Thelma Fardin va a cumplir 30 este año. Estudió desde muy chiquita actuación, trabajó en infinidad de ficciones. Mucha gente la empezó a conocer después de su denuncia de abuso sexual contra Juan Darthés en diciembre del 2018. Esta semana la justicia brasileña rechazó el pedido de Darthés de aplazar las audiencias de su indagatoria. Hoy hay varias Thelmas: una actriz que estudió y trabajó mucho, una activista que trabaja por los derechos de las mujeres y algunas otras más.
— Muchas facetas, sí.
— Vas a cumplir 30.
— Sí, estoy un poco en crisis, Siento que pasó todo muy rápido. Es la primera vez que lo siento así tan fuerte.
—Empezaste a estudiar actuación cuando eras chiquita.
— Muy chiquita, a los 6 años. Hice un casting después de una película que filmé en Bariloche, yo soy de Bariloche, y los productores me recomendaron una escuela de teatro. Vine a Buenos Aires, hice una audición y me becaron.
— Los que empezaron a trabajar muy jóvenes se sienten adultos antes que los demás.
— Sí, sin dudas. La responsabilidad, que no es la misma responsabilidad que cuando vas al colegio nada más, te hace madurar ciertas cosas. Porque la madurez real es inevitable que suceda con el tiempo. En el fondo los deseos son los mismos, la inocencia es la misma.
— ¿Desde cuándo vivís sola?
— Desde los 18, sí. 19 casi.
— El abuso se produjo cuando eras una nena. Eras menor de edad, tenías apenas dieciséis años. Hay un antes y un después de ese día y también hay un antes y un después de diciembre de 2018 cuando hiciste la denuncia pública.
— Sin dudas. Es más fácil para mí hablar del antes y el después de esa conferencia de prensa en la que hago la denuncia pública. La denuncia en Nicaragua donde también me enfrento al sistema de justicia por primera vez con todas sus trabas, con todas sus bestialidades. Me hacen una pericia física muy violenta que además no iba a tener un valor probatorio después de haber denunciado un hecho que sucedió 9 años antes. Sin dudas lo que pasa conmigo a nivel público después de esa conferencia en diciembre es una bisagra en mi vida, por ahí más fácil de relatar que aquella bisagra a los 16 años que también sin dudas fue un antes y un después y que me marcó en muchos sentidos lamentablemente.
— La primera bisagra fue íntima.
— Sí, podés empezar a dimensionar en cuántos lugares de tu vida te marcó con el paso del tiempo. Es tan violento lo que sucede en el momento que no hay una dimensión de cuán profunda es la herida. Y además el hecho de que era una niña y en esa época no se hablaba tanto, ¿no? Son una serie de cosas que hacen que con el tiempo y con la maduración una vaya pudiendo comprender en cuánto impacta. Lamentablemente es un 360 en la vida. Y sin dudas esto que hablábamos antes en relación al momento en el que yo me sentí adulta: fue entender que la adulta tenía que hacer algo por esa niña que no había sido protegida.
— O sea, diciembre 2018 fue una actitud de pura adultez.
— Sí, sin dudas. Empieza antes ese proceso, estaba viviendo en México y entiendo que tengo que hacer la denuncia y que para eso tengo que estar cerca de mis seres queridos, de mis amigas, de mi familia, para estar preservada y también a fines prácticos en relación a la denuncia. Por eso decido volverme de México a instalarme otra vez en la Argentina.
“TENGO DÍAS EN QUE ME PREGUNTO SI HICE BIEN, EN LOS QUE QUIERO MANDAR TODO AL DIABLO”
— ¿En qué cambiaste a partir de ese momento?
