Pilar Sordo con María Laura Santillán: “¿Para qué me levanto? El gran problema hoy es la pérdida del sentido de la vida”

Dice que el problema de la humanidad es el para qué. ¿Para qué nos levantamos? ¿Para qué hacemos? Cuál es hoy el camino para responder a la depresión. La importancia del amor propio. Por qué ser feliz es de valientes

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María Laura Santillán Con Pilar Sordo

Hay pocas personas en el mundo que son dueñas de una empatía absoluta, de una empatía mayúscula, y estamos frente a una de ellas. Pilar Sordo tiene ese poder. Ponerse en el lugar del otro, dejarse llevar por lo que el otro vive, registrar las emociones ajenas en su propio cuerpo, sin reparo, sin filtro. Maria Pilar Sordo Martinez nació en Chile, es psicóloga clínica, divulgadora y escribió infinidad de libros, trece. Todos y cada uno de esos libros tienen detrás investigación y mucho trabajo, por eso cuando empezás a leerlos no podés parar. Vino a Buenos Aires a presentar el último y dice que es el mejor de todos : Del amor propio al amor al otro. Cercana, cariñosa, querible. No es común que la gente se parezca a su obra de una manera tan rotunda.

— Qué lindo eso. Gracias porque eso me hace congruente y es lo que intento.

— Deben envidiarte los políticos. Tenés poder sobre la gente.

Pilar Sordo contó que tiene
Pilar Sordo contó que tiene un montón de cosas pendientes, entre ellas recuperar su salud (Fotos: Gustavo Gavotti)

— Seguramente. En algún momento me han hecho… seducciones. Nada está más lejos de mis intereses. Según la última investigación que hice, el liderazgo hoy día está determinado por la honestidad, por la congruencia, porque lo que digo es igual a lo que hago. He intentado que sea así, en mi rol de mamá o con la gente que quiero. Soy muy cuidadora de los vínculos que para mí son importantes. Los que no son importantes los desecho rápido. Pero si a mí me importa alguien me voy a ocupar de hacerle saber que estoy cerca siempre.

— Estás entre las 21 personas más influyentes de Chile, claro que te tiene que haber buscado la política. Te estás haciendo la distraída.

— Probablemente. Tal vez también con los hombres (risas), en una de esas tampoco me he dado cuenta. No se me acercan mucho María Laura, parece que doy como susto.

— ¿Por qué creés que das susto?

— Porque la gente se arma conceptos de uno. Por ejemplo, que yo no necesitaría ayuda en un momento de fragilidad porque sé resolver cosas. O que en una relación de pareja podría ser complicada. Porque se requiere un hombre muy seguro para estar a mi lado, eso lo tengo claro. Yo soy muy alfa. Y creo que tiene que haber alguien que comparta eso desde otro lugar.

— ¿Extrañás tener una pareja?

— No, en este momento no. Tengo un montón de cosas pendientes, entre ellas recuperar mi salud, que quiero resolver sola. Siento que mi energía no está hoy día para compartirla. Soy muy generosa cuando y cuando quiero, quiero en serio. En este momento quiero que la energía sea solo para mi.

— Sos muy generosa, dijiste. Mucha gente no asume sus propias virtudes. Trabajás y escribís mucho sobre la importancia de tener una autoestima fuerte.

— Un amor propio. Sí, a mí me parece que es la base de todo vínculo sano. Sin eso, sin tu capacidad para auto cuidarte o de poner límites, amar se hace complicado porque se arma desde la carencia, de lo que el otro me da para que yo me complete. Cuando uno está trabajando por completarse uno, el amor propio empieza a activarse. Y por lo tanto lo que yo te entrego a ti te lo entrego desinteresadamente. No necesito que me lo devuelvas porque yo lo estoy trabajando en mí. Hoy día es la base también de la elección de líderes en nuestros países latinos. Tendemos a buscar líderes que nos vayan a solucionar en vez de que nos den herramientas para que lo solucionemos nosotros. Y eso es carencia de amor propio dentro.

La escritora sostuvo que los
La escritora sostuvo que los líderes políticos se han vuelto relatores

— ¿Hay quienes tienen demasiado amor propio?

— Nunca hay demasiado amor propio. Eso es una confusión del concepto. Porque el verdadero amor propio es inmensamente humilde, es tremendamente generoso, porque el verdadero amor propio no juzga ni emite juicios, porque reconoce sus propias sombras por lo tanto no tendría la autoridad para juzgar a otro. El verdadero amor propio es súper empático porque tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Se ha puesto en su propio lugar y conoce sus heridas, por lo tanto las heridas del otro son fácilmente detectables.

— ¿Y al que vemos soberbio, narcisista, creído?

— Es inseguro de base y por lo tanto tiene muchos miedos. Y para proteger esos miedos se hace como esta armadura agresiva, soberbia, prepotente, que lo defiende del resto, que lo aleja, pero que le da una prestancia. En este mundo los prepotentes, los soberbios, tienen un espacio, son escuchados, son vistos. La humildad tiene un dejo de mala prensa ¿no?

— ¿Al humilde se lo percibe perdedor?

— Claro, como que no entiende, como que se resignó. Y la humildad no tiene nada que ver con eso. La humildad tiene que ver con mi condición de ser humano, yo no me voy a poner jamás ni arriba ni debajo de ti. No voy a permitir que me humilles y tampoco me voy a colocar para humillarte. Simplemente asumo nuestra igualdad y nuestras diferencias y desde eso aprendo, me regocijo, me alegro, lo disfruto. Por lo tanto puedo reconocer mis talentos o mis dones y al mismo tiempo reconocer mis sombras. Ahí es donde está centrada la humildad.

— Seguís diariamente la realidad argentina, estás pendiente y tenés un vínculo importante con la Argentina. Es una Argentina en crisis, que necesita líderes y no aparecen.

— Cuando tú hablas de crisis es porque hay algo efervescente, un volcán en erupción, y eso después va a pasar. Una crisis viene, se desata y pasa. Yo siento que ustedes están en una estructura que tiene situaciones complejas no resueltas por mucho tiempo. Yo lo veo como algo que ya está tejido. ¿Por qué no aparecen líderes? Pasa en todos los países, porque no hay espacios para escuchar. Los que se escuchan siempre son los mismos. Llevo 10 años ya con este romance con Argentina y siempre son las mismas caras.

María Laura Santillán Con Pilar Sordo
HAY UNA ESTRUCTURA LATINOAMERICANA QUE MIRA HACIA AFUERA. A LOS LATINOS NOS FALTA AMOR PROPIO

— Describiste la situación de la Argentina como algo que está mal tejido. ¿Es un tejido estanco?

— Sí, pero ese tejido no es distinto del tejido que hoy podría tener Perú o que puede tener incluso mi querido y amado Chile. Hay una estructura latinoamericana que se ha ido tejiendo de una determinada forma, en mi opinión desde el punto de vista psicológico y tal vez sociológico, falta una conciencia de un mundo interno en el latino que siempre está mirando hacia afuera. Que siempre mira a los grandes países como referentes en vez de cultivar el proceso desde dentro. Creo que no tenemos buena autoestima los latinos. Nos falta amor propio.

EN LATINOAMÉRICA LOS LÍDERES POLÍTICOS SE HAN VUELTO RELATORES

— En la Argentina la inflación devora los ingresos. La región fue resolviendo ese y otros problemas con gobiernos de distinto signo político.

— Sí. Me llama mucho la atención del liderazgo latinoamericano que todos los líderes políticos se han vuelto relatores. Son periodistas. Aparece el presidente a decir: estamos agotados y vamos a atacar la delincuencia. Yo no tengo problemas en decir lo mismo, el tema es cómo. Lo pusimos ahí todos los ciudadanos para que solucionen las cosas, no para que nos cuenten cómo están, si nosotros sabemos cómo están.

Pilar Sordo destacó la importancia
Pilar Sordo destacó la importancia de tener la capacidad de desconectarse para conectarse
EL PROBLEMA HOY ES LA PÉRDIDA DEL SENTIDO DE LA VIDA. EL ‘PARA QUÉ'.¿PARA QUÉ ME LEVANTO?

— ¿Qué provocan en nosotros estos gobernantes que son comentaristas?

— Lo primero es cansancio. Yo siento que la gente está agotada. Agotada de escuchar lo mismo. Te enteras que hubo un acto de delincuencia y no pasa nada y nadie paga el costo político de tomar esas decisiones. Hay un agotamiento en América Latina gigantesco. La gente está cada vez más desconectada. Cada vez le interesa más su circuito y tratar de disfrutar esos micro espacios. Participo de grupos de estudio donde hay europeos también, y hemos llegado a la conclusión de que el gran problema de la humanidad hoy es la pérdida del sentido de la vida. El para qué. Para qué qué. Para qué me levanto. Para qué hago. Para qué compro. Eso va a obligar a que la psicología gire, y yo estoy estudiando eso porque en la Facultad no me lo enseñaron, hacia la psicología espiritual, que no tiene nada que ver con religión. Vamos a tener que ser capaces de responderle a una persona que tiene depresión con el encuentro de su propósito de vida, que es distinto a responderle la depresión como lo hacíamos antes, solo desde su estado de ánimo o de su energía vital. El para qué me enfermé o para qué la gente tiene problemas de salud. Cuál es el sentido, cuál es el mensaje, la gente se está preguntando muchas cosas.

— ¿Cómo haces para ayudar a que la gente encuentre su para qué?

— Hay que acompañar, porque enseñar es una palabra muy grande, al silencio de esa persona. Al retorno. A volver a uno. Yo creo que salimos muy rápido de lo que somos, porque lo de afuera es muy intenso. Lo ves todos los días desde lo de Ucrania hasta la falta de gas, o de nafta o lo que sea. Hay que acompañar en el proceso de retorno, a que esa persona vuelva a lo que es. Eso que somos es distinto a lo que hacemos. Puede complementar pero no es lo mismo.

— Para hacer eso hay que apagar un poco todo lo que está prendido ¿no?

— Todo. Tenemos que hacer un ejercicio, como un détox y tener la capacidad de desconectarme para conectarme. Yo creo que la única posibilidad de que yo me conecte hoy conmigo es desconectándome de lo de afuera. No se puede hacer ambas cosas juntas, eso es imposible.

Pilar hace lo que dice, lo que pregona. Insisto. Eso la define, pero además la hace confiable, verdadera. Ahora vive en el Sur de Chile justamente para desconectar y para disfrutar.

— ¿Cuánto tiempo es desconexión y cuánto acción?

— Lo que más puedo. Tengo que moverme, tengo que trabajar, amo lo que hago. Pero tomé la decisión de que en Santiago no quiero vivir, es caro vivir en una ciudad grande, exige un montón de cosas y no tengo ganas de enganchar con eso.

— ¿Qué exige?

— Hasta la ropa que te pones. Te mete en un circuito que lo único que implica es gasto. En cambio en el Sur puedo estar veinte días, no salgo de mi casa. Piso la tierra. Trabajo, estoy intentando hacer un huerto. Eso de recuperar el volver a mí. El sacarme los roles que yo misma seguramente me puse e intentar volver al silencio. Aprendí a meditar durante la pandemia, lo estoy intentando practicar todos los días. Y después del problema de salud del año pasado, me ha costado un mundo recuperarme, con mayor razón siento que quiero la reconexión con el disfrute. En el lenguaje que tengo hoy día con mis pacientes el 60% es pura espiritualidad. Es puro sentido de la vida. Es puro cómo hago para pasarlo bien en el día. Cómo hago para estar en calma. La palabra calma es una palabra que repite todo el mundo. Necesito calma. Quiero paz. Pero no la paz de afuera solamente, sino que esa paz del silencio.

LA ARGENTINA QUE YO VEO NO ES LA QUE VEN USTEDES

— Para volver a uno y para encontrar ese silencio entonces hay que desconectar. Hay que apagar cosas que nos encienden mal, que nos provocan ansiedad probablemente.

— Sí. Y además nos muestran un mundo que no es 100% el mundo real. Yo estoy convencida que la Argentina que yo veo no es la que ven ustedes.

María Laura Santillán Con Pilar Sordo

— ¿Qué ves?

— Yo veo gente maravillosa. Veo una afectividad desbordada. Veo mucha gente que se levanta a sacar a Argentina adelante. Que cree que puede. Que hace todo lo posible por dar lo mejor en la función que está. Veo mucha nobleza, mucha nobleza en Argentina. Pero de verdad. Mucha empatía, mucha solidaridad vecinal. Esa Argentina no es de la cual se habla.

— ¿Qué vemos nosotros?

— Ustedes ven la desorganización. No logran ver que el Estado argentino no es lo mismo que la Argentina. Son dos cosas distintas.

— Creemos que este despelote que es el Estado somos nosotros.

— Y no, no son ustedes. Probablemente lo son en la representación frente al voto por ejemplo. Pero creo que trasciende a eso, creo que son un país demasiado maravilloso. Ustedes han sido líderes en defensa de la diversidad, de discusiones de temas que el resto de América Latina ha llegado tardísimo. Ustedes tienen una gran capacidad de vivir en el caos y además lo pueden disfrutar en familia. Tiene esa cosa familiera muy de los arquetipos italianos Yo veo un país maravilloso. Por eso estoy tan segura que van a estar bien. Que van a ser capaces de reinventarse.

Resulta que Pilar escribe sobre los cambios, atravesó muchos cambios en su vida. Dice, entre tantas cosas, que se necesita un segundo de coraje para cambiar.

— ¿Cuál fue tu segundo de coraje? ¿Qué tuviste que atravesar para decidir apagar todo?

— Es que yo he tenido muchos segundos de coraje en mi vida. He tenido muchas veces que pegarme el salto al vacío. Cuando yo hice la investigación del libro Un segundo de coraje, las personas me argumentaban dos razones para no tomar la decisión. Una era que no era el momento. Nunca era el momento. Así que si lo están esperando se les va a ir la vida. Y la segunda es que tienen miedo. Entonces mientras tengan miedo no lo van a tomar. Si yo pregunto qué decisión importante de su vida han tomado sin miedo no van a encontrar ninguna. Todas las importantes se toman con cierta sensación de vértigo. La decisión de irme a vivir al Sur es una decisión que yo tenía tomada, esa parcela la compré hace 12 años. No había ni agua cuando llegué. Irme al Sur tenía que ver con otra decisión que era decidir que no quería que la maleta o la valija fuera mi compañera de vida. Quería mezclar trabajo con placer. Yo tengo una auto exigencia brutal, bueno, si no no hubiera escrito trece libros. Tengo que tener rasgos obsesivos, si no no se puede (risas). Pero quiero ejercitar el acto de soltar. Llevo tres años trabajando con una amiga monja budista que está en un convento en España la lentitud como concepto espiritual. Y ha sido mágico eso. El hacer todo lento, la lentitud es como un expansor de conciencia, me ha permitido ir decidiendo todos los días, un segundo de coraje. Después de mi enfermedad me ha costado un mundo volver a negociar con este cuerpo nuevo, lo cual ha sido un tremendo aprendizaje de mandatos. Como yo estaba delgada y ahora resulta que estoy hinchada entonces van a decir que estoy gorda. Ese discurso ha pasado por mi cabeza, seguramente hay montones de mujeres que tampoco sienten que están en sus cuerpos.

— ¿Llegó la aceptación en algún momento?

— Sí. Hay días y días. Pero en promedio yo te diría que sí. Además, siento que estoy muy linda. Muy linda.

— Hablás de aprender a disfrutar, si hoy tenés que elegir un momento de disfrute, ¿cuál es?

— Tengo muchos. Uno es poderme meter a la cama temprano. Me da lo mismo si duermo mucho o duermo poco, pero la sensación de terminar el día y decir a las ocho y media, nueve de la noche: me voy a acostar. Y me meto en la cama. Eso es un minuto de placer donde leo, a veces veo algo de YouTube. estar como acurrucadita ahí me fascina. Y si además llueve y hay tormenta fuera en el Sur está perfecto.

— Es en el Sur el momento de disfrute.

— Sí. Yo siempre digo que hay que estar donde el alma sonríe. Y en el Sur mi alma tiene carcajadas. En Santiago sonríe, pero en el Sur tiene carcajadas.

— ¿Cómo es el kit de emergencia para sostener la autoestima?

— Un botiquín. El libro Del amor propio al amor al otro es un botiquín mental completo. Hay que tener el paracetamol, el ibuprofeno y al lado mi libro. Sí, es un kit de emergencia. Creo que es un libro que es una herramienta de vida. Están desde las habilidades para transitar situaciones difíciles que uno tiene que tener conscientes a lo largo del día para que sea más manejable, hasta el enfoque para llegar al otro.

— O sea que pudiste compilar todo lo que fuiste viviendo, usando sin haberlo escrito. Desde la muerte de tu pareja hasta tu problema grave de salud.

— Es que la vida es un camino que es acumulable, si no sería horrorosa. A mí me da risa cuando la gente te dice: ¿por qué estás distinta? como si eso fuera una crítica. Qué maravilla, si fuera la misma que a los 30 sería un horror. Ni siquiera soy la misma de ayer.

María Laura Santillán Con Pilar Sordo
A VECES ES MEJOR ESTAR MAL QUE TRATAR DE ESTAR BIEN

— Le tenemos mucho miedo al cambio.

— Sí, el cambio es incómodo. Como además venimos de una cultura que liga todo con el sufrimiento, a veces es mejor estar mal que tratar de estar bien. Porque el mal ya lo conozco, ya sé qué es. Sabiendo además que la energía que ocupo en mantenerme estando mal es la misma energía que podría utilizar para tratar de estar mejor. El estado natural del cuerpo es la salud. El estado natural de la mente es la paz y el estado natural del alma es el amor. Cualquier cosa que me saque esos tres conceptos tengo que pedir ayuda.

— Lo que estás diciendo es que en lugar de pelear contra lo que nos pasa hay que aceptarlo primero. Y a partir de ahí podemos cambiar.

— Absolutamente. Muy bien, muy buena alumna. Y desde la aceptación tengo que elaborar un plan que tiene que ser flexible, que tiene que estar conectado en el presente, que tiene que ser paso a paso y despacio. Con mucha disciplina, mucho orden, mucha fuerza de voluntad, que es el músculo más inoperante de América Latina. Y desde ahí empiezo, desde esa aceptación, a ir o a caminar hacia donde quiero llegar.

— Hay que soltar tanta cosa para llegar a ese lugar… Soltar personas, soltar trabajos, soltar actividades, soltar obligaciones.

— Trabajar el amor propio tiene un alto costo. Pero eso de ser feliz es de valientes.

LAS PALABRAS ORDEN Y DISCIPLINA EN LOS PAÍSES QUE TUVIMOS DICTADURAS, ESTÁN LIGADOS A ALGO ESPANTOSO

— ¿Por qué decís que en América Latina no tenemos organización o disciplina?

— Fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad es la energía que mueve a ser disciplinado. Las palabras orden y disciplina en la gran mayoría de los países de América Latina que tuvimos dictadura en el inconsciente está ligado a algo espantoso. Y la verdad es que la disciplina es la única forma de llegar a conseguir éxito en algo. No existe nada que yo pueda lograr sin disciplina y sin orden. Para eso se requiere fuerza de voluntad. Y la fuerza de voluntad es algo que nosotros no tenemos porque somos impacientes, porque queremos los resultados muy rápido, y porque no entendemos que la fuerza de voluntad se cultiva por metas cortitas, paso a paso, que los procesos son largos. Yo me voy a demorar según los doctores, casi un año en desinflamarme y volver a ser yo en mi cuerpo. A veces digo ay Dios, es una cosa eterna. Pero el norte lo tengo que tener y tengo que planificar y tengo que tratar de cuidar mi alimentación. Uno tiene que restringirse si quiere lograr un sueño. No hay posibilidad sin restringirse. Para ustedes es un tema porque Argentina es el único país que tiene una obsesión por la flacura. No por estar bien, sino por estar flaca. Es muy argentino el estar flaca, que eso sea como un plus.

— Otro de los estorbos que tenemos en la Argentina para ser felices.

— Atrapa mucho. Yo creo que es distinto estar saludable y sentirse bien. Sentirse bien con lo que uno es no tiene que ver con los kilos, tiene que ver con el cómo yo me veo a mí misma. Te cuento una anécdota chiquitita. El 20 de agosto se casó mi hija. Cuando a mí me habían preguntado 10 años atrás cómo te imaginas de madrina el día del matrimonio de tu hija no era con este cuerpo. Yo no te puedo explicar lo que lloré probándome el vestido de madrina y diciendo: esta no es la que yo quería ver. Porque además eso va a quedar en fotos y videos para la posteridad. Voy a tener 90 y voy a estar diciendo: por Dios que estaba mal en esa época. Fue muy fuerte. Sin embargo, hice un trabajo hermoso conmigo y dije: pero si yo estoy feliz porque mi hija se casa. Porque Amalia está feliz. Porque amo a mi yerno, es un sol de hombre. Al final la única que va a observar mis caderas soy yo. Si nadie más se dio cuenta. De hecho yo le preguntaba a mis amigas ¿se nota mucho? Me decían déjate de joder. Es todo un trabajo el aceptarte. Pero tratar obsesivamente de que eso forme parte de un patrón de belleza X es muy esclavizante.

— Tenemos un montón de creencias que nos atrapan. Vos hablás de romper con las creencias. No sé siquiera cómo elegirlas.

— Cuando te das cuenta que te quitan paz. Es súper simple. Mi mamá me da mucho material, mucho material, es muy fértil mi vieja. Yo siempre me despierto muy temprano, les mando un audio y espero que ellos me contesten. Y un domingo pasaban las nueve, las diez y no me llamaban ni mi mamá ni mi papá, raro. Y como a las once me llama mi mamá pero con taquicardia. Hija, me dice, me quedé dormida. Mi mamá tiene 78, mi papá tiene 80, no tienen nada que hacer. ¿Tenías una reunión, dejaste plantado a alguien? Entonces mi mamá se ríe y me dice ay no, en realidad no tengo nada que hacer. Entonces le dije: por qué no me dices que dormiste hasta tarde y que estás feliz en vez de decirme que te quedaste dormida? Ay, me dice, tú y tu sicología. Le dije: tú tienes una creencia con la cual yo también crecí que es que Dios ayuda a quien madruga. Entonces yo necesito que tú me cuentes hasta qué ahora ayuda Dios. ¿Qué pasa con el que se levanta tarde? ¿no tiene a Dios? Es muy jodido eso. Parece una estupidez pero es tremendamente profundo porque los latinos no sabemos descansar. Nosotros descansamos pensando en lo que hay que hacer cuando terminemos de descansar. Uno puede estar en el Caribe tomando sol y pensando que a la vuelta hay que pintar el dormitorio porque hay que hacer lo que hay que hacer apenas lleguemos.

— ¿Cómo rompemos con las creencias?

— Primero tienes que darte cuenta. Después que la ves, la cuestionas y dices: ¿esta creencia a mí me hace sentido? ¿Me da paz o me quita la paz? Si me quita la paz tengo que cambiarla. Si me hace bien y me da paz la mantengo. Pero primero es la autoobservación de cómo la detectas.

— Es difícil cambiarlo solo, hay que buscar ayuda.

— No siempre porque cuando uno se está auto observando uno se va riendo de uno. Te vas dando cuenta que tienes una auto exigencia desmedida.

— Hablás mucho sobre la felicidad. La felicidad para vos es una decisión. ¿Podemos realmente decidir ser felices?

— Sí claro que se puede. Lo que pasa es que hay que entender qué es felicidad. Y la felicidad es paz. No es alegría. Yo puedo ser feliz estando triste. Porque uno asume que ha hecho todo lo que ha podido y que en esa tristeza hay una paz infinita. Eso es absolutamente posible y mucha gente lo vive así cada dolor que le ha tocado en la vida. Ahora, esa paz que para mí es sinónimo de felicidad es un trabajo y ese trabajo requiere conciencia. Y esa conciencia requiere decisión, que es qué voy a seleccionar yo del día de hoy. Qué voy a observar. Con qué me quedo. Cómo me paro. Es como decidir qué vas a entregar tú para que esa paz de alguna manera se mantenga. A veces esa paz implica buscar el silencio. Otras veces esa paz implica sentir que vas a ser la mejor persona posible hoy. Algo que al final del día te deje respirando profundo y sintiendo que el aire sale con la misma velocidad que entra. La alegría es transitoria y la paz es un estado, si tú lo trabajas es permanente. La felicidad es algo que todos los seres humanos dicen que hay que buscar, y yo creo que no hay que buscarla en ninguna parte porque la felicidad está dentro de uno, es encender tu luz la felicidad. Cuando tu luz está apagada no puedes ser feliz.

