Luis Brandoni con María Laura Santillán: “Estamos viviendo una situación complicada pero la gente no está resignada”

Retrato de un hombre muy activo de 82 años que casi no usa celular ni tiene plataformas de streaming. Por qué va a las marchas y a los banderazos. Cómo es su relación con Robert De Niro. Una miniserie por estrenar y el presente político. Y una costumbre desconocida: escribe su vida en sus agendas desde 1965

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María Laura Santillán con Luis Brandoni, entrevista completa

Se llama Adalberto Luis Brandoni. Tiene 82 años y una trayectoria de éxitos imposible de resumir. Debutó en 1962. Y luego hizo, entre cine, teatro y tevé, Esperando la carroza, Parque Lezama, Convivencia, Mi cuñado, Made in Argentina, La odisea de los giles, Mi obra maestra y muchas más. En pocos meses estrena la miniserie “Nada”, que protagoniza con Robert de Niro. Es actor y político, comprometido y apasionado. Fue secretario general de la Asociación Argentina de Actores. Es un tipo único Luis Brandoni. O Beto Brandoni. O Adalberto Brandoni. Reconocido por sus pares y querido por el público.

–¿Quién te dice Adalberto?

—En Dock Sud. Viví mi vida ahí desde mi nacimiento. El día que cumplí 13 años mis padres se mudaron al barrio de River. Entonces en el Dock Sud que es mi infancia, me dicen Adalberto. En aquel entonces los Roberto, los Norberto, los Alberto, eran Beto.

—Proyectos de trabajo, proyectos familiares, proyectos políticos. ¿Qué es lo que ocupa tu cabeza hoy?

—Ahora lo que me ocupa más la cabeza es la política. La situación política del país. Es lo que me ocupa o me preocupa más. Porque de algún modo estoy en el otoño de mi vida profesional. Cuando era joven yo quería ser actor y tenía la pretensión de vivir de mi trabajo. Y la verdad es que lo logré, con mis más y mis menos, con buenos momentos y otros no tanto.

—¿Lo decís en serio eso de “con buenos y malos momentos”? Si uno mira tu historia tus trabajos fueron populares y premiados.

—El trabajo nuestro es muy irregular, es muy azaroso. Yo llevo 60 años de profesional y tuve dos años de vacaciones. Los actores no tenemos vacaciones, trabajamos o estamos desocupados. Pero pude vivir de mi trabajo y mantener a mi familia, de modo que en ese sentido estoy amortizado.

—Ahora, tu proyecto es la política. Seguís de cerca lo que le pasa a la Argentina.

—Claro, sí. Yo adopté mi identidad partidaria en el año 82, me afilié al radicalismo hasta el día de hoy, hasta que me marche, hasta que haga mutis. Y estoy muy preocupado por la situación del país. Estoy involucrado, interesado, preocupado. Esperanzado.

—Sos alfonsinista, ¿te seguís describiendo así?

—Yo soy radical. Me afilié para votar al doctor Alfonsín en la interna.

—Estuviste muy cerca de Alfonsín. ¿Qué significa para vos que un hijo de Alfonsín trabaje en el gobierno de Alberto Fernández?

— Es muy raro. Fuimos candidatos en la provincia de Buenos Aires juntos. Hemos tenido mucha tarea juntos. No termino de comprenderlo. ¿Sabés qué es lo más sorprendente de todo esto? Haberse adherido a un partido que no es democrático. Eso es lo más grave.

— ¿Todo tiempo pasado fue mejor?

— No. Algunas cosas eran mejores. Algunas cosas uno las vivía con mayor felicidad. Hemos vivido momentos muy dolorosos en la Argentina con los gobiernos de facto y sin embargo éramos felices. Yo tenía un presente que era una ilusión, eso me hacía feliz. Y un cuerpo de profesores que eran una gloria, tuve cuatro académicos de la lengua, tuve maestros extraordinarios. La expectativa era un signo de interrogación, pero éramos felices porque estábamos haciendo lo que queríamos.

—En el presente, ¿qué te hace feliz?

