera, se enoja cada vez que tenés que verte con el padre o la madre de tus hijos y llegas y está con cara de enojado o enojada y te lo cobra unos cuantos días. Todas esas cuestiones que son parte de la vida… no, son parte de la vida enferma. Son parte de las relaciones patológicas. Es parte de una relación cuya toxicidad queremos naturalizar, no debería ser así. Cuando algún aroma de estas cosas se filtra en algún momento en mi pareja el primero que se da cuenta levanta la mano. Pará, nosotros no somos esto, no queremos ser esto. Correte. No, pero… Salí de ahí. Yo no voy a entrar acá. Yo a ella o ella a mí. El que se da cuenta primero que estamos por pisar el palito de la trampa de caer en este mundo de emociones dolorosas que tiene la pareja, avisa.

María Laura Santillán Con Gabriel Rolón
¿CÓMO PUEDO ESTAR CON ALGUIEN A QUIEN LE GUSTA VERME SUFRIR?

— Se necesita que los dos acuerden.

— Sí claro. Es imposible curar de prepo a alguien. Son acuerdos que deberían ser básicos. Si estoy con vos, nos podemos llevar bien o mal, puedo hacer algo que te guste y a veces algo que no te guste. Pero tengamos un acuerdo inicial. Dale que nunca seríamos capaces de creer que nos vamos a herir a propósito. Porque no puedo estar con una persona que me quiere lastimar a propósito. Entonces partamos de un acuerdo: si algo pasa fue sin querer. Digámoslo, acordemos, pidámonos disculpas. Pero si digo “vos me lo haces a propósito, cómo te gusta verme sufrir”, entonces, ¿qué hacemos juntos? Cómo uno puede estar con alguien al que le gusta verte sufrir? ¿Cómo podemos entregarnos? Cómo puedo estar yo con alguien a quien quiero hacer sufrir? Qué clase de perversa pulsión me recorre para estar al lado de alguien y hacerla llorar a propósito y decirle algo sabiendo que lo voy a lastimar? Esto lo dije el otro día: cuando amás a alguien le das un poder sobre vos. La persona que te ama no es la que te mima, la que te trae regalos, la que te lleva a pasear, la que te cumple todos los deseos. La persona que te ama es la que renuncia a usar ese poder que tiene sobre vos. Me contaste muchas cosas si somos pareja, conozco eso que hizo tu papá o tu mamá y te dejaron doliendo. Son cosas que yo podría usar para lastimarte, tengo ese poder. Lo que hace que te ame es que yo no uso ese poder. Regalar bombones puede regalar cualquiera, pero en los momentos de enojo resistir la tentación de usar esa arma, es lo que hace alguien que ama bien. No mido a la persona que me ama por todo lo que me da, sino por lo que no me da, por los dolores que no me causa.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— ¿La infidelidad sigue siendo un tema importante en los consultorios? ¿El pacto que se viola?

— Todo el tiempo. Eso es la infidelidad, es la ruptura de un acuerdo. Porque las parejas abiertas también se engañan a veces. Hasta una pareja abierta tiene acuerdos. Suponete que en una pareja abierta le digas “mirá, con cualquiera pero con mi hermana no”. Si uno no está loco siempre hay algo que está prohibido. Y eso que está prohibido es una tentación para el deseo y para el miedo que uno tiene a que el otro lo lleve adelante.

EL QUE SE QUEDA EN UNA RELACIÓN SI SUFRE ES PORQUE TAMBIÉN ES FELIZ CON ESE DOLOR.

— Muchos analistas trabajan tratando de confortar al paciente. Aunque la tarea debería ser que busque su propio bienestar, no confortarlo. ¿Es una tentación tratar de que esté cómodo, contento, calentito?

— No para un psicoanalista. A lo mejor para otro tipo de terapia puede serlo. Yo no confundo el análisis con el bienestar. No busco el bienestar de mis pacientes, busco la verdad de mis pacientes. Si en esa verdad después encuentran el bienestar, gol de media cancha. Es un análisis que llega poco menos que a su fin. Aprendé a ser feliz pero con tu verdad, siendo quien sos. Primero, es muy difícil que el paciente sepa lo que quiere de verdad. Segundo, lo que quiere lo quiere una parte de él, pero otra no lo quiere. Entonces, creer que yo lo voy a confortar… Qué voy a confortar, a esta parte de él que cree esto? ¿Y qué pasa con la otra? Yo sé que lo que en un lugar lo hace feliz en otro lo lastima. Ves una persona y decís, ¿por qué sufre? ¿Por qué se queda en esta relación donde es tan infeliz? Yo como analista sé por qué se queda.

