Es actor, es comediante, es humorista, es cantante, es imitador, sabe bailar. Estudia para perfeccionarse. Escribe sus espectáculos. Showman es la palabra que él elige para definirse. Hoy protagoniza con mucho éxito la vuelta del espectáculo “Kinky Boots” en el Teatro Astral.
— Tiktoker.
— Tiktoker, ¿influencer?
— Influencer
— ¿Standapero?
— Sí, profesor de paddle.
— Profesor de tenis. Estudiaste también comunicación.
— Fui a la Facultad de Periodismo a pasillear.
— Jorge Martín Bossi. ¿Dónde quedó Jorge? ¿Qué pasó con Jorge?
— Yo nací en el ‘74, me cuentan que el patriarcado… ¿Cómo se llamaba mi papá? Jorge. Entonces me puso Jorge Martín, se ponía el nombre del padre en esa época. Muchos pibes tienen el nombre del papá.
— Jorge nadie supo nunca. Hablaste del patriarcado. ¿Está presente el tema de la deconstrucción?
— Es muy delicado el tema. Reconstruirme, reconstruir.
— ¿Qué es lo que más te costó entender, aceptar, cambiar?
— No tuve que modificar mi humor. Nunca fui por “eh, mira el culo” gracias a Dios. Sí, tuve que reconstruir muchas cosas, todo fue cambiando. Hoy tomar agua es sano, por ahí mañana dicen que no. Hay nuevas reglas. Nuevas formas de pensar.
“LA MÚSICA MÁS ESCUCHADA ES LA MÁS MISÓGINA”
— Pero algo aprendiste, ¿dijiste ‘es verdad, esto estaba mal, esto lo tengo que cambiar’?
— Estamos hablando de deconstruir, de no violencia de género, y la música más escuchada es la más misógina, que es el reggaetón. Con videoclips donde hay un hombre con oro y muchas mujeres en la cama porque tiene oro y plata. Tenés a Bad Bunny, el más premiado de Latinoamérica, que canta canciones como “mami qué tú quieres, aquí llegó tu tiburón, ese culo se merece todo, se merece todo, se merece todo”. Y los que luchan por un mundo mejor bailan eso sin entender lo que está sucediendo. Si a un pibito chiquito le pones reggaetón, con letras obsesivas con el traste, “ella se merece”, “Gasolina”, “dale gasolina, menéalo, menéalo’, entonces desde el vamos la cosa está mal. Es muy perverso el sistema.
“DOS REPRESENTANTES MUJERES DICEN ‘MIÉNTEME, HAZ LO QUE TU QUIERAS CONMIGO’”
— Por un lado la demanda de las mujeres y por el otro la vida real.
— Por un lado peleamos, la sociedad y las mujeres sobre todo, y por otro lado el mismo mercado perverso que cuando te das vuelta impone canciones, por ejemplo, de dos representantes mujeres que dicen “miénteme, haz lo que tú quieras conmigo”. Yo las adoro a las chicas, son dos talentos, pero mirá que loco ¿no? Estamos en el horno. Creo que la batalla cultural en el mundo está bastante perdida. De hecho, nos manipulan como quieren.
— Recuerdo cómo la cuarentena estricta te pegó tan mal.
— No me pegó tan mal. Me hizo abrir los ojos. Vivimos en un mundo donde nos quitan la cultura, nos hacen más burros para poder manipularnos fácilmente. Es muy claro.
— ¿Para vos estábamos todos encerrados porque alguien lo había planificado?
— No, creo que el ser humano a nivel mundial siempre fue manipulado en principio por las religiones, está Google. Lo digital. No me estoy metiendo con una empresa. Nos manipulan por ese lado. Nos distrajeron. Y por eso digo que está muy bien planeado todo. Tiene muchos años esto.
— Si pensás que ‘está todo planeado’, ¿cómo te manejás entonces con lo digital? ¿Lo podés disfrutar? ¿Lo usás como herramienta?
— Sí, lo uso como herramienta. Estoy entregado ya. Estamos todos entregados. El tema es ser conscientes y ver que hay un negocio de esto.
— ¿Un Gran Hermano?
— Somos un Gran Hermano en el mundo.
— ¿En las redes, preferís no leer lo que te escriben?
— Leo poco. No le presto mucha atención. Tengo muchas cosas lindas para ver en el mundo como para andar fijándome cuántos corazoncitos me pusieron, o si vi el video del perro de mi tía que fumaba marihuana llegó a 200.000. Prefiero ver a María Becerra en vivo, pero no el perro de María Becerra, ¿viste? ¿Me explico?
“NO HAY FILTRO EN EL TEATRO. NO ME PUEDO PONER ABDOMINALES”
— ¿Seguís tomando clases de muchas disciplinas?