—¿Qué me hace feliz? La amistad me hace feliz. Me hace feliz ver un buen espectáculo. Los afectos, los amigos y los recuerdos, que también forman parte de la vida de uno. Y la familia desde ya. Eso es obvio.

—Te hace feliz leer un libro, estar con amigos, ir a comer, cocinar...

— Esa es una cosa que me gusta. Sí, cocino. De una manera discreta, tampoco… Hago pastas, que es lo que mejor me sale. Esto dicho literalmente “me sale”, porque yo la saco en el momento que hay que sacar la pasta, al dente, eso es fundamental. Eso se lo debo a mi familia. Para mí la mesa es una ceremonia extraordinariamente importante.

"¿Qué me hace feliz? La amistad me hace feliz. Me hace feliz ver un buen espectáculo. Los afectos, los amigos y los recuerdos, que también forman parte de la vida de uno. Y la familia desde ya" (Gustavo Gavotti)
"¿Qué me hace feliz? La amistad me hace feliz. Me hace feliz ver un buen espectáculo. Los afectos, los amigos y los recuerdos, que también forman parte de la vida de uno. Y la familia desde ya" (Gustavo Gavotti)

—A veces comes solo.

—Ahora sí, pero en mi vida en general he comido con mis padres, con mi hermano. Después con mi esposa, mis hijos. Con amigos, mucho.

—¿Cuando comes solo también es una ceremonia importante?

—Sí. Me siento y preparo las cosas, sí. Sí. Porque aun solo es un lugar de encuentro, reflexión con uno mismo, no es solamente la alimentación.

—¿Te gustaría volver a convivir seguir o sos feliz viviendo solo?

Estoy de novio. Es perfecto.

—¿Es perfecto? Porque no hay ningún roce…

—Claro. Estoy muy bien. Pero vivo solo.

—Dormir solo, pero tener novia.

—Es que hay una edad para cada cosa. Para tener hijos también hay una edad. Convivimos si hacemos un viaje y lo pasamos muy bien. Tiene sus ventajas, y a veces uno echa de menos la posibilidad de tener a mano al ser que quiere y poder disfrutar de un momento posible. Sí, por qué no.

—Insisto con el presente, está bueno, ¿no?

— Sí, a mí me falta mucho para vivir. Estamos en un momento, en la vida social y política de este país, muy inquietante. Muy crudo. De modo que para mí es importante lo que va a venir. Es muy importante. Y trato de hacer las cosas, lo que pueda, para llegar a un destino mejor. A una vida mejor.

—Recuerdo que durante la pandemia te costaba estar aislado.

—Sí. Yo lo recuerdo con pesar sobre todo por la actividad teatral que se alejó mucho. Pero sin embargo aproveché ese tiempo bastante bien. Leí mucho. Más de lo que leía antes. Y pude hacer cosas sumamente postergadas. Por ejemplo ordenar mis fotografías, tengo muchas fotografías. Yo no sabía dónde estaba ninguna. Es como ordenar un poquito el pasado. Reencontrarse con cosas que no recordaba que tenía. Más allá de la preocupación que significaba la salud de cada uno de los amigos, estaba el riesgo de perder a un amigo.

—¿Estás extrañando a alguien en especial ahora?

— A algunos amigos sí. La muerte de los parientes más cercanos es una cosa que uno tiene prevista incluso desde muy joven. Muchas veces pensamos que un día mamá se va a morir. Es inexorable, va a ocurrir. Lo natural es que ocurra. Lo que no es natural cuando sos joven es que pierdas a un gran amigo. Eso está fuera de las reglas. A los amigos se los siente mucho, se los añora mucho.

— ¿A quién extrañas? ¿En quién pensaste?

—Por ejemplo a Walter Santana, que fue un gran amigo. No es solo Walter, son sus hijas, es una etapa de la vida. Con él se fueron recuerdos o se han diluído recuerdos imborrables. Pero me queda ese afecto y ese cariño.