— ¿Por qué?

— Porque hay una parte de él que es feliz con ese dolor. Y contra esa parte trabajo yo. A eso le llamamos los analistas pulsión de muerte. ¿Viste La guerra de las galaxias, la fuerza y el lado oscuro de la fuerza? Tengo que ayudarlo a renunciar al disfrute gozoso del dolor que lo lastima.

LA VIDA ES UNA SUCESIÓN DE PÉRDIDAS. POR ESO ES IMPORTANTE IDENTIFICAR NUESTRO PEDACITO DE CIELO.

— Vuelvo a tu libro “El duelo” porque a partir de cierta edad, 70, 80 años, hay una pérdida atrás de otra sin parar. Amigos, padres, trabajos, la juventud. ¿Cómo se contiene a los más grandes, a los adultos mayores?

— A veces siendo simplemente parte del entorno de ese dolor. Hay quienes creen que al analista no le tiene que doler nada. Que tiene que estar frío, distante de las emociones del paciente. El día que me pase eso no atiendo más. Vos leíste el libro del duelo, hay un caso muy fuerte, el caso de Martina. Cuando me dijo “a mí se me murió mi hija” yo lloré con ella. O sea, si a mí no me pasa nada con un paciente, ¿qué me dice eso? En Historias de diván está el caso de Majo, una chiquita de 18 años que muere de un cáncer. ¿Cómo no voy a llorar? ¿Cómo no voy a estar angustiado? Cuando un paciente está pasando un momento difícil, ¿sabés qué hago? Me acerco. Físicamente me acerco. Para sentir su dolor. Para prestarle mi cuerpo también. Para sacarle un poco de dolor y contenerlo de esta manera. Hay veces que se trata solo de eso, de mucho tiempo de silencio y cercanía. Porque, ¿qué le vas a decir? Con qué palabras podés intentar consolar a alguien que se le ha muerto un hijo, que se le ha muerto una madre, que se ha quedado solo, que ha descubierto una infidelidad cuando pensaba que vivía en el más lindo de los mundos? ¿Con qué palabras? Muchas veces te encontras con que tenés que renunciar a la posibilidad de consolarlo. Porque tampoco el psicoanálisis lo puede todo.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— Ese libro tuyo nos dice que todos vamos a seguir teniendo pérdidas.

— Sí, creo que la vida es una sucesión de pérdidas. Por eso se hace tan importante identificar qué constituye nuestro pedacito de cielo en cada momento de nuestra vida. Quién es esa persona que vos decís: pucha, cuando estoy con esta persona estoy relajado, me saca una sonrisa, disfruté del sexo, o disfruté de la compañía. Me reí con una amiga, no sabés lo que me divertí. O sea, esas personas que nos arman un metro cuadrado de cielo en medio de una vida que es bastante infernal. O sea, todos los que queremos se van a morir, todos nuestros sueños un día serán historia, y dentro de tres, cuatro generaciones nadie se acordará ni siquiera de nuestro nombre. Entonces, en un universo que es tan difícil, como decía Hegel, en este cascote estúpido que gira alrededor del Sol sin sentido y allí habitamos nosotros, cómo no esforzarse por sostener ese pedacito de cielo que le dé un sentido a la vida.

HAY PERSONAS QUE ARRIESGAN ESO QUE LES HACE BIEN, LO QUE LES DA SENTIDO.

— Lo que decís es identificar lo que te hace feliz, el que te hace reír.

— Y cuidarlo mucho. Hay veces que veo personas que arriesgan, arriesgan eso que les hace tan bien, eso que les da sentido a su vida. Una relación de pareja. Una amistad. Un trabajo. ¿Por qué? La pulsión de muerte. Hay un impulso en vos que quiere que sufras. Y hay que aceptarlo. Hay un impulso en nosotros que quiere sufrir y hay que sostenerlo a raya. Ese impulso nos quiere arruinar las cosas buenas. Viste cuando estás con alguien y decís para qué me voy a meter en este tema? No, mejor no le pregunto. Y a los tres minutos lo preguntaste y a los seis minutos decís, ¿para qué lo pregunté? Estábamos bien y estoy peleando. Vos sabías de antes que ibas a pelear, pero no lo pudiste contener. El laburo del análisis a veces es eso, es enseñarte a contener aquellas cosas de vos que lo único que quieren es que vos sufras.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— A reprimirlas. ¿Por qué no? Parece mala palabra reprimir.

