Aunque es la segunda vez que se cruzan, esta vez fueron a fondo para conocerse un poco más por fuera de lo creativo. Es que Ale Sergi y Dillom se hicieron compinches en los últimos meses por obra y gracia de la admiración mutua. Incluso revelaron que están trabajando juntos en algo... aunque no quisieron confesar exactamente en qué.
El vínculo entre ellos viene de larga data: de chico, el rapero iba con su papá a ver a Miranda! y conocía todas sus canciones; mientras que el socio de Juliana Gattas cayó rendido frente a Post Mortem, el álbum debut del joven integrante de la Rip Gang. Así, en este tercer episodio de Pogo o Nada la conversación entre estos dos exponentes de la cultura pop argentina de los últimos veinte años fluyó y pudieron profundizar en temas tan íntimos como el miedo a la muerte, la necesidad de amar y de no sentir celos, la familia, el ego y sus diferentes formas a la hora de componer y crear.
Ale Sergi: —¡Querido!
Dillom: —¿Qué haces, papá? ¿Cómo fue la semana?
AS: —Bien, tranquila, no me quejo, trabajando, grabando. Este mes, un poco más tranquilo. Vos estuviste de gira...
D: —Yo estuve de gira, sí. Nos turnamos: ustedes estuvieron el mes anterior, ahora están descansando... Y yo estoy ahí, a las chapas, de gira por varios lados. ¿La verdad? Lindo, conociendo lugares. Por suerte vienen bien los shows.
D: —¿Por qué me elegiste para esta conversación?
AS: —Porque nos llevamos bien. La vez que nos cruzamos estuvimos súper cómodos.
D: —Fue la vez que nos conocimos.
AS: —Claro, después te viniste para el estudio, hicimos cosas. Estamos ahí, siempre en intercambio constante. La otra vez que hablamos estuvo bueno y siento que en este tipo de conversaciones siempre conocés algo diferente de la otra persona, porque no hablás lo mismo en un medio que en el estudio. Yo creo que hablás de cosas más profundas en momentos así. ¿Y vos por qué dijiste: “Bueno, díganle a Ale”?
D: —Porque ya nos conocemos. Ya tuvimos más charlas, más idas y vueltas, ya estuvimos juntándonos, haciendo unas cositas. Yo siento que la gente compró el combo. La otra vuelta que habíamos subido una story, que estábamos en el estudio, entré a Twitter y alguien al toque dijo: “No, están Dillom con Miranda!, hagan un tema”. Y yo puse: “No, ni loco” y todos entraron a putearme porque se pensaron que lo decía de verdad. Me cagué de risa, pero al público en general como que le gusta el combo.
AS: —Yo lo primero que conocí de vos fue la música y eso fue lo que me gustó mucho. Y creo que coincidimos en el humor. No siento que sonemos iguales, cada uno hace algo bien específico y un estilo como bien diferente. A veces, encontrás cosas en común con artistas que tal vez sientas re disímil. A mí me gustó esa canción, me habían gustado canciones tuyas y la verdad ni me imaginaba que… Bueno, después hablé con tu papá, que lo conocí en la presentación de tu disco, y él me contó que te llevaba a vernos a nosotros. Y me flasheó.
D: —Sí, fue una locura. Para mí fue un círculo que cerró, toda esa historia de chico como que cerró.
AS: —Son los caminos de las cosas. Y la música tiene esa magia que te encontrás con gente y a mí me sorprendió. Ni me hubiera imaginado que te podía llegar a gustar nuestra música. En tu música se nota que te gustan muchas cosas diferentes y que mezclas todo y haces una que es personal... Tiene un poquito de esto, de aquello, pero todo junto nunca lo vi. Es Dillom, es esa particularidad.
D: —¡Muchas gracias!
AS: —Yo soy re fan, así que me puse re contento cuando vi que nos tenías en el radar.
D: —Es muy loco porque de los primeros discos de Miranda! me sé todos los temas. Por escucharlos de muy chico, en todos lados, en el auto yendo de viaje y también en la radio, que sonaban todo el tiempo. Por ahí no me acuerdo ni los nombres, pero los temas me los sé todos, me quedaron en la cabeza.