María Laura Santillán con Luis Brandoni: "Les afanan el teléfono y están en bolas y sin documento"

—¿Te interesa lo que hace la gente joven, lo distinto? Por ejemplo, todo está en el teléfono, o casi todo.

—Demasiado para mi gusto.

—¿Te gustaría aprender sobre tecnología?

—No, yo ya viví lo mío y estoy conforme. Y me he organizado. Por ejemplo, hasta me he llegado a ufanar de saber muchos números telefónicos, cosa que a los jóvenes no les pasa. No saben ningún número telefónico. O muy pocos, el del papá o el de la mamá. Está todo en el teléfono. Les afanan el teléfono y están desnudos, en bolas. ¿Cómo es? Entonces no, yo anoto, escribo.

—Anotas y te acordás. ¿No cambiaste nada, no te digitalizaste?

—No, no, no. No. Pero no me siento inferior eh. Me siento un hombre de mi edad. Estoy contento, tengo mi libreta telefónica. Tengo mis maneras. Por ejemplo, la agenda. Yo tengo las agendas de mi vida.

—Vas anotando todo en la agenda?

—Desde el año 65 hasta ahora. Del 22 sí, la estoy haciendo. La estoy haciendo.

—Hasta ahí.

—¿Y qué querés, que dé el resultado de las elecciones del 2023? (risas).

—No, pero quizás tenés anotado en un día del 2023, la fecha de estreno de la serie que hiciste con Robert De Niro.

—No, si no estamos en 2023. Todavía no empezó el 2023 ¿En qué día lo pongo, a ver?

— En marzo me dijeron.

—Yo no lo sé. Lo voy a poner el día que salga. Y además me gustaría verlo. Eso es lo más difícil.

—¿Por qué es difícil?

—Porque tenés que formar parte de una plataforma. Lo de las plataformas es una cosa…

— (Risas) ¿Cómo te llevas con las plataformas?

—Plataforma es la que tenía plaza Constitución, Retiro. Tenían…

— Los trenes. Para vos esas son las plataformas. ¿Cómo vas a hacer para ver por la plataforma la serie que hiciste con De Niro?

—No sé cómo voy a hacer. Es una serie corta, de cinco capítulos, que se llama Nada, y tengo la esperanza de que la producción haga una exhibición para invitados en un lugar donde nos veamos todos.

—¿Todo seguido? Un capítulo, comemos algo, otro capítulo.

—Son capítulos de 35 minutos. Es una película larga. Pero sabés cuál es la diferencia, que va a ser la posibilidad para mí y para mis compañeros de trabajo que vamos a saber qué pasa con el público con lo que hicimos.

—¿Como en el cine?

—Como en el cine no, como en el teatro. Porque ahí nosotros sabemos qué pasa con el público. Y si hay algo que no tiene arreglo ni siquiera en la Argentina es el aplauso.

—¿Las nuevas plataformas no van a estar en tu casa?

—No, ahora no.

"El lenguaje inclusivo me parece una tontería, verdaderamente una tontería", dice Brandoni (Gustavo Gavotti)
"El lenguaje inclusivo me parece una tontería, verdaderamente una tontería", dice Brandoni (Gustavo Gavotti)

—¿Qué pensás del lenguaje inclusivo?

—Me parece una tontería, verdaderamente una tontería. ¿Sabés por qué? Empecé siendo oyente de radio, porque no había televisión. En aquel entonces pasaba todo por la radio, no solo la información. Pasaban los radioteatros, las transmisiones directas, en vivo, desde los teatros. Todas las figuras que después podíamos ver en el cine pasaban por la radio. Las grandes figuras. Escuché relatos futbolísticos durante muchos años de un señor que se llamaba Fioravanti que hablaba un castellano que a mí me sonaba a música. Había otro señor que se llamaba Ulises Barrera que era comentarista de box, era una maravilla escucharlo hablar. Y otros dignísimos locutores que me regalaron un castellano que hablaban bien, no hablaban tan rápido como ahora.

—¿Habla rápido ahora la gente?

