Se está hablando cada vez más de un grupo de millennials que se sientan a conversar todas las mañanas de distintos temas de la vida cotidiana. Se trata del programa de LUZU TV Nadie dice nada. Son Nico Occhiato, Nati Jota, Flor Jazmín y Nacho Elizalde. Flor Jazmín tiene veintiocho años, es bailarina y coreógrafa, ganó el Bailando por un sueño, reemplazó a Barassi en 100 argentinos dicen y hoy es una de las que representa a una generación que quiere charlar de todo, especialmente de lo que no se habla, de la intimidad más íntima desembozadamente y sin vergüenza.
— Algo explotó. Hablan de temas cotidianos, cercanos, no se trata de grandes temas de la filosofía.
— Son esas cosas que nos atraviesan a todos y que muchas veces no se hablan. Hablamos un montón de sexo y de temas banales, pero en realidad hay un montón de desinformación y pensando que es banal se empieza a generar un tabú. Lo que hacemos es poner ese tabú sobre la mesa y blanquearlo. Blanquearlo desde un lugar humilde. Creo que nadie, pero absolutamente nadie en el mundo, tiene la verdad absoluta. Todos venimos a aprender. Compartirse desde un lugar genuino ayuda y nos ayuda. Por lo menos a mí me sirve. De las personas que voy escuchando, armando diferentes historias voy creando mi realidad y mi colectivo.
— Son pequeñas anécdotas sobre vínculos, relaciones, frustraciones, momentos difíciles, papelones...
— Ansiedades.
— Lo distinto de otras generaciones es que son anécdotas muy íntimas.
— Ay, es tremendo, ventilamos muchísimo (risas). Sí, son íntimas. Pero siento que una persona se puede reflejar en esa anécdota y que le puede servir. Puede ayudar a que otro que la está pasando mal diga: tranca, es un ciclo, es un momento. La pasó muy mal en su momento y se puede.
— Hablan mucho de sexo, en primera persona.
— Sí, re. Todos tenemos sexo, de ahí venimos ¿entendés? Es una manera de blanquear lo que quizás no se blanquea tanto. Son cosas que nos atraviesan.
CUANDO SENTÍ QUE ME GUSTABAN LAS MUJERES ENTRÉ EN CRISIS Y ME QUERÍA MORIR
— Para muchos adultos es muy difícil hablar de sexo públicamente.
— Mi mamá se quiere morir. Mi mamá es todo lo contrario, creo que nuestros padres vienen de una generación de mucho qué dirán. De repente tener una hija que es tan abierta y que encima lo expone…pero uno en la exposición ayuda. En el momento en el que sentí que me gustaban las mujeres obviamente entré en crisis y me quería morir. Dije ay no, qué quilombo. Un quilombo más. Prefiero… no, no, me gustan los varones. No me meto en líos. Haber leído a otra mujer que le pasó lo mismo, que pasó la misma crisis con su madre, que lo pudo atravesar y que estaba contenta, es lo que me inspiró seguir mi camino. Hoy lo celebro porque era algo de mí que evidentemente tenía que explotar y que yo tenía que conocer. Creo que eso es lo lindo de compartirse, siento que no somos todos tan distintos, en el fondo nos pasan las mismas cosas. Sacando el lugar de privilegio en el que estoy y del que soy muy consciente, tiene que ver con descubrirse y no juzgarse, con abrirse a pensar. Porque si tratas de tapar lo que no podés tapar, es un montón de energía puesta en un lugar que no construye.
— El tema del momento es el sexo, hablarlo con mucha naturalidad?
— Sí. Siento que el sexo también tiene un nivel de marketing… y que si no cogés sos puto, y si esto, y lo otro. Está bueno bajar un poco. Lo primero que te va a venir a decir es que es muy bueno su sexo, que tiene buen ritmo, que lo hace con su pareja tres veces por semana mínimo, y no es tan así. Podés estar en pareja y quizás tenés sexo una vez a la semana y está bien también. Bajarle el tono a lo que tratamos de hacer, a lo que se debería. Porque a veces hay un largo trecho entre lo que se dice y lo que realmente después es. Mi amiga me comentó que está tres veces, la pasa re bien y acaba cinco veces…Y ahí es donde uno se juzga. Pero quizás lo que te dice tu amiga no es tan así.
— ¿Siempre hablaste libremente ?