— Hay cosas que a vos te enseñaron más que otras

— Mi tema de salud es un símbolo perfecto de no haber cuidado mi campo energético durante la pandemia. No tuve capacidad para decir que no a toda la gente que me pedía contención y me terminé dañando yo y probablemente toda esa gente está muy bien. Y eso no está bien. Suena noble ¿no? La primera prioridad tengo que ser yo. Yo siempre le hago el ejercicio a la gente de pensar en las tres personas más importantes que hay en su vida. Y yo te aseguro que el 90% de la gente no piensa en ella misma. Se supone que la primera que tiene que aparecer es “yo” y otras dos más.

— ¿En tu caso serían vos y tus dos hijos?

— Sí, sin dudas.

— ¿Qué consecuencias te trae salir del país y trabajar sin parar, sin descanso?

— Bueno, el cuerpo me avisa. He ido desarrollando un termostato en mi cuerpo que me dice si va a haber que parar, o si este esfuerzo me va a costar tal precio . No es gratis. Eso es un aprendizaje, hay que ir encontrando los símbolos que da el cuerpo. A mí me parece maravilloso que la zona que más se me haya dañado del cuerpo es de la rodilla hasta la cintura, ahí es donde tengo la mayor inflamación. Porque esa es la zona que sostiene el cuerpo. Cómo no va a ser lindo Dios que me daña justo la zona en la cual el cuerpo se apoya que es la cadera. O la que mantiene el equilibrio. Es absolutamente simbólico. Si no lo entiendo soy tarada. Y creo que la gente tiene que empezar a visualizar el cuerpo como un mensajero porque de hecho lo es.

YO LLORO MUCHO. ME GUSTA LLORAR

— Trabajás con las emociones, trabajás con los pensamientos, analizás, investigás, reflexionás. En qué momento estás en carne viva y lloras desconsoladamente? ¿Qué te hace llorar?

— Muchas, muchas cosas. A mí me emociona la emoción del otro. Cuando te veo por el canal, De repente te veo tus ojitos así como humedecidos por alguna imagen, el otro día te pasó a ti, mostraron un video de esta chica ucraniana a la cual le explotó un misil atrás, y yo vi la mirada y dije ay. Debe tener que ver con mi empatía, con la que me presentabas, eso me emociona mucho. Ahora, lloro mucho. Yo lloro mucho. Me gusta llorar. Creo que es limpiador, que es drenador, que es aliviador. Cuando empiezo a sentir que tengo la panza apretada, y que la garganta, y se me aprieta el pecho busco algo que me despierte la emoción. El cariño de la gente me emociona mucho. De tristeza lloro poco, no soy una persona triste. Tiendo siempre a darle la vuelta a las cosas.

— Recordemos las once cosas imprescindibles de tu kit de emergencia.

— La aceptación. La flexibilidad, que es la habilidad para este año. Porque todo lo que se planifica se modifica. El contacto con el presente es la tercera. La confianza. La paciencia. Que son co dependientes. Sin confianza no se puede tener paciencia, es imposible. La lentitud. La gratitud. El orden. La disciplina. La planificación y la fuerza de voluntad.

EN EL PRESENTE, AQUÍ, EN ESTE INSTANTE, NO HAY PROBLEMAS

— El contacto con el presente nos cuesta también.

— Mucho. Tenemos mucho exceso de futuro y mucho exceso de pasado. Y esa son dos cosas que nos enferman. El exceso de futuro que viene con ansiedad y con angustia siempre, con mucho miedo, nos impide el contacto con el presente. Y es tan loco porque en el presente, aquí en este instante, no hay problemas. Porque si estoy viviendo algo en este instante doloroso lo estoy viviendo. Estoy intentando resolverlo ahora. Lo que produce más drama es lo que imagino que va a pasar con esto.

— O lo que pasó y salió mal.

— O lo que pasó y salió mal. O cuánto fui feliz antes y ahora no. Por eso el exceso de pasado genera mucha nostalgia y mucha tristeza. Y creo que el exceso de pasado y el exceso de futuro, pero más el exceso de futuro que es en el que creo que estamos absolutamente entrampados, nos impiden el anclaje con el presente. Para decir wow, hay uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce teles aquí en Infobae. Esa cosa del niño, de la sorpresa permanente. De ver esos cerezos hermosos que tienen en Buenos Aires rosados, rosados intensos.

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