— No, pero no es una mala palabra. Lo que pasa es que para el psicoanálisis la represión es inconsciente. Te diría más…

— Contener.

— Sí, exactamente. O a censurarlas si querés.

— Son como malas palabras, censurar, contener, reprimir.

— Sí. Una vez me estaban haciendo una nota, yo iba a decir algo y dije no, mejor no. Y me dice “bueno, pero eso es autocensura”. Sí, le dije, y si no la ejerciera todo el tiempo diría cada estupidez a cada segundo… Todo el tiempo tengo que elegir qué corresponde que diga y qué no.

LA PALABRA TRANSFORMA EL SUFRIMIENTO EN DOLOR. Y EL DOLOR ES SOPORTABLE.

— El espectáculo que presentas en el Multiteatro estos días se llama PALABRA PLENA. Hablás de la importancia de decir la palabra plena por ejemplo, para no enfermarse.

— Sí. Porque la palabra te permite sacar el sufrimiento del cuerpo. Se llama alexitimia a la enfermedad que lo que identifica es cuánto más se enferman físicamente las personas a las que les cuesta hablar de sus emociones. Está totalmente estudiado y comprobado que aquellos a los que les cuesta hablar de sus emociones tienen más enfermedades psicosomáticas. ¿Por qué? Porque la palabra desgasta ese impulso de muerte que tenemos adentro y entonces, en vez de que eso vaya y se instale en tu cuerpo y tengas una úlcera, por ejemplo, se desgasta en las palabras. Se pone en movimiento. Yo lo veo en los pacientes que vienen a una segunda entrevista, les digo, ¿cómo estás? Esta semana estuve mejor. ¿Por qué? Lo vi una sola vez, 45 minutos. No le dije nada, no resolvimos nada. ¿Por qué está mejor? Porque encontró un lugar para hablar. Porque encontró un lugar donde la palabra transforma el sufrimiento en dolor. El dolor es soportable a diferencia del padecimiento. El sufrimiento también es muy difícil de sobrellevar, hay que tener cuidado de no transformarlo en padecimiento. No empezar a habitar de una manera gozosa ese territorio.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— ¿Llamás padecimiento a ese dolor que se sostiene?

— Se sostiene en el tiempo. Se hace crónico. Alguien que está siendo tomado por su sufrimiento de un modo patológico.

— En nuestro país la gente está enojada y se queja. Difícil no quejarse hoy ¿Qué pasa con esas palabras que se usan para la queja? Son palabras inútiles?

— Sí, a mí no me gusta la queja. Es una catarsis un poco insensata. No es lo mismo la queja que la protesta. El que se queja solo se queja. El que protesta lleva algo al acto. La protesta promueve un cambio. La queja no promueve ningún cambio. Ponele en la pareja, una cosa es quejarte todo el tiempo de tu pareja y otra es sentarte con ella y decirle: no me gusta que hagas esto, no quiero que lo hagas más.

LA MAYOR PARTE DEL TIEMPO HABLAMOS SIN DECIR NADA

— ¿Qué te gustaría que le pasara a la gente después de verte en PALABRA PLENA?

— Me gustaría que se llevara la idea de que la mayor parte del tiempo hablamos sin decir nada. Habitamos un mundo de palabras vacías que no dicen nada. Habitamos un mundo vacío de palabras donde nosotros no estamos. No somos los protagonistas de nuestra vida. La palabra plena a diferencia de la palabra vacía, es la que dice algo de vos y la que te compromete. La palabra plena es cuando alguien te dice “dale, hagamos esto y lo cumple.” Viste el famoso “che, nos vemos”, “dale, veámonos”. Palabra vacía. Usted y yo nos vimos y qué dijimos? Vamos a hacer la nota. Dos semanas después estamos haciendo la nota.

— Nosotros dos.

— Fue palabra plena. Claro, un compromiso. Es una palabra que te compromete de verdad a diferencia de la palabra vacía.

EL SILENCIO ES EL LUGAR DONDE HABITAN TODAS LAS PALABRAS POSIBLES.

— ¿Y el silencio?

