Diego Torres con María Laura Santillán: “De a poco voy recuperando mi libertad”

Las situaciones límites y el encierro. Cómo fue que la tristeza le afectó la voz. El dolor inmenso de la separación. Por qué sus canciones viajan y cruzan el atlántico a pie

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Maria Laura Santillán con Diego Torres

Es uno de los artistas latinos más populares. Reconocido en el mundo por sus canciones. Canciones que atraviesan familias enteras, que siguen vigentes con el paso de los años. Pero además siempre hay nuevas canciones. Y un afán creativo de curiosear, de investigar, de mezclar ritmos y géneros, de grabar con artistas nuevos y consagrados.

— Una de las cosas que de verdad disfruto es cuando canto en vivo y veo en la platea padres con hijos, la abuela, el abuelo, los adolescentes y los grandes. Llegar a un abanico amplio de gente está bueno. Esa inquietud que vos decís parte de las ganas de querer renovarse, de enriquecer la música. En este último disco, “Atlántico a pie” hay hasta un charleston, cantado con Florent Pagny, un artista de Francia importante, con una trayectoria enorme. Y un reggae con Natiruts, una banda histórica de Brasil. Me encanta esa diversidad.

— ¿Dónde está tu casa hoy?

— Buenos Aires y Miami. Miami y Buenos Aires.

— Dos casas, la misma importancia.

— La misma. Yo abro y son mis casas, tengo mi mate, tengo mis calzoncillos (risas).

— ¿Domicilio?

— Argentina. De repente paso unos meses acá de gira y después me toca ir a España un par de meses o a Centroamérica, o hago un programa de televisión en Colombia, como me pasó antes de la pandemia. Mi vida siempre ha sido así y estoy acostumbrado. Para mí el golpe de no viajar, de guardar la valija y todo fue…

“ME LEVANTABA A LA MAÑANA PERDIDO”

— ¿Cuánto tiempo estuviste sin viajar por la cuarentena y la pandemia?

— Un año y medio.

— ¿Y qué hiciste durante esos meses?

— Tratamiento psicológico (risas). Fue un buen momento para volver a terapia. Cocinar mucho. Tareas de padre, llevar y traer al colegio, a deporte, a la escuela de danza.

"Yo abro y son mis
"Yo abro y son mis casas, tengo mi mate, tengo mis calzoncillos", contó el músico sobre sus hogares en Miami y en Buenos Aires

— ¿Te deprimiste durante ese tiempo?

— Pasé por todos los estados. Al principio fue “está bueno”, paro un poco, me quedo en casa. Y después pasaron los meses, la cosa se fue complicando, con pérdidas de afectos, de seres queridos, de trabajo y decís ¿y esto cuándo termina? Y cepas y cepas y cepas. Nuestro trabajo primario son los conciertos. Uno hace los discos para cantar en vivo y encontrarse con la gente, todo suspendido. Hubo momentos de tristeza, de depresión, de decir “¿qué hago? ¿Me pongo un bar? ¿Me pongo un restaurante?” Algo tengo que hacer, mi vida siempre fue trabajar, moverme de un lado para el otro, en el estudio grabando, o de gira, o participando en algo como actor yendo y viniendo, entrenando. El deporte me ayudó mucho en ese momento, salir a correr, bicicleta, nadar. Me levantaba perdido a la mañana y a correr y nadar. A mí el deporte me cambia el estado de ánimo.

— Te bajoneaste, te enojaste, no sabías para dónde ir. Hasta que empezó a acomodarse todo.

— Todas las situaciones límites, como decís, nos exigen reinventarnos. Yo tuve que hacer este disco con mi compañero socio Yadam, que es músico y arreglador de Cuba, en un estudio chiquitito. Escribiendo, componiendo, trabajando en la producción, en los arreglos, compartiendo ideas. Filmar lo que fue hacer el disco nos dio ganas de hacer un documental. Todo lo hicimos entre nosotros, a lo sumo venía alguien a ayudarnos, pero cargábamos los fierros, los trípodes, las cámaras, los micrófonos, veíamos locaciones. Entonces te volvés más autosuficiente.

