Se llama Natalia Jersonsky, tiene 28 años, pero la conocemos como Nati Jota. Hoy se destaca en “Nadie dice nada” con Nico Occhiato por Luzu TV. Es periodista y una de las primeras mujeres influencers del país. Tiene más de un millón de seguidores de Twitter y dos millones doscientos mil en Instagram. También conductora, actriz y en plena transformación
— Yo tampoco me defino, me cuesta, ya lo dijo el Chino Darín, si la defino la limito dijo, sobre Úrsula Corberó su novia hermosa. Hay palabras que usas y la gente salta y se la toma mal, por ejemplo, influencer. A la gente le molesta. Influencer, qué hacen, no hacen nada, vagos. O creen que te crees mil. Suena raro… a quién influencias vos? Yo me recibí de periodista y muchas veces hago entrevistas, pero saltan y dicen periodista es María Laura Santillán.
— ¡No! (Risas).
— Y sí, imaginate, me lo deben haber dicho millones de veces. Actriz, qué sé yo, hice algunas cosas. Conductora también y me encanta, es un lugar al que voy. Me cuesta definirme.
— Tenés una actitud de curiosidad y de búsqueda de periodista.
— Sí, yo lo siento. Si no lo uso tanto es más por el juicio de afuera, porque me van a bardear. Hago algo mucho más descontracturado.
— ¿Cómo te llevás con las agresiones de las redes?
— Hoy en día me llevo bastante mejor, me acostumbré. Cuando se convierte en masiva la agresión todavía no sé lidiar. O sea sufro, la paso mal. Cuando sos trending topic por algo malo, me ha pasado muchas veces con pavadas, la gente se ensaña. Una vez dije que no me gustaba Brad Pitt y a los dos días hice un rap jodiendo al respecto, o sea, dos días seguidos. Otra vez subí una historia, todas pavadas, con el Tucu Correa en calzoncillos. Puse “ay que lindo, vamos con un poco del Tucu Correa en bolas para descomprimir”, algo así. Empezaron a saltar con la cosificación, que después yo me quejo cuando me hacen lo mismo…En todas esas la pasé mal, sí. La del Tucu Correa fue muy fea. Ojalá hubiera sido que me encontraron a los besos con el Tucu Correa pero no es el caso. Me shockeó mucho que me mandaran, por mensaje directo ese día, varias fotos de hombres desnudos, de su miembro. Como diciendo: “mirá, te mereces esto ahora por lo que hiciste”. Una foto que me quedó grabada y por la que me desperté con angustia y llanto, es muy asqueroso lo que voy a decir, era una tablet con una foto mía en bikini, el miembro del muchacho y sobre la tablet…
— No, no, no.
— Sí. Fue muy angustiante. Esta persona existe, camina por la calle, qué sentimiento tiene por mí que le genera hacer esto y mandármelo, qué quiere que me genere. Me dio mucha angustia. Mucha, mucha.
— Imaginé que a una persona con tantos seguidores no le importaba tanto lo que dijeran.
— No es tan así. Una bardeada, dos, tres, me resbalan en general, me pasa todo el tiempo. Pero cuando es tan masivo, por más que no sea verdad, en el momento la sensación es que es re injusto.
“LAS REDES SON LO MÁS FIEL QUE HAY, NADIE TE PUEDE ECHAR”
— ¿Por qué las redes antes que nada? ¿Necesidad de expresión?
— Las redes son lo más fiel que hay, nadie te puede echar, voy a hacer lo que yo quiera siempre.
— Un espacio propio.
— Sí. En cualquier otro lugar te contratan, estás un tiempo. Hoy hablo más en la radio que en mis redes, estoy tres horas todos los días. “Nadie dice nada” es uno de los trabajos que más disfruto de todos los que tuve.
—No quería llegar a este punto pero lleguemos. Hay muchos chistes sobre la relación con Nico Occhiato.
— Sí.
— Tengo que preguntarte en nombre de tanta gente cómo es el vínculo.
