Jey Mammón es actor, músico, conductor de radio, animador de televisión, humorista y un montón de cosas más. Sólido, divertido, versátil, tierno. Talentosísimo. Los domingos conduce La peña de Morfi por Telefe y prepara su Show Mammon para la primavera. Se presenta en el teatro Multitabarís con “El mundo de Jey” y la gente lo aplaude de pie. La palabra superlativa que lo define es la música, para mí antes que nada Jey Mammón es músico.
— ¿Sabías que yo me presenté hace cinco años a mi terapeuta diciéndole que era músico? Me resulta interesante que me hayas presentado como músico, yo en ese tiempo no hacía música. Tenía el piano cerrado. Fue raro que le dijera “soy músico”. Hoy por hoy sí, tengo el piano abierto y me encanta que me presentes como músico y te lo agradezco. Tengo un orzuelo que me está matando.
Ahora Jey se pone anteojos, trajo varios modelos de anteojos. Tiene un orzuelo y lo vive mal… Yo quiero que hablemos de sus terapias.
— ¿Estos anteojos van mejor? ¿No hay maquillaje? ¿Me pueden dar otra silla por favor? ¿La otra es de María Laura? (risas). Fui a varios terapeutas. No es la única. Primero arranqué con terapia de admisión, vas a ver si maridás con el terapeuta, si te llevas bien, no podés ir a cualquiera.
— Claro, química.
— Me acuerdo una vez que entré, había un piano en el consultorio y le dije “ay qué lindo piano, ¿quién lo toca?”. Y me dice “qué curioso”. Y empieza: nombre, ¿Cuál es tu vínculo con la familia? ¿Y tus papás? ¿Sos homosexual? ¿Tenés mascotas? Muchas preguntas. “Qué curiosa”, le digo (Risas). Me dice “¿qué? ¿Querés saber quién toca el piano?”. Obvio que quiero saber quién toca el piano. Bueno, no maridamos.
— ¿Cuántas terapeutas tuviste?
— Y, en mi vida, uh, pasé por unos cuantos.
— ¿Alguno de ellos te ayudó mucho?
— Tuve terapeutas que fueron muy buenos. Pero con la que estoy ahora, tenemos un trabajo hermoso.
NO ESTOY ORGULLOSO DE SER GAY ASÍ COMO EL HETEROSEXUAL NO ESTÁ ORGULLOSO DE SERLO.
— Es el Mes del Orgullo Gay, un mes para visibilizar, para explicar, para acercarse. ¿En Argentina qué es lo más importante para conversar hoy?
— Ampliar un poco el concepto, hablar del orgullo LGBTIQ+ en el sentido del orgullo del mundo de la diversidad. Porque no es solamente gay sino bisexual, del mundo trans, de la diversidad. Y hablar del concepto del orgullo, me gusta aclarar que no estoy orgulloso de ser gay, así como el heterosexual o la heterosexual no está orgulloso, orgullosa, de ser heterosexual. El concepto radica en ser con libertad, sin que te importe lo que piense, lo que sienta o lo que diga el otro o los demás.
— Básicamente es estar orgulloso de ser lo que uno es.
— Totalmente. Jáuregui decía que en un mundo que nos educa para la vergüenza el orgullo es una respuesta política. Cada vez menos nos educan para la vergüenza, pero todavía falta mucho.
MI GENERACIÓN NO TENÍA FICCIONES, NI CANCIONES, NI HISTORIAS DONDE YO ME VIERA REFLEJADO.
— ¿Y vos transitaste la vergüenza?
— Cada vez que hablo de lo que a mí me tocó transitar, un pibe o una piba de 20 años me mira… no entiende por qué fue tan difícil para mí. Tampoco yo puedo entender que una persona de 70 cuando era joven iba preso, ni hablar de gente que han matado o que la han echado de su casa, como sigue pasando hoy día también. Pertenezco a una generación que no tenía películas, ficciones, ni canciones, no había historias en las que yo me viera reflejado. A mí me preguntan mucho si me gustaría ser padre, por ejemplo. Yo nunca me vi reflejado como padre, ¿me entendés? Ni como padre ni como persona que viviera su diversidad. Hoy hay series, hay películas, hay canciones en donde existe el gay, existe la mujer gay, existen las personas trans.
— ¿Por eso no querrías ser padre?
— Al no verme reflejado probablemente yo no… Es que no lo vivo con angustia. No lo veo mal. Pero no me he visto como padre. A un pibe o a una chica de 20 años probablemente le sea más fácil verse reflejado. Yo no estoy diciendo que no vaya a serlo, pero no me lo interpelé durante mi vida.