— Aprendiste un montón.

— Empecé a poner en práctica un montón de cosas. Siempre me sentí un artista integral. Y así me mandé a dirigir los videos también.

“LA SEPARACIÓN FUE SUPER DOLOROSA Y NO DEJA DE SERLO”

— ¿Después de ese año y medio hay algo que cambió para siempre?

— Me separé. Imaginate que eso es un cambio drástico en la vida. Es como una bisagra en la vida.

Diego Torres se abrió durante
Diego Torres se abrió durante la charla con Infobae

— ¿Lo asocias con la pandemia?

— No sé si lo asocio o es en el contexto donde me sucedió. Me sucedieron una cantidad de emociones en la pandemia que fueron difíciles de ordenar y de acomodar. Ahí es donde entra la terapia. Como dicen los terapeutas, tenés un cajón y en el cajón tiras todo y tenés todo muy desordenado y de repente el mundo se detuvo y decís “uy, mirá cómo está este cajón. ¿Por qué no lo empiezo a ordenar un poquito?” A nivel personal significó y significa muchas cosas. A nivel profesional, lo que te venía contando. En “Amanece” hablo de eso, el mundo todo cambiará de ahora en adelante.

— Dijiste que cambió tu vida personal para siempre. ¿Lo viviste con el horizonte abierto o como algo que hay que cerrar y es muy doloroso?

— Se vive emocionalmente como una ola muy grande que vas surfeando y que por momentos te tira a la mierda Y abajo hay coral, y el coral corta, sangra y lastima y duele. Cada uno tiene que hacer su proceso, lleva un tiempo. Todos esos momentos difíciles te enseñan seguramente más que los buenos momentos. Te hacen encontrarte con vos mismo en el fondo. Y desde el fondo a lo mejor resurgir.

— Así parece fantástico, pero debe ser súper doloroso.

— No, es que así como te lo cuento fue súper doloroso y no deja de serlo. Y yo soy muy emocional y entonces las cosas repercuten y el instrumento se afecta mucho con lo emocional también, el instrumento de la voz.

— ¿Se cierra la garganta?

— El nudo en la garganta, exactamente. Y la angustia en el pecho hace que la voz se baje.

— ¿Te sigue pasando?

— Eso se cura con tiempo, con ejercicios, y con la cicatrización de las heridas.

Diego Torres contó que el
Diego Torres contó que el proceso de separación de su ahora ex pareja "fue súper doloroso y no deja de serlo"

— Tu hija Nina va al colegio en Miami. ¿Cómo te organizas para verla?

— Mi hija empezó el colegio acá en Buenos Aires, después se trasladó allá. Y así se acostumbró como los padres a ser gitanos, viajando de un lado para el otro. Yo disfruto mucho de ser padre, a mí me encanta. Es una herencia que mi padre me dejó, nos llevó al colegio a los cinco todos los días y a hacer deportes los fines de semana. Y yo disfruto mucho de llevarla y traerla, ver películas, leer, dibujar. Los hijos te proponen una puerta nueva en la vida y un amor que no para de crecer.

— ¿La canción “Para sentirme libre” tiene que ver también con la pandemia y la separación?

— Sí, habla de esa libertad que hemos perdido. De cómo nos llevamos con la soledad. Nos cuesta encontrarnos solos, nos asusta y nos llenamos de cosas que nos mantienen entretenidos. Y cuando cerramos la puerta… nadie puede escapar de uno mismo. Sí, la canción refleja ese espíritu que uno está atravesando y viviendo.

— En la foto del disco “Atlántico a pie” parecés Jesús abriendo las aguas. Jesús con su perro.

