Pierpaolo Barbieri con María Laura Santillán: “Todos los momentos son difíciles en la Argentina”

La historia del fundador de Ualá, la fintech que no para de crecer. Lo que aprendió de sus padres y los consejos de su abuela. Por qué eligió vivir en Argentina después de 13 años fuera del país

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María Laura Santillán con Pierpaolo Barbieri

Pierpaolo vivía con su mamá y su papá en Buenos Aires, en el barrio de Caballito. Soñaba con ir a la Universidad de Harvard. Pero esa universidad de élite es carísima para los argentinos y sus padres no podían pagarla. Tan fuerte era su deseo que a través del ciclo de debates de su escuela, logró conectarse con Harvard y pudo conseguir una beca. Estudió Economía e Historia y más tarde consiguió también una beca para un posgrado. El fundador y desarrollador de Ualá hoy tiene solamente 34 años y en cuatro o cinco desarrolló una fintech que crece sin parar.

— Soy un poco testarudo, me dicen siempre. Si, tenía esa meta. Era algo que soñaba. Y tuve la linda fortuna de poder vivirlo. Fue una experiencia increíble. Estoy muy feliz de estar de vuelta en Argentina y trabajando acá. Estados Unidos tiene un sistema muy bueno donde existen becas basadas no solamente en el mérito sino también en la necesidad. La universidad tiene un contrato de honor con la gente que recibe esa beca, un día te ayudan a vos y el día de mañana vos tenés que dar de vuelta eso a la universidad. En ese momento, en 2005, ir a la universidad costaba unos 50.000 dólares al año, era extremadamente cara y en el momento del 4 a 1, era imposible de pagar. Hoy yo ayudo a que otra gente pueda tener esa posibilidad no importa de donde vengan, que tengan el deseo, el mérito y esa necesidad. Tuve un montón de exámenes, muchísimo trabajo para poder entrar. Y con esos exámenes del currículum más la historia te dicen sí o no.

— ¿A los alumnos que te rodeaban les resultaba más fácil estudiar que a vos?

— Sí, y todo el mundo que entra a una universidad así tiene en el primer año un momento de crisis porque es el momento donde vos te preguntas “¿por qué yo?”. A mí me pasó, yo tuve dos meses donde decía: seguramente yo fui el error del comité de admisiones.

— ¿Por qué?

— Porque todo cuesta y porque ves un montón de gente alrededor tuyo que… Yo fui a la universidad con atletas olímpicos, con un genio matemático, con gente que a los 18 años ya había recibido premios, publicado libros, una compañera mía era best seller del New York Times a los 19. Uno de mis profesores me criticaba la gramática en inglés, entonces…por qué yo? Eso le da a uno una humildad que es necesaria cuando uno va a una universidad de élite. Todo el mundo por el resto de tu vida va a saber que vos fuiste a esa universidad y a veces cierta gente que se gradúa en esas universidades habla demasiado de eso como si haber ido probara que ya es alguien y no, la verdad es que no hizo nada, solo tuvo la posibilidad de entrar. El resto de la vida hay que jugar el juego y probar que te merecías que te eligieran.

— ¿Qué fue lo más duro, ese momento en que decías “por qué yo?” o extrañar a tu familia y a tus amigos?

— Yo diría que los dos. Me fui a Estados Unidos y tenía 17 años, ese fue el momento más difícil. Viví en total 13 años en Estados Unidos y en el Reino Unido. Creo que el desarraigo es muy real y especialmente cuando uno se va tan joven.

— ¿Por qué volviste a la Argentina? ¿Por qué decidiste tener tu casa acá?

— Tengo mi casa acá y yo quería encontrar una manera de volver. Cuando uno tiene la posibilidad de estudiar en un lugar así o de hacer una carrera en Estados Unidos y en Londres, se crea el deber de tratar de resolver ciertos problemas del lugar que te vio nacer. Es como ese contrato de honor de la universidad que uno tiene con el país de donde es. Yo tengo un amor por la Argentina, tengo a mi familia acá, amo estar acá, yo quería encontrar algo que me trajera de vuelta. Ualá para mí fue eso, es eso y será eso. Creo que desde Argentina podemos cambiar las finanzas de América Latina. Nosotros tenemos una misión, es muy sencillo, traer los servicios financieros al siglo XXI.

