Flavio Mendoza con María Laura Santillán: “Muchos artistas se están yendo del país”

Dice que se están llevando a los mejores bailarines de la Argentina. Por qué alzó la voz por los artistas en la cuarentena estricta. Los que callaron durante la pandemia. Taboo y la denuncia de falta de pago. “Papá por qué no tengo mamá?” Un hermanito para Dionisio

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Entrevista completa a Flavio Mendoza

El papá de Dionisio es bailarín, acróbata, director, productor: es un artista. De varias generaciones de familia circense, Flavio logra combinar distintos recursos y disciplinas en todos los espectáculos que crea. Familiero, protector, frontal, obsesivo, detallista. A los 50, lo que más lo define es ser padre.

— Lo más lindo es que soy papá. Todo eso hizo que fuese lo que quiero ser, papá.

— Es lo que más te gusta.

— Ay sí, me enamoro cada día más de él, tengo algo cada día más fuerte con él, dejo cosas por él. Me veo criándolo, llevándolo a la escuela, a sus actividades y esperándolo. Ahora tengo que ir a buscarlo a su clase de acrobacia. ¿Sabés lo que más me gusta? Cuando lo voy a buscar a la escuela, me ve y me dice “¡Papá!”, y viene corriendo, me mata. Es tan lindo que me abrace.

— ¿Imaginabas que era tan fuerte ser padre?

— No. Siempre quise, pero le tenía miedo. Miedo a esa responsabilidad, a decir “ahora las cosas cambian”. Me dicen “vamos a bailar” y digo no, no puedo ir a bailar chicos. Van todos y yo me quedo con él en mi casa. Pero no la paso mal, lo disfruto. Esa responsabilidad es seria.

— Sos muy familiero y muy cercano a tus hermanas.

— Sí, seguimos así. Mis hermanas están todo el tiempo en casa, están todo el tiempo con Dio. Ahora él está muy pegado a mí, cada vez es más fuerte el vínculo. ¿Viste cuando no podés ir a hacer pis solo porque él está atrás tuyo? Me dice “papá, te voy a seguir”.

El artista aseguró que le encanta ser padre
El artista aseguró que le encanta ser padre

—Este reportaje tuvimos que posponerlo por escapadas con Dionisio, ¿no?

— (Risas) Varias veces.

— ¿Es él la prioridad?

— Hoy sí, es la prioridad y también es mi prioridad como persona disfrutar cada momento.

“NUNCA VIAJÉ CON NIÑERA”

— Si te vas de vacaciones, ¿te las arreglás solo con él?

— Sí, voy solo. Nunca viajé con niñera. Me parece que ese vínculo es re lindo, he visto muchos que tienen hijos y la niñera se ocupa de todo. ¿Para qué querés tener un hijo si haces eso? Es raro.

Cómo es el vínculo que tiene con su hijo

— Se pierden lo mejor.

— Por supuesto. A mí me encanta lavarnos los dientes, lavarse las manos, ir al baño y esperarlo en la puerta. Son tonteras, pero me encantan, es algo que no me acuerdo haberlo vivido. Yo no me acuerdo que mi papá me haya empujado en la hamaca. No me acuerdo que me hayan hecho run, run con el auto. No me acuerdo porque no sucedía. Somos de otra generación, no nos educaban para ser felices, nos educaban para cumplir mandatos, para hacer lo que se supone que hay que hacer. Por ahí el nene tenía que jugar solo. Y yo quiero que él sepa que su papá estuvo jugando con él en distintas edades, hasta que diga “bueno, papá, dejame, me voy” , porque va a pasar eso también.

“LE EXPLIQUÉ QUE HAY PAPÁS SOLOS, MAMÁS SOLAS, PAPÁS CON PAPÁS, MAMÁS CON MAMÁS”

— Va al jardín de infantes. ¿Pregunta por qué no hay una mamá?

— Sí, me preguntó “papá, ¿por qué yo tengo mamá?”. Y le expliqué muy sencillamente “no tenés mamá porque papá te quiso tener a vos, te tuvo solo”. No le hice la explicación de cómo vino al mundo porque no la va a entender todavía. Le expliqué que hay papás solos, mamás solas, papás con papás, dos mamás. Mi hermana por ejemplo es mamá con otra mamá. Automáticamente me dijo “mamá con mamá, como Noah”.

— ¿Todavía no pidió hermanitos?