— (risas) Sí, cuando estábamos haciendo la elección de la foto de la tapa aparece esa foto con los pájaros atrás, faltaban los panes, y dijimos “esta es la foto”, y era innegable sentir de que sí, parece Jesús, y bueno, qué querés que te diga, tengo el pelo largo, tengo barba, no es que uno se la da de místico… Para mí hay algo mucho más feliz que es que hay pelo, que es lo más importante (risas), entonces celebro eso. Pero no, vamos a lo importante, Atlántico a pie. Cuando estaba escribiendo esa canción me apareció esa frase y dije “uf, este es el título del disco”. Sentí que al no viajar, uno podía usar la metáfora de cruzar el Atlántico a pie, como dice Juan Luis Guerra, “El Niagara en bicicleta”. Decir “mi libertad de pensamiento sigue siendo libre” y a través de las canciones digo y canto, le mando una canción a otro colega y cantamos juntos, las canciones viajan y llevan su contenido, su mensaje. Soy pisciano, soy del mar, me gusta andar con mi lancha todo el tiempo, me tiro al mar y disfruto. A mucha gente le gusta Miami por los shoppings y los parques de diversiones, a mí lo que me gusta es la sensación de vivir en el caribe. Ver un delfín, tirarme al mar, disfrutar de las rayas, tiburones…

El nuevo disco de Diego
El nuevo disco de Diego Torres

— ¿Nadás con los tiburones?

— Sí, sí. No pasa nada, la mayoría de los tiburones no atacan.

— ¿Cómo cuidas el pelo, Jesucristo?

— Sinceramente abandoné el corte de pelo y el pelo fue creciendo, cuando tenés el pelo largo necesitas crema y todo ese tipo de cosas…

— Están como rapaditos ahora los hombres.

— No soy metro sexual, soy más hipón.

— Los hippies se dejan las canas.

— Acá no hay tintura, nada.

— Cumpliste 50 y pico.

— Sí… no recordemos eso. Yo me siento un espíritu completamente joven, Antes veía a una persona de cierta edad… y ahora no me siento eso. Los chicos también te llevan a jugar de nuevo.

— ¿Tu sobrina Ángela por qué no canta en este disco?

— No se dio, pero estoy trabajando de alguna manera en su proyecto de música nuevo, le armé dos sesiones muy lindas con mi equipo en el estudio.

Al igual que su tío,
Al igual que su tío, Ángela Torres es cantante

— Vos sos su Cachorro López, digamos?

— Y sí, soy su tío, somos muy queridos y compartimos mucho. A Ángela la veo adulta, madura, enfocada, tengo una muy linda relación con ella. Estuvimos conviviendo, puerta de por medio, y estoy muy contento con lo que está haciendo y poder acompañarla, después si cantamos juntos se verá, seguramente sí.

— ¿La estás ayudando a crecer?

— No necesita. Te voy a ser sincero… me está ayudando mucho más ella a crecer, tengo unos diálogos… el otro día íbamos en la camioneta y me decía unas cosas… y le dije: “¿Quién te está escribiendo lo que me estás diciendo?”. Que de repente venga una de tus sobrinas y te diga “pero tío, mira esto, pensá esto”, razonamientos muy claros, muy adultos, muy constructivos. Aprendo mucho más de ella que ella de mí.

— ¿Los amigos más cercanos hoy son los músicos, actores, deportistas?

— Delincuentes… estafadores (risas). Yo tengo amigos, es una herencia de mi viejo, de todos los colores, sabores, de un lado, del otro, me encanta ser así. Tengo amigos de toda la vida del colegio que son como un tesoro, son los que te conocen desde la infancia.

El detrás de escena de
El detrás de escena de la entrevista

— ¿Amigas?

— Soy de tener grandes amigas, en mi generación era raro. En la Argentina tenemos un culto a la amistad muy importante, muy profundo, nos entregamos a la amistad, no es algo trivial, no es algo así como “qué linda camisa que tenés, nos vemos”, nosotros nos contamos el intestino, el páncreas. Yo tengo una cosa muy fuerte con la mujer, vengo de una madre muy especial. Mamá desde los 11 años trabaja como actriz, se le plantó a mi abuelo. En ese momento ser actriz era una profesión dudosa -”yo voy a ser actriz a los 14 y voy a seguir y voy a seguir”-. Para mí siempre es de igual a igual, el hombre tiene que asumir roles femeninos como la mujer tiene que asumir roles que estaban emparentados en su momento con lo masculino y que hoy son parte de los derechos de la mujer. Tengo un Edipo muy grande, ¿no?