— ¿Y él qué dijo? No le preguntaste. Hablando en serio, la relación con Nico es muy rara y muy particular. Somos amigos y también es mi jefe, tiene mi edad. Empezamos primero como colegas, conocernos y pegar buena onda. Después me llamó para Luzu TV, era algo muy chiquitito lo que hacíamos entonces. Éramos amigos y nos llevábamos bien. Bah, amigos no tanto, pero al aire nos manejamos como amigos porque hablamos temas de la vida cotidiana. Y después empezó a pasar el aire con todo el equipo, nos fuimos en enero a Pinamar a hacer radio, y vivimos todos en la misma casa. Más allá de eso hicimos planes juntos. Nos hicimos todos amigos. Con Nico está esa dicotomía de “somos amigos pero sos mi jefe también”. Tener un jefe tan joven es raro. Y un jefe joven con el que al aire estás hablando barbaridades de cosas de la vida. Hasta lo bardeamos, nadie bardea a un jefe.
— Es muy lindo Nico.
— Sí, yo reconozco que es fachero. Pero estoy en este nivel de vínculo, ya no lo veo como un hombre. Ah re. Lo veo de otra manera. Hablo mucho con él, soy muy pesada. Pobrecito, le mando muchos audios largos.
— No se manda audios a los seres queridos.
— Hoy le mandé uno de 3 minutos y uno de 2. Cuando pasan cosas en el programa que quiero cambiar, o algo que me gustó …Y él, mi vida, siempre me responde, él es un capo. Yo lo admiro un montón. Siendo tan pegados en edad me genera mucha admiración lo que hace, porque yo no podría hacer algo parecido. A mí me encanta hablar, comunicar, lo que hay detrás, hacer presupuestos, tener reuniones, comprar cosas para la radio y tomar decisiones, no es para mí, lo odio.
“LA GENTE EMPIEZA A FANTASEAR CON QUE PODRÍA PASAR ALGO CON NICO”
— Me dijeron que si pregunto por el vínculo entre ustedes, en las redes me pueden bardear…
— No, a la gente le divierte. Yo a Nico lo jodo mucho al aire, me divierte un montón y él se incomoda.
— ¿Se incomoda?
— Para mí sí, un poco sí. Yo soy muy atrevida también, me fue dando juego, entré y me parece re divertido. Y Nico es un pibe re lindo, la gente empieza a fantasear con que podría pasar algo, a la gente le divierte y yo también tengo lo mío (risas), no, mentira. Posta que nos llevamos re bien.
— La abuela Conce que sigue tanto a su nieto, ¿qué piensa de vos?
— La abuela Conce es un amor. Ella no suelta a Flor Vigna. Tengo ahí que derribar a una soldada que quedó en el camino, sí. (risas)
— Me casé con mi mejor amigo, para que lo tengas en cuenta.
— ¿En serio era tu mejor amigo? ¿Amigo posta?
— Años.
— Entonces nunca se sabe. Lo voy a tener en cuenta, tengo muchos amigos varones. Me di cuenta este último tiempo que empezaron a ser más sólidos esos vínculos con mis amigos varones. Mi mejor-mejor amigo es un varón y no una mujer, encontré otro tipo de amistad en los varones. Muy copada, muy relajada. Sin conflicto. Con mis amigas también me llevo re bien y no suelo pelearme. En este momento de mi vida los vínculos son más sólidos y ya no hay espacio para pavadas.
“NUNCA TENGO EL CELULAR APAGADO”
— ¿Conociste mucha gente a través de las redes?
— Sabés que no tanto. Alguna vez ver a algún pibe en Instagram, empezar a hablar y terminar saliendo. Pero siempre hay gente en común, no 100% desconocido. En viajes sí. Bajarme Tinder para conocer gente afuera y salir con alguno. Ahí sí que no sabés nada de esa persona.
— ¿En qué momento tenés el celular apagado?
— Nunca.
— Nunca. ¿No podés vivir sin el celular?