AS: —En la música que vos hacés te inspirés en cosas de tu vida. ¿Eso tiene algún peso en eso, es toda una historia ficticia? ¿Qué tanto hay de confesión?
D: —Hoy en día mucho más que antes, te diría. Apenas arranqué estaba muy fanatizado con Eminem y estaba como en una parte muy oscura de mi vida. Por ahí estaba como muy solo, viviendo en la casa de mi amigo (que sigo viviendo con él pero vivíamos en otras condiciones en ese momento). Yo tenía 16 años, estaba solo y hacía música con una computadora que era una cagada, de esas que son el monitor y adentro del CPU, pero ni siquiera una último modelo, sino vieja, vieja. Y pobres, ellos me escuchaban haciendo música todo el tiempo.
AS: —¿Cuántos eran?
D: —Mi amigo, el hermano de mi amigo y la mamá de ellos dos. Y ellos me escuchaban que yo estaba todo el día haciendo música y les quemaba la cabeza, porque yo no tenía ni auriculares, entonces lo ponía bajito en el monitor. En ese momento tenía como un vacío interno y estaba muy solo, no tenía mucha contención. Entonces entré en una de hacer un personaje, que sea todo lo malo y poder descargar por ese lado y poder hacer lo que me pinte. También es algo que no veía acá, que sentía que todo era muy literal y muy terrenal lo que había y no había nadie que rompa con la regla de poder decir lo que te pinte. No tiene que ser algo 100% real y…
AS: —Claro, generar una fantasía.
D: —Sí, generar una fantasía, un personaje. Que quizás puede estar en contra de todo lo que yo pienso y siento o hacer cosas que yo no hago, pero que nazca de acá, de mi cabeza. Y bueno, al principio empecé a hacer los temas y por ahí me iba mucho más a la mierda de lo que me voy ahora. Y yo dije: “Bueno, la gente lo va a entender. Y si no lo entienden, ya fue, que la chupen” (risas). Pero después me rescaté y dije que por ahí es raro que yo salga de la nada y... No sé, mis primeros temas decían cosas como venderle drogas a nenes y todo eso. Para mí, en mi cabeza, era re gracioso y lo sigue siendo, pero por ahí gente que no me conoce dicen: “¿Y este pibe quién es? Terrible fantasma”. Entonces me costaba plasmar eso.
AS: —Pero siempre lo buscabas porque por más de que estabas solo, que estabas en una medio oscura, igual te apoyabas en el humor para hacer, ¿no? Como que eso como la música, como que son cosas que te agarras para salvarte...
D: —Sí. Pero eso, porque yo en la vida real soy así. A mí me puede estar pasando lo peor del mundo y de alguna forma siempre me lo tomo con humor, porque para mí es un mecanismo de defensa. Hasta mi psicóloga me dice: “Che flaco, deja de tomarte las cosas en joda”.
AS: —Y bueno, pero hay veces que no hay otra.
D: —No, no, obvio. Mi forma de ser es así y eso se plasma en la música. Aunque yo no quiera, me cuesta mucho encarar las cosas de una forma seria y sin tener un tono humorístico, porque es un plomo la verdad. No encaja conmigo.
AS: —Claro, cuando te ponés más serio es algo como hasta más tierno, por ahí, que tenés algunas canciones medio románticas. Pero nunca sos el rapero que tiene plata y cogedor…
D: —Claro. Y si es así, es en parodia. Entonces yo en ese momento no le daba bola a esas cosas porque decía: “¿Qué voy a escribir? ¿Mi día a día? Un embole”. Pero tomando distancia de eso, con el tiempo, viéndolo en retrospectiva y después de mucha terapia, dije: “Ah, pará, estas cosas que me pasaban no eran normales, eran bastante fuertes. Y tranquilamente puedo sacar inspiración de acá, de cosas reales, mismo de mi vida, que hasta a veces son mucho más fuertes de lo que me podía yo imaginar inventando para el personaje”.
AS: —Contame hasta donde me quieras contar, sin incomodarte, ¿por qué estabas viviendo en lo de un amigo?