— ¿Empezaste a disfrutar la soltería?

— Sí… Tranquilo, sí, tratando de llevarme bien con mi soledad, con mis espacios, en proceso.

Diego Torres habló sobre su separación

— ¿Se contestan mensajes en el proceso? ¿Estás más guardado o más abierto?

— No, ¿vos decís con extraños o con la madre de mi hija? No, no, no. Muy tranquilo. Realmente lo más importante es Nina y llevarnos bien, nos queremos mucho con Débora, es una gran mujer, la admiro profundamente, su historia de vida, lo madre que es, me da tranquilidad estar acá trabajando y grabando con vos. Sé que mi hija está en las mejores manos, creo que ella piensa lo mismo.

“SOMOS HIJOS DE UN MATRIMONIO QUE SE VIVE PELEANDO”

— ¿Cómo te parás frente a este país que no arranca? Va para adelante, va para atrás, no despega.

— Da la sensación de que estamos empantanados con los mismos problemas venga un gobierno o venga otro. Eso nos hace perder rumbo, no nos deja proyectar. Estamos más preocupados en pelearnos, en realimentar esta grieta, que en entendernos en nuestras diferencias. Somos hijos de un matrimonio que se vive peleando, nuestras vidas van a la deriva y tenemos que crecer a la deriva. Las generaciones jóvenes, mis sobrinos con distintas opiniones, tienen ideales, quieren cambiar, están comprometidos, quieren una Argentina diferente. Lo que pasa es que el argentino no tiene término medio, el argentino que vale es grandioso, y así tenemos grandes personalidades en el mundo de la ciencia, del deporte, de las artes. Ahora, el argentino malo es muy malo, y es capaz de hacer mucho daño. Creo que acá hay gente que es profesional para hacer daño, hay mucha ambición, mucho egoísmo y un no sentido de comunidad. Mucha gente tiene ganas de hacer las cosas bien, es honesta, pero da la sensación que la gente que tiene más talento para hacer daño es la que tiene el poder, la que interfiere y termina arruinando tu vida. La gente piensa que nosotros, los artistas, somos marcianos. No somos marcianos, cuando hago un concierto la inflación influye. La gente piensa que bajo de un helicóptero, vengo y canto y me voy. No, acá hay trabajo, ensayo, preparación, producción, gastos, viáticos, todo.

Su visión sobre la actualidad del país

— Mucha gente quiere verte en los próximos conciertos y no podrá comprar una entrada.

— Hago un sorteo, doy posibilidades, pongo entradas baratas, entradas caras, qué va a pasar cuando llegue el concierto, cuánto van a costar los servicios, a todos nos afecta proyectar. Un chico joven hoy no puede sacar un crédito, no puede proyectar a 15 años o a 20 años con una tasa de interés razonable. Estás construyendo un castillito y viene uno y te hace… (sopla). Cuando tenés varias décadas decís “¿otra vez? ¿Otra vez?”. Súmale a la inflación, la inseguridad, el salir y que te peguen un cuetazo.

— Vas a cantar en Capital, en Rosario, en Córdoba, a pesar de todo.

— Hay un sitio que reproduce programas de televisión viejos. Hay un programa en el que trabajé, “Nosotros y los otros”, con Rodolfo Beban, Silvia Montanari, Florencia Peña, Gloria Carrá, muchos estábamos empezando en ese momento. En una escena, Beban hablaba de la inflación y el dólar en los años 89, 90, los mismos problemas. Alguien que tropieza 40 años con el mismo problema tiene que ir al médico.

— Son un montón de alguienes, me parece.

— Son una sucesión de alguienes de diferentes sectores políticos. Eso es lo que veo, es “otra vez esto”.

— En mayo, ¿vamos a cantar y bailar cuando vayamos a ver tus shows?

— Hay de todo. Uno intenta provocarle a la gente emociones diversas. Cantar, bailar, reírse, emocionarse. Ese es un sello que naturalmente apareció en mí, no es que hubo un departamento de marketing, escucho música diversa desde que tengo uso de razón.

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