Leonardo Sbaraglia es uno de los actores argentinos más talentosos y a la vez, de los más exitosos: no para de trabajar. Premiado y multipremiado. La cantidad de películas que protagonizó se cuentan por decenas. Del mismo modo las series y los trabajos en teatro. La película “Hoy se arregla el mundo” lo tiene como protagonista. Es joven, tiene apenas un poquito más de 50 años y como plus, es un sex symbol.
— (Risas). Me mataste con eso. Gracias.
— Le gustás a todas. Hablo de distintas generaciones.
— Está bueno. Y, son años… Hace treinta y pico de años que laburo. Empecé en el 86, es toda una vida. Estuve más haciendo películas y filmando que viviendo.
— ¿Te asumís sex symbol? Para empezar con una primera pregunta profunda.
— Me encanta. Trato de ponerle onda. Me cuido también.
— ¿Las canas te dieron un toque definitivo?
— Ramón, mi representante, me dice: “Hasta te han salido las canas bien”.
Me gusta mucho vivir acá
— Filmás aquí y en España. ¿Dónde estás más tiempo? ¿Dónde están tus cosas más queridas?
— Yo vivo acá y me gusta mucho vivir acá. Me fui a España en el 2000 y viví hasta el 2010 allá. Había ganas de estar con la familia. Hay una vida social argentina que es difícil encontrar en otro lado.
— ¿Los amigos?
— Los amigos, el asado, la pasta del domingo, que mi hija juegue con otros chicos. Porque allá es otra cosa. No es mejor ni peor, no es el lugar donde vos creciste.
— Pero no tenés casa en España.
— No, no tengo, nunca tuve casa, no. Siempre alquilé. Lo poco o mucho que gané allá tuve la posibilidad de comprarme un campito acá que es mi lugar en el mundo en este momento.
Es algo pendiente hacer el divorcio
— No te volviste a casar.
— No, me quedé pensando...
— ¿Dudaste?
— No (risas). No me volví a casar. Es que de hecho ni siquiera estoy todavía divorciado legalmente. Estoy separado hace 6 años y el divorcio, por las razones que sea de la vida, todavía no lo hemos hecho. Me parece que es bastante lógico en una relación de tantos años y además nos llevamos bien y tenemos una hija en común. Pero es algo pendiente hacer el divorcio, a ver si el 2022 me ayuda (risas). Estoy como en el medio de ver qué tipo de relación quiero. Estoy todavía encontrándome a mí mismo en muchos aspectos.
Pensar en convivir con alguien otra vez me está costando mucho
— Cuando vivís solo te acostumbrás a una rutina. ¿Es difícil después compartir con otra persona?
— Sí, te soy muy sincero, te estoy hablando con mucha honestidad, estoy bien y estoy tranquilo. Y estoy encontrando también mi espacio, mi hogar, mi lugar, el orden dentro de mi lugar, cómo lo quiero. Cada vez que pienso en la alternativa de convivir con alguien otra vez me está costando mucho. Pero no lo descarto. Me encantaría que el amor me arrasara como una ola. Esta cosa de que cuando uno se enamora no piensa, dejar de pensar. Por ahora estoy pensando demasiado.
— No suena lindo eso de que venga el amor y te arrase.
— Ah, ¿que te arrase? (risas) No, yo recuerdo esos momentos de enamoramiento y son hermosos. Después en una relación hay que poder seguir siendo uno. Me parece que eso es quizás lo más difícil, con todos los claroscuros de la identidad de uno. El tema es no perder. Pero nos estamos metiendo en un lío filosófico.
— ¿El tema es no perder la mitad del placard, o la mitad de la biblioteca?
— Eso supongo que se pierde (risas). Yo por ahora no tengo mucho lugar en el placard. Será que es eso. Voy a hacer una subasta con toda la ropa que me sobra. En algún momento me gustaría dar un espacio para que entre otro. Sí.
— Claro, Marie Kondo, ¿no?
— Marie Kondo, espectacular.
— ¿Cómo es ser papá de una hija adolescente que trae los temas que preocupan a su generación? La discriminación, los derechos, el cambio climático, cuidar el planeta.
— Sí. Estamos en temas uno más importante que el otro eh. No tengo descanso. Con mi hija yo estoy aprendiendo también a ser papá. Me gusta mucho todo lo que le pasa y obviamente me gusta mucho conversar con ella. Están en otra. Con otra cabeza. Yo creo que hay que escuchar, más que nada. Nosotros somos de una generación bastante deconstruible ¿no? Quizás para unas generaciones más arriba es más difícil, tampoco se puede generalizar, pero me siento bastante deconstruible. Y creo que eso está bueno para una relación con una piba de 15. Ella me enseña. Yo por supuesto que hay un montón de cosas que le puedo enseñar de lo que he vivido. Pero fundamentalmente tratar de que ella entienda quién soy yo, y que estoy dispuesto a acompañarla y que estoy dispuesto a tratar de entendernos cada vez mejor. Cada vez que hablo con ella me sorprende. Cada vez que yo me enojo por algo internamente se lo hago explícito a ella y ella me devuelve algo que no me esperaba.
— ¿Te enseña?
— Me enseña a relacionarme mejor con ella y eso tiene un espejo y un movimiento como si fuera dominó en todos los aspectos de mi vida.
— ¿Te corrige? “Esto no se dice”. “Esto ya no existe más”.
— Sí, alguna vez con el lenguaje inclusivo me dice “papá, no te burles”. Pero también hay que entender que para nosotros es difícil, tenemos otra experiencia, no nacimos con eso.
— Nuestros padres eran distintos con nosotros.
— Mis papás no estaban tanto porque eran jóvenes. Mi viejo se recibió de médico cuando yo tenía 3 años y después de psicoanalista. Mi vieja estaba dando clases en 5º grado. Hoy con mis viejos somos cada vez más amigos. Con mi vieja, con mi viejo, tenemos una relación muy también abierta, muy dinámica. Mi vieja yo siento que me acompañó un montón. Mi viejo quizás estuvo más ocupado. Pasa que cuando mis viejos se separaron eso te produce un... a mí me produjo un golpe fuerte y todavía estoy pensando en eso.
— ¿Todavía? Sos rumiante.
— Sí, todavía. Puedo seguir pensándolo y entendiendo y rearmándolo. Porque algo ahí hizo “bum” (n de la r: hace gesto de explosión). El mundo era para mi el barrio en que vivía y me crié, Sáenz Peña, era mi lugar. Jugábamos al fútbol y estábamos todo el día en la calle. Cuando mis viejos se separaron mi viejo se fue a la Capital. Era un plomo, tener que ir el fin de semana. Cuando empecé a tomar clases de teatro a los 11, 12 años, algo de ese mundo se empezó a integrar. Ahí es donde yo me empecé a sentir más cómodo.
A mí tampoco me gustaba ir a ver a mi papá por compromiso
— Me impresiona que sigas reflexionando sobre el momento en que tus papás se separaron.
— Yo soy así. (Risas) Me pasa así, lo pienso. Se ve que hay algo de la profesión, de estar todo el tiempo buscando, reflexionando, analizando. Qué tipo de padre uno quiere ser. Qué exigirle. Muchas veces le digo a mi hija: “che escuchame, quiero que vengas a casa” y a mí tampoco me gustaba en ese momento ir a ver a mi papá por compromiso, quizás tenía más ganas de quedarme jugando al fútbol.
— Muchas personas hoy dicen “me quiero ir de la Argentina, la Argentina está invivible” . Está difícil.
— Sí, por supuesto, lo asumo. Argentina es un país en el que hay que pelearla. España es un país, se diría en inglés “smooth”, va todo más tranquilo. Al mismo tiempo hay algo de la tensión política, social, hay algo de esta puja de este país que es muy…no quiero decir entretenida, porque después...
— Entretenido es.
— Muy. Muy entretenido.
— Pero también es crispado, muy tenso.
— Esa es la parte que menos me gusta. En Relatos salvajes se ve muy bien eso, nos vemos reflejados muy bien. Lo ves cuando la gente maneja, parece que estamos a los codazos. La crispación no me gusta. No me parece que sea esa la manera de arreglar las cosas, dejando de escuchar. Lo vemos en la tele, periodistas gritando uno arriba del otro en algunos programas. Nadie se escucha. Me parece que está bueno escucharse más.
— ¿Sobre la serie de Maradona, “Sueño bendito” recibiste devoluciones a “tu” Guillermo Coppola que fueron espectaculares o exagero?
— Estuvo muy bueno. Muy bueno además conocerlo a Guille.
— ¿Tuviste contacto con Guillermo Coppola de carne y hueso?
— Sí, sí. Lo llamé y estaba en Madrid, justo estaba por jugar River-Boca ahí en Madrid. Y me consiguió las entradas. Estaba en un hotel en Madrid con un grupo de amigos y fui, cené, comí, me invitó. La mejor onda. Desconozco los detalles de por qué no tuvieron tanto contacto con él para armar las cosas en la serie. Pero él aun así se prestó completamente para ayudarme.
— ¿Y él qué dijo de tu trabajo?
— Le gustó mucho, lo dijo además públicamente. Entiende perfectamente cómo es también este negocio.
— Se enojaron Claudia, se enojó Dalma, se enojó Gianina.
— Sí. Ya habiendo visto la serie me parece que fueron cosas infundadas. No me quiero meter en otra polémica (risas). Había miedo cuando la serie todavía no se había visto porque se habían filtrado algunas escenas, etcétera, etcétera.
— Estuve viendo tu último estreno, la comedia “Hoy se arregla el mundo”.
— La película habla de lo difícil y lo complejo y maravilloso que es el tema de la paternidad. Y lo toca con hondura a pesar de la ternura y del humor. Es una película hermosa. A la gente le está gustando mucho. Estamos frente a la incógnita de qué pasa con la gente y el cine hoy. Está costando. El cine se ha reemplazado en estos dos años de pandemia por otras tecnologías. Reemplazado entre comillas porque el cine es un fenómeno: se apagan las luces, la técnica es otra cosa, la imagen es otra cosa, el sonido es otra cosa.
— Por estas horas hay mucha gente con Covid. La ómicron nos trae dos temas esenciales, uno es el miedo al contagio y el otro, que se paralizan o reducen las actividades.
— Nosotros la terminamos de filmar una semana antes de que empiece el confinamiento, el 6 de marzo de 2020. Y la idea era estrenar en agosto de ese año. O sea, la película está detenida prácticamente hace un año y medio. Es difícil para una industria como la Argentina sostener una película durante tanto tiempo sin venderla a una plataforma, esperándola la mejor versión que es la de las salas. Me parece que está bueno verla en cine esta peli en particular porque es para ver en familia.
— ¿Te preocupa que se suspendan actividades?
— No me gustaría que se vuelva a suspender todo. Entiendo que se haya suspendido todo en su momento pero la verdad es que sí, eso me preocupa. Sería difícil, porque uno también hace sus proyectos. Nosotros los actores y actrices hemos estado bastante detenidos.
— Y si no se puede salir habrá que ordenar el placard, sacar las cosas que sobran, como hablamos.
— Y si no Marie Kondo.
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