— Supongo que podría, si fuera una obligación. Creo que podemos estar sin el celular mejor de lo que creemos, pero la vida no nos lleva a ese límite.
— Uno no está solo del todo si tiene el celular prendido ¿no?
— Totalmente de acuerdo.
“NO SÉ ESTAR SOLA, NO ME GUSTA”
— Entonces me pregunto si vos podés estar sola.
— No. (Risas) No. Es algo que pienso mucho. Que no sé estar sola y que no me gusta, y que estamos todos con una falsa compañía todo el tiempo. Yo estoy en mi casa y estoy tirada con el celular y la verdad es que no estoy sola. Estoy conversando con gente, literalmente, capaz chateando por Whatsapp o también en contacto directo con tantos seguidores, estoy con mucha gente todo el tiempo. Todo el tiempo y estimulado. ¿Qué será estar solo y que no pase nada? No tengo idea.
— ¿Nunca te interesó saber?
— Me da curiosidad pero me aburre. Lo pienso y me aburro. Podría hacerlo. Alguna vez me he quedado sin batería. Es raro el momento en que lo enchufas y llegan notificaciones, qué me perdí, qué pasó en el mundo.
— ¿Mirás televisión de aire?
— A mí me gusta mucho la tele. Sí, miro bastante. Sé que soy medio distinta al resto de la gente de mi generación, ya no les gusta mucho. A mí me encanta. Además me acompaña, como si no fuera suficiente el celular.
— Sola, jamás.
— Sí, es un tema. Pero sí, no estoy sola conmigo. Me pasa a veces que las actividades que requieren dejar el celular me cuestan. Por ejemplo lavar los platos. Me tengo que poner un podcast, música, o no lavarlos y que se acumulen.
— ¿No será mucho?
— Sé que suena mal probablemente, pero yo lo fui descubriendo. Me incomoda. Es como la ansiedad de saber que nada va a interrumpir esa actividad. No sé cómo explicarlo.
— Lo que muestra es mucha ansiedad ¿no?
— Soy un poco ansiosa me parece, sí, lo pienso en los vínculos amorosos. No estoy transitando ninguno, pero para mí se aceleran mucho hoy en día porque siempre podés estar en contacto con el otro. Me imagino que antes vos te veías con alguien “bueno, nos vemos, hablamos, listo, chau”. Se iba cada uno por su lado y no existía la opción de mandarle “cómo llegaste, llegaste bien, cómo estás, qué vas a comer”. Y capaz hasta el próximo encuentro nadie sabía nada del otro y todo tenía una maduración más lógica. Ahora nos saludamos y ya me podrías mandar un mensaje y yo también podría. Y a la noche preguntarte algo, y al otro día. Hay todo el tiempo posibilidades de comunicación que hacen que todo se acelere mucho o en su defecto que den la sensación de que está todo mal.
— Si no se mandan mensajes después de estar juntos ¿parece que no pasó nada?
— Estando la opción es raro que no lo hagas. No te digo al rato, no te digo sí o sí al otro día, pero si pasaron tres días y no me hablaste es que probablemente sea así. El que salió con alguien y ese alguien le gustó, te va a escribir. Y sino qué ansiedad. Es muy difícil hacer las cosas con calma, decir “no voy a avasallar” si me gustó esa persona y tengo todo la chance de mandarle un WhatsApp, responderle una historia, likearle la foto, agregarlo a mejores amigos. Hay diez mil opciones de estímulos para comunicarte con el otro y tirarle una señal.
— Cuando te conocí te gustaba contar historias célebres en las redes. Después curioseaste sobre las relaciones humanas, hoy decidís hablar de las relaciones entre los hombres y las mujeres.
— Sí. Me gusta, me resulta fácil. También generalizo mucho. El periodismo me encanta igual, soy medio vaga quizás. En la pandemia hacía muchos videos contando historias: Lady Di, Frida Kahlo… Me encanta hacer eso. Te diría que es lo que más me gusta. En ese momento tenía más tiempo libre porque cada video tenía trabajo detrás. Primero aprendí sobre temas que desconocía. Investigue, aprendí, tomé nota. Me gusta mucho aprender y estudiar. Y después armar un guión para contarlo, poner una cámara, grabar el guión. Lo editaba, lo achuraba para que quede rapidito … Sí, tendría que hacerlo. Lo voy a volver a hacer.