Pierpaolo Barbieri: “Todos los momentos son difíciles en Argentina"

— Un país que se maneja con efectivo y que tiene la mitad de la economía en negro no lo hace dificil?

— Es complicado. Hay otros países así en el mundo, pero en Argentina la falta de inclusión y la falta de acceso nos crea un problema a todos para crecer y para desarrollarnos. Y en un país donde más del 50% de la gente nunca tuvo un método de pago que no sea el efectivo crea un problema más grande que el hecho de que no tengan tarjetas, el problema es que no tienen acceso a un crédito que sea pagable. No tienen acceso a un método de ahorro que los proteja de la inflación. No tienen acceso a un seguro. A veces la diferencia entre estar en la clase media y caer a la clase baja es si tenés un seguro o no. Dar ese acceso a toda la sociedad es súper importante y nuestro país tiene una deuda, toda la región tiene una deuda. Nosotros pensamos que desde Argentina en vez de exportar solamente trigo, soja , maíz, podemos exportar conocimiento.

— Estamos en un momento difícil de la Argentina.

— Todos los momentos son difíciles en la Argentina. A los argentinos nos encanta hablar de cómo es un momento particularmente difícil y aún en las décadas donde tuvimos muchísimo desarrollo y muchísima riqueza también hablamos de lo difícil que es estar en la Argentina. En algunas de mis primeras memorias en el 95, 96, 97, la Argentina crecía muy rápido, y sin embargo todo el mundo decía que era un momento difícil. Lo que digo es que todos los países del mundo tienen momentos difíciles. La macro siempre nos da excusas en Argentina. Y tenemos un país que efectivamente en los últimos 12 años no ha crecido.

— ¿No es más difícil ahora con la Argentina sin dólares en el Banco Central y un sector de la coalición oficial que no quiere acordar con el Fondo?

— Sí, sí. Alguien me preguntaba “qué van a decir si no arreglamos con el Fondo?”. En mi vida ya es la quinta vez que tenemos un potencial default con el Fondo. A veces lo evitamos y a veces tristemente no. En el extranjero dicen que a los argentinos nos gusta hablar demasiado de nosotros mismos y poco de lo que pasa en otros lados.

— Tu empresa crece en Argentina. ¿Sos la mosca blanca? ¿Hay muchos que están creciendo?

— Yo no soy nadie. Hay mucha gente mejor que yo y mucho más exitosa que yo y lo que necesitamos crear en la Argentina es la idea de que en el ecosistema y en la competencia ganamos todos. Porque el capitalismo no es siempre ganar, es que haya gente que le vaya mejor que a uno. Lo que yo pregono es que nosotros tenemos que exportar servicios digitales desde la Argentina para todo el mundo, que es una manera de exportar más e importar menos. Nos convendría que todos los desarrolladores sólo vengan a trabajar a Ualá y que no se desarrolle ninguna otra empresa. Y lo que yo digo es no, no importa lo que le convenga a la empresa, lo que importa es lo que le conviene a la Argentina y a América Latina, es crear servicios desde acá y exportarlos al mundo. Porque si importamos más de lo que exportamos tenemos un problema de balanza de pagos y eso nos hace más pobres. Los países que se han logrado desarrollar como los del Sudeste asiático y China han logrado exportar mucho más de lo que importan. Una de las maneras es haciendo servicios digitales desde acá porque tenemos el talento, tenemos la experiencia, tenemos las empresas y tenemos a gente. Personalmente a mí no me conviene, pero nos conviene a todos como sociedad. La aceleración del desarrollo de la tecnología con la popularización de la Internet a fin de la década de los 90 y principios de 2000, nos encontró en un momento en que nacieron muchas empresas desde Argentina, empresas que han creado grandes imperios, son las empresas que más admiro en la vida. MercadoLibre, Globant, Despegar, OLX, Patagon en su momento, entrenaron mucho talento. Ese talento crea una oportunidad que se encuentra acá y no en Brasil, no en México, no en Colombia. Eso crea la posibilidad de que exista innovación en América Latina que no sea copiar lo que está en otro país, es hacerlo desde acá, hacerlo mejor que el resto y exportarlo por el mundo.