— Primero, la conciencia de la organización colectiva, más allá de que viví un fenómeno social en el que muchas mujeres, y sobre todo de mi edad, nos organizamos en pos de causas que tenían que ver con los derechos de las mujeres. Comprender el valor de eso y haber sido parte de ese momento histórico me cambia en mi constitución como ser humano y en mi comprensión de lo social, de mi rol en una sociedad. Y después, algo mucho más personal en términos de fortaleza. Me da mucho poder apropiarme de mi historia y hacer algo por eso que me pasó, dejar de ser víctima y pasar a ser sobreviviente si se quiere. Le da otra dimensión al lugar en que me paro como mujer frente a la vida.
— Las dos dimensiones que estás relatando son positivas.
— Si. Sobre todo en mi constitución como ser humano. Después tengo días en los que me pregunto si hice bien. Días en los que quiero mandar todo al diablo. Y pienso que a lo mejor quedarme en silencio y sólo decirlo de un modo más íntimo y personal no hubiera traído tantas otras consecuencias. Porque sí tiene muchos otros coletazos. En el momento en que fuera a la Justicia tratándose de una persona conocida a quien tenía que denunciar, inevitablemente iba a tomar carácter público. Frente a ese panorama decidí ser quien lo llevara adelante, decidí hacerme cargo y ser yo la que pusiera en palabras lo que había ocurrido.
— Debe haber momentos en los que no querés saber más nada, que no querés tener que seguir peleando judicialmente, o que no querés que te hablen del tema.
— Sobre todo con lo judicial. El acceso a la Justicia es prácticamente imposible, es para muy pocos, es para los que tenemos la suerte de tener un equipo detrás que nos ayuda a pensar. Decís “quiero tirar la toalla porque son todos obstáculos”. Cuando empecé este recorrido, pensé que golpeaba la puerta de un lugar que era “la Justicia”, sin entender la diferencia entre la fiscalía, la comisaría, el lugar donde hacen la pericia… era algo más abstracto: voy, le golpeo la puerta a la Justicia y digo: “me pasó esto, háganse cargo”. No funciona así el sistema judicial. Al contrario, tiene muchísimo de esperar, de tiempos en los que no hay una prioridad, en que no se comprende hasta qué punto la vida de la víctima está atravesada por la situación judicial y que en esas trabas vos sientas que tu vida se va quedando detenida según lo que un juez dictamina y según las estrategias que usa la defensa para dilatar. Es lo que quieren todas las defensas, entre ellas la de la defensa de mi abusador, postergar y que no se llegue. Porque es mentira lo que él en algún momento planteó “yo me voy a presentar frente a la Justicia en Nicaragua y voy a dar todas las pruebas que tengo que presentar”. No lo hizo. No solo eso, sino que se fugó a un país sin convenio de extradición. Y ahora en este proceso también está demostrando que no se quiere sentar y declarar cuando están todas las garantías absolutamente dadas. Es más, estadísticamente solamente el 1% de denuncias como la mía llega a una condena contra el abusador.
“HASTA AHORA YO ME SOMETI A NUEVE PERICIAS Y ÉL A NINGUNA”
— Es un proceso que tiene tres países involucrados: Argentina, Nicaragua y Brasil. ¿Interpone recursos para no declarar?
— Exacto, la audiencia que falta, en la que él tiene que dar su testimonio. Yo ya di mi testimonio, más de cinco horas. Otras víctimas de otro tipo de delitos que lo denuncian también declararon, declaró mi psiquiatra, mi psicóloga. Es más, él pidió en el juicio ponerme una perito a mí y no nos opusimos. Es una perito de parte puesta por él que evidentemente no va a tener una vara imparcial, y con tal de que no se postergue más el juicio, aceptamos prácticamente todos los términos en nombre se le garanticen sus derechos. Y sin embargo, así y todo, no es capaz de sentarse a declarar. Tampoco le han hecho pericias a él, solo una pericia de parte que es una pericia paga por él. Hasta ahora yo me sometí a nueve pericias y él a ninguna.
Hay otras mujeres que también denuncian a Juan Darthés: Calu Rivero, Ana Coacci y Natalia Junco.