— Me gustaban.
— A mí me encanta. Tenía muy buena recepción. La primera vez pensaba “se van a embolar, yo que hablo de cosas más banales, te vengo a hablar de algo más histórico, capaz te torra”. Y todo lo contrario. Es algo que siento que me gusta y que me sale, así que me voy de acá influenciada por vos.
—De feminismo podrías empezar a hablar ¿O no?
— Sí, es muy amplio el feminismo. Yo no me considero la mejor ni la mayor referente.
“EL MACHISMO ME AFECTABA Y ME SIGUE AFECTANDO”
— Pero sos feminista.
— Sí. Sí, soy feminista. Es una palabra que en un momento me… Al principio decía “qué onda, ahora todas?” Creo que a muchas nos pasó. Son todas feministas, ¿qué pasa? Después me di cuenta que me interpelaba más de lo que creía. Siempre hablar de feminismo polémico. Hay mucha gente muy enojada con la palabra me parece.
— Quizás porque no conocen de qué se trata ¿no?
— Sí, yo creo que se enojan porque lo ven como yo lo veía antes, “ahora se suben todas a la moda del pañuelito y no sé qué”. Con el tiempo me di cuenta que me interpelaba mucho, que no veía en todas las cosas de la vida que el machismo me afectaba. Y hoy me sigue afectando. Cosas de la cotidianeidad en todo sentido. Por ejemplo, hay algo muy chiquitito que siempre veo, ¿no te pasa a veces que estás en una charla y los varones hablan y miran a los otros varones cuando hablan?
“NO TIENE QUE SER PARTE DE LA NORMALIDAD SENTIRTE PRESIONADA A HACER ALGO QUE NO QUERÉS”
— Sí, me sigue pasando.
— Bueno, viste que es re loco. Son cosas tan sutiles, les interesa más ese feedback que el tuyo. O que el mío. O que el de otra mujer. Yo tampoco lo culpo al tipo porque estoy segura que no está eligiendo a dónde mirar, que le sale.
— Está seteado decís.
— Está seteado. Pero a mí me pasa un montón. Eso lo re noto. Es una cosa re chiquita. No te voy a decir que me parte el corazón ni que me siento acosada por eso. Después, en los vínculos con los hombres sexo-afectivos hay mil instancias en que el machismo está y estaba todavía presente. Uno lo normalizaba, decías “es parte”. Y no, no tiene que ser parte de la normalidad sentirte presionada a hacer algo que no querés. Mil veces me ha pasado de más chica. Pero mil. Para mí era lo normal " mirá, ya llegaste hasta…”
“A VECES TE SENTÍS MÁS INCÓMODA CORTANDO UNA SITUACIÓN QUE EN ACCEDER A ALGO”
— ¿Ahora no?
— No. Podría pasarme, todavía no estoy tan deconstruida. A veces te sentís más incómoda cortando una situación que en acceder a algo. Pero hay cosas que ya sé que no, que ni en pedo. Que es “no flaco. No sé cómo decirte”. Uno de a poco va mejorando. Tampoco te voy a decir que 100% no me va a volver a pasar nunca más nada porque no.
“ES INCÓMODO PLANTARTE EN UNA SITUACIÓN ÍNTIMA”
— Plantarte decís, que cuesta.
— Es que es incómodo plantarte. Siempre es incómodo. Vamos a hablar de una situación íntima. Estás con un tipo, le tenés que insistir para que se ponga el preservativo por ejemplo y capaz si te distraes no se lo pone, o se lo saca en la mitad. Eso pasa. Pasa. Y vos le podés decir algo ¿Pero te vas a poner a enseñarle? ¿Por qué me tengo que exponer? Encima que me expuse a esto me tengo que poner a darle lecciones? No sé, es difícil.