— ¿Llevas argentinos a tus empresas en México y Colombia?

— Sí. Tenemos 1.200 personas en el equipo y más del 80% son argentinos. Entonces tenemos mucha gente trabajando para el proyecto de México desde Argentina y también desde otros lados, tenemos 16 nacionalidades en el equipo que trabajan desde siete oficinas distintas por el mundo. Comparados con los desarrolladores que encontramos en cualquier otro lugar los desarrolladores argentinos son excelentes. Necesitamos muchos más. Por eso necesitamos entrenar mucho más talento, potenciar más talento y que el día de mañana vayan a otra empresa y creen nuevas ideas que seguramente sean mejores que la nuestra. Eso crea un ecosistema que nos beneficia a todos como sociedad.

Pierpaolo Barbieri: “Mi abuela me decía que había que trabajar más que el resto"

— Algunas personas te dieron buenos consejos. ¿Qué consejos te dio tu abuela?

— Uno siempre recibe grandes consejos de un montón de gente, mi abuela era una de ellas. Siempre me decía que había que trabajar más que todo el resto. Estudiar más y trabajar más, lo que nos diferenciaba al final del día era el deseo y la voluntad de trabajar más. Porque no siempre uno es el más inteligente o el más dotado, pero tiene la posibilidad de tener la voluntad de quedarse más horas.

— Cómo ves a los argentinos. ¿Trabajan mucho?

— Los argentinos cuando tienen una motivación trabajan más que ninguno en el mundo. Al principio éramos solamente diez, sacamos el producto con solamente trece personas en el equipo, catorce. Éramos todos argentinos. Y nos quedábamos hasta cualquier hora. Cuando hay una misión, el argentino y la argentina trabajan más que el resto del mundo. La gente piensa que en los países a los que no les va bien macroeconómicamente, la gente no trabaja tanto, pero los griegos trabajan más que los alemanes. Y los argentinos trabajan mucho más que otras nacionalidades. Aunque es increíble la ética de trabajo que existe en Colombia y en México, en parte por eso invertimos ahí. Las generaciones más jóvenes quieren trabajar con una misión clara. Por eso una de las cosas que nosotros hicimos casi al principio fue pensar cuál es nuestra misión, por qué trabajamos todos los días, qué nos hace trabajar más como decía mi abuela más horas, más duro, más que el resto. ¿Por qué? Porque tenemos un norte. Y socialmente eso te hace bien.

— Un proyecto.

— Un proyecto. Eso también aplica a la sociedad.

— ¿Por qué tus viejos no están en esta conversación?

— Están, por supuesto. Mis viejos son clave para mí, son muy cercanos a mí. A mí me encanta vivir en Argentina porque estoy cerca de ellos. Además al ser hijo único de una familia de origen italiano irme fue difícil, volver fue más fácil.

— ¿Sos el chico más malcriado que existió?

— 100%. 100%. Pregúntale a mi novia, sí. Soy malcriado y también testarudo como te dije al principio. Y creo que, volviendo a eso, la ética de trabajo es algo que siempre me inculcaron mis papás. Yo trabajé en un libro que no leyó nadie sobre la economía del nazismo y se lo dediqué a mis padres porque verlos a ellos durante los años difíciles de la Argentina entre el 2000 y el 2005 me enseñó el valor del sacrificio, de pensar en hacer las cosas difíciles hoy en pos de un mejor mañana. Es lo opuesto de la gente que dice “la voy a vivir toda hoy porque mañana no sé qué pasa”.

— ¿Y cuándo te relajas? ¿Siempre estás con el celular prendido?

— Sí, paso demasiado tiempo en el celular dicen las estadísticas del celular, pero relajo bastante. Me encanta el cine, pensé que iba a estudiar algo relacionado al cine. Es una deuda que tengo pendiente conmigo mismo. Corro todos los días, es algo que me hace muy bien. Y a veces las mejores ideas que tengo las tengo haciendo ejercicio. Trato de correr todas las mañanas y por supuesto tener una vida social y amigos y familiares. Siempre le doy crédito a mi novia que me enseñó qué es importante dormir y es algo que no hacemos. Al principio de mi carrera yo dormía cinco, seis horas. Cuando uno trabaja en finanzas en Estados Unidos es muy normal tener días de 16 horas, y son productivas solamente seis o siete, la gente duerme poco. Hay un par de libros y un montón de investigación en los últimos años que marcan la importancia de dormir bien para ser productivo, se lo dicen a los atletas, se lo dicen a los políticos y aplica también al sector privado. Cuando uno tiene que tomar decisiones importantes tiene que dormir bien y hacer ejercicio o algún tipo de actividad. Es parte de la rutina de gente que vive con alta presión, como los líderes en Europa.

— Fuera del país los argentinos somos vistos como problemáticos ¿no?

— Sí. Nos ven como el chico que insiste en tener las mismas charlas todo el tiempo. Un mentor mío de la universidad me recordó una frase con que empezaba un libro de economía clásico de los 80 : existen cuatro tipos de países en el mundo: los desarrollados, los en desarrollo, Japón y la Argentina. Japón es un país que sin tener nada tiene todo y Argentina es un país que tiene todo y no tiene nada. Una frase muy dura sobre la inestabilidad y los problemas que son recurrentes en la Argentina. Habrás visto esos chistes que aparecían en las redes sobre las tapas de los diarios de los 80 donde tratamos de reiterar las mismas soluciones a problemas que no hemos logrado resolver. Creo que necesitamos crecer tanto literal como figurativamente y nuestra prioridad debe ser que la economía se expanda. Las discusiones políticas que son normales, para nosotros son mucho más dañinas, mucho más polarizadas y mucho más dolorosas.,

— De la vida diaria por qué elegís la Argentina?

— Porque la calidad de vida de la Argentina es increíble. Especialmente en una ciudad global como Buenos Aires. Salir con amigos, una vida social muy activa, gran creatividad, grandes restaurantes, grandes parques, lugares para ir y una vida cultural muy rica. Hay ciertas sociedades que a pesar de ser muy estables son monótonas y aburridas. Y Buenos Aires y Argentina en general nunca es aburrida, a mí me encanta la gente creativa que veo en el día a día.

Entrevista de María Laura Santillán
Entrevista de María Laura Santillán a Pierpaolo Barbieri

— ¿Cuánto tiempo pasas acá?

— Más de la mitad del tiempo vivo acá. La pandemia nos desafió a ser más regionales y más federales. Hoy tenemos gente en 19 provincias, en 45 ciudades, poder tener un centro de desarrollo en el Chaco, en Mendoza, en Tierra del Fuego, en Chubut, nos cambia. Uno de los mejores desarrolladores que tenemos lo tenemos en Rosario. Antes no teníamos acceso a ese talento porque pensábamos en Buenos Aires.

— Pierpaolo, ahora que la empresa es cada vez más importante, ¿hay gente que te mira distinto ?

— Uno de mis profesores favoritos, un gran experto en inflación, terminaba todos los semestres en la Universidad de Harvard diciendo una frase que les decían a los papas en la Edad Media que era “sic transit gloria mundi”. A todos los que se graduaban en una universidad tan prestigiosa nos decían “acuérdense que la gloria del mundo pasa rápido”. Entonces yo tengo que saber que mi trabajo es contratar gente mejor que yo, retener a esa gente en la empresa y potenciarla. Porque el día de mañana si Ualá es demasiado grande para que la maneje yo, que como dijiste soy historiador, no soy empresario, no sé nada de management, tendré que tener la humildad para saber que puede venir otra persona que sea mejor que yo.

- O sea, hay gente que antes te ninguneaba?

-No te voy a mentir, veo que hay gente que en algún momento dijo “si tu empresa funciona me retiro” o “vos hacés la empresa solamente para los jóvenes y para los pobres”, y ahora van corriendo a otras empresas a pedirles que les hagan una Ualá. Hay que entender que ya somos más grandes. Pero ante todo tenemos que tener la humildad de ver que lo que funciona hoy, puede no funcionar mañana. Lo que importa es la idea. Porque lo que cambia el mundo no son las personas, son las ideas.

— Los tienen la tarjeta son jóvenes en su mayoría, verdad?

— Sí, tenemos un público muy joven, el 65 al 70% son menores de 35 años. Pero hoy más del 27% de la Argentina menor de 25 años tiene Ualá, es increíble. Porque eso quiere decir que estamos incluyendo a gente que antes estaba excluida del sistema.

— ¿El secreto del éxito es que no hay que pagar por tener la tarjeta?

— Lo que hacemos es usar la tecnología para bajar radicalmente el costo de darle a todo el mundo una cuenta. Que sea universal, que sea inclusiva, que sea gratuita, y que además rompa con ciertas brechas. La brecha de género en las finanzas en Argentina es profundísima y a mí me da mucho orgullo liderar una empresa donde el 49% del equipo es femenino y más del 40% del management. Eso cambia la manera en que hacemos el producto.

Pierpaolo Barbieri: “La inclusión financiera es buena desde donde uno se pare ideológicamente"

— Insisto en que crece la economia en negro.

— Eso nos daña a todos. Porque nadie tiene historia crediticia, sólo pueden tomar préstamos del prestamista de barrio que cobra el 500% en un ambiente inflacionario. La inclusión financiera es buena no importa desde donde uno se pare ideológicamente. Tanto el gobierno de Duque en Colombia, que es un gobierno de centroderecha, como el gobierno de López Obrador de México, que es un gobierno de centro izquierda, apuestan por la inclusión financiera.

— En Argentina la crisis política trae problemas económicos o es al revés?

— No importa donde se origina, hay explicaciones exógenas y endógenas de cómo nace el fenómeno, el problema es que nosotros tenemos una inestabilidad macroeconómica que no nos permite dar previsibilidad para invertir. Argentina es un país mediano, no es un país grande. E históricamente fuimos mucho más ricos de lo que somos hoy. Es muy difícil socialmente entender que nosotros somos más pobres en términos relativos que nuestros abuelos. Necesitamos capital del mundo para crecer, por eso es bueno que vengan las inversiones chinas, rusas, americanas, francesas, italianas, españolas. A nosotros nos llena de orgullo que un gigante como Tencent de China, SoftBank de Japón, Goldman Sachs de Estados Unidos, inviertan en Ualá. Es una apuesta al desarrollo argentino. Necesitamos mucho más de eso. ¿Cuál es el freno a eso? La inestabilidad macroeconómica. Entonces, si nosotros logramos resolverla, puede originarse en la política, en la economía, en las finanzas o en donde sea, puede venir más inversión. Si no hay inversión no vamos a crear más puestos de trabajo.

— Estamos complicados.

— Estamos complicados, sí.

— ¿Qué te pasa cuando te quieren comprar la empresa? Decís no, ni loco, o escuchas?

— No, por ahora no está en venta y estamos muy felices de poder realizar este sueño nosotros mismos. No lo hicimos para hacerlo y venderlo. El día de mañana no lo sé.

— ¿Puedo decir que liderás una de las empresas que más crece en Argentina o me vas a decir que se puede terminar todo en cualquier momento?

— No, te voy a decir que es verdad y también es una de las empresas que más ha contratado en los últimos dos años. Y quiero que siga siendo así y que vengan otros a competir con nosotros porque eso quiere decir que se va a desarrollar más el sector en la Argentina que nos beneficia como país.

— Sos un millenial hecho y derecho.

— A nosotros competir con Nubank, con MercadoLibre, nos hace mejores cada día. ¿Por qué? Porque si no uno se achancha, no tiene competencia. Y creo que con esa filosofía podemos hacer productos más robustos que triunfen en el mundo.

— ¿Tu novia es argentina?

— Sí, está bueno tener una relación con alguien que uno admira y además con alguien que tiene una experiencia similar, especialmente de dónde uno viene. Porque entiende muchas cosas que quizás un extranjero no entiende.

María Laura Santillán con Pierpaolo Barbieri

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