“ES UN MOMENTO DE AVANZADA DE UN DISCURSO DE MUCHO ODIO FRENTE A ESAS CONQUISTAS”
— ¿Hay momentos en los que te pones muy triste o ya no?
— Sí, hay momentos en los que me pongo muy triste. Ahora estoy en un buen momento, estoy muy fuerte, estoy tranquila, pero sí, hay momentos en los que me pongo muy triste y que me duele mucho la injusticia, la violencia a la que soy sometida por haberme animado a denunciar. Al principio era tanta la comunión que había en relación a este despertar feminista que no se sentían tanto las balas, éste es un momento que yo vivo o diagnostico como más de retroceso, de avanzada con un discurso de mucho odio frente a esas conquistas que hemos dado, y entonces sí me entran, me entran más las agresiones.
— ¿De dónde vienen las balas?
— Siempre es desde un anonimato que es muy injusto. Porque yo a todo lo que digo le pongo cara, nombre y apellido y el cuerpo. No me pasó nunca en persona que alguien me agrediera o se atreviera a llamarme mentirosa, lo que sí circula en las redes sociales desde el anonimato.
— ¿Te pega igual de mal aunque sean agresores anónimos?
— Hay algo en la reiteración, después de cuatro años, gota a gota, ablanda la piedra. Llega un momento en que decís: “cuándo va a parar esta ola de violencia”. Al principio, un año, puedo con esto. Incluso yo estaba preparada. Hay momentos en los que tengo más fuerza y me gana internamente el discurso propositivo y hay otros en los que… Por ahí recibo una noticia, estoy festejando un cumpleaños y me llaman por teléfono y me dicen ”se escapó a Brasil” o “pidió que se suspenda el juicio y el juez hizo lugar”. En el medio está la vida cotidiana. Entonces, cuando se junta todo eso y la violencia institucional, hay días que se hace el combo y sí, estoy más triste.
— ¿Qué necesitás en esos momentos? ¿Una psiquiatra, una psicóloga? ¿Quién te asiste?
— Sobre todo mis amistades. Más allá de tener a mi psicóloga son mis amistades las que me sostienen en el tiempo y me conectan con la parte luminosa y linda de la vida.
— Darthés pidió que se aplacen las audiencias, pero la Justicia de San Pablo hace pocas horas rechazó ese pedido.
— Hasta que esto no termine trato que mis emociones estén lo menos atadas posibles al proceso, porque así como me pongo contenta en otras me voy a tener que poner triste y trato de correrme de ese lugar.
— ¿Lo probable es que siga presentando recursos para no presentarse? ¿Qué dicen tus abogados?
— Sí, y puede hacerlo. En Brasil está contemplado por la ley que se puedan presentar estos habeas corpus, que son estrategias, el sistema judicial en Brasil funciona de otra manera. Hay algo de mantenerse en vilo que puede ser muy agotador.
— Tus abogados se presentaron hace poco ante las Naciones Unidas.
— Sí, estamos pidiendo que intervengan, contemplando que Brasil firma acuerdos y a adhiere a tratados internacionales como la Convención de Belem do Pará, la CEDAW, en las que entiende que el proceso tiene que ser lo menos revictimizante posible en relación al abuso sexual en las infancias que es en el marco en que nosotros llevamos esto a la ONU. Creemos que internacionalizar el caso quizás haga que la Justicia de Brasil acate lo que se llama la debida diligencia, que lleve el proceso adelante de la mejor manera posible.
“MI VERDAD ES TAN FUERTE Y ES TAN CONTUNDENTE QUE NO TENGO PROBLEMA EN QUE SEA EXPUESTA”
— ¿Te gustaría que el juicio se televisara?
— Sí. Siendo un caso que tuvo tanta visibilidad, que se pudiera ver cómo se trata a una víctima, cuáles son las preguntas que te hacen. Porque más allá de que jurídicamente se ha ganado en perspectiva de género, el proceso es absolutamente violento y revictimizante. Mi verdad es tan fuerte y es tan contundente que yo no tengo problema en que sea expuesta. Y me parece que está bien que también se lo exponga a él, ¿no? Ellos dicen que el sigilo que guarda el caso es para preservarme a mí, la verdad es que no siento que me preserve. Creo que al contrario, hacerlo público hubiera sido de mucha utilidad para que se vea cómo se trata a una víctima y cómo se maneja la defensa de un victimario, que es muy violenta.
— En las últimas semanas hubo y hay dos casos muy públicos: Johnny Deep y Amber Heard, y las denuncias contra el jugador de Boca Juniors Sebastián Villa. ¿Los seguís de cerca?
— Sí, los dos casos. Me interioricé más con el de Johnny Deep porque noté que discursivamente había algo muy violento, decir que este es el caso emblema en el que se demuestra que las mujeres mentimos. Fue un debate para mí inocuo, cuántas cosas pasan en la Argentina y estamos mirando este caso que dista mucho de la realidad de las mujeres en nuestro país. Era una relación absolutamente violenta por parte de los dos, y en ese vínculo violento se enmarcan un montón de situaciones que se descontextualizan ,y parece que hay una beatificación de la figura de Johnny Deep como la pobre víctima de todo lo que terminó sucediendo. En la Argentina en los los primeros cuatro meses del año murieron 117 mujeres por el solo hecho de ser mujeres. ¿Vamos a decir que no existe la violencia de género porque en este caso se dan estos parámetros cuando nuestra realidad es tan diferente?
— En el caso de Sebastián Villa la fiscalía pide la detención del jugador y el club no cumple con sus propios protocolos ante las denuncias.
— Parece anacrónico, como si no estuvieran en este contexto y en esta época los dirigentes del club. La directora del área de género de Boca renunció porque realmente es una cargada, tenés un área de género en una institución. Entiendo que se presuma la inocencia, pero también hay una presunta víctima. ¿Qué tipo de mensaje se les da a las otras mujeres que pertenecen a esa institución que a lo mejor sufrieron algún tipo de violencia? ¿De qué manera se van a animar a denunciar una violencia sufrida dentro de su ámbito laboral si el mensaje que está dando la institución es “sostenemos a este tipo a pesar de que ya tenga tres denuncias”? Y con un pedido de detención por parte de la Fiscalía.
— ¿Pensaste en estudiar abogacía?
— (Risas) En un momento en la pandemia me anoté e hice algunas materias de abogacía. Yo también me lo pregunté. Pero después volví sobre mis pasos porque quiero intentar vivir de lo que amo desde que soy muy pequeña. Habrá tiempo en algún momento si mi camino, por lo que me tocó vivir, me lleva para otro lado. Ahora me aferro a hacer lo que amo desde que soy muy chica.
“SOLAMENTE DENUNCIÉ A UNA PERSONA QUE ME VIOLÓ”
— ¿Se cierran puertas por todo esto que estás…? ¿Sí? Ay, antes que termine la frase vi tu expresión…
— Sí, recontra. Antes era una hipótesis que yo hacía. Decir “che, laburé toda mi vida, me mantengo”. Me preguntaste desde cuándo vivo sola, desde los 18 años hasta mis 26, que hice la denuncia, viví toda mi vida sola y me mantuve. Y ponele que entraba en esta cosa más de la hipótesis. De una manera muy concreta hace muy poco me pasó que hago un casting, el director me da una devolución, mando otro casting, y me dice “quedaste”. Me habían mandado los guiones, absolutamente todo, y después de un tiempo, la productora me dice “no, no”, y los no son muy claros. Me entero por amigos que laburan en el medio que mi nombre y toda mi lucha no le sumaban al proyecto.
— ¿Qué significa que no le sumaban al proyecto? ¿Qué suponés?
— Hay un prejuicio en el que quizás mi bandera termina opacando el proyecto. Quiero creer que es eso y no otros comentarios más hostiles y más básicos que he leído en redes sociales como “si te involucras con esta chica vas a tener un problema”. No, la verdad es que solamente denuncié a una persona que me violó. No es que ando por la vida generando conflictos, de hecho éste no fue un conflicto que generara yo, fui víctima de lo que sucedió.
— ¿Esa fue la única vez en que se cerró una puerta de trabajo? Si repasáramos todos los trabajos que hiciste hasta el momento de tu denuncia ocuparían un montón de líneas, porque trabajaste sin parar hasta ese momento.
— Hay muchas, pero había pasado la instancia en la que el director me había elegido y acá tuvo más que ver con una decisión corporativa de la productora de decir no, no vamos a ir con esta actriz. Después queda más en el terreno casi incomprobable. Pero sí, cuando vos hacés la comparación del laburo que tuve toda mi vida y lo que pasó después de mi denuncia eso sumado a comentarios de mis amigos que están en este ambiente que me conocen desde que soy muy pequeña, que están en esas mesas en las que se debaten nombres, y por ahí también contrastándolo con otras mujeres en mi misma situación, sentís que por tus decisiones sociales te termina jugando en contra. Es muy doloroso, pero también por mi personalidad sé que yo no podría hacer otra cosa, no es que yo podría decir ”bueno, me quedo callada entonces tengo este trabajo”. Yo inevitablemente voy por este camino.
“QUIEREN PONERNOS COMO LAS MALAS ODIANTES, ODIADORAS SERIALES”
— ¿Qué es lo que pasa con los varones de tu generación después de tu denuncia?
— Creo justo que mi generación la tiene muy complicada porque fue una generación muy disruptiva, pero que creció dentro de ciertos marcos y cánones en los que no se hablaba de esto. Cuando yo era adolescente no se hablaba de la perspectiva de género, de la igualdad, estaban naturalizadas una cantidad de cosas. Debe ser fuerte que de repente te digan “escuchame una cosa, naciste con un montón de privilegios, ahora queremos que renuncies a esos privilegios”. Creo que evidentemente no hemos saldado bien la cuestión discursiva, porque se percibe como un odio hacia los varones y si hay algo que a mí no me pasa es que odie a los hombres por el solo hecho de ser hombres, para nada. Por un lado hay una construcción adrede de cierto discurso reaccionario que quiere ponernos en ese lugar como las malas odiantes, odiadoras seriales. Que no tiene nada que ver con lo que queremos plantear que es “socialmente naciste con esta serie de privilegios que están contextualizados en cómo funciona la sociedad, te pedimos que renuncies o que por lo menos los critiques y que te acerques a nosotras y que podamos compartir una igualdad”. Por ahí discursivamente nosotras no hemos sabido transmitirlo porque sino no habría esta reacción, no tendríamos ni que estar explicándolo. Por alguna razón tenemos que explicar algo que para muchas de nosotras es obvio.
— ¿En relación a la intimidad y a los varones? ¿Quién se acerca? La semana pasada Nati Jota contaba que muchas veces da el primer paso.
— Sí, a mí me pasa. Me cuesta también, soy muy tímida. Soy vergonzosa, me cuesta dar el primer paso. Y además crecí en una época en la que todavía el primer paso estaba estipulado que lo diera el varón, yo también soy presa de todas esas cuestiones. Y sí, es tanta la incertidumbre en relación al consentimiento que por ahí es más fácil si somos nosotras las que damos ese primer paso porque alivia algo este momento de tantos cuestionamientos. Hay que comprender, más allá de que es incomparable la violencia a la que fueron sometidas las mujeres históricamente, me parece que puede ser una manera de saldar esa disputa.
— ¿Hay varones que probablemente no sepan cómo relacionarse hoy y las mujeres pueden abrir esa puerta entonces?
— Sí. Nos corresponde a nosotras abrir esa puerta, ya que estamos cuestionándolo todo qué puede hacer cada una desde su lugar. .