— ¿Qué hacés?
— No permito eso pero a veces te insiste. Hasta que no. No, ahora no, pongo un límite. Pero siempre puede haber situaciones en las que el tipo haga algo que vos no querés y ahí es: “me voy o le enseño?” Yo tampoco le tengo que enseñar a nadie, tuve una situación que no me gusta y además me tengo que poner a dar clases.
— ¿Puede pasar?
— Sí, sé que a muchas amigas les han pasado este tipo de situaciones muchas veces, demasiadas.
— En “Nadie dice nada” cuentan muchas cosas de la vida personal. ¿Hay un límite o se puede contar todo?
— Te diría que más no que sí. Hay un límite, cada uno obviamente decide. Pero es como un reality. Yo elijo guardarme algunas cosas. A veces quería guardarme algo y no pude. Eso también pasa. Cuento algo fuera del aire y mi compañero, compañera, no se da cuenta que lo conté fuera del aire, para nosotros es casi todo lo mismo. Pasa a veces, se entremezcla. Sinceramente tengo bastante poca privacidad. Poca intimidad. Pero trato de cuidarla porque en algún momento, si llego a estar en pareja, me gustaría no exponerlo tanto. Pienso que en el proceso, algún chico se puede sentir incómodo o avasallado y no quisiera. Si tengo algo que me gusta lo quisiera cuidar y no que el tipo se asuste.
“A VECES AVANZO Y NO SÉ SI SE INTIMIDAN, SOY MUY AVASALLANTE”
— ¿Se acercan más o menos ahora que sos famosa?
— Creo que menos. En general tengo que dar un paso yo primero.
— ¿Siempre?
— Sí. Al menos con los chicos que me gustan a mí.
— ¿Se intimidan?
— O no gustan tanto de mí. (Risas). Pero un pasito en general tengo que dar yo, un poco me choca.
— ¿Crees que sos vos, o las chicas de tu generación?
— En una época tenía que avanzar el chabón sí o sí, por manual ¿no? Hablamos de años atrás. Ahora por suerte todo se liberó más y nosotras las mujeres nos animamos más a encarar y también estamos más predispuestas a tener ciertos encuentros que antes. Antes, el chabón tenía que remarla un montón para una vez estar. Y ahora no hace falta porque estamos más libres y disfrutamos más de la sexualidad. Eso entonces hizo que el hombre que antes no tenía tantas opciones ahora tenga un montón de opciones. Entonces para mí están más…
— ¿Cómodos?
— Sí, todo esto generalizando sobre hombres y mujeres en el mundo hetero.
“LOS HOMBRES PREFIEREN UNA CHICA MÁS TRANQUILA”
— Lo que decís es que si te quedas esperando, ¿pasa poco?
— En mi caso sí. A veces avanzo y no sé si se intimidan o qué, yo también soy muy avasallante. Ya también siendo conocida es un montón de data. Mi personalidad es bastante intensa, avasallante, a veces pienso que los hombres prefieren una chica más tranquila. Más perfil bajo. Yo soy muy extrovertida, muy, tengo bastante energía masculina supongo. Hablo mucho, y soy frontal.
— ¿Por qué eso tiene que ser masculino?
— Creo que es masculina esa energía, a mí me da igual de donde lo saco. Pero siento que un hombre prefiere a alguien más pasivo y yo soy muy.
— Los anteojos son porque no ves o es porque es pura coquetería?
— Un poco veo, pero veo mal. Mi cara sin anteojos me molesta un poco. A veces me maquillo bien para salir y salgo sin anteojos. También es un modo Clark Kent, siento que la gente me conoce menos sin los anteojos. Los sigo usando porque es algo que me identifica mucho.
— Te gusta ver tele. ¿Te gustaría trabajar en la tele?