— El silencio tiene dos características muy distintas. A mí me gusta el silencio en una de esas características, porque es el lugar donde habitan todas las palabras posibles. Por eso los analistas hacemos mucho silencio. Porque en la cabeza del paciente, en lo qué está pensando, se le vienen todas las opciones del mundo de las palabras están en el silencio. Pero cuando no es un silencio elegido y prudente sino que es un silencio del que no puede hablar, del que no tiene derecho a hablar, o del que no sabe con qué palabras empezar a expresar lo que le pasa, ahí es donde el silencio te puede enfermar. Cuando algo te pasa de verdad la palabra es la que pone en juego quien sos. Cuando vos le decís a alguien: sentate, quiero hablar. Fjate, a veces las parejas, pongo las parejas porque para mí es una de las relaciones más potentes del mundo. Compartimos la desnudez, la sexualidad, amanecemos juntos, dormimos juntos, entonces es muy potente. A veces estuvimos todo el día juntos y en un momento uno de los dos dice: quiero que hablemos. ¿Por qué a las diez y media de la noche? Desde las nueve de la mañana que estamos hablando. ¿Por qué ahora me decís: quiero que hablemos? Porque me estás marcando que vas a usar una palabra distinta, una palabra plena. “Ahora quiero que hablemos” es: voy a hablar en serio. Lo que tiendo en el espectáculo es: mucho más sentido va a tener nuestra vida cuantas más veces hablemos en serio.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)
LOS QUE AMAN NO SE NECESITAN PARA VIVIR. LA VIDA ES MAS LINDA JUNTOS.

— La semana pasada oficiaste el casamiento de Alejandro Fantino y Coni Mosqueira. Pienso en esas palabras, en un momento tan importante. ¿Preparaste lo que ibas a decir? ¿Leíste algún texto ?

— Ale y Connie me dijeron Gaby, no queremos ni hablar nosotros. Queremos que nos digas algo. Y yo tampoco me armé nada porque no sabía muy bien qué decir.

— ¿Improvisaste? Palabra plena?

— Sí claro. Por supuesto. Hablamos un rato acerca del amor. Justamente de esto que te decía. Cuidado con el poder que se están dando el uno al otro. Básicamente intenté transmitir esta idea de que esto no es una ceremonia porque sí, para los demás, es una ceremonia entre ustedes dos donde los dos se van a comprometer. Sería interesantísimo que lo que los uniera fuera esa palabra plena de sabés que ninguno se va a morir sin el otro. Pero es mentira que se necesitan para vivir. No se necesitan nada. Lo más hermoso de esto es que podés vivir sin ella y vos podés vivir sin él, y que no quieren vivir separados. Pueden, pero no quieren, porque la vida es más linda juntos. Ese es el compromiso, creo yo, que tiene que tomar una pareja. Alguna de esas cosas debo haber dicho no sé, porque yo también estaba en una situación muy extraña para mí (risas). Pero muy halagado por el cariño de ellos dos.

(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

— Sos como un pai ahora Gabriel.

— Ay no, por favor (risas).

— ¿Lo habías hecho antes?

— No, nunca. Ni lo volveré a hacer jamás. Fue el pedido de dos amigos. Incluso cuando llegó el momento de los anillos y de la supuesta declaración dije: hasta aquí llegué, ustedes se casan entre ustedes, yo no caso a nadie. No tengo ese poder dado por nada. Simplemente soy un amigo que vino a decir algunas palabras.

— Es muy interesante a lo largo de tu obra no encontrarse esas respuestas rotundas y afirmaciones, de esas que se leen tanto en libros de profesionales que hablan de emociones. Que tu idea sea tender puentes para que busquemos dentro.

— Es que muy pocas cosas son definitivas en la vida María Laura. A ver, claramente violar a un chico está mal. Ahí no hay grises. Claramente ser nazi está mal y no hay grises. Pero con excepción de estas cosas crueles, delictivas, destructivas que tiene a veces el ser humano después no hay que ser muy asertivo porque lo que me hace feliz a mí no es lo que te hace feliz a vos. No necesariamente. Entonces por qué está bien cuando algo me hace feliz a mí y está mal cuando te hace feliz a vos. Una mujer deja a un hombre por otro. ¿Está bien o está mal? No sé. ¿Es un momento alegre o es triste? Según, ¿sos el abandonado o sos el que por primera vez duerme con esa mujer que se animó a separarse para estar con vos? Donde uno está feliz el otro está llorando. Ante una misma acción. ¿Cómo la vamos a juzgar? No sé si está bien, si está mal.

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