— ¿No existía como posibilidad?
— No existía como posibilidad.
— Los gays no se casaban ni tenían hijos ni…
— No eran felices básicamente. A mí me pasó hace unos cuantos años que uno de mis sobrinos me dijo “¿existen los varones trans?”. Y le dije “sí, ¿cómo que no existen?”. Me dijo: “No, si no hay, si no los veo”. Y a mí me quedó retumbando eso en la cabeza, cómo que no los ves.
— Era verdad, no se los veía.
— Claro, porque no se los veía. Lentamente vamos apareciendo. El varón gay, fijate, sigue teniendo ventaja siempre, hasta en el mundo gay. Es una etapa en la que tenemos que acompañar al mundo trans. Sobre todo a los varones trans me parece.
— ¿Están estigmatizados los bisexuales también?
— Nos ha pasado decir “los bisexuales son personas que no se terminan de definir”. Hoy por hoy hay mucha gente que sigue pensando eso.
LOS MIRO CON UNA ENVIDIA A LOS BISEXUALES, CÓMO ME GUSTARÍA QUE ME GUSTE TODO!
— ¿Pero “qué sos”?
— “¿Qué sos, no te terminas de definir? Hay gente que es bisexual y es totalmente feliz siendo bisexual, yo los miro con una envidia... ¡Cómo me encantaría que me guste todo!
— El orgullo como aceptación y como muerte de la vergüenza. Esa es la idea.
— Sí, sí, como muerte de la vergüenza y como muerte del miedo. De estar pensando “qué pensará el otro, qué me van a decir, qué estará sintiendo aquel que está allá”. Bueno, problema del otro.
— ¿Ahora se habla antes con los papás? ¿Qué te cuentan los chicos?
— Sí, afortunadamente se empieza a terminar esta cosa de tener que sentarse a contarle a alguien. ¿Por qué hay que sentarse a contar? Por qué uno se tiene que sentar y decir “hola, te tengo que contar algo, soy heterosexual”. Yo tenía un grupo de música que se llamaba Mammón hace muchos años y cantaba una canción que decía “Mamá, papá, tenemos que hablar, no sé cómo decírselos, no sé cómo empezar” y el remate era “soy heterosexual”.
LA PREGUNTA A LOS NENES “QUÉ NENA TE GUSTA?” YO ME VÍ HACIENDO ESA PREGUNTA.
— Se va a dejar de tener esa charla cuando no se espere que el hijo sea heterosexual.
— Sí, falta. Por eso te digo que falta todavía. Esta pregunta a los nenes chiquitos: ¿qué nena te gusta? Yo me he visto haciendo esa pregunta. Es que todos nos vamos deconstruyendo. Todos. Todos. Por ahí el nene no se preguntó nada, ni qué nene, ni qué nada. Por ahí no le gusta nada.
— ¿Te gusta alguien? Así sería la pregunta.
— Te gusta alguien, porque por ahí no le gusta nadie. Bueno, de a poquito, porque tampoco tenemos que andar con el dedo acusador de “estás equivocado haciendo esa pregunta”, porque todos vamos aprendiendo. Nadie es dueño de la verdad. Estamos todos en la misma. Estamos todos aprendiendo. Todos.
— ¿Vos estuviste de novio una sola vez? ¿Con Adriano?
— No, tuve otras parejas. Adriano fue la persona que yo presenté a la familia. Además fue público. Me agarró siendo conocido.
— Yo te imaginaba difícil para las relaciones largas de pareja.
—Yo… puede ser. Yo soy difícil, punto (risas).
— Hoy convivís con dos gatos.
— En este momento sí. Ellos conviven conmigo. Son muy territoriales los gatos, en la pandemia fue complicado porque ellos me miraban y me decían: cuándo te vas de nuestra casa. La casa es de ellos.
— Con Graciela no convivís, pero está por ahí.
— Sí, Graciela es la señora que me ayuda en la casa. Bah, yo la ayudo a ella básicamente (risas). ¿Se me ve mucho el orzuelo?
— No, para nada. Estoy tratando de que la gente conozca un poco tu mundo íntimo.
— Pensé que tratabas de sacarme del tema del orzuelo. Tengo una pelota de béisbol en el ojo. A Graciela la queremos mucho, sí.
— ¿Entonces volverás a convivir con alguien?
— Sí, por qué no. Es lindo convivir. Es difícil también, eh. Con amigos, con la familia. Estas vacaciones me fui con mis amigos. Amo a mis amigos, pero cuando convivís es distinto. Cada uno tiene sus tiempos, cada uno tiene sus cositas. Yo la manteca la pongo así, el tostadito...