— Tengo muchas ganas siempre, pero sé que no hay un espacio para mí ahí. Conducir me gusta. Lo que pasa es que no está tan apuntada hoy a gente de mi edad, entonces no van a poner a alguien de mi edad a conducir ¿entendés? Y menos mujer. Conductores jóvenes varones hay muchos más que conductoras jóvenes mujeres. Naturalmente si estás apuntado a un público más grande vas a buscar gente más grande.
— ¿Los conductores que son jóvenes por qué están entonces?
— Porque son varones la mayoría. Nombremos mujeres jóvenes que conducen programas. Flor Vigna está haciendo ahora El último pasajero. Sol Pérez. Laurita, no hay más, para mí no está el hueco.
— ¿No hay lugar?
— Pero no para hacerme la víctima. No, siento que es inconsciente, pero el que lo lleva es más un varón y si es una mujer es más grande. En un tiempo quería estar en la tele. Hoy estoy tan bien sin estar en la tele, conforme y muy contenta con lo que estoy haciendo y me di cuenta que me gustaría sí, pero tampoco es a lo único a lo que aspiro.
— Además de hacer deporte ¿te cuidas?
— No. La piel ni la cuido. El pelo me tiño todo el tiempo. Con las comidas trato de cuidarme pero siempre estoy fracasando e intentándolo de vuelta. Entreno un montón. Uno sigue todavía en la búsqueda de un objetivo estético, buscando esa hegemonía rara. Hoy no estoy tan conforme con cómo me veo. No sé si está mal que lo diga, pero es la verdad. Quiero bajar cuatro kilos. Inocentes pero duros. Tampoco me enrosco tanto y tampoco hago mucho por eso. Entreno un montón pero como bastante mal, es algo que me aqueja un poco.
— Sucede.
— Sí, por más que todas y todos nos vamos amigando más con nosotros y que los tiempos nos han acompañado a entender que los defectos no son tan defectos, que todos somos distintos, que no hay que ser de tal manera… tenemos todavía un lugar al que queremos llegar medio ideal y hegemónico.
— Se te ve desinhibida físicamente.
— Sí, obvio. Bastante, sí. Me gusta mi cuerpo. A veces mostrarlo es el intento de amigarme con él. Te doy un ejemplo, tengo estrías en las tetas porque me crecieron de repente. De adolescente tenía mucha inseguridad con eso, usaba unas bikinis raras solo para que me tapen. Con el tiempo dije “ay, no se notan tanto” y me empecé a dar cuenta que era más normal de lo que yo creía. Un verano hace dos años creo, subí una historia en que se veían un montón y me escribió alguien “ay las estrías, que no sé qué”. Subí ese texto, lo mostré y mostré mis estrías. Parece que no me importa, y en realidad fue parte de mi proceso para que no me importe, blanquearlo. En parte sí me seguía importando y dando inseguridad, fue “tengo esto, sépanlo todos porque lo van a ver porque es mío”. Quizás me muestro entendiendo que es parte del proceso de aceptarme como soy.
— Eso te pasa con todo ¿no? Llevás a la conversación un montón de temas para sentirte más segura.
— Sí, abrir el paraguas. Es una estrategia. Estaría bueno que uno pudiera estar seguro sin tener que avisar al otro.
— Pero quizás te estás hablando a vos misma ¿no?
— También. Me siento en una sesión con mi psicóloga.
— ¿Qué tal con la psicóloga?
— Muy bien, una capa. La quiero mucho ¿Está mal querer a la psicóloga?
“ME DA MIEDO QUE ME BARDEEN”
— Estás preocupada por lo que está mal y lo que está bien en cada respuesta. No sé qué está mal o qué está bien ¿Cuál es el miedo? ¿La cancelación? El bardeo generalizado?