— Sí, piano, canto, baile y clown. Soy un estudioso. Por ahí queda antiguo. Para trabajar en teatro no se puede editar en 30 segundos. No hay filtro en el teatro. No me puedo poner abdominales. Los tatuajes no garpan.
— Es presencial.
— Es presencial y con el alma, no tengo otra. No puedo ponerme más color ni menos color.
— El escenario es lo que te gusta.
— Claro. Es la única experiencia ya no digitalizable. Hay un instante que es privado, ojalá que eso no se extinga. Tengo 47 años, me quedan 20 de profesión, voy a estar todavía en ese nichito donde las almas se entrelazan y no hay más nada que eso. Entonces lo disfruto. Con la llegada de la pandemia fue muy frustrante trabajar para que se rían y no verlos reírse, fue fuerte.
— La pandemia interrumpió, entre tantas cosas, un éxito como Kinky Boots.
— Sí, fue fuerte, muy frustrante.
— Tenés la oportunidad de volver a hacerlo.
— Está ahora otra vez. Estuve dos años soñando con la vuelta. Fue como la guerra. El barbijo, los chinos, la guerra. Nos fuimos. Y volví, es muy raro todo porque estoy haciendo algo que hice hace dos años. Hubo dos años que los tuve que editar de mi cabeza. Digo que tengo 47 pero tengo 45, los dos de la pandemia no los viví. Creo que vi lo peor del ser humano en la calle, en los medios, en la fila de los bancos. La pandemia sacó lo peor del ser humano.
— Kinky Boots es una comedia deliciosa, simpatiquísima. Es norteamericana, pero vos le pusiste tu sello, tiene un montón de bocadillos, de texto. ¿Te dejaron los autores?
— No, no, la realidad, ¿esto sale en Estados Unidos? (risas). Mira, Ricky Pashkus es un gran director y también un gran político, como esos padres que te dicen ‘yo no te voy a ver’. Siempre estuve convencido que para que pase lo que está pasando, cuatro mil personas todos los días de pie, gritando oh, oh, oh… Argentina no se pone de pie ante una comedia musical clásica. Kinky Boots es una comedia con sainete, sátira, comicidad, canciones. Está argentinizada. El personaje tiene cosas del Fausto, cosas muy criollas. Que tiene que ver con nuestra idiosincrasia disimuladamente. Kinky Boots es una fábrica que cierra en Hurlingham, mi personaje de Lola vive en Lomas de Zamora.
“PODER SACAR ESA MUJER QUE TENGO ADENTRO ES MARAVILLOSO”
— Usás botas altas y tacazos. ¿Te acostumbraste a caminar, a bailar, a cantar dos horas así?
— Sí. Bajé tres kilos para hacer esta obra. Comparto el escenario con gente muy talentosa. Yo estoy en una etapa de mi vida María Laura donde me seduce más transmitir información que informarme. Estoy con un pibe, Fernando Dente que tiene 30 años. Un talento desmesurado, increíble. Unas ganas de aprender. Y él me enseñó de la comedia musical las reglas y yo soy un estudioso de qué es un gag, le está tomando el gusto y es un animal. Ver a un pibe de 30 años sentado en un bar y que me escuche, me seduce. Porque soy más grande, tengo más experiencia. Hay chicos de 20 años en el elenco, me nutro con los más jóvenes y mujeres, que también me enseñan a ser mejor en esto. Escucho mucho a las mujeres, lo que necesitan para sentirse más cómodas, para que la igualdad sea cada vez más igual, para que no haya palabras que ya no se usan. Lola, el personaje que hago, es la mujer más extrema que tengo adentro. Poder sacar esa mujer que tengo adentro sin prejuicios es maravilloso.
— ¿Cómo ve el colectivo trans tu personaje?
— Hay un gran respeto, porque está hecho con mucho amor, yo soy un drag queen. Yo me transformo en un drag queen, me dragueo. Y estoy orgulloso. Nunca me sentí más masculino que con tacos. Nunca. Adoro los tacos. No me los sacaría. Creo que a mí me gusta gustar a hombres, mujeres, a cualquier persona de cualquier género. Pero si hay un momento en el que las mujeres me dicen que se sienten seducidas es cuando tengo tacos. Es maravilloso.
— ¿“Ponete los tacos, Martin”?
— Sí, me lo dicen mucho. Yo me pongo un smoking y por ahí sí, alguna… Pero en tacos… Tenés que volverla a ver ahora. Es diez veces mejor que la del 2020. Es una animalada. No estoy vendiéndolo, ¿eh? Porque a esta altura de mi vida, me compré mi casa y ayudo a mi vieja.
— ¿Cómo está tu mamá, Kela?