— No, cada vez que lo hablamos me dice “no quiero hermanos, cuando sea grande”. El otro día le decía “¿a qué edad vas a dejar de dormir con papá y a qué edad vas a querer tener un hermano?”. Empecé a contar y llegué a los 34.

El bailarín contó cómo le explicó a su hijo por qué no tiene una mamá
El bailarín contó cómo le explicó a su hijo por qué no tiene una mamá

— (Risas) ¿Te gustaría tener otro hijo?

— Me gustaría. En un momento quise mucho tener más hijos. Cuando vino la pandemia me aterrorizó el ser humano, cómo se comportó. Yo decía “si tengo que salir a matar zombis con un machete con un solo hijo va a ser más fácil, con un brazo lo voy a sostener y con el otro voy a estar con el machete” (risas). ¿Viste que la gente se tacleaba en los supermercados por un papel higiénico? Me asustan. Ojalá empecemos a ver que realmente estamos haciendo las cosas mal. Y ahora Waldo, mi pareja, me dice que tendríamos que tener otro. Y a mí me tienta porque siempre me gustó tener una familia numerosa. Después de la pandemia recién estoy recuperándome del cimbronazo, tendría que esperar uno o dos años como mucho, tampoco quiero que sea tanta la diferencia entre ellos.

“TENGO HERMANITOS DE DIO”

— ¿Tenés los embriones?

— Sí, yo tengo. Tengo hermanitos de Dio, si no tenía más hijos pensaba donarlos. Así que estoy en esta…

— ¿Disyuntiva?

— Disyuntiva, no sé qué voy a hacer.

— Yo creo que vas a tener más.

— Yo creo que sí. Creo que también.

Flavio reconoció que le gustaría tener otro hijo
Flavio reconoció que le gustaría tener otro hijo

— Cuando dijiste que la pandemia te cambió incluso las ganas de tener más hijos, hablás de temas importantes.

— No, a todo nivel. Me asustó el comportamiento del ser humano. No pensé que éramos tan crueles.

“HIJO DE PUTA, ESTÁS SENTADO, TRABAJANDO Y HAY GENTE QUE SE ESTÁ CAGANDO DE HAMBRE”

— Qué es lo que más te asustó?

— De la gente del poder me asustó muchísimo que hicieran cosas que no están bien. Tengo el recuerdo de ese papá llevando a la nena enferma en los brazos, caminando, eso no se puede permitir más. Como no puede existir una guerra. No hay excusa para una guerra. Me entristece, me pone mal, me desmotiva, digo “qué tengo que hacer yo”, siento que no estoy haciendo nada. Siento que los seres humanos tenemos que hacer más cosas, que no estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Porque hoy nos va bien a nosotros pero, ¿y mañana? No está bien que me vaya bien a mí nada más.

— ¿Te quedó el impacto del encierro cuando, por ejemplo, no se podía cruzar una frontera provincial?

— Sí, eso me pareció terrible.

— ¿Estar encerrado también?

— Estar encerrados de una forma que no… sin ayuda. ¡Tirame una soga para algo! Me pareció también que los programas de televisión eran todo el tiempo pálidas, me enojé con muchos colegas del medio. Pero hijo de puta, ¡vos estás sentado ahí, trabajando, y hay gente que se está cagando de hambre! “Pero acá somos dos y estamos con distancia y protocolos”. ¿Y el que no tenía para comer?

Flavio Mendoza contó qué sintió ante el silencio de algunos artistas durante las restricciones fuertes por la pandemia del coronavirus
“ALGUIEN TENÍA QUE ALZAR LA VOZ. MUCHOS CALLARON”

— Pero la culpa no estaba ahí, ¿no?

— Yo no echo la culpa a nadie. Pero me parece que muchos sectores hicieron las cosas mal. Tampoco le voy a echar la culpa solamente al Presidente porque creo que muchos hicimos las cosas mal. Muchos callaron, a los que les conviene se callan. Yo estuve en plena pandemia con los artistas cortando calle Corrientes. Era la Nina Peloso del teatro (risas). Alguien tenía que alzar la voz por el que no tenía para comer.

— No todos los artistas salieron a decirlo.

— Por eso me parecen muchos de cuarta, no les tengo respeto. No me interesan En esto nos conocemos todos también, sabemos cómo somos, qué tenemos abajo del colchón. Entonces la verdad es que no me interesan. Me interesa la gente que trata de hacer las cosas bien. Yo soy buena persona. Podré tener millones de cosas, carácter de mierda, esto, aquello, que digan de mí millones de cosas, pero no soy mala persona ni cago a nadie. ¿Viste que ahora se está diciendo que hay una deuda de un espectáculo, de Taboo? Esa deuda no es mía, yo estoy contratado igual y estoy en la misma.

— Son un montón de actores, de bailarines, vos como director de Taboo, a los que no les pagaron.

— Claro, montones. En el teatro hasta tengo mis cosas, el vestuario, todo. En algún momento hay que ir a sacarlo porque voy a perder eso. Y siempre luché para que a las personas se les pague.

— ¿Por qué suponés que en la cuarentena muchos no hablaban?

—Creo que hay muchas personas que tienen miedo de hablar. Hay personas, por lo que dicen, que reciben un sobre, no sé de quién porque no sé cómo es ese sobre. Pero ese tipo de cosas que se dicen que existen. Me parece que hay mucho de eso, ¿no? Yo me ofendí mucho cuando me enteré que muchos artistas estuvieron en casa de Gobierno hablando con el Presidente. Yo dije “¿y por qué yo no fui uno de ellos? ¿Por qué a mí no me dijeron?” Si a mí me hubieran invitado yo hubiera ido a reunirme. ¿Por qué nadie lo dijo después? No lo entendí. Entonces, cuando no entiendo esas cosas es porque son culo sucio. Y estoy cansado del culo sucio porque yo vengo hace muchos años rompiéndome la espalda para trabajar, para hacer las cosas bien, para hacer un espectáculo que nos deje en un buen lugar. A los espectáculos que hemos hecho les hemos puesto todo, yo no he ganado con tal de hacer el espectáculo y que la gente diga “wow”. Se pueden hacer cosas buenas acá, pasa que la gente por ahí prefiere quedarse con más plata que invertirla. Yo siempre la invertí. Por eso es que en plena pandemia yo no tenía un dinero que me respaldara al no poder trabajar.

“TENDRÍAMOS QUE HABER SALIDO TODOS A LA CALLE”

— Tuviste que vender un departamento.

— Sí, sí, porque había muchas deudas y mucha gente sin trabajo. La gente del circo. La gente del teatro. Yo tengo mi mano derecha, Maxi Oliva, que hasta el día de hoy a cada santo le debe una vela porque se endeudó y se fue de su casa, vendió hasta sus muebles. Eso a mí me pareció terrible.

El también productor de teatro recordó la dura situación económica que sufrió el sector durante las restricciones
El también productor de teatro recordó la dura situación económica que sufrió el sector durante las restricciones

— El sufrimiento durante la cuarentena, la gente sin poder salir a trabajar durante tanto tiempo, ¿eso no se olvida?

— ¿Vos crees que no se olvidan?

— Yo creo que no.

— La gente se olvida. Somos un país que olvidamos rápido y no sé por qué. Tenemos un país increíble, con gente increíble, no hay que olvidar. Yo no quiero ser el acusador y castigar a las personas. Tendríamos que en algún momento haber salido todos a la calle y decir “no señores”. Yo no soy de los revolucionarios, pero decir “paren, la estamos pasando mal”. Y en algún punto todo el mundo se quedó. Cuando yo salí a hablar, algunos bailarines tampoco salieron a pelear por sus derechos.

— Hay quienes no tienen esa capacidad o esa valentía que vos tenés.

— En algunas cosas este país es “sálvese el que pueda”.

— ¿Cuál es tu mejor virtud y tu peor defecto?

— Uy, mi peor defecto es el carácter. No tengo paciencia. Dame, dame, ¡dame el vaso! (risas), a la tercera ya…

— ¿La impaciencia?

— Uy, mal. Mal. Soy muy impaciente. Y soy muy meticuloso, todo tiene que estar donde tiene que estar. Me lo corriste y…

— También sos mecha corta, cuando te enojas, te enojas rápido, ¿no?

— Me enojo rápido. Pero creo que mi virtud es que tengo muy buen corazón, me apuñalaste por la espalda y después se me pasó, yo te voy a curar.

— Tenés una gran capacidad de creación. De producir. De dirigir. De imaginar. De ver. De innovar. Stravaganza es un espectáculo inusual.

— Claro, sí, es inusual. Me animé a hacerlo y me tiré a nadar en una pileta sin agua para poder lograr lo que quería. Y este ambiente por ahí te golpea todo el tiempo. Pero gracias a Dios puedo decir que soy profeta en mi tierra, que yo lo logré acá.

Stravaganza, la obra de Flavio Mendoza
Stravaganza, la obra de Flavio Mendoza

— Venís del circo, estás acostumbrado a bailar, a hacer acrobacias, a estar en el aire, a correr riesgos, a poner el cuerpo.

— Sí, sí, el circo es así. Ahora tengo el Circo del Ánima, otro sueño increíble y para mí es el gran circo de Argentina. Si me remonto a mi época del circo de chico, ahora nada que ver. Antes, mi papá prendía las hornallas de la cocina para que tengamos un poco de calor dentro del trailer, y ahora vos apretás un botón en el trailer y tenés calefacción.

— ¿Vos vivías en el trailer?

— Claro, el primer trailer que tuvimos fue un colectivo que mi papá hizo casilla. Sacó todas las butacas que tenía el colectivo, le puso piso y le puso cama, cuchetas, cocina, baño, lo hizo él. Era un colectivo que se caía a pedazos, nos congelábamos.

— ¿Cuántos vivían en el colectivo?

— Mis tres hermanas, éramos cuatro hijos, mi abuela Irene, que era una abuela del corazón, mi papá y mi mamá.

— Eran un montón.

— Éramos un montón. En las cuchetas dormían mis hermanas y yo, como era el más chico, dormía a los pies de mi abuela Irene. Así que yo dormí no sé cuántos años con mi abuela en la misma cama, en la misma cucheta.

— Todos en el mismo espacio.

— Claro, y del otro lado, el cuarto de mi papá y mi mamá. En la otra punta. Después pasó el tiempo, pudimos hacer un trailer más grande. El circo fue mi gran escuela, está en mi sangre. Esa cosa de decir “yo lo hago”. Los del circo, si hay barro, lluvia… cuando llegué al teatro me acuerdo que en la primera de cambio decían “ay no, yo eso no lo hago”. Yo estaba acostumbrado a cambiarme en el barro, a sacarme las botas llenas de barro, ponerme las zapatillas y salir a bailar, o a hacer acrobacias. El bailarín de teatro es más fifí en ese aspecto. Cuando vi un camarín de teatro dije “wow”, los foquitos del espejo, en el circo te tenés que pintar con un espejito en la mano.

“MI PAPÁ ERA CARNICERO, LA VE A MI MAMÁ, SE ENAMORA Y SE VA CON EL CIRCO PARA ESTAR CON ELLA”

— ¿Toda tu familia tuvo relación con el circo?

— Sí, mi papá no era de circo, era carnicero del pueblo. La ve a mi mamá, se enamora, y se va con el circo para estar con ella. Es una historia de amor hermosa, la quiero llevar al teatro, al cine o a algún lado. Es una historia de amor y de lucha. Y él no era de circo, tuvo que unirse al circo. Empezó a hacer acrobacias, era fuerte y una de las tareas era ser portor. Después él se dedicó a arreglar las plazas para el circo.

También recordó sus primeros trabajos en el circo
También recordó sus primeros trabajos en el circo

— ¿Y tus hermanas?

— Mis hermanas eran grandes acróbatas. Ellas tenían un número en el que hacían fuerza dental, se colgaban de los dientes las dos, las querían llevar a todo el mundo porque en aquella época eso no existía. Eran dos mujeres de 1.70 y pico, con unos lomazos terribles, todos las querían tener. Pero ellas se quedaron en el circo de la familia.

— Muchas caídas en un circo, y mucha fuerza.

— Siete hernias de disco tengo en la espalda. Tengo dos cerca del cuello, a veces siento que tengo un elefante sentado acá. Ahora tengo un clavo roto en el empeine del pie, un pie que me había operado cuando me caí con mi hermana. Sigue el clavo roto porque no me lo pudieron sacar.

— Sos Robocop.

— Sí, soy Robocop. Highlander me dicen los bailarines. Estoy todo roto pero sigo. Hay lesiones. Igualmente estoy medio cagón, tiene que ver con Dionisio, soy mucho más precavido, Mucho más.

— Cumpliste 50, ¿hay un límite para las acrobacias?

— Depende del cuerpo. Mi cuerpo tiene muchas lesiones. No estoy en condiciones de bailar como los bailarines de hoy. Puedo llegar a aprenderme una coreo pero no estoy en forma como los bailarines que van a 200 mil clases por semana. Es una vida muy sacrificada y un poco ingrata, no muchos bailarines llegan a lograr lo que quieren lograr. En este momento los chicos que estaban conmigo en la compañía se van afuera por la plata. Por más que quiera no los puedo sostener, porque el sueldo que les puedo dar acá en Argentina... Es difícil para el bailarín.

“TODOS SE ESTÁN YENDO. TODOS”

—Se dice que la Argentina expulsa gente, y expulsa talento.

— Todos se están yendo. Todos. Es una pena. Hay no sé cuántos castings de montones de países que se están llevando a los mejores que hay acá y eso también afecta a los espectáculos argentinos. No hay tantos espectáculos que tengan bailarines, acróbatas, cantantes. Por eso se dejaron de hacer. Si vos querés armar un espectáculo grande, son muy pocos los que quedan.

Sobre la situación del ambiente teatral en la Argentina

— Se habla mucho de los cerebros que se van, pero poco de los artistas que se están yendo.

— Sí, hay muchos artistas que se están yendo del país. Muchos. Yo perdí de esta nueva Stravaganza, a seis, por ejemplo. Con dolor. Ayer se terminaron de ir dos, me decían “entendeme…”. Yo los entiendo, están buscando un mejor futuro.

— Hace poco Diego Torres me contaba la complicación que es montar un espectáculo por la alta inflación, por los que no pueden pagar la entrada.

— Es terrible, porque los espectáculos que a mí me gusta hacer tienen insumos en dólares y la entrada es en pesos. El primer año de Stravaganza, hace 10 años, la entrada salía 45 dólares. Hoy sale creo que 5. ¿Qué pasó? Es el espectáculo de Argentina que más insumos diarios tiene. Mantener la pileta limpia, calefaccionada, es como tener, para que la gente lo entienda, la pileta del club. Tiene que estar impecable para que se meta gente. Y todo lo demás, motores con técnicos que suban, que bajen, que controlen esos motores, que funcionen, que todo esté bien. La seguridad. Todo es un insumo y un gasto diario que una comedia no tiene. Mucho se me complica. Yo quiero ir a otro país a conquistar el mundo pero no por dinero, necesito ver si funciona lo que hago en otro lado, si culturalmente funciona. Y si nos fuera bien es un respiro, es mejorar el espectáculo para volver a traerlo a la Argentina.

— ¿Estás planeando la gira?

— Si Dios quiere la primera sería Chile. Sería Chile, después Brasil, Uruguay, Paraguay e ir subiendo. Ojalá Dios me permita recorrer el mundo con el espectáculo.

— Waldo se llama tu novio.

— Es otra de las personas que me cambió la vida. Es diferente a todos. Si algún día nosotros no tenemos que estar juntos va a seguir estando conmigo toda la vida, porque hay un vínculo con mi hijo que es el amor más grande, no se puede romper eso. És como su segundo papá para él, le dice tío Waldo. Es muy importante para mí.

— ¿Es familia?

— Es familia. Encontré esa palabra. Cuando mi mamá falleció me pasó algo muy raro, me sentí solo. Yo estaba solo. Me decían mis amigos “Flavio, estamos nosotros, están tus hermanas”. Cuando vino mi hijo sentí que tenía la familia y que la estaba armando, y cuando llegó Waldo me sentí seguro de vuelta. La palabra familia es muy importante. Terminé de descubrir la importancia que tiene la palabra ahora que estoy con él.

— Cuando te conocí, tus hermanas y tu mamá eran todo.

— Sí. Pero mis hermanas empezaron a formar sus familias también con sus hijos. Soy un viejo choto, pero seguía siendo el hermano más chico de mis hermanas. Obvio que siguen estando y nos seguimos amando y trabajamos juntos. Mis hermanas manejan lo mío, yo no lo sé hacer.

— Sos de Entre Ríos, te criaste en Entre Ríos y algo te une con la tierra, con el campo.

— El campo. Waldo es re del campo. Waldo es lo más parecido a mi papá. Yo era una de las personas que más chocaba con papá, pero porque teníamos gustos diferentes. Y Waldo es igual a papá, yo detesto pescar (risas), pero a él le encanta pescar y lo he acompañado a pescar, porque viste que en una relación tenés que hacer un poco y un poco. Yo soy feliz caminando por un shopping y él no, él quiere estar tomando mate sentado mirando el río. Y es lo que le encantaba a mi papá. Lo veo y me impresiona, porque además, también es de Entre Ríos.

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