— “¿Vamos al mar? No, más tarde”.
— Ay, vamos todos a andar a caballo. A mí no me gusta. A mí sí, la convivencia es un tema. Yo me voy temprano. Yo me voy tarde. A mí me gusta levantarme a las siete de la mañana. A mí no. A mí la música me gusta fuerte. ¿A vos te gusta convivir María Laura?
— Me gustó. Me gustó mucho.
— (Risas) Ah, bueno, me encantó la aclaración del pasado. Si no te gustan estos anteojos, también tengo estos otros. Te quiero mucho, María Laura.
En la vida de Jey estuvo Adriano y hubo otras parejas, sí. Pero está muy presente su familia: su mamá, su papá Roque, sus hermanos y sus sobrinos. Roque murió durante la pandemia.
— Está muy bien lo que decís de que Roque está. Está súper presente. Súper.
ANTES DE VENIR PARA ACÁ ROQUE ME DIO UNA SEÑAL
— Tu papá Roque está, se te aparece, te da señales.
— Antes de venir para acá me acaba de dar una señal. Él me da señales a través del panadero. Se me acaba de aparecer un panadero en mi casa.
—¿Ahora?
— Sí, antes de venir. Y al lado del piano. Porque él está ligado con el piano, con la música. Tengo una profesora de canto que viene una vez por semana, vino recién, acabo de terminar la clase, me vine para acá.
— ¿Apareció el panadero durante la clase?
— Sí. En el momento en que me senté a tocar el piano, porque el piano tiene mucho que ver con él y conmigo, con la relación que tenemos. Él se fue cuando yo empezaba el programa el año pasado, Los Mammones. Cuando Roque se va, el piano se abre, su piano estaba cerrado con llave. Vos lo sabés. Mi abuelo se lo había cerrado con llave. Yo sé que soy repetitivo, pero esto me acaba de pasar. Antes de venir para acá el panadero apareció cuando yo me senté en el piano y me puse a tocar. Cada vez que abro el piano él aparece y su señal aparece. Yo vivo en un piso 15, ¿entendés? Y cuando le digo a Euge, la profe, que no entiendo, ¿puede haber un panadero en un piso 15? Ella me dice “es tu papá”, como diciendo “a qué le buscas la explicación”. Él se manifiesta y yo lo sé.
— Vos crees que Roque está en un panadero porque hay una historia de la infancia entre él, vos y los panaderos.
— Sí, hay una historia. Cuando nos íbamos de vacaciones a Mar del Plata todos los veranos con mi mamá y mis hermanos, él venía los fines de semana. Yo dejaba volar un panadero y él decía que me lo iba a traer si yo lo dejaba volar. Lo iba a encontrar en Buenos Aires y me lo traería a Mar del Plata. Y era así, yo lo dejaba volar y él me lo traía. Después de perderlo a Roque, cada vez que lo digo, mucha pero mucha, mucha gente me habla del panadero como una señal. Panadero, colibrí, mariposas. Pero panadero mucho, mucho. Además esta cosa de pedir un deseo cuando ves un pandero, me impresionó mucho. Todos tenemos la necesidad de aferrarnos. Yo lo entiendo. Yo creo en la trascendencia. Yo creo en la presencia de las personas. Y no es que no están, están, están. Yo hablo en presente.
— ¿Están todo el tiempo para vos?
— Están, nos están acompañando. Yo lo sé. Sí, sí, sí. Además, el misterio de la vida es demasiado fuerte. Tiene que haber algo más allá de todo esto para mí. No lo vivo con dolor en absoluto. En el teatro la gente se emociona mucho y de repente se matan de risa, cantan conmigo, se divierten, muchos se ponen a llorar. Entiendo que no es ausencia, es presencia total.
— ¿Por qué le decís Roque y no papá?
— Siempre le dije Roque. Porque significa mucho más que papá, Roque. No es menos, es más. Porque es papá, es la música, es acompañar, es iluminar, es presencia. Si fuera solo papá sería un montón, pero solo eso. Roque implica un montón de cosas más.
— Acabo de darme cuenta de que te produce Gustavo Yankelevich, deben hablar de cómo vive la presencia de Romina.
— Sí. A él le pasó algo muy especial con la historia del panadero y con Roque. Hemos conectado muy fuerte con Gustavo. Él ocupa un lugar paternal en mí en este momento de mi vida. Es el papá de la televisión para mí, antes que nada. Y en este momento me cuida, me protege, me acompaña. Está pensando todo el tiempo en mí. Por supuesto el Día del Padre, le mandé un mensaje.
BERGOGLIO CONOCE A JUAN MARTÍN, PERO FRANCISCO NO CONOCE A JEY
— Mucha gente no sabe por qué te dicen Jey. Tu nombre es Juan Martín.
— Jey es por la J de Juan, mi banda de músicos eran ex alumnos de catequesis. Ellos le ponen a la banda Mammón y uno de ellos me empieza a decir Jey, que es la J de Juan en inglés. Lo empecé a escribir con “E”, en realidad se escribe con “A”, yo me puse Jey y quedó Jey.
— Sos Juan Martin cuando tu mamá se enoja.
—Sí. Sofía Gala cuando me ve me dice Juan Martin. Y yo creo que si Bergoglio o Francisco me cruza me dice Juan Martin.
— ¿Jorge Bergoglio te recuerda de esos años de catequesis?
— Debe tener una memoria prodigiosa. Yo creo que me recuerda, sí. Debe chusmear todo lo que pasa por acá. Karcher, que es la mano derecha en Argentina, le debe chusmear.
— ¿Qué sabrá de vos? ¿Estará actualizado sobre tu éxito el Papa?
— Con todo lo que tiene en la cabeza no creo. Dudo. Bergoglio conoce a Juan Martín. Pero Francisco no conoce a Jey.
— Uy.
— Te maté con eso (risas). Pero es verdad, porque no conozco al Papa.
— Hola Francisco, mi nombre es Jey.
— El Papa no es Bergoglio, es el Papa de la Iglesia.
CON DIOS TENEMOS UNA MUY BUENA RELACIÓN
— ¿Qué relación te quedó con Dios después de tantos años de catequesis, de misa, de educación religiosa, de iglesia?
— Creo que tenemos una muy buena relación, lo que pasa es que no sé cómo se llama Él.
— ¿Vas cada tanto a una iglesia?
— No, no entro. La última vez que entré fue en la comunión de mi sobrino Francisco. El confundido era yo, básicamente, no la iglesia, estaba en un lugar que no era de mi pertenencia. Estaba queriendo que cambien cosas en un lugar donde no iban a cambiar, tenía que irme. No fue de un día para el otro, fue un proceso.
— ¿Cuando pasás frente a una iglesia seguís haciendo la señal de la cruz?
— No.
— ¿Rezar?
— Sí. Prefiero guardarlo como un momento mío, personal. Pero no hablo con Dios.
— ¿Entonces estás desactualizado con las canciones de misa?
— Para nada. Las pueden escuchar en el espectáculo cuyas entradas pueden sacar por Plateanet en el Multi Tabarís de miércoles a domingo, dos funciones los sábados… (risas). No son las últimas, pero se siguen cantando. Porque los que no se actualizan son ellos, evidentemente.
— ¿Siguen cantando las mismas canciones, decís?
— Y claro. Me pongo a cantar las canciones que yo cantaba hace 30 años y se las saben todos. Son unas canciones espectaculares. “Alma misionera”. “Dulce doncella”. Yo me pongo a cantar esas canciones en el teatro y vos viste, explota el teatro.
— ¿Qué te hace llorar?
— Qué buena pregunta. No suelo llorar al aire. No sé si será que me lo reservo…Yo tengo mucho Bailando por un sueño, mucho Cantando, ¿me entendés? Yo decía “no te voy a regalar la lágrima Marcelo”. Estaba ahí parado y decía no, no voy a llorar acá.
— Todos lloran.
— Claro, yo los veía y decía: yo acá no voy a llorar ¿Cómo vas a llorar en la tele? No, en la tele no se llora. Yo puedo llorar por cualquier boludez, por un Bambi en un documental de tele, le quebraron la patita al Bambi y lloro.
NO PODRÍA VIVIR FUERA DE LA ARGENTINA, NO LO PODRÍA NI PENSAR
— ¿Se te fueron amigos al exterior en los últimos tiempos?
— Sí. Se fue un amigo a vivir afuera, sí.
— ¿Vos podrías vivir fuera de la Argentina? ¿Te imaginaste alguna vez esa posibilidad?
— No, pero más que afuera de Argentina afuera de los afectos. No, no podría. No podría. Hay que verlo en contexto, si no tuviera otra… porque es muy fácil desde la comodidad.
— ¿En este contexto?
— Desde el confort me quedo, porque puedo estar acá.
— ¿Qué es lo que más te ata?
— La familia, los amigos. Pero también el kiosco de la esquina. Hoy vine a verte a vos, ¿me entendés? No puedo concebir… a este amigo que se fue le dije “¿estás loco, cómo te vas?”. Porque podría quedarse, mi amigo. A eso voy. No es que se tiene que ir.
— ¿Cómo fue esa charla? ¿Qué le dijiste?
— No le dije nada, se está enterando ahora (risas).
— “¿Cuándo te vas?”.
— Está loco. Está loco, porque yo pienso como si fuera yo, soy egoísta. Cada uno tiene que hacer lo que se le cante, básicamente.
— Pero para vos sería…
— No, yo no podría. Yo no lo podría ni pensar. Es una locura.
Jey se quiere mudar, el departamento en el que vive es relativamente chico. Piano, teclados, micrófonos, además de todo. Para él y los gatos es cómodo, pero es mejor tener más espacio. Lo llamativo, es que cuando planifica mudarse, sólo piensa en el mismo edificio.
— Sí.
— Lo agarrado afectivamente que estás a las cosas.
— Sí. Sí, tengo eso. Sí, me voy a mudar dentro del edificio. Sí. Probablemente, sí. Siempre viví en el mismo barrio. Sí. Sí. Te sigo desde Fax (risas).
—- Y agarrado a los amigos, que son un montón. De distintas bandas.
—-Si. Los muy, muy, muy amigos, que son poquititos, son del tiempo en el que me puse a hacer radio por internet para el colectivo, para el grupo de la diversidad. Te estoy hablando hace 15, 20 años atrás. Ahí es donde nace el personaje de Estelita, haciendo este programa de radio por internet.
LA LLAMÉ MUCHAS VECES A SUSANA, SE HICIERON AMIGAS CON ESTELITA
— Estelita habló por internet con Susana Giménez en la vida real en esa época lejana…
— Sí. El teléfono lo conseguí porque uno de los que escuchaba el programa le había vendido el celular a Susana. Te estoy hablando de antes de Cristo. El pibe me dice “tengo el número de Susana”. Me escuchaban quince, veinte. Eran otros tiempos. No existía el WhatsApp, hoy le escribís a cualquiera. Yo no me animaba a encararla a Susana, entonces nace Estelita. La llamé al aire, quince personas me estaban escuchando. “Hola Susana, ¿cómo estás?, Estelita te habla. Te amo, te admiro, sos lo más grande del mundo”. “Ay, ¿quién sos Estelita?”. Llamé a varios, ¿eh?. A Gerardo. Gerardo me dijo de ir a hacer un casting. Me han pasado cosas tremendas con ese personaje. A la semana la llamo de nuevo. La llamé muchas veces a Susana. Se hicieron amigas por teléfono con Estelita. Hay un par de registros de esto en YouTube.
VOS SOS ESTELITA? HIJO DE PUTA TE VOY A MATAR
— ¿Cuándo le dijiste a Susana que Estelita era un personaje?
— Después de un año de varias llamadas me empezaron a escuchar cincuenta, cien, doscientos. Un día la llamé a Susana y le dije: “Hola, soy Juan, te quería contar que Estelita no existe, es un personaje”. Fue fuerte. “Ah, ¿vos sos Estelita? Hijo de puta, te voy a matar”.
— ¿Se enojó?
(Risas) No, se cagaba de risa. Me dijo “Estelita te da de comer? ¿Sí? Ah, buenísimo”. “Ojalá algún día yo me pueda sentar en el sillón de tu programa”. Eso fue lo que le dije.
— Hiciste un recorrido largo, muchos años de trabajos en la tele, muchos años de teatro. El año pasado explotaste y quedaste instalado en un lugar importante. ¿Qué pasó el año pasado? ¿Lo analizás?
— No, no sé. No me lo pregunto tampoco. A mí me gusta vivir este momento. Y este momento es “este momento”. Porque me ha pasado, como a todos, experimentar situaciones en las que empecé a valorar el presente que es lo único que tenemos, el momento que tenemos. No me quiero poner medio pelotudo, pero la realidad es esa. Entonces disfruto lo que pasa, no pienso ni en el pasado ni en el futuro. Ni en el próximo programa que voy a hacer, “Show Mammón”, en Telefé. Está bien, ya lo haremos, lo estamos armando. Ahora estamos en el teatro, está hermoso. La peña. Todo lo que está pasando es hermoso. Y lo que se viene será hermoso. Ahora es este encuentro, esta nota. Trato de no analizar, trato de disfrutar. La gente a la salida del teatro me dice cosas hermosas. Te juro. El otro día fue el Día del Padre, me costó un huevo hacer el programa. La devolución de la gente fue tan hermosa. No lo puedo analizar, lo disfruto. No sé por qué está pasando, pero está pasando y es re lindo.
— Esto que está pasando también es re lindo, pero me tengo que despedir.
— El orzuelo, ¿cómo está?
— Está perfecto, ni se ve.
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