— A punto de suicidarse desde hace 47 años pero no lo logra. “Hoy es mi último día. Hoy te voy a ver al teatro porque creo que es mi última morada. Saludame desde el escenario porque esta noche la recordarás por siempre”. Ella es Graciela Dufau en Atreverse (risas).
— Nunca hablaste de tus parejas con el chamuyo de “las protejo”.
— El periodismo es muy incisivo pero tiene una parte inocente. Te voy a dar un ejemplo. Un día entré a un boliche en Mar del Plata, el dueño era medio cholulo, me dice ‘te voy a poner tres patovicas’. Le digo ‘no Mario, no me pongas patovicas a mí, es una vergüenza, yo nací en Lomas de Zamora’. El tipo era farolero. Entré al VIP, tres patovicas, era Justin Bieber, la gente se me tiraba encima: ‘Martín, Martin, Martin’, un papelón. Era una locura, una histeria total, nunca me pasó eso. Voy a los diez días y le digo ‘Mario, dejame solo’. No me dio bola nadie. Yo me manejo desde hace 20 años por la calle, en fiestas, en boliches, restaurantes, con las mujeres que comparto y he compartido la vida. Si te pones un tapado de piel y vas a la fiesta de Pronto o de Caras con la modelo de turno o el modelo de turno, ahí sí. He tenido una vida simple. “Este Bossi anda con los tacos, este toma merca, este se da”. No, hago deportes. Es más fácil creer que soy trisexual, o que tomo cocaína, o que me inyecto Danette en las venas y entonces por eso estoy tan loco en el escenario… No, hago deportes. Soy un loco apasionado que tomo agua y como asado, me gusta el chocolate y punto. Hay como una rosca de ‘no mostrás nada’.
“PUEDO ESTAR EN PAREJA DESDE HACE 20 AÑOS Y NUNCA SE VAN A ENTERAR”
— Nunca se leyó el titulo “estoy enamorado”.
— Laura, estudié tanto y soy tan profesional en lo que hago que no necesito llenar espacios diciendo… Vamos a inventar un nombre, “Juan Aristazabal”. Juan Aristazabal en pareja con Mamu González, noticia. Juan Aristazabal explotó las redes. Mamu González le tiñó el pelo. A Mamu González se le murió el perro. Aristazabal se separó. Son todas noticias, no hay una noticia. Quizás es eso lo que tienen para dar. Si me decís Di Caprio se separó, bueno, Di Caprio tiene 20 películas. Es raro Bossi se separó, Bossi papá, Bossi se tiñó. La mascota de Bossi. El hijo de Bossi explota las redes con una zunga. No vas a encontrar. Van a decir Bossi fracasó en una obra, Bossi le fue bien en una obra, porque yo soy un laburante y me gusta que hablen a través de mis trabajos. Y te digo una cosa, puedo estar en pareja hace 20 años y tener tres hijos y no se van a enterar. Digo, no lo voy a compartir… El otro día una periodista me dijo ‘vos nunca blanqueaste ninguna mina’. ¿Blanquear a una mujer? Yo blanqueo Ingresos Brutos, un auto. ¿Una mujer? No necesito reafirmar mi masculinidad para mostrar a nadie en cámara y sobre todo a mis parejas. Tuve parejas, muchas, el tema es que decidí no compartir en mi laburo. Es como el médico, está operando el corazón: ‘Chicas paren, les quiero contar que estoy confundido con Estela y me voy a tomar un tiempo’. Hay costumbre de llenar espacio con separaciones, yo detesto profundamente salir en la tapa de una revista en zunga de la mano del chico o de la chica, lo que elija. El día que salga en la tapa de ciertos diarios quiere decir que mi carrera está en declive. He tenido una pareja cuatro años, contadora. He tenido tres años una pareja bailarina. He tenido un año, otra pareja bailarina. He estado seis años en una relación muy importante con una productora. Mirá, estoy blanqueando todas mis parejas. ¿Y vos te enteraste? No. El tipo que más habló de la vida privada soy yo. Hace poquito fui a un asado. Había una chica re linda. Dije ‘qué linda’. Foto al lado de la piba con un grupo. Al otro día, imaginate. Una periodista, no importa. La piba huyó despavorida. Le tuve que pedir disculpas. La piba estaba por amigarse con el novio. No la vi más, obviamente.
— ¿Cómo te informás en estos tiempos?
— Me desinformo. Yo tengo celular, aprieto y aparecen todas las desnoticias.
— Las desnoticias. ¿Lo menos posible o lo más posible digamos? ¿Te interesa saber qué pasa?
— La realidad la conozco, sé que hay una guerra, lamentable.
— ¿Pero vas a ver qué pasó hoy? ¿Te fijas qué le dijo Alberto a Cristina?
