Mauro Szeta no necesita presentación. Es periodista, especialista en temas policiales. Desde hace 30 años nos cuenta los casos, las historias Investigador, productor de los noticieros de las grandes cadenas de televisión, Canal 13 y Telefé. Es parte de nuestra rutina, Mauro Szeta. Pero no se llama Mauro Szeta.
— Quien pronuncie bien y de corrido mi apellido se gana un premio. Mi apellido verdadero es Sztajnszrajber. Once consonantes, tres vocales.
“MI DESTINO ESTABA ESCRITO EN EL APELLIDO: TALLADOR DE LÁPIDA”
— Muy difícil de pronunciar.
— Difícil. Qué significa es lo importante. Significa “tallador sobre la lápida”. No es joda. O sea, mi destino estaba escrito con el apellido de mi hermoso padre. Me cambié el apellido para la tele porque era impronunciable. Hasta que acepté cambiarlo…
— No lo cambiaste vos entonces.
— Pero ¿qué hice? Respeté las dos primeras letras para homenajear a mi papi.
— ¿Supiste desde chiquito que tu apellido significaba tallador de lápidas?
— No. No es que dije “soy tallador de lápida’', elijo ser periodista de policiales. No. Fue al revés. Lo había elegido y de repente un día en una charla familiar mi viejo nos dijo a mi hermano Darío y a mí que era tallador sobre la lápida. Increíble.
“ESCUCHAR LA HISTORIA DE UNA MUJER A LA QUE LE MATARON AL HIJO ME LIQUIDA, NO PUEDO DORMIR.”
— Ser periodista de policiales implica contar cada día historias dramáticas, conmovedoras, a veces horrendas. Tenés el cuero muy duro.
— Sí y se traslada muchas veces a mi salud inevitablemente. Toda esa tensión de contar lo oscuro, que no es lo mismo que vivirlo. Me atraviesa, me duele escuchar una historia de una mujer que le mataron un hijo, me liquida, no puedo dormir, termino reventado muchas veces a pesar de que lo hago hace 30 años exactos, pero no dejo de decir “no me tocó a mí, le tocó a esa persona”.
— Hay que tener un espíritu especial para elegir contar estas historias.
— Todos los días desde hace 30 años.
— ¿Por qué elegiste la crónica policial?
— Empecé con la decisión de estudiar, mamá estudió periodismo antes que yo. Los tengo muy presentes a mis padres, se me murieron muy cerquita en el tiempo, los recuerdo mucho.
— Murieron los dos hace poco.
— Sí. Mi viejo a una semana de mi cumple, 29 de marzo. Y mi vieja 4 noviembre 2021. Me estaría preguntando mi vieja cuándo sale la nota con María Laura. Estaría muy atenta. Cuando empecé a estudiar la carrera de periodismo me dijeron que en los temas policiales era donde uno respetaba mucho más cabalmente consultar varias fuentes, la crónica. Había cuestiones que me gustaban del género, sin ser del género.
— Porque podés que contar, no opinar. Pero algo te fue entusiasmando.
— Todo el tiempo. Me agarra mucha gente y me dice: loco, ¿pero no te gustaría aflojar un día? Es cierto que tenés que tener un cuero particular para vivir de esta manera. Me atrae. Me genera la misma adrenalina, la misma intensidad el caso de ayer que el de hace 10 años. Me parece que tiene el mismo nivel de tensión y de interés y de compromiso un caso que pasa en los sectores medios altos o un caso que pasa en la marginalidad, para mí todas son historias contables. Y el placer de poder ayudar a la gente. A veces no doy abasto, me escriben mucho. Hay una demanda enorme de pedido de justicia, de reclamo, de ayuda. Hay injusticias que no se visibilizan, gente que escribe desde la cárcel y me dice que está detenida ilegalmente, y no llego a determinar si es cierto o si no es cierto, y me pasa por arriba. Por ahí en 10 años me escribe el mismo tipo y me dice: me liberaron, no me diste bola nunca, me pasó. Sentís una carga constante de tener que resolver o ayudar a resolver.
— ¿Hay un antídoto para que esto no te afecte?
— Sí. Visitar a mi nieto. Compartir en familia. Tratar de tener mi rato para comer mi asadito el fin de semana. Ir a la cancha a ver a Estudiantes de La Plata es un gran antídoto, incluso cuando perdemos.
— Nunca te vi con los ojos llenos de lágrimas, los años que trabajamos juntos. ¿Se te llenan los ojos de lágrimas?
— Con la muerte de mis viejos mucho. Un hecho excepcional.
— Tuyo, personal. ¿El paso de los años te fue anestesiando acerca de lo que ves y contás?
— He tenido momentos así y momentos donde por suerte se me va la anestesia y vuelvo a ser aquel. Cuando lo emocional está débil todo te “desanestesia”.
— Estás en carne viva ahora.
— Ahora particularmente, pero nunca dejé de detenerme, de escuchar a la gente. Pero sí, estoy más sensible y eso se traslada al trabajo.
“YO NO CREO UN PERSONAJE, SOY ESTO QUE USTEDES VEN.”
— La gente no imagina que estás todo el tiempo jorobando detrás de cámara.
— De a poquito se dan cuenta. ¿Sabés quién me ayudó mucho a visibilizar ese espacio? El programa de Vero Lozano. Si bien hablamos de la muerte o del delito, ahí empezó a conocer la gente un costado lúdico. Bailar, reírme, hacer boludeces. Yo no creo un personaje, soy esto que ustedes ven.
“LOS CRIMINALES SABEN QUE EL SISTEMA TIENE FISURAS Y QUE ES MUY POCO PROBABLE QUE LOS DETENGAN”
— Te escuché decir que no existen crímenes perfectos.
— No hay crímenes perfectos, hay investigaciones imperfectas. Que pueden obedecer a falta de capacitación, a no tener herramientas tecnológicas. Los criminales deben saber que el sistema tiene tantas fisuras que es muy poco probable que los detengan.
— Eso es imaginar que los asesinos conocen todo.
— Me lo han contado. Saben mucho más de lo que creemos. Están todo el tiempo craneando, nos van observando y saben cuál va a ser nuestra reacción ante un delito. El nivel de salvajismo con el que salen a cometer el delito, esa cosa de gritar, la bravuconada delictiva, tiene que ver con el pensar que el otro va a reaccionar.
— Cuando entrevistaste delincuentes, ¿fue por curiosidad personal, porque es necesario, porque es interesante?
— Me pareció interesante saber qué pasaba por la mente de un criminal. Yo hablaba de criminales sin saber qué les pasaba por su mente. No para aplaudirlos ni exculparlos, todo lo contrario, veamos qué le pasa a esta gente y cómo llegaron a ser lo que son.
“A NORA DALMASSO PARA LA JUSTICIA NO LA MATÓ NADIE”
— ¿Quién mató a Nora Dalmasso?
— Para la Justicia nadie.
— ¿Para vos?
— Para mí ninguno de los que fue sometido a investigación penal, ni el marido. Es importante que te explique por qué. Yo no sé si la mató o no la mató, la Justicia dijo que no con argumentos muy sólidos. No trajeron ante el estrado de ese juicio por jurados ninguna prueba que demuestre que tal fue el autor.
— ¿A María Marta García Belsunce la mató Nicolás Pachelo?
— Es tan burda la investigación que empezó con un “no culpable” llevado a juicio, sentenciado, condenado, 7 años preso. Si Pachelo fue, como creen los fiscales, que el tribunal demuestre que tiene elementos de convicción. El mismo Carrascosa me dijo una vez: si se demuestra que es Pachelo como creemos nosotros, ojalá lo hagan con pruebas. El inocente, para mí es amplio el significado de la palabra, es aquel que es juzgado sin pruebas y condenado.
— ¿A Alberto Nisman lo mataron?
— Qué pregunta. Te contesto también con la Justicia. Sobre el mismo expediente distintos investigadores arriban a conclusiones totalmente opuestas. ¿Cómo creer cuál va a ser la verdad? Vos tenés una fiscal de instrucción, cuestionada, no cuestionada, que dijo: todo me lleva a pensar que hay una inducción al suicidio. Y tenés una instrucción de la Justicia Federal que dice que es un homicidio.
— La fiscal fue muy cuestionada entre otras cosas por contaminar la escena del crimen.
— Está todo mal… Está mal preservada la escena del crimen. Entonces a partir de ahí se le exige al periodista de policiales que diga qué le parece. Los tres casos están mal investigados. Son deficitarios. El periodismo le ha hecho creer al público que sabe más que el instructor judicial, no me parece sano. Hay una bajada de protagonismo, de vedetismo, de que el periodista resuelve, que logra llegar a la verdad. Está sobrevaluado mal. Que en un país los rockstars sean periodistas no habla bien de cómo estamos. Los periodistas de policiales no hacen pericias.
— Pero las leen.
— Las leen. Con ojo crítico las podés leer. Pusiste tres casos que generan esta discusión. Te leo la causa instruida por un fiscal: te dice que fue Carrascosa. Te leo la causa instruida por otro fiscal: te dice que fue Pachelo. Te leo una causa instruida por un fiscal de instrucción: te dice que fue Macarrón. Te leo la causa instruida por el fiscal de juicio y te dice que no fue Macarrón. ¿Por qué el periodista de policiales va a prender un pucho y va a decir: ¿creo que es Fulano? Somos apenas observadores limitados. Y de investigaciones que son ineficaces. Imaginate los que militaban el asesino es Fulano como si fuera una competencia. No muchachos, a la hora de expresarnos digamos: tal tribunal dice tal cosa, tal fiscal dice tal otra.
— ¿Sobre el atentado contra Cristina Kirchner está todo a la vista?
— Los que están detenidos son, porque la prueba que tiene la jueza Capuchetti es contundente y porque tenés un autor grabado, mirá la diferencia con estos casos que me preguntaste. Acá tenés un autor grabado con el arma secuestrada y con mensajes sobre la planificación. Faltará saber si detrás de eso hubo una logística más grande y hubo alguna relación con algún incentivo económico de alguna organización política.
— Por rigor profesional vos no opinás públicamente sobre los casos.
— Yo me eduqué periodísticamente de una manera, en este siglo estoy en extinción probablemente si sigo en este camino. Se le pide tanta opinión al periodista y tanta certeza, parece que está de moda opinar y ser asertivo ¿no? El periodismo policial y judicial en la Argentina te encuentra todos los días con una vuelta de página, no sabés nada, absolutamente nada. Tenés que dudar absolutamente de todo. Es el principio con el que empezamos este laburo.
— ¿Tenés amigos que no son periodistas de policiales?
— (Risas) Amigo es otra cosa. El trabajo es el trabajo. Para mí hay una diferencia conceptual. Me re llevo bien, me divierto, me copo. Ahora, no me voy de vacaciones. En mis vacaciones quiero estar con mi esposa, con mis hijos que son los hijos de ella, pero son mis hijos para mí. Con mi nieto. Me quiero divertir en otro mundo. En general mis amigos de la vida no tienen que ver con el laburo. Es más, no tienen ni idea. Mi esposa no mira casi televisión. Me conoció a mí sin saber de qué se trataba la tele.
“UN DÍA ME PREGUNTÉ POR QUÉ NO FUI PAPÁ.”
— Están juntos con tu mujer desde hace más de 10 años. Hablás mucho de tu nieto.
— Sí, 12 estamos por cumplir juntos. Casados 4 hoy. Me había olvidado (risas). Divino, Luca. Yo un día me pregunté por qué no fui papá. No sé si fue una elección tan consciente, pero en algún momento pensé que ser papá con el nivel de locura que tengo, de estrés y de sometimiento al trabajo, y el reglamentarismo, que vivo para laburar y no trabajo para vivir… Dije: cómo hago para ser papá si no puedo dejar de tener el teléfono prendido. A las 3, 4 de la mañana, estoy chequeando información todo el tiempo. Faltar a eventos y a lugares sólo para estar conectado. Faltar a la final de Estudiantes, no me lo perdono más, el día que Estudiantes le gana la final a Boca en el campeonato argentino.
— ¿Por qué faltaste?
— Falté porque estaba en el canal y me tuve que quedar para cubrir un secuestro, nunca sabés si liberan o no a la víctima, y no fui. Y me quedé re caliente.
— No se te pasaba por la cabeza tener hijos porque no había tiempo entonces.
— No había tiempo y tenía temor de no saber cuidarlos, amarlos, porque iba a ser un loco del trabajo. Dije: no, voy a estar seteado y en vez de jugar a la pelota voy a estar como con el teléfono como estoy todo el tiempo.
— Resulta que llegó tu mujer con una familia.
— Divino, todo. Todo me hace muy feliz. Me gusta la relación que tenemos, es importante cada tanto pensarnos y repensarnos sin que eso nos aburra, porque para mí cuando pensas mucho “qué somos”, te separás (risas). Es bueno que seamos tan distintos, que podamos mantener nuestra individualidad y que eso nos haga crecer. Porque está repleto de parejas que parecen todos iguales.
“LUCA ES LA OPORTUNIDAD QUE ME DA LA VIDA DE CRECER AL LADO DE UN NENE DIVINO”
— No entiendo cómo llegaste a ese tema, te pregunté por tu nieto.
— Esperá. Lo que me gusta de la relación con ella primero es que amo a Nano y a Camila que son los hijos de Clari. No son niños, Camila tiene 30 y algo y Nano veintipico. Camila tiene un hijo que es Luca. Y Luca es la única oportunidad que la vida me dio de comulgar con un nene divino y crecer al lado de él, verlo desde que nació. Mi esposa, cuando era muy chiquito, descubrió que Luca no posaba la mirada. Empezamos a consultar y descubrimos que tenía Asperger. Es hermoso porque aprendes a vivir y a relacionarte con un nene desde otro lugar, desde la no exigencia. O sea, el nene pone al adulto en la necesidad que el adulto espere. Porque nosotros no esperamos nunca. Es hermoso.
— ¿Cómo es ese trastorno en la vida diaria?
— Te enseña a esperar. ¿Por qué al nene hay que exigirle todo el tiempo que dé respuestas?
— Tenés que enseñarle a vivir y convivir en un mundo que está formateado ¿no?
— Sí, pero hay un equipo ahí de laburo maravilloso que no generé yo, que lo fueron a buscar la mamá y mi mujer.
“HAY MUCHA GENTE QUE SE JACTA DE SER INCLUSIVA Y NO LO ES”
— A los chicos muchas veces el afuera no los trata bien.
— Me pasó. Cuando Luca pasaba de la sala de 5 a la primaria lo habían etiquetado en un colegio como nene agresivo. Un colegio que se jactaba de ser integrador, con acompañantes terapéuticos y demás, le había puesto una etiqueta de nene agresivo. Imaginate llegar con esa carta de presentación para anotarlo en una primaria. Hay mucho de verso en gente que se jacta de ser inclusiva y no lo es, que no adaptan y no se amoldan. Y hay lugares hermosos donde conocí acompañantes terapéuticas que se desloman, con una cabeza súper abierta.
— ¿Está en un colegio común o un colegio especial?
— Común. Pero con acompañante terapéutico el tiempo que haga falta. Es una ayuda. Más que nada para socializar mejor.
“SERÍA HORRIBLE TENER UN HIJO QUE SE CRÍE CON EL SONIDO DE LOS CASOS POLICIALES.”
— ¿Sentís alguna melancolía de falta de hijos propios al estar tan cerca de Luca?
— Tendría que haber hecho otra cosa en mi vida. Este trabajo te requiere como yo me lo tomo… Sería una locura decir que todos los periodistas de policiales no deben tener hijos porque los van a desatender. Como yo me tomo el laburo me imagino así como te dije antes, mi nene tironeándome y yo con el teléfono acá: “sí ¿comisaría 4ª? Ah, ¿se escaparon?” Con un hijo tenés que estar ahí los primeros años. Sería horrible que se crie con el sonido de los casos policiales.
— No te arrepentís.
