Santi Maratea es muy joven, tiene 29 años. Decidió cuando era chiquito, que su tarea era ayudar. Ayuda a los que más sufren, a los que pueden morir, a los que necesitan una solución urgente. Pone toda su energía y su capacidad en causas que parecen perdidas. Tuvo y tiene una respuesta descomunal de la gente.
-Es muy difícil, casi imposible, hablar de la muerte de un niño, es durísimo. Es tan duro, que muchos no creemos en Dios justamente porque los chicos pueden enfermarse y morir. Santi se pone un montón de causas sobre los hombros, también las de los chicos enfermos, chicos con enfermedades muy graves, a los que muchas veces no ayudamos.
— ¿Hay algo más fuerte que la muerte de un niño? ¿Hay algo más insoportable?
— Es insoportable. Dentro de lo que nos molesta el no entender creo que debe ser de las cosas que más nos pueden molestar.
— Molesta, interpela, te dejan huérfano esas muertes injustas, a vos también.
— Sí, sí, sí. No tengo hijos yo, me es más imposible de entender.
— ¿No vas a tener hijos?
— No sé, la veo complicada, pero sé que la vida es larga y pasan muchas cosas. No me tienta hoy tener un hijo, hay cosas que me imagino divertidísimas, hay mucho por pensar. Que salga del amor, de nuestro lado natural, no lo creo, es meramente cultural lo que nos hace querer tener un hijo y eso no me gusta. Siento que aparte es un proyecto carísimo, carísimo. Comprar una camioneta 0 kilómetro, dejarla en el living de mi casa, es más barato que tener un hijo, nadie piensa en eso. El mundo no está para traer a alguien, no está muy lindo. Y traer a alguien tampoco es muy lindo para el mundo ¿viste? Me lleva a pensar en la adopción, desde ese lado es mucho más fácil que sea padre, porque hay un niño ya vivo, con padres ausentes. Me puede impulsar más rápido querer adoptar a la idea de crear a alguien que todavía no está.
“LAS PROMESAS SE PUEDEN CUMPLIR SI TODOS SOMOS PARTE”
— Tenés una sensibilidad especial porque en general el común de la gente se angustia o se entristece por los que estén cerca, por los de la misma sangre”. Vos te sentiste interpelado por alguien que está muy lejos, en otra comunidad.
— Sí, como Omar ¿decís?
— Omar Gutiérrez es de la comunidad wichí y en pandemia estaba en la lona y lo ayudaste.
— Es el primer wichí que sale de su comunidad, viene a Buenos Aires, aprende español y estudia abogacía para defender a su comunidad, le agarra la pandemia y tiene que volver a su casa. Es una comunidad olvidadisima hasta en los mejores momentos de Argentina imaginate en la pandemia. Me pidió trabajo y a mí me pareció muy lindo el gesto de pedir trabajo y no plata, cuando en sus condiciones puede pedir lo que quiera. Yo le dije “no vas a conseguir laburo a distancia como abogado” Y juntamos plata sin ningún objetivo. Conté su historia, se abrió la cuenta en el banco y listo. Se juntó ese día $800 mil, dije ¡guau! Cuánta fuerza y sin un objetivo. Fue meramente por el sentimiento, por estar interpelado por la historia de Omar, no sabemos qué necesita Omar, no sabemos si le dimos mucho o poco, sólo nos interpela su historia y pusimos plata. Yo dije: si hay un objetivo podemos llegar más lejos todavía.
— ¿Hay algo con los chicos? Pienso que ayudaste a juntar fondos para Joaquín, Ezra, Emita, Fede...
— Pero no tengo una cosa de Cris Morena de “los niños son lo todo,” pero no sé por qué tantos casos…
— ¡Porque son muy vulnerables! Porque tienen toda una vida por vivir.
— Sí, exacto. Igual yo no me pongo a juzgar cuando alguien me pide “che ¿me podes ayudar ?”
— ¿Y cómo lo evaluás? Porque te piden sin parar.
— No evalúo, porque ahora estoy haciendo una colecta. Y cuando viene una colecta no me importa nadie, necesito desconectar mi cabeza. Después me cruzo con un mensaje o con alguna persona en la calle que me dice “Santi, por favor”, y le digo “bueno”, generalmente es así. Intento solamente cambiar de causa. Lo mío no es una causa en especial sino la idea de la red, son esas promesas que se pueden cumplir si todos somos parte.
— ¿Emita por qué conmovió tanto a la gente?
— Hubo muchos factores. Primero, es un bebé, segundo necesito el medicamento más caro del mundo, el titular está solo. Y está clarísimo quién es el poderoso, quién es el enemigo, quién es David y quién es Goliat, porque es el medicamento más caro del mundo... los laboratorios. Mas la idea de si se logrará o no lo imposible. Hay una cosa mía: cómo hacer que el otro entienda que le estoy hablando a él, y al mismo tiempo no sé quién es esa persona. Y cuando sea parte, yo voy a seguir sin saber quién es.
— Ese es tu poder, lo que haces bien, la empatía.
— Cuento bien las cosas, o sea hablo con la mamá de Emita y después sé cómo hacer para que vos sientas lo que yo sentí cuando hablé con ella.
— ¿Por qué crees que la gente confía en vos ciegamente?
— Es una construcción, primero la plata nunca pasa por mi cuenta, entonces ya de ahí…
— Hay transparencia.
— Sí, no es que pasa por mí la plata y yo se la doy a alguien. La plata va de tu cuenta a la cuenta de la persona que la necesita.
—¿Cómo haces para contarlo, cómo haces para llegar al otro? Es una capacidad que no es común.
— Me pasa de verdad también, nunca es mentira.
“EL PRÓXIMO PASO ES MI ONG”
— Ahí está. Vos te alegras y te entristeces con las historias.
— Sí, y me estreso a veces y me engancho o me ilusiono, Las personas muchas veces me hacen sentir así. Mira, “Santi, estás vos, esto está en tus manos”.
— Qué presión.
— Sí, mucha presión. Porque si freno no va a seguir avanzando, si yo dejo de juntar plata… Yo creía que cualquier famoso lo podía hacer sólo que no tenían el interés, y después muchos me dijeron “¡guau! lo que haces yo no lo podría hacer”. Entonces si yo freno nadie iba a agarrar el micrófono e iba a seguir. Es estar todo el día, todo el tiempo diciendo qué está pasando. Y comunicar para que el otro entienda lo que está pasando.
— ¿Ahora qué estás haciendo?
— Ahora estoy intentando conseguir una receta de un medicamento que es el más caro del mundo, estoy de vuelta en lo mismo.
— ¿Con Madeleine?
— Sí, con Madeleine. Cuando terminé con Emita dije “no me ocupo más de este tema para que no crean que yo lo puedo hacer una y otra vez”. Pero fue tan grande que no pude irme tan fácil. Lo hice por dos motivos; primero porque está buenísimo conseguirlo, me va a costar mucho más, me voy a estresar un montón pero se va a conseguir. Segundo, porque voy a demostrar que no es tan fácil hacerlo por segunda vez. Voy a hacer una especie de reportaje a todas las familias con esta enfermedad para poder dejar en claro: chicos, yo ya puse todo lo que yo puedo poner para abarcar este tema, no puedo más, ya está.
— Contame un momento en que te alegraste mucho vos, bien adentro.
— Cuando Emita arrancó a agarrar cosas o sostener su cabeza para mí fue muy emocionante eso. A veces hablo con la mamá de Ezra, toda la historia de Fede me brindó mucha contención, eso de decir “estoy muy feliz”.
— Pero Fede se murió.
— Sí. Pero tuve momentos súper alegres con Fede, con su familia. Sí, disfruto mucho estar llegando a lugares. Por ahí estoy comiendo con la familia de Fede una pizza y digo “qué loco, estar acá y cómo se van gestando las cosas”, me pone muy feliz. También he sentido mucha felicidad cuando termino y puedo descansar. Me recuerda a cuando terminaba el colegio, que de un día para el otro arrancan las vacaciones, es medio así, termina una campaña y toda la presión se va de un momento al otro. Y yo estoy feliz, duermo muchísimo.
— ¿Qué te pone muy triste de todo este trabajo?
— Lo que no puedo abarcar, sí. Inevitablemente. Mensajes de alguna enfermedad, o alguien que diga “soy diseñador y no tengo compu y nunca la voy a poder comprar” y yo sé que se lo podría solucionar rápido pero no tengo tiempo. No es por la plata, a veces es por el tiempo. Hace poco salimos de una entrevista y un chico que estaba en la puerta tenía una enfermedad. , Un chico de mi edad que necesitaba 2 millones de dólares también. Y me dijo “no me dejes morir, tengo tu edad, quiero vivir” ( n de la r: se le llenan los ojos de lágrimas) Lo pienso, pero no puedo abarcar, y digo “qué puedo hacer, cómo lo puedo ayudar”, ahí está el tema de la falta de tiempo y eso me pone triste. O sea me gustaría ayudarlo.
— Es muy fuerte ¿no?
— Sí, porque el otro realmente cree que vos podes. A veces el otro tiene razón, vos podes y crees que no podes. Pero a veces no, no podes y el otro cree que sí.
— ¿Y por qué no podías?
— Porque es mucha plata, 2 millones de dólares otra vez, al mismo tiempo. Pensaba “él tiene mi edad, puede hablar, a diferencia de un bebé”, desde ese lado me es más fácil que la gente empatice... pero no puedo, además está mi salud mental. Hace poco estaba en una reunión de trabajo hablando de cómo seguimos, y yo “a que nadie está pensando que yo por ahí yo exploto ahora”.
— No hay donde buscar esa ayuda, no le podes decir a ese pibe que te dice “me estoy muriendo” anda a tal lugar.
— No. Lo que busco hacer es generar mi ONG, es mi próximo paso, Termino esta colecta y freno todo para empezar a pensar y armarla bien.
“ME DAN MUCHO MIEDO LOS POLÍTICOS. MIEDO QUE ME CORROMPAN”
— ¿Te acusan de hacer antipolítica?
— Sí, me acusan de tantas cosas, de hacer antipolítica, de robar,
— Robar ¿por qué?
— Porque como junto tanta plata, la gente dice “algo se lleva”…
— No importa.
— No, porque yo siempre difundo cómo es.
— ¿Te buscaron políticos?
— Sí, pero a mí me da mucho miedo, y no es el clásico miedo a un político, me va a desaparecer, me va a matar con su mafia, no. Me da miedo que me corrompan. Son gente muy manipuladora, muy amorosa, y yo no los quiero conocer.
— ¿Cómo haces? ¿No les contestas los mensajes o te juntas con ellos?
— Cualquiera que me pida una reunión yo la tengo.
— Quiero nombres.
— No, no (risas). Las tengo por respeto. Siempre me llaman porque quieren ayudar’
— ¿Y ayudan?
— No saben ayudar pareciera. Pero me llama una persona con poder que quiere ayudar y yo por respeto obviamente lo voy a atender. Por ahí voy a una reunión y estoy muy atento a que no me corrompa. Si yo arranco a decirle “che, podrías hacer esto” o “con tu trabajo ¿no podrías hacer aquello?”, ya estoy pensando en hacer en equipo con él, y no.
— ¿Y eso sería corromperte?
— No, pero de a poco...
— Estás a la defensiva con los políticos.
— Me dan miedo, o sea no es una cosa que creo que la razono tanto, pero tengo miedo.
— ¿Votaste? ¿Decís a quién votas?
— A Del Caño digo, pero esta vez no voté a Del Caño. Tengo una situación con el voto en blanco y el nulo, por lo que representa ese debate. Creo que esos dos votos son diferentes y hay mucho de filosofía.
— O sea: votaste en blanco o lo impugnaste?
— Sí. ¿Nunca fuiste a comer a un lugar y no te gustaba nada? Y decís “yo agua, gracias”, eso es para mí un cuarto oscuro.
— No te gustó ningún candidato.
— No, no, ninguno para mí es revolucionario.
— ¿Qué sería revolucionario? ¿Socialista?
— No, no, no. Revolucionaria para mi fue Cumbio, digo, la actitud de un revolucionario.
— ¿No viste ninguno en el mundo tampoco?
— Revolucionarios, no, no. Lo veo mucho más en Greta. Todos responden a lo mismo, y lo primero que me hace entender que ninguno es revolucionario es que todos usan la palabra “Revolución”.
Santi se ocupa de causas de las que no se ocupa el Estado, que debiera resolver situaciones de riesgo. Pero además, cada tanto, hace una colecta para sí mismo, para viajar, para mantenerse o para comprarse algo que le gusta mucho. No la va de estoico, no la va de ‘me arreglo con poco’.
— Sí, la más conocida fue cuando junté plata para ir a Formentera, una islita hermosa en España. Había ido por Fede y me tomé una semana de vacaciones. Cuando terminó la colecta de Emita porque sobraban 100 mil dólares, mucha plata. Si fuese por los papás de Emita me la daban toda a mí, la repartimos entre más personas con AME, esa enfermedad, pagamos un santuario para un elefanta que están llevando a Brasil.
— Es disruptivo esto de “ahora hago una colecta para mí.’
— Yo dije: me tomo unas vacaciones, las merezco, pero me gusta mucho más cuando pido plata para una cartera de Louis Vuitton, bien inútil.
— Bien frívolo.
— Bien frívolo, es como decirle al otro “no creas que me entendiste todavía”.
— Te voy a seguir molestando, te voy a seguir desconcertando.
— Sí.
— Eso es lo que más te gusta.
— Sí, confundir. Es que si te confundo no me terminas de poner en un lugar y me ayudas a no ponerme en un lugar a mí.
— A algunas personas no les queda cómodo estar siempre en el mismo lugar, no les gusta que los etiqueten ¿Será por eso que entonces te critican?
— Puede ser, sí. Yo todo el tiempo me le caigo a alguien de ídolo.
— ¿Cómo “me le caigo”?
— Sí, siempre “se me cayó un ídolo”, “te me caíste”. El que me vio y pensó que era de una forma y me tomó como un referente, después vio otra cosa entonces no le gustó. Le gustaba que sea su referente y ahora no lo soy más. Es un tema del otro.
— Dejas claro “no quiero ser un referente de nadie”.
— Sí, total, re. O sea me gusta cuando se agarra alguien para analizar, es mi referente a analizar, no a copiar ¿entendes? entonces analizame a mí, a quien quieras. Vas a encontrar cosas buenas, cosas malas, vas a entender cómo esa persona podría haber sido mejor. A mí no me copien, porque no sé si está bien lo que estoy planteando, a mí me suena lógico, lo puedo defender, pero no sé si está bien.
— Me da la impresión de que siempre fuiste así.
-Si, uno está viendo la pregunta, lo que desespera es cómo no se la hacen todos. Entonces haces algo para que todos se pregunten lo que te estás preguntando vos.
— ¿O sea que el lugar más cómodo es estar incómodo?
— Sí, para mí sí, porque estás en movimiento como cada cosa que hay en este mundo, por eso amo a la filosofía porque te permite moverte, como todo en el mundo, te permite cruzar la vereda y volver a cruzarla.
— Pero en cada colecta das todo, hay una entrega gigante.
— Sí, mal, y no hay otra opción, la gente se engancha cuando ve que lo estás dando todo y que necesitas del otro. Por eso cuando alguien con mucha plata comparte un flyer para que donemos para un nene nadie dona “¿por qué no pones vos la plata? Si tenés plata”
— ¿Hay tiempo para la vida privada, para el amor?
— Sí, me lo respeto mucho, igual a veces me sobrepaso, estos últimos dos meses tuve mucho estrés, un amigo me dijo ‘te recuerdo que hay una vida afuera de Madeleine’ ¿viste? Yo le doy mucho espacio al ocio, a mis amigos, la familia, descansar, mirar la nada, escuchar música, conocer gente, salir, ponerme en pedo, lo importante.
— ‘Lo importante’.
— Lo importante. Para relajar, dormir, porque siento mucha presión.
— ¿Y vivís solo?
— Vivo solo, sí, hay que limpiar la casa.
“YO AMO ESTE PAÍS, ME EMOCIONA "
— Contame sobre la idea de tu ONG.
— No va a ser parecida a otra ONG. Me gustaría que sea más grande que yo, que me supere, que mañana me conozcan por haber hecho eso. Ideas tengo desde que soy pibe, es de las cosas que siempre quise.
— “Pibe” ¿qué sería?
— No sé, 13 años.
— ¿Te conmovía a los 13 lo mismo que te conmueve ahora?
— Seguro, me acuerdo una conversación con mi vieja diciéndole por qué no pintamos las paredes que estaban feas en la calle. “No, Santi, no se puede, tenés que pedir permiso”. Las ONG eran como empresas que hacían cosas increíbles, “Un techo para mi país”, “Médicos sin fronteras”...
— Lo estás pensando hace mucho.
— Sí, cuando sos chico pensas que están todos dándolo, después vas creciendo y te vas dando cuenta que no. Creo que hay gente que no sabe repartir y…
— No es falta de voluntad decís, es por impericia, por ineficacia.
— Yo creo que sí, sí. A mí no me gusta cuando el argumento es la victimización, no me gusta cuando alguien dice “es que Argentina no puede”. Yo creo que Argentina puede un montonazo, el tema es que nos manejan los que nos manejan y hay que involucrarse para que un cambio se genere de verdad ¿entendes? Llegar a ese lugar de control sin ser corrompido. Alguien lo tiene que hacer, que entre nosotros salga uno y diga " vamos a hacer algo por fuera de la historia de los conflictos eternos políticos de este país en pos de ayudar a quiénes necesitan sin querer hacer con ellos política”. Eso es totalmente revolucionario, el pensarlo y el que lo aplique. Todos pensaríamos que estaría dando su vida, que por ahí lo matan.
— Santi, la Argentina está pésima, está muy mal.
— ¿Viste que cuando uno está enamorado le cuesta ver esas cosas? Pero sí.
— ¿Estás enamorado de la Argentina?
— Sí, yo amo este país, mal, me emociona todo el tiempo.
— ¿Qué te emociona?
— Cuando nos representa alguien muy bien, sea Messi o el nene de las tortas, un meme que sea tendencia hoy, el Mantecol. Cuando ubicas algo muy argentino a mí me emociona. Me parece un gran país, lo extrañé mucho este año que estuve afuera, y no lo quiero desde la pena, me genera mucha admiración.
— ¿Aunque esté mal y cada vez haya más excluidos?
— Eso sí, eso me genera tristeza, obvio, pero te digo