— Eso de la psicóloga no me preocupa. Pero sí, obvio, me da miedo que me bardeen porque dije no sé qué del feminismo. No sé ya qué dije porque acá uno se libera. Igual ya está. La radio me ayudó mucho a sacarme el miedo a que todo el tiempo critiquen lo que digo. Empecé, Nico me lo decía, muy limitada, hasta donde hablaba y hasta dónde no. Cuando uno empieza a armar el mundo que armamos con Luzu y con Nadie dice nada, te vas dando cuenta que las cosas que decís están dentro de un marco, que no es una frase sola, es una frase que se está justificando, argumentando y que carga con todo el contexto del programa de cada día tres horas. Me ayudó mucho a relajarme un poco. Y las cosas que me han pasado me ayudaron a saber que capaz me van a bardear. O sea, seguramente. Mirá, yo siempre pienso esto: de acá a que me muera voy a ser trending topic negativamente muchas veces.
— ¿Por qué? (Risas).
— Va a haber un montón de situaciones de la vida desagradables.
— ¿Cómo parte del negocio?
— Primero de la vida en general. También pienso cuando estoy pesimista que voy a ir a muchos velatorios. Qué situación fea, voy a tener un montón. Y un montón de veces voy a tener miedo de cosas y un montón de veces voy a estar en clínicas con un familiar muy mal ¿no?
— Nunca lo había pensado así.
— Esa es la parte fea, soy de angustiarme por anticipado hasta por cosas potenciales, no está tan bueno porque no es que te ahorras sufrimiento después, después lo vas a sufrir igual. Volviendo a lo de las cancelaciones y las bardeadas de la gente, sé que muchas veces me van a bardear, sobre todo trabajando en esto. Me van a bardear y probablemente todo va a volver a la normalidad como ya pasó. Entonces digo: si un día me sacan de contexto tengo la manera de justificar lo que dije, de sostenerlo y también de decir bueno, hasta acá, de esto no hablo más y va a pasar.
— De política nunca hablás.
— No, porque otra vez te van a bardear. Hoy en día siento que no me molestaría tanto por eso, no lo abordo porque no me gusta. En la Facultad tenía una materia, Semiótica, y para mí fue flashero. Nos contaban que a la hora de dar mensajes, los políticos piensan en el color de la camisa que se ponen, las palabras que van a usar, los gestos que van a hacer. Que todo está muy pensado para llegue lo que quieren que le llegue al otro. Entonces pensé que si está tan pensado todo, yo no puedo creer en nada. Todo lo que me están diciendo está armado con un objetivo que no es decirme la verdad a mí. Entonces desde ahí no le creo a nadie. Punto, fin. Ahora, si me preguntas si me angustia un poco, sí. Pero eso no me lleva a meterme, sé que si me meto tampoco voy a cambiar nada.
“VEO MUCHA GENTE DE MI EDAD QUE SE VA”
— ¿Te angustia qué, la realidad?
— Sí, un poco sí. La verdad que sí. Viste que siempre hay un clima muy apocalíptico ¿no? Todo está re mal desde que soy un poco adolescente/adulta. No sé si ahora está todo peor que antes. O tenemos esa sensación. No sé, yo lo que veo ahora es algo que yo no vi nunca, es tanta gente de mi edad, y amigos de amigos que se van. Eso lo veo. Quizás antes era más chica y por eso no lo veía, puede ser. Eso me preocupa un poco.
— ¿Gente cercana que se va?
— Gente cercana. O sea amigos de. Amigos de. Amigos de. Una amiga mía me dice que la mitad de su grupo está en España. Y otro amigo que ya tres de los chicos se fueron. Nico dice lo mismo de amigos de él. Nunca vi eso tan cerca. Tampoco pongo el dedo y digo “eso es porque acá”… Todos me parecen raros y oscuros.
— ¿Y cómo hacemos para no parecernos a los políticos que estudian lo que van a decir? El miedo a que uno lo bardeen, el miedo a no decir lo políticamente correcto, el miedo a meterse en política, o a hablar de feminismo...
— Creo que ya no tengo tanto miedo como antes. Un poco cambió la cosa hablando del susceptibilímetro de la gente, de la generación de cristal. Hace un par de añitos, estaba peor, no se podía hacer un chiste con nada, no se podía hablar de nada y de a poquito se están volviendo a hacer un montón de chistes y hablando de un montón de cosas.
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