— Ay, te juro que no me doy cuenta. Creo que siempre fui así. Me gustaría tener un poco más de filtro te digo.
— ¿Por qué?
— Porque a veces puede resultar un poco violento, eso es lo que a veces le debe chocar a mi madre. “Florencia vos hablás así como así”. No me doy cuenta. Pero también siento que no tiene nada de malo lo que estoy diciendo. Es algo que le pasa al común de la gente y algunos lo dicen y otros no.
— ¿Cómo fue el camino con tu mamá?
— Ay, la amo. Es mi gran maestra y nos llevamos a veces tan mal y tan bien. Pero me inspira un montón. Mi vieja para mí es una luchadora, una guerrera y tuvo una vida súper heavy. El hecho de que sea tan madraza y vaya tan para adelante… Estoy contenta porque creo que lo heredé. Nuestros abuelos tuvieron preocupaciones más graves que las de nuestros padres y nuestros padres tuvieron preocupaciones más graves que las nuestras y estoy agradecida de haber heredado ese legado porque me da muchas herramientas.
SOY BISEXUAL. FUE UN APRENDIZAJE PARA MI MAMÁ Y PARA MI.
— Cuando hablaste públicamente de tu elección sexual ¿cómo lo vivió tu mamá?
— Ah, no, fue tremendo (risas). Fue todo un proceso. No la culpo tampoco. Fue un aprendizaje para ambas. No soy madre pero siento que debe ser algo que te atraviesa, un trabajo y un aprendizaje tremendo. Los padres claramente van a tener expectativas sobre sus hijos y a veces para el hijo es un montón cuando esa expectativa que tiene tu padre no condice con lo que vos sos. Mi mamá obviamente hubiera preferido otra cosa en una primera instancia. Y fue alto aprendizaje para mí desafiarme y haberle sido fiel a mi deseo y a lo que me pasaba, aunque eso hubiera significado irme dos meses de mi casa porque no podíamos convivir. Hay algo de incondicionalidad entre un padre y un hijo, esto no era lo que esperaba, pero obviamente me ama e hizo el trabajo de aceptarlo. Hoy está todo bien y hacemos chistes. Yo soy bisexual o ni siquiera bisexual, no me gusta mucho la etiqueta. Creo que me considero libre y me gustan las personas. Pero haber transitado todo eso fue un aprendizaje tanto para ella como para mí.
TODO LO QUE A MÍ ME HACÍA FELIZ NO ERA LO QUE MIS PADRES QUERÍAN.
— Pensé que había sido más traumático el momento en que dejaste de estudiar el profesorado de educación física para dedicarte al baile.
— Ah, eso también. Haberme querido dedicar a algo que no era una carrera convencional y segura (lo digo entre comillas porque nada te asegura nada), fue tremendo. Como hija recontra quería, no sé si les pasa a todos los hijos, pero yo quería saldar las expectativas de mis viejos. “Uy, quiero ver a mis padres felices”. Y me daba cuenta que todo lo que a mí me hacía feliz no era lo que mis padres quizás querían. Quizás querían una carrera más convencional, una vida en pareja donde ya piense a los 28 en tener hijos. Un poco lo que hicieron mis viejos, sin la posibilidad lamentablemente de haber estudiado una carrera. Pero también encontré la llave de que cada vez que algo tenía mucha pulsión dentro mío, le tenía que abrir la puerta. Porque cuando le abría la puerta se abría todo un universo y un mundo mucho más lindo y alineado con lo que quiero. Una vez (re cliché lo que te voy a decir) estábamos de vacaciones y me compré un cuadrito que decía: la felicidad consiste en alinear tus pensamientos, tus emociones y tus deseos. Y es un poco así. Si estoy acá re conectada con el vaso pero me gusta la mesa, hay algo con lo que nunca voy a estar contenta porque en realidad quiero la mesa, no quiero el vaso.
— ¿Cuál era el vaso y cuál era la mesa?
— Si estudio el Profesorado de Educación Física mis viejos están contentos y yo medianamente tengo un futuro asegurado. Yo soy muy sensible y muy intensa, y todo me pasa y me atraviesa. Si hago algo que no me gusta estoy muy triste.
— ¿Empezaste a estudiar profesionalmente danza?