—Oh, una cosa tremenda. Rapidísimo. Se usa. En la radio, en la televisión. Rápido hablan. Todo rápido. Tenemos un lenguaje, tenemos un idioma precioso. Cuando se lo escribe bien, y cuando se dice bien lo que se lee, es muy bonito.

— Las plataformas, las pantallas, la digitalización, no sumás cosas nuevas. Estás cómodo con tus costumbres, lo nuevo no lo querés aprender.

—No, no es que no lo quiero ni aprender, no está. Te voy a dar algún dato. La gente de mi edad ha visto un cine en la Ciudad de Buenos Aires que no se ha visto en muchos países del mundo, era una gloria. Nosotros disfrutamos ese cine que los jóvenes hoy no van a poder disfrutar. Porque nadie los induce. Nadie los induce a ver el cine italiano que hemos visto nosotros. A ver el cine francés, el cine polaco, el cine inglés. Todos los cines del mundo se dieron en Buenos Aires. Y hoy la cinematografía está dividida en lo que se produce en la Argentina y en lo que se produce en Estados Unidos. Porque la producción, la exhibición y la distribución están en manos de empresas norteamericanas.

—Beto, en las plataformas veo películas escandinavas, francesas, españolas.

—Pero vos tenés tiempo y sabés manejar todo esto. A mí no me sale.

—¿No te sale o no te ocupaste de aprender?

—No tengo rapport, no tengo feeling con la tecnología. Me cuesta. Dentro de unos pocos días, no sé qué voy a hacer con esa limitación que tengo fuera del país. Seguramente voy a ir acompañado de Saula (n de la r: su novia), ella sí se maneja con una gran ductilidad y una gran facilidad. Ya no sé si voy a poder hablar en castellano siquiera, a ver si me entienden.

—¿A dónde vas?

—Voy a Miami unos pocos días. Pero bueno, Estados Unidos no me preocupa porque he ido más de una vez. Tengo una deficiencia muy grande, que es la de no saber otro idioma.

—Pero hablan en español en Miami.

—¿Sabés cómo lo resuelvo en Estados Unidos? “¡¿Alguien habla español?!” Siempre aparece uno. Ahí lo resuelvo. Es perfecto eso.

— A los 82, ¿cómo te cuidas? Caminar, hacer ejercicio, las comidas, todo eso.

—Creo tener la dicha enorme de ser sano. Eso es un capital que agradezco muchísimo. He tenido algunos excesos, algún sobrepeso que se ha resuelto casi solo. Me cuido en las comidas en el sentido que me como todo lo que me gusta.

—(Risas). Me cuido a mí mismo.

—Y lógico, claro. Claro. Sí he caminado. Por ejemplo, en muchas de las temporadas que hice en Mar del Plata yo caminaba cinco kilómetros por la rambla.

—Pero hay que caminar ahora.

—Ahora yo no camino los cinco kilómetros que caminaba. Y además porque no tengo la rambla. Porque la rambla te da gusto caminar cinco kilómetros. Claro, es una cosa hermosa.

—Salvo cuando vas a una marcha.

—A las marchas sí. Una marcha es una marcha.

—Y le hacen bien al cuerpo también (risas). Hay que caminar un montón.

—Todavía me da el cuero, qué sé yo. Ahí hay algo que te estimula mucho.

—Adrenalina?

—Sí, porque pasan cosas. Es muy atractivo. Yo lo recomiendo. Me voy a permitir recomendar marchar.

María Laura Santillán con Luis Brandoni: "A los banderazos la gente va por su propia voluntad"

—¡Váyase a una marcha!

—Sí. Vayan a marchar a ver cómo es. Hablo de las marchas que se han hecho en el 2020, cinco banderazos en todo el país con manifestaciones. El pueblo en ciudades desde el Sur hasta Jujuy, espontáneas, con la bandera argentina. Y multitudinarias. Lo pude volver a hacer el sábado 9 de julio y es muy estimulante. Porque la gente que va lo hace por su propia voluntad, pacíficamente, los negocios no se cierran alrededor, no hay ningún tipo de violencia, no la hubo ni la va a haber. Y porque además podemos advertir cómo es esa gente que va, por qué va. Preguntale a quien quieras por qué está ahí y te van a saber contestar por qué están ahí.

—¿Volvés a tu casa contento?

—Claro. Cansado que no te cuento. Pero vuelvo a mi casa estimulado. Yo voy muy solo a ese lugar y no tengo ningún temor.

—Porque además la gente te quiere y te abraza.

—Veo bastante televisión. Veo los programas políticos. Los programas periodísticos por supuesto. Qué querés que te cuente, no termino eufórico. Porque se habla de cosas que no son buenas. Porque la situación que estamos viviendo es muy complicada. Pero hay algo que la marcha te puede regalar. La gente efectivamente está mal, está desorientada, está con poca esperanza, con pocos proyectos. No sabe si proyectar 48 horas para adelante. Está mal. Pero te das cuenta en esas marchas que no hay claudicación. Que la gente no está resignada.

—¿Sentís esperanza?

—No está resignada la gente y eso te hace bien. Hace bien.

—Cuando se fue el ministro Guzmán ¿Fue un golpe institucional de Cristina Kirchner para vos?

—Yo lo vi desde el primer día, desde que a esta señora se le ocurrió elegir quién tenía que ser presidente y ella ser la vice. Dije, ¿cómo es posible esto? Yo nunca escuché a alguien decir las cosas más tremendas que dijo Alberto Fernández de Cristina Kirchner unos días antes. Cómo se puede formalizar un desafío tan serio como este. De modo que esto no lo creo desde el primer día. Las cosas no les están saliendo bien. Ella es una persona muy difícil. Muy difícil. Sí, el otro día que la paró a la chica y le dijo “no me digas excelentísima porque a mí no me gusta”. Tuvo una resistencia extraordinaria este hombre, Guzman. En soledad, porque el presidente no sé si lo apoyó más de una vez. Y si lo apoyó no se notó mucho tampoco. Fue muy difícil la tarea que quiso llevar adelante. Y en algunos casos acertó y en otros no porque no se puede. Un ministro de Economía que no tiene la posibilidad de disponer de un cargo que está muy por debajo suyo porque hay otro sector del gobierno que está en la oposición es muy complicado.

—Se dicen muchas cosas de tu relación con Robert De Niro. Son amigos desde hace muchos años. ¿Cómo es la relación que tienen?

—Primero, debo decirte que eso que se publicó de que habíamos tenido discusiones es absolutamente falso. Como no tenían información entonces tenían que apelar a este tipo de recursos, después nadie más insistió sobre eso porque no existió. Mi vínculo es un vínculo afectuoso. Yo lo conocí a él por Lito Cruz, apareció después de filmar una película que se llamó La misión. Ahí nos conocimos, estuvimos una noche juntos. Después otra vez otro almuerzo. Y después hubo otro encuentro. En el año 86 nos tocó ir a filmar a Nueva York, yo tenía una escena con un actor norteamericano. Ensayamos la noche antes de filmar en la habitación del hotel, se despidió y se fue al restaurante de De Niro. Y De Niro le dijo “-¿qué hacés acá? -Voy a hacer una participación en una película argentina, contestó. -¿Argentina, quién está? -Al único que vi es a un tal Brandoni”. Estábamos cerca de Nochebuena, sería el 21 o el 22 de diciembre. “Decile que me llame”, dijo De Niro. Este muchacho no podía creer lo que escuchaba. Al día siguiente llegó con los ojos así: -dice De Niro que lo llames. Lo llamé a través de una secretaria que hablaba castellano, el propósito era invitarme a pasar la Nochebuena a su casa porque él suponía que yo iba a estar solo o con el equipo técnico. Así que fuimos con Marta, estaba yo casado con Marta.

—Inolvidable.

—Bastante parecido a la familia italiana. Después nos volvimos a ver, nos encontramos en el Uruguay. En otra oportunidad estuvimos en su restaurante de Nueva York almorzando con Saula. Hace seis años estuvo en mi casa acá en la calle Suipacha y trajo la cámara para sacarse una foto con nosotros.