— ¿Me gustaría? Sí. Tendría que ser otro Mauro. Tendría que ver cómo me pinta de acá a un par de años. Cumplo 50 ya, Laura, ya. Y ahí vemos que pasa. Estoy muy bien con Luca. Muy bien. Me gusta. Le quiero dedicar más tiempo a Luca. Quiero aprender a estar más. Estoy poco. Soy muy crítico de mí, estoy muy poco. Porque cuando tengo que estar no llego, y porque llego a casa y sigo conectado. Además, ¿qué hace el periodista de policiales, hablo por mí, cuando llega a la casa? ¿Qué mira? Series policiales.
— ¿También?
— ¿Qué libros lee? Libros de casos policiales.
— Un opio.
— Un opio, tal cual. (Risas). Solo me soporta mi esposa.
“ME ENAMORÉ DE MI VIEJO AYUDANDO A QUE MUERA MEJOR”.
— Contaste que se habían muerto tus papás, lo triste que estás y lo fuerte que es el hecho de que se murieran en un corto lapso de tiempo. Supongo que cambió absolutamente todo.
— Sí, mucho. Resignificas todo. Le decía el otro día a mi hermano: cómo extraño que nos rompan las pelotas. No hay nada más lindo. Todo lo que te molestaba de tus viejos, lo amas.
— Que te reclamen.
— Que te reclamen. El mensaje de WhatsApp de mi vieja de 7 minutos, dame 20 ahora. Me gustaría escucharla, me divertiría mucho. Se murieron como vivieron, cada uno en su forma de entender la vida. Me encantaría volver el tiempo atrás y tener la chance de compartir esta etapa donde ellos van envejeciendo y yo voy creciendo. Llegaron a venir a mi casamiento. Eso fue divino. Y el otro día encontré unos ejercicios donde mi papi, que tenía una enfermedad que mezclaba el Alzheimer y el Parkinson, en los últimos cursos que hizo para la memoria, ponía ‘hoy se casaron Mauro y Clarisa’. Fue muy impresionante leer eso. O ver nuestras fotos de chicos. O verlo a mi papá con otro pelo. Es muy lindo reencontrarse con eso.
“MI VIEJO NUNCA SUPO QUE SE HABÍA MUERTO MI MAMÁ”
— Es muy fuerte que los dos hayan muerto con tan pocos meses de diferencia
— Sí, cinco meses son. O sea, mi vieja en noviembre y mi papá en marzo. Es pegadísimo. Mi viejo nunca supo que se había muerto mi mamá. Porque no sabíamos cómo le podía afectar a alguien que tenía tanta pérdida de memoria. No sabíamos si se lo contábamos y le desajustábamos otra cuestión. Y me gustó mucho, me enamoré mucho de mi viejo ayudándolo. Eso me gustó mucho.
— ¿Con la enfermedad?
— No sé si es la palabra correcta, pero ayudándolo a que se muera mejor.
— Cómo fue eso.
— Claro, a que no sufra. A divertirlo. Hubo cosas hermosas.
— ¿Acompañarlo?
— Sí, es hermoso. Hay una cosa muy linda que hizo la mamá de los hijos de mi hermano. Para que mi viejo no se olvide de las cosas habíamos decidido montarle en el cuarto fotos, ahora las tengo yo. Y después un laburo que nadie destaca, unas genias, las cuidadoras de mi papá las amé. Lloraban más que nosotros en el cementerio. Las amé. A Mónica, a Inés y a Ana, que le enseñaron a vivir mejor a mi papá. Mi papá estaba más enfermo. Mi vieja tenía un problema renal y terminó como cayendo en una sesión de diálisis, se le apura, se le corre la vida de repente, en una nada se nos va. Mi vieja no venía perfilando una enfermedad más allá de lo renal.
— No estaba grave.
— No estaba grave. Fluía. Iba al cine. Morfaba con amigos. Lo de mi viejo fue más lento.
— Es muy cruel el Alzheimer para la familia.
— Difícil. También te enseñan la paciencia. Es todo lo contrario a lo que me pasa en el trabajo. Tanto con Luca como la relación con mi viejo se trata de esperar al otro. En algún momento mi viejo se iba a acordar, había cosas que se acordaba. Pero no al ritmo que vivimos nosotros, al palo. Pero sí, los re extraño. Todavía lo tengo ahí, digiriendo. Sí, no se digiere. Se los extraña mucho. Me puso bien saber que estuve todo el tiempo, entonces hasta su convalecencia la recuerdo de manera linda. A pesar de que vi cosas muy feas en su momento malo, lo recuerdo con mucho amor al haber estado ahí. Ahora revolviendo entre fotos y cosas, encontrarse con...
HE IDO A VELORIOS Y ENTIERROS DE GENTE QUE NO CONOZCO, PERO NUNCA SE HABÍA MUERTO ALGUIEN CERCANO.
— Era duro, pero él estaba.
— Sí, estaba. ¿Sabés qué me hizo darme cuenta de que la muerte existe como concepto? Nunca había vivido la muerte de alguien cercano. Mirá que vivo la muerte de gente que no conozco. He ido a velorios, entierros de gente que no conozco, por las crónicas policiales, pero nunca se había muerto nadie cercano. Fue muy loco, yo tenía adoración con los dos. Anda a saber por qué, yo les olía el olor del pelo. Esa cosa de darles un beso en la cabeza y retener ese aroma. Cuando se mueren es lo primero que se te va. La ropa ya no huele más. Y las cosas dejan de tener su olor rápidamente. Vuela eso. Vuela.
— ¿Podrás resignificar lo que hagas de aquí en más? Las enfermedades y la muerte de tus padres, la paciencia estos años con tu padre y la paciencia que te obliga Luca con su peculiaridad.
— Si, me resignifica a mí.
— ¿Para correr menos, para disfrutar más? ¿Es sólo un deseo?
— Es un deseo. Ojalá todo eso sirva ¿no? Movilice otras cosas.
“ME FUI DE LA CAMA, ME DI A LA FUGA.”
— Trabajás tanto y vivís tan enchufado que tu mujer y vos decidieron dormir en cuartos separados.
— Ella no quiere. No está consensuado. Me di a la fuga. En términos policiales me di a la fuga de la cama. Pero tiene una explicación no amorosa. No es una novela rosa. Es vida común, le pasa a todo el mundo.
— ¿A ver?
— El ronquido es determinante. Para mí. El que ronca primero y se duerme primero gana la batalla. El otro no puede sostener el sueño al lado. Y para mí entonces uno termina abandonando la casa como Gran Hermano entre los ronquidos. La pieza.
— ¿Estás acusándola de roncar?
— Mutuamente eh. Los dos. Pero yo decidí no tratar de vencer esa situación. Al contrario, es una rendición la mía. Ella se duerme primero, tiene otros horarios, yo duermo más tarde, no sé conciliar el sueño con mucha rapidez porque me quedo hasta última hora de la madrugada mirando cosas, así que abandoné yo. Y me fui a un cuartito que tenemos al lado de la habitación. Es el cuartito de al lado, la camita es...
— Austera. Un monje, un monje budista.
— (Risas) Casi. No hay nada, es esa camita. Y yo estoy bien ahí. Ella los primeros días me dijo: loco, no puede ser que no hagamos cucharita. Le dije no, para cucharita una heladería. Una boludez así le dije. No tiene que ver con el amor dormir juntos para mí, le dije. Me encanta dormir con ella cuando no roncamos. En general pasa eso cuando estamos de vacaciones. No roncamos.
— El ronquido es causal de divorcio.
— No sé si tanto, pero para irme. Por lo menos para irme a dormir al lado sí. Le metimos todo, tapones…
— Lo intentaron.
— Estoy volviendo. De a poquito. Me convenció.
— ¿Estás volviendo al cuarto de tu mujer?
— Es de los dos (risas). Ahora ya es de ella. Sí, estoy volviendo. No muy convencido, pero me dejo estar ahí en el letargo hasta que me duermo. Hemos dormido juntos y al día siguiente lo festejamos. Siento cierta alegría de que de a poquito volvamos a dormir juntos lo que significa que estamos roncando menos probablemente.
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