— Yo bailo desde los 8 años, pero dedicarte profesionalmente es otro nivel de entrega. Para llegar al lugar que querés, tenés que hacer cosas parecidas para poder acercarte a eso, si el 90% o 70% de las cosas que hacés te alejan de tu objetivo, tenés que tomar otras decisiones. Y fue dejar la carrera y empezar a bailar más. Y trabajar freelance. Trabajé de promotora, entregué panfletos, trabajé un montón para que se me diera eso. Y se me fue dando.
ME IBA A LAS 7 DE LA MAÑANA Y VOLVÍA A LAS 11 DE LA NOCHE. TRABAJABA DE LUNES A LUNES
— Hiciste muchos sacrificios.
— Me costó mucho. Mis viejos no confiaban en que me gustaba tanto bailar, que quería ese estilo de vida. Porque es un estilo de vida laburar freelance, no tener un horario fijo, quizás hoy trabajo acá, mañana no tengo idea y después se me da otra oportunidad. Y fue: “si querés hacer esto todo bien pero nosotros no te vamos a dar una mensualidad, te las tenés que arreglar”. Y eso hizo que me pusiera a prueba y me diera cuenta de todo lo que estaba dispuesta a entregar por eso. O sea, trabajaba un montón. Yo me iba a las siete de la mañana de mi casa y no llegaba hasta las once de la noche, trabajaba de lunes a lunes y a las diez de la noche estaba esperando el bondi en Pompeya. Venía mi viejo y me decía: está este trabajo en esta oficina. Y era: no. Eso me hizo aprender de mí misma.
— Eras muy chiquita cuando tus viejos te dijeron: mensualidad, no. ¿Tenías veinte?
— Sí, a los veinte. Y al mismo tiempo grande porque una bailarina tiene una carrera corta, sin embargo todo se fue dando. Gracias a que estuvo el Instagram de herramienta pude empezar a hacer mi curriculum, aposté a eso y por suerte no me equivoqué.
UNO NUNCA ES UNA SOLA COSA. BUSCO LA FÓRMULA PARA INTEGRAR LAS COSAS QUE ME GUSTAN.
— Rebobinemos, tenés un millón y medio de seguidores, sos influencer. Y además comunicadora. Y te tiene de referente mucha gente de tu generación.
— El otro día vino al programa Zoe Gotusso, y contaba que le gusta hacer un montón de cosas. Que la música había sido el transporte para que se le abrieran otras puertas y me sentí muy identificada. Cuando hablan otras personas también me puedo conocer a mí, porque a veces me culpo. Hoy por hoy estoy bailando mucho menos y estoy trabajando mucho más desde un lugar de entretenimiento, pero también me encanta hacer reír. Me encanta hacer papelones. Y quizás desde la danza estoy vista desde un lugar estético, y me siento identificada y me gusta, pero estaría dejando de lado un costado que me encanta: me encanta exponerme. Creo que estoy buscando la fórmula de poder integrar todas esas cosas que me gustan. Hoy las redes e internet abrieron esa posibilidad de que uno pueda salir de la estructura de ser solo una cosa, porque uno nunca es solo una cosa.
— ¿Sentís responsabilidad con toda la gente que te sigue ?
— Sí, recontra. Pero uno nunca termina de tomar conciencia porque hablaría mucho menos. Cuando daba clases en Lanús tenía tres alumnas, enseñaba femme style. Cuando trabajás una coreografía tenés un espejo delante. Entonces un día les dije a las chicas: si quieren pónganse algo que les gusta o maquíllense la boca si eso las hace ver mejor. A la clase siguiente se vinieron maquilladas y arregladas. Y ahí era una profe de Lanús con tres alumnas. Tomás real conciencia de que eso que decís tiene un peso en el otro. Entonces hay que manejarse con responsabilidad, entendiendo que uno no se las sabe todas y se las recontra puede mandar y que nunca va a ser la intención.
ME SENTÍA LA RARA DE LA FAMILIA.
— Dijiste recién: soy bisexual. A las personas bisexuales se las discrimina de una manera muy curiosa: se sospecha que evitan definirse.
— Mal. Qué sé yo qué soy. Puedo hoy por hoy estar con un varón y puedo después querer estar con una mujer. Siempre y cuando sea con consentimiento y sea legal y seamos todos mayores creo que está bueno abrirse a la sorpresa de lo que pueda llegar a suceder. Si no desde lo racional te cerras: sólo me gusta esto y estoy todo el tiempo mirando este cuadrado y no todo lo otro que quizás está buenísimo y me enriquece. Cuando miramos a otro estamos proyectando. Si a alguien le llama tanto la atención, “no entiendo tu bisexualidad”, es por el miedo a tener la posibilidad de que también le pueda gustar alguien de su mismo sexo. Creo que lo más lindo es poder vivir desde la libertad y sin juzgarse. Cuando me conocí a mí misma tuve un momento, y lo sigo teniendo con otras cosas, de juzgarme. Hay cosas que te permitís y cosas que no, te “latigás” y no está bueno.
— ¿En qué por ejemplo?
— Cuando me gustó una mujer: no, no, a mí me gustan los varones, ni loca. Encontrarme con lo que a mí me pasaba significaba un montón de crisis. “Yo soy la rara de la familia”¿entendés? Y hoy ni ahí soy la rara de la familia. Pero era esa oveja negra, la que hacía todo distinto. Hay gente a la que ni le importa, pero a mí sí me pesaba porque… quiero que estés contenta conmigo mamá!
SENTÍA QUE DAÑABA A OTROS. QUE OFENDÍA A OTROS. SENTÍS QUE HAY ALGO MALO EN VOS
— ¿Sufrías?
— Un montón. Sí, re. Sentir que si respondía a lo que quería dañaba a otros. Que ofendía a otros. O sea, sentís que hay algo malo en vos. Dudé un montón de mí. Trabajé un montón y trabajo hoy en mi seguridad, porque que todos te digan que la cosa es de un color y que vos la veas de otro es… Yo estoy equivocada entonces.
— ¿Cómo lo resolviste, fuiste a terapia?
— Ay, amo. Soy una loca de las terapias alternativas. He ido a la psicóloga y me han ayudado diferentes cosas. Hice biodecodificación, constelaciones, numerología. Me encanta la astrología. Me gusta entender que lo que veo de mi realidad y de mí alrededor es lo que pasa a través del filtro de mi lente. Entonces si puedo conocer mi mente y mi naturaleza puedo entender.
— ¿No es demasiada información todos estos caminos a la vez?
— Ah, yo soy muy intensa (risas). Lo necesitaba. Entender que si no lo puedo cambiar, puedo cambiar la perspectiva y quizás así no me dañe tanto.
— Son muy intensos todos los de Nadie dice nada.
— Sí (risas). Una generación intensa. Lo que tiene mi generación, y la que viene aún más, es esto de deconstruir todo aquello que nos queda incómodo Por qué seguimos repitiendo este mismo discurso si no nos sentimos tan identificados? Construyámoslo, con lo bueno y con lo malo, con lo que nos sale y lo que no.
— Se te ve siempre radiante, alegre.
— Mira, ay, yo soy muy sensible. Yo tengo una hermana que es más chica que tiene una discapacidad. Entonces… (se emociona). Ay Dios… No me quiero poner así. Pero ella me hizo un despertar clave y un clic porque desde muy chica entendí que existía la posibilidad de no tener independencia y de no tener un montón de otras cosas. Mi hermana no puede elegir si quiere o no tener una familia. Una carrera. Un estudio. Siempre va a ser dependiente. Entonces de repente me conecto con un dolor muy profundo y una frustración que me enseñó que lo que no puedo cambiar, lo puedo ver de otra manera. Mi hermana fue un poco esa maestra que me ayudó a decir: soy una privilegiada por tener salud, que es algo que nos es dado. Tengo la posibilidad de elegir. Entonces, ¿cómo no voy a hacerlo? Rocío se llama mi hermana. A veces hay que permitirse preocuparte de tus problemas banales, pero por otro lado yo no me puedo quejar, no me puedo permitir no ser feliz, no pelear por esa felicidad. Estoy en esta vida, la quiero pasar bien, y voy a hacer todo lo posible por pasarla bien. Porque sé que existe la posibilidad de que ni siquiera puedas elegirlo.
PROBABLEMENTE YO SERÍA UNA PELOTUDA SI NO EXISTIERA MI HERMANA.
— Ella tiene un retraso madurativo ¿no?
— Sí, tiene como Rubinstein-Taybi, TGD, un retraso madurativo importante. Es como un constante aprendizaje. También ver a tus viejos. Es todo especial. Sorry, lo voy a decir sin escrúpulos, pero probablemente sería una pelotuda si no hubiera tenido a mi hermana. Es la que me conecta con una sensibilidad y con un nivel de realismo… y mi trabajo fue aceptarlo. Entonces si nací con estas posibilidades vamos a hacer algo con eso. Durante mucho tiempo lo viví con mucha frustración. Era estar en los 15 de mis amigas, ver cómo se saludaban con sus hermanas y sentir que no podía tener una conversación como podría tener con vos, con ese nivel de conexión. Ella conecta desde otros lugares. Para mí fue un trabajo aceptarlo.
— No te quiero ver llorar.
— Dejar de querer que eso cambie. Creo que la vida es entender que las cosas son de la manera en la que son y hacer lo mejor que se puede con eso.
— ¿Está bien que sean tan intensos ustedes los millennials? Me hacen sufrir.
— (Risas) No sé. Quizás. (risas).
Ella se llama Florencia Peña, les juro. Florencia Jazmín Peña. Ya hay una Flor Peña, y por eso la conocemos como Flor Jazmín.
— Sí, así es. Cuando era chica quería ser modelo. Cero realista. Señora, usted no es tan alta, ni esto, ni lo otro. Pero bueno, yo me mandaba. Y mi vieja me empezó a acompañar. Me pasaba estar en la sala de espera y cuando leían mi nombre los chicos de los castings se cagaban de la risa. En voz alta decían Florencia Peña, toda la sala se daba vuelta y yo pasaba toda chiquitita, porque no era la Florencia Peña que la gente esperaba ver. Y terminé usando mi segundo nombre, Florencia Jazmín. Porque sino todo el tiempo me hacían la comparación con la pechocha, yo no tengo tetas (risas). Mi vieja se llama Rosa ¿podés creerlo? No la pensaron tanto. Florencia, Jazmín, Rosa. Y me querían poner Margarita de segundo nombre, gracias al cielo no sucedió.
— Me pregunto si lo que fuiste contando de vos es común con lo que viven los que te escuchan.
— Sí. Recontra. Es importantísimo sentirse representado. Yo hasta incluso en el programa he contado que cuando empezaba a tener relaciones me dolía un montón, hablé de la existencia del vaginismo. A ninguna de mis compañeras les dolía cuando las penetraban ¿Y qué sentís? Que te pasa solo a vos. Lo positivo de tanta comunicación es que te ves representado y no te sentís solo. Nos pasan un montón de cosas, lo que pasa es que la gente no lo dice.
— ¿Cambió la manera de contarlo o también cambió la sexualidad más profundamente?
— Yo siento que ustedes vienen de un modelo mucho más rígido. Hoy empieza a haber espacio para cierta sensibilidad. Los varones no lloran, las mujeres hacen esto y ahora hay un espacio para lo qué quiero yo. Qué tengo ganas. Qué me pasa. En vez de simplemente repetir algo que es dado o que me fue dicho.
EMPEZAMOS A SER UNA SOCIEDAD MÁS HEDONISTA PERO QUE TRATA DE SER MÁS HONESTA CON SUS DESEOS
— O sea que más allá de la deconstrucción hay una experimentación. ¿Qué les pasa en todos los aspectos, con total libertad?
— ¿Quiero ser madre, no quiero ser madre? Quizás tu generación ni se lo planteaba. Era obvio que iba a ser madre, todas son madres. Y ahora se abre la posibilidad a “me parece que yo no quiero, quizás quiero elegir otra cosa, quizás quiera pero de más grande”.
— ¿Está todo abierto?
— Sí. No en todos lados. Estoy hablando desde el privilegio que tengo por el círculo en que me manejo, pero hay sectores a los que todavía les falta esa información llegar. Sigue estando ese padre rígido y esa madre rígida, ese hijo que siente que no hay espacio para su deseo. Eso también pasa, empezamos a ser una sociedad mucho más hedonista, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero que trata de ser más honesta con su deseo.
— Repasemos lo que está puesto en duda. La sexualidad y los rótulos. De qué me voy a ocupar, qué quiero hacer. Si voy a ser madre o no. Si voy a trabajar mucho o voy a trabajar poco para poder dedicarme a otras cosas.
— Mal. ¿Qué es lo correcto, debería seguir trabajando toda esta cantidad de horas o debería hacerlo menos y disfrutar más? Quizás me puedo morir mañana. Es bajar la necesidad de definir y estructurar. Siento que a veces el lenguaje nos queda chico para definir lo que tiene que ver con lo emocional o lo más interno. Es la necesidad de querer definir algo, así como el Chino Darín queriendo definir a Úrsula dijo “si la defino la limito”. Si yo que quiero ser bailarina me encerraba y en ningún momento me replanteaba que hay un montón de cosas que también me gustan, me hubiera perdido estar acá y contarte todo esto que te cuento. O que alguien me dijera: gracias por haberme recomendado este juguete con el que te masturbas porque tuve el primer orgasmo de mi vida. Eso también me re pasa. “A partir de lo que contaste pude tener un orgasmo”. Para mí eso es re importante porque a mí me costó un montón que me suceda. A veces yo soy re estructurada también, peleo con eso.
— Ustedes plantean abiertamente lo evidente: que todo el tiempo estamos cambiando.
— Para mí cambiar tiene que ver con evolucionar y darte cuenta que lo que digo hoy quizás en cinco años me quede viejo. Ojalá así sea porque significa que seguí laburando y replanteándome cosas para tratar de ser cada vez más honesta y sincera conmigo.
— ¿Alguna vez te enojas?
— Recontra, sí. Re. Qué, ¿parece que no?
— Estás siempre alegre, con una sonrisa. Te vi emocionada, pero enojada no.
— Sí, me enojo. Me enojo y eso es lo que tengo que trabajar. Quizás mi aprendizaje pase porque me deje de acomodar y ponga límites: quiero que esto sea de tal o cual manera y no me rompas las guindas (risas).
CON NATI CHOCÁBAMOS UN MONTÓN.
— Vos sos de acomodarte cuando se arma la conversación en el programa
— Yo soy re de acomodarme. Sii tengo algo para contar y alguno tiene muchas ganas, me achico y que lo haga el otro. Con Nati chocábamos al principio bastante. Ay, capaz me mate Naty porque cuento esto, no sé. En esa mesa los cuatro somos muy distintos. Pero con Nati chocábamos un montón. No sabés lo que aprendí de ella y de esa convivencia en el laburo, nosotras estamos de lunes a viernes hablando y exponiéndonos, siendo cada uno quien es, no es que yo monto un personaje. Entonces hay cosas que te atraviesan: este comentario me ofendió o esto, lo otro… y hoy nos llevamos re bien y lo celebramos ambas. Eso también habla de una evolución. Empatizar y entender por qué el otro actúa como actúa y que el otro también entienda por qué yo actúo como actúo y darle tiempo a los procesos. Y hoy nos llevamos re bien.
AHORRO DESDE QUE TENGO 10 AÑOS, DESDE LA PLATA DE LA COMUNIÓN.
— Es un momento profesional muy bueno ¿Ahorrás o sos de los que la gastan y ya habrá tiempo para ahorrar?
— Ahorro desde que tengo 10 años te podría decir. Creo que la plata de la comunión… mamá, no debería decirlo, me dijo cambiala a dolis. Soy muy ahorrativa. Soy muy responsable, vengo de familia laburante. Jamás sobró la plata. Mi mamá viene de una familia muy pobre. El trabajo es cambiar esas creencias y poder gastar un poquito más. Valoro y cuido un montón el mango.
— ¿Y ahorrás para el momento de vacas flacas, ahorrás para comprarte una casa, ahorrás para viajar?
— Soy del team… si tenés tu casa, tenés que tener un lugar donde caer muerto. Horrible la frase, pero te dicen eso. Lo bueno es que disfruto lo que hago entonces, no es que la paso mal, todo lo contrario. Soy de ese team, de cuidar la plata, de ahorrarla y de tener por las dudas. Eso es muy vintage, es más de la generación de mis viejos. Ahí soy más chapada a la antigua.
— Ustedes son una generación bisagra, también cargan costumbres nuestras.
— Sí, recontra. Trato de hacer el trabajo de tener algunas cosas de ustedes, de esa generación, que sirven y también deconstruir las que no. Porque hay muchas cosas de tu generación que son desde el miedo y desde la carencia como “hoy estás laburando, pero mañana no sabés”. Y es una realidad pero uno no puede estar pensando todo el tiempo que todo lo que tiene lo va a perder, no te relajás nunca. En el momento en el que haya problemas si es que los hay me haré cargo, pero trataré de conectarme con el presente lo más que pueda.
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