—¿Vos le decís Bobby?

—Sí.

—¿Y él te dice Beto?

—Sí.

María Laura Santillán Con Luis Brandoni: "De Niro tiene pretensiones de hablar porteño, a las palabras las sabe todas"

—¿En qué idioma hablan? Porque vos no hablas inglés.

—No lo sé. No lo sé. Pero que hablamos, hablamos. Va a ser divertido en la serie, los que tengan que hacer los títulos sobreimpresos se van a volver locos. Porque además hay un personaje que es paraguayo y a veces habla en guaraní, de manera que va a ser muy complicado. Pero es uno de los encantos de la serie. Yo hablo un poco de italiano y él habla italiano también. Y él tiene pretensiones de hablar en porteño. Las palabras las sabe todas.

—¿En la vida real trata de hablarte en español él?

—No, no, no. Pero no se preocupen porque nos entendemos. Sé que hemos hablado de la profesión. Un día estábamos charlando en Punta del Este sobre un personaje, yo le decía “tengo que conocerlo”. Dijo “claro, por eso yo le dije que no, me ofrecieron una película donde yo tenía que hacer de Gardel”. ¿De Gardel?, le digo. Sí, dijo, “yo no sé nada de Gardel, yo qué sé quién es Gardel. Dije que no porque no lo conocía. Imagino lo que es, pero no me atrevería a hacer a un personaje que fue real y no saber nada de él”. Cómo fue que tuvimos toda esa conversación con él no sé, es un misterio.

—Porque vos inglés nada ¿Italiano entonces?

—Sí, sí. Le digo cosas en italiano y las entiende. Su papá era italiano. Me las rebusco porque escuché mucho ese idioma. No me moriría de hambre en Italia. De Niro es un hombre muy serio. Un hombre muy encantador. Nos hemos visto muchas veces en Uruguay y en Buenos Aires. La gente no lo conoce en la calle. Porque no va por la vida como un actor, va por la vida como lo que es. Nadie lo conoce, es extraordinario. Eso habla de lo buen actor que es, porque no se parece a ningún personaje de los que hizo en el cine. No tiene la cara de los personajes. Una amiga mía cuando estábamos en Punta del Este en una cena, de pronto por lo bajo me dice… ¿en qué película trabajó este muchacho? Porque no lo podía asociar con ninguna película, ni con Taxi Driver, ni con… ¿Entendés? Ese es un señor que trabaja de actor. Es un hombre muy encantador.

—¿Se van a ver para el estreno de la serie?

—No sé. Es posible que sí. Él está muy entusiasmado. Lo hizo con un gran entusiasmo. Porque además es un hecho curioso, no es que vino un actor norteamericano, una estrella, a filmar una película norteamericana y hay una escena que ocurre en Buenos Aires. No es eso. Él vino a hacer una serie argentina y hacer una participación que no es una participación protagónica, y lo hizo porque le gustó la idea, porque le gustaron los directores, vio algunas películas que hicieron los directores. Vio Mi obra maestra, alguna otra película mía. Y vino encantado de la vida. Y además, lo lindo fue que la primera cosa que hicimos juntos en esta serie es en una parrilla de barrio, estábamos sentados a una mesa para comer un bife, e hicimos una escena, y después hicimos otra escena, y a la tercera escena me di cuenta que yo estaba trabajando con él con la misma naturalidad que si yo lo conociera de hace 30 años incluso profesionalmente. En el cine se estila que cuando un actor termina de hacer su última escena, se pide un aplauso para el actor que acaba de terminar. Después de su última escena, cuando el director dijo “corten”, fue una ovación la que recibió De Niro, de todo el equipo técnico y de los que estábamos ahí. Una ovación. Espero tener una foto con más de cincuenta de nosotros en una esquina muy cercana a Caminito en La Boca, va a ser un gran recuerdo para nosotros.

—Esto acaba de empezar.

—Recién empieza. Hay mucho por hacer.

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