— Thelma, ¿cómo te gustaría que fuera el futuro? ¿Qué te gustaría que te pase?
— Ay, que termine el juicio. Eso es lo primero. Te lo digo y me suena la espalda porque sí, quiero dar vuelta la página y que se termine. Y mirar mi vida para adelante y dedicarme a actuar, que es lo que hice toda mi vida, y encontrarme en calma en ese ámbito. Y poder elegir qué batallas dar, porque me imagino que habiendo construido esta voz, es inevitable para mí si me llegan causas en las que me puedo involucrar y ser útil seguir poniéndole voz y nombre. Que se termine lo judicial y poder volver a trabajar como actriz de una manera constante y sin que esté ese fantasma de porque denuncié se me cierran puertas.
— ¿Y en la vida íntima qué te gustaría que pasara?
— Creo que quiero armar una familia. Hasta hace poco no sabía si quería ser madre o no y como que en los últimos años se me terminó de configurar que sí querría ser madre. Y viajar mucho. Poder retomar todo eso. Por la cuestión de la causa muchas veces no puedo pensar en proyectar porque tengo que estar atrás de la cuestión legal.
-Tuviste que leer muchísimo, armaste un discurso sólido, parece difícil relajarse.
— (Risas) Sí. Porque todo el tiempo siento que no hablo en nombre mío solamente sino que hablo en nombre de muchas otras que se sintieron identificadas, entonces me cargué una responsabilidad. Me doy cuenta que muchas veces estoy con esa barrera…no estoy defendiendo solamente mi posicionamiento sino que es el de muchas otras. Cuando pase el tiempo, cuando se cierre la etapa judicial, me voy a poder permitir un lugar más relajado. Yo soy de irme al humor para sobrevivir a las situaciones. Pero me toca hablar de ciertos temas que es difícil atravesarlos por el humor.
“NO ENCUENTRO LA SANACIÓN EN LA IDEA DE QUE ÉL VA IR PRESO”
— Estos años se te vio triste, se te vio seria, se te vio tímida, ahora se te ve fuerte, nunca con bronca. ¿Dónde está la bronca?
— Vos sabés que no tengo para nada un espíritu de venganza. Yo realmente no encuentro la sanación en la idea de pensar que él va a ir preso. Incluso, y por ahí esto es medio disruptivo, yo lo que quiero es que termine el proceso legal y por supuesto quiero que digan “culpable”, pero no es que me interesa decir “que vaya preso y que no vea la luz del sol”. No me pasa eso. Quiero una reparación del sistema. Que el sistema reconozca la voz de una víctima. Que la ponga en primer lugar. Y que sirva de ejemplo para muchos otros casos y para que personas como él no vuelvan a hacer una atrocidad como esa y que lo piensen dos veces y que digan “tiene consecuencias”. No es que uno puede andar por la vida cagándole la vida a niños, a niñas, a mujeres y no hay ninguna consecuencia. Sí tiene que ver con eso, pero para nada es que estoy esperando que llegue ese día para decir “que vaya preso”. La ley en Brasil puede generar que según la sentencia se lo declare culpable pero que no vaya preso con cumplimiento efectivo. Si pasa eso yo me siento reparada igual porque lo que quiero es que termine el proceso judicial y que digan culpable. Y para mí ahí va a haber algo reparador. No sé si mis abogados están de acuerdo con eso pero es lo que me pasa a mí. La verdad es que no me enojo sino que me pega más en un lugar de tristeza. O sea sí me provoca tristeza. Son pocas las veces en las que me enojo y siento bronca.
— ¿Cómo salís de la tristeza?
— Y, me recluyo mucho. Soy muy de la soledad. Es algo que me critican mis terapeutas, que me critican mis amistades. Me quedo mucho en soledad porque siento que los que tengo al lado no tienen por qué morfarse el garrón de que yo esté en ese estado. Cuando más me angustio es cuando el encierro en el que me mete la cuestión judicial no me permite proyectar a futuro.
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