D: —Yo vivía mitad con mi vieja y mitad con mi viejo, en un momento, cuando ellos se separaron. Yo tenía 8 años, más o menos, viví todo ese tramo hasta los 15 años con mi vieja y mi viejo, mitad y mitad. Después, bueno, mi vieja ahí como que tuvo muchos quilombos, yo vivía solo con ella en su casa y era medio jodido, una madre sola viviendo ahí, en una situación más vulnerable. Y se le acercó mucha gente de mierda, vamos a dejarlo ahí, que le terminó afectando en su vida y trajo algunas consecuencias medio chotas. Y yo, a partir de eso, tuve que ir a vivir con mi viejo, que se había convertido a la religión judía porque se juntó con una mujer. Tuvo su familia, hijos y se convirtió. Y en esa casa me costaba mucho porque no encajaba, era algo que nada que ver, una crianza a la que no estaba acostumbrado, porque toda mi vida me crie de otra manera. Y al mismo tiempo tenía que darle el ejemplo a unos hermanos chiquitos de algo que no soy.
AS: —¿Pero son ortodoxos?
D: —Sí, sí, muy religiosos. Y entonces, después de tantas discusiones y peleas, llegó un momento en que me dijeron: “Bueno pibe, fíjate para dónde vas”. Por un lado, tenía la casa de mi vieja, que era un poco más libre, por así decirlo yo. Podía hacer lo que quería, nadie me hinchaba las bolas, pero a veces se pasaba un poco la cosa y era un poco un quilombo en la casa. Un poco bastante. Y del otro lado, era estructurado al mil y con reglas muy rígidas que yo no soportaba. Primero, porque era algo en lo que yo no creía. Y segundo, porque era un pibe de 15 años, quería salir de joda y fumar porro con mis amigos, no quería estar un sábado con el celular apagado. Por eso chocaba bastante y las opciones que me dieron, porque ya no se aguantaba más la situación, fue: “Te vas a Misiones, que yo tengo familia allá o te vas al Sur, a Ushuaia, que también tengo familia ahí”.
AS: —Siempre los extremos.
D: —Sí, sí, muy extremista todo. Y yo como que siempre lo que pensaba era en la música, yo quiero hacer música.
AS: —Entonces te quedaste acá.
D: —Yo dije: “Todo bien, pero las bolas que me voy a ir a vivir a Misiones o a Ushuaia”, que tenía muchas menos chances por ahí de hacer música.
AS: —Sí, es un poco triste reconocerlo pero es más complicado.
D: —Hay menos oportunidades, es así, lamentablemente. Y dije: “Bueno, voy a vivir a la calle”. También hablé con varias personas de mi familia y nadie me dio pelota.
AS: —Ahora deben estar todos llamando, ¿no? (risas).
D: —Y... muchos, sí. Pero lo que hice fue llamar a un amigo, que iba conmigo a la primaria y justo en esas últimas semanas me había estado reencontrando con él, porque no nos veíamos hace mucho. Era la persona más de confianza que tenía a mano y ellos siempre fueron como una segunda familia para mí. Entonces le dije: “Che amigo, pasó esto, quería saber si por ahí podía quedarme unos días en tu casa para acomodar la situación”. Y me dijo que sí: “Venite ya mismo a casa”. Y yo me fui a la casa de él y me dieron un lugar ahí. Me trataron re bien siempre los tres, la mamá es como una segunda madre para mí. Es el día de hoy que sigo viviendo con ellos. Me quedé medio indefinidamente porque estaba muy complicada la cosa con mis viejos. Me dijeron: “Quedate acá en vez de ir a cualquier otro lado”. Me hicieron un lugar, era casa muy chiquita.
AS: —¡Que buena onda!
D: —Éramos cuatro en un dos ambientes muy chicos. Pero buscamos la manera y hoy en día vivimos todos juntos, por elección propia, nos llevamos re bien. Estamos mucho más cómodos, en una casa mucho más linda. Y esa es un poco la historia de por qué terminé ahí.
AS: —Bueno, gracias por compartirla.
D: —En las canciones de ustedes suelen recurrir mucho al amor. ¿Cómo te inspiras vos? ¿Alguna vez te rompieron el corazón? ¿Cómo te tomas vos hoy en día el amor?
AS: —Bueno, sí, me rompieron el corazón de niño, porque tenía una novia en el jardín de infantes…
D: —¡No! Re de niños.
AS: —Claro. Igual no me rompió el corazón, nomás que se fueron a vivir a otro lugar. Pero yo siempre fui muy enamoradizo. Siempre me gustó la sensación de compartir y de estar en pareja, ya de muy chiquitito. La re flasheaba y me acuerdo que cuando estaba en el jardín y era como mi noviecita, nos dábamos la mano, nos mirábamos así y nos reíamos... Eso era el noviazgo, digamos, no mucho más. Éramos nenitos. Y de un año para el otro, la familia de ella se fue a vivir a otro lado y yo me sentí súper mal. Y de ahí como que siempre, de alguna manera, por ahí de vago, de cómodo o lo que sea, el papel de víctima siempre me sentó perfecto, ¿entendés? Pero siempre lo vivía sin verbalizarlo, ¿no? Cuando escribía al principio, trataba de escribir canciones sobre lo que yo quería que se viera de mí, sobre todo que yo vivía en el Oeste, que era una comunidad más rockera, en ese entonces, y no se permitía mucho. Me acuerdo de tener un amigo que cuando escuchó el primer disco de Miranda! me dijo: “Eh, pero no quiero cantar esto, en todas las canciones estás sufriendo, suplicando”. Y le dije: “Bueno, no sé, me salió así”. En las canciones vos tenías que cantar que tenías un súper auto y que “jajaja, estamos de joda y nos morimos de la risa”.
D: —Bueno, un poco parecido a hoy en día.
AS: —Claro, claro. Y por eso yo me sentí identificado, porque de alguna manera todo ese personaje perdedor también me lo tomo con gracia y también están las canciones así, porque a veces hay mucho drama en lo que se escribe. Y no es que así alguna vez haya ocurrido sino que más bien a veces lo agrando para darle un poquito de gracia y que tenga onda, que sea diferente, llamativo. Al principio escribía diferente. Hasta que una vez escribí para Miranda! la primera canción, una que se llama “Agua”, que cuenta una historia textual de una vez que dice: “Fuimos a tu casa y me dejaste solo con la mucama y con un video”. Porque fue así: yo llegué, estaba la casa sola con la chica y no sé, alguien la llamó y se fue, y yo me quedé como un pasmado ahí, estaba la señora que la ayudaba en la casa y me servía Coca. Y yo miraba la tele. Y era como medio patético. Bueno, y una vez que escribí eso, después fui como encontrando algo.
D: —Dijiste: “Ah, bueno, es por acá, hay buen material acá”.
AS: —Sí, porque encontré una manera diferente que me combinaba con la música. Para mí, siempre lo principal es que la palabra combine con la música, que no le gane. Y un poquito de mugre tiene que tener, por más de que sea súper clean todo, siempre ponerle un mínimo condimento de maldad. Y en ese punto, la maldad era auto flagelarme, ponerme en un papel tan, tan, tan de loser que no podía ser, era gracioso ¿entendés? Y eso fue. Esa historia fue tal cual porque eso me ocurrió y es un poco triste... Y si la escuchás, te da gracia pero viviéndolo, vos te lo tomás como “Bueno, es algo que ocurre, me pasó”. Pero después pasa el tiempo y tomás más conciencia de eso que vos viviste. Con el correr del tiempo, seguí indagando en relaciones personales, en la sensación interna que esa relación me provocaba, ya sea una relación sentimental o relación amistosa o de familia o con quien sea. Como tratar de ir bien profundo y de escuchar qué decía mi cuerpo, ¿no? Y escribir eso. Después, sigo siendo igual, sigo siendo enamoradizo. Con el tiempo hay algunas que ya se me fueron yendo: yo era muy celoso antes y ahora ya por suerte me lo saqué de encima, porque es malísimo.
D: —¿Por qué decís que eras celoso?
AS: —De boludón, de posesivo, porque aparte no era celoso nada más de las parejas, sino de los amigos, de todo.
D: —Ah, ¿de todo?
AS: —Y sí, un poco: “Ah, ¿te vas con él y no venís acá a casa a comer pizza?”. Me lo tomaba muy personal. Yo creo que eso es el ego. Es el ego de uno que patea en contra. Me costó entenderlo pero fue con terapia, no hubo otra. Haciendo terapia fui entendiendo, porque yo nunca entendía lo que era el ego. Es más, hasta en un punto yo tenía una idea de que el ego era una cosa necesaria para presentarte…
D: —Sí, medio Kanye West.
AS: —Claro, sí, o como Charly García, “demasiado ego”. Me parecía que el ego es que me la creo que soy. Después lo fui entendiendo de otra manera y ahora entiendo que ese tipo de reacciones que tenía era porque todo me lo tomaba personal. Y en verdad el ego tapa la inseguridad que uno tiene. Con el tiempo te vas volviendo un poquito más seguro, ¿no? Cuando uno es más chico... Bah, por lo menos yo siempre sentí que no me daba para nada, para ninguna cosa, ¿entendés?
D: —Y además tenés que demostrar también.
AS: —Claro, esa cosa de estar todo el tiempo queriendo que se te considere de tal o cual manera, y a fin de cuentas es mejor relajarse un poco. Y en el punto particular de los celos, nunca me ayudaron en nada más que para amargarme la vida yo solo, porque la realidad es que no conseguís nada bueno celando a nadie, ni pareja, ni amigos, ni nada. Digo, podés hacer un caprichito así, un pucherito, puede ser cariñoso. Pero sentirlo en el cuerpo…
D: —No, es un bajón para uno. Te ponés mal solo vos.
AS: —Y sí, te ponés mal y aparte perdés puntos, porque después el otro al que le hacés ese tipo de escenas dice: “Eh, loco, bueno, cualquiera”. O se potencia y le pasa lo mismo también a la otra persona.
D: —Claro, por ahí entra en la misma. Muchas veces pasa eso en las relaciones, que por ahí vos no sos celoso y estás con una persona celosa y te empieza a celar y después decís: “¿Vos qué onda, con quién te juntás?”.
AS: —Sí, es un bajón y por suerte me lo saqué de encima. Pero sí que me costó bastante. Me costó un montón. De hecho ya de grande. Hay mucho de eso escrito en letras y tiene que ver con que no deja de ser una condición miserable del humano y en esa miserabilidad, a veces me regocijo. Es como ir a buscar lo que te avergüenza. En un momento me acuerdo que dije: “Voy a escribir de las cosas que me den vergüenza”.
D: —Está bueno, es un buen ejercicio.
AS: —Voy a escribir todo lo que me dé vergüenza. Voy a contar lo que no le contaría a nadie. Total, cantándolo pasa. Y hablando de la inspiración y componer sobre eso, tu disco Post Mortem está muy ligado a la muerte, hablas mucho de eso. ¿Qué relación tenés? Digo, ¿le tenés miedo? ¿Fantaseas con eso? ¿Te parece un buen recurso literario y no más que eso?
D: —Cuando arranqué con la idea del disco justo estaba en un período así de mi vida, en el que estaba empezando a remontar todo, a ir bien mi carrera y venía de todo este background que te conté antes, por ahí todo muy choto y que no pasaba nada, muchas cosas muy de mierda. Y cuando me empezó a ir bien con la música, o sea con los temas que yo hacía en esa computadora en un living en lo de mis amigos, no podía creer que eso de la nada estaba empezando a dar frutos y a ir bien y cada vez mejor. Eso, por un lado, me hacía muy feliz porque era lo que estaba buscando de toda la vida. Pero por otro lado, se me disparó fuertemente un miedo de pensar: “Che, ¿qué pasa si me muero ahora?”.
AS: —Ah, ¿pero posta sentiste miedo a la muerte?
D: —Sí, sí, sí. Me agarró como un miedo muy fuerte de pensar: “¿Qué pasa si me muero yo, o si se muere alguien que quiero, a dónde va esa persona?”. Bueno, las preguntas que nos hacemos todos hace millones de años, pero me empezó a atormentar eso, a estar pensándolo todo el día. “Che, me voy a morir y qué va a pasar, me voy a quedar en un limbo eterno de sufrimiento o qué pasa”. Eso me volvía loco pero a la vez me interesaba mucho, me ponía a investigar a ver qué pensaban las distintas culturas. Yo estaba siempre tratando de buscar algo reconfortante para mí, decir: “Bueno, acá los mayas piensan que si te morís va a estar todo bien”. Empecé a investigar varios enfoques que tenían distintas culturas sobre la muerte y empezar a sacar conclusiones... Conclusiones que no son conclusiones, porque nadie tiene la certeza pero lo que más te haga feliz. El disparador de eso fue: “Bueno, y si me muero ahora, quiero que quede un disco que me represente a mí completamente, una obra mía que si me muero ya esté esto, por lo menos”. Todo nació en base a ese miedo.
AS: —¿Lo tenías o lo seguís teniendo?
D: —No me di cuenta, pero terminé de hacer el disco y mirando para atrás, de dónde surgió la idea, me di cuenta de que ya no tenía más ese miedo. Es algo que ya no me pone mal ni nada. No sé si es porque efectivamente hice el disco y eso me deja mucho más tranqui, porque si me muero ya está bien y pueden escuchar mi disco. No sé si te pasó a vos alguna vez de tener un miedo muy fuerte a la muerte o a algo parecido y por ahí usarlo para una canción o para algo.
AS: —No, miedo a la muerte nunca tuve, no sé por qué. Me da miedo a que me duela.
D: —Claro, eso a mí también.
AS: —De hecho, a veces me ponía medio depre, medio down y flasheaba: “Ah, me quiero matar, que mundo de mierda, pero si me tiro abajo del tren, duele un montón. Un balazo no, porque no tengo un arma, el gas no porque no voy a aguantar a dormirme”, ¿entendés? Es como que veía todos los métodos posibles y ninguno se me hacía muy afín. Y me pareció que lo menos doloroso era seguir viviendo. Entonces nunca me dio miedo. Hasta a veces lo tomo como una especie de llegar a la meta y a la felicidad eterna, no sé. Yo me imagino que va a estar todo bien o que no… Me cuesta pensar que va a pasar algo más. Yo me imagino que me muero y ya está.
D: —A mí me pasa que me pongo a pensar y digo que por ahí queda mi mente vagando en una dimensión psicodélica eterna. Que por ahí está buenísimo o por ahí en un momento digo: “Basta, ya está, quiero dejar de existir completamente”. Para mí ese sería el mejor final, se apaga la tele y listo.
AS: —Sería espectacular, sí. Sí, sí, sí. A mí me gustaría dormirme…
D: —Me gustaría morirme (risas).
AS: —Claro, sí, pero cuando me toque que sea así, que no me dé cuenta. Que me vaya a dormir y, bueno, no me despierto más. “¿Qué pasó que no se despierta?”. “Se murió”. Y bueno, ya está, listo.
AS: —Bueno, ya nos conocíamos, pero... ¿hay algo nuevo que te lleves hoy que hayamos hablado?
D: —Sí, me llevo algunas cosas nuevas que no conocía. Anécdotas o historias que me contaste de cosas que te inspiraron para escribir los temas que yo conozco de toda la vida. Ver un poco el inside de dónde nació todo eso, es muy loco. Y también conocer un poco de tu vida personal, que también aporta mucho a lo que hacés... Que es lo que yo ya conozco, pero tu vida privada no tanto. ¿Y vos qué te llevás?
AS: —Me llevo lo de la historia de que vivís con tu amigo y lo que pasó con tus padres. Yo lo había visto en algunas notas pero nunca lo había hablado con vos, porque no surgió y porque siempre que nos encontrábamos en el estudio, a veces hablábamos de cosas del momento.
D: —Sí, de música.
AS: —Claro, porque nunca se dio para una charla profunda. Y misteriosamente terminamos teniendo charlas profundas en cámara.
D: —¡Enfrente de todos!
AS: —Así somos (risas). Pero cuando nos juntamos, nuestra vida es bastante más relajada. Me quedo contento de que también conocí un poco más de primera mano esa historia, que por ahí yo iba hilando alguna cosa que había escuchado por acá, por allá, pero que nunca habíamos hablado. Y también me interesaba el flash tuyo con la muerte, porque siempre me llamó la atención. Sos un compañero de notas ideal (risas).
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