— No, política no me interesa lo más mínimo. Para mí la política es una causa absolutamente perdida y creo que si llegamos a este punto en el país no es por una gestión sino es por muchas gestiones. Muchas gestiones pero no dos o tres, por los malos peronistas, por los malos radicales, por los malos de la UCEDÉ, por los malos de la derecha, por los malos de la izquierda, por los malos de todos lados. Si llegamos a este punto es por la sumatoria de malas gestiones de todos lados.
“DOS LÍDERES POLÍTICOS? ALFONSIN Y EVITA. AHORA ES TODO MUY LIVIANO”
— ¿La culpa para vos es de la dirigencia, o es de los argentinos que votamos mal?
— Es un círculo vicioso yo creo, votamos mal porque no tenemos cultura. Y me incluyo. Los políticos tienen cada vez menos carácter, dentro de veinte años qué van a ser tiktokers, ¿entendés? Antes vos tenías a Alfonsín, era un señor. Si yo tengo que rescatar dos líderes políticos en mi vida son Alfonsín y Evita. Ahora es todo muy liviano.
— ¿Te parece que este deterioro es un destino inexorable en la Argentina o puede cambiar?
— No es político, es en general. Es periodístico, actoral, deportivo, institucional. Para mí hay que reestructurar todo. En los colegios hay que primero contarles de dónde venimos, del folclore, del tango, empezar a recuperar las raíces. Un pueblo que no tiene memoria, que no sabe de dónde viene, un pueblo colonizado por pibes que cantan… parece que nacieron en Costa Rica. Si perdés la identidad no hay solución. El problema somos los argentinos que gestamos en las escuelas los políticos del futuro de la manera que los gestamos. No es que votemos mal. ¿Quién vota mal? Educá a un pibe, dale cultura y va a votar mejor.
— Se está volviendo a hablar de Macri-Cristina 2023.
— No, en cualquier momento Luder-Bittel (risas). Estamos por el camino equivocado por las dos vías que estamos intentándolo. Se están turnando, se va Battaglia de Boca viene Russo. No viene Russo, viene el ayudante de Russo. Después en vez de Battaglia, viene el ayudante de Battaglia, y después viene el primo. Creo que estamos en problemas y que el problema es un tema cultural. Nos tenemos que sentar a dialogar para mejorar esto. Pero todos juntos. Todos juntos de verdad. Me van a decir “cómo me voy a sentar con aquel”. Ahí está el problema. En este mundo no hay diálogo. Por esta nota me van a putear 20.000 veces por un montón de cosas que dije. Porque opino. Estamos realmente en peligro.
— ¿Tenés la fantasía de vivir fuera del país alguna vez?
— No me gustaría irme de Argentina. No. Aunque las cosas estén muy mal, insisto, no por culpa de un gobierno sino por 20, 30 años, me la banco acá. Ya está, yo ya estoy enamorado de mi dulce de leche, de mis recuerdos de Goyeneche, de mi pueblo de Maradona, mi barrio de Lomas de Zamora. Ya no existe nada porque somos prácticamente Puerto Rico nosotros, nuestras costumbres se globalizaron. Todo es parecido. La idea también es quitar las raíces de cada país y globalizar. pero yo todavía escucho el tango y digo, algo quedó todavía de todo eso.
“TENGO LA NECESIDAD DE CHARLAR SIN TENER QUE MENTIRTE”
— Éste es tu lugar.
— Éste es mi lugar y es nuestro lugar. Respeto a los que se van afuera también, me encantaría probar, investigar y llevar lo que yo pienso con humor a otros países. Fui a Los Ángeles y me sentí re bien. He trabajado en Chile, he trabajado en España. Me gusta. Con mi propio espectáculo. Soy básicamente un tipo al que le gusta escribir y enfrentar a la gente con mi idea, con mi ideología de lo que es la vida.
— Para hacer reír también, ¿no?
— Básicamente es eso. En realidad la risa es una excusa. Es un engañapichanga siempre. En Kinky Boots está la risa, pero estamos hablando de algo muy serio que es la aceptación y los sueños, y los sueños de los padres que proyectaban sobre sus hijos. Es un tema muy serio el de Kinky, pasa que nos vestimos de chicas, pero detrás de la risa hay un mensaje muy fuerte, por eso es un engañapichanga. Te doy el caramelito, vení, reíte, pero en un momento nos quedamos en silencio y hablamos de lo que hay que hablar.
— Estás muy serio Martín.
— Quizás no me escapo con la monigotada. Estoy en un momento de mi vida donde ya, casi 50, tengo otras necesidades. Por ahí de charlar sin tener que mentirte. Dije toda la verdad, posta.
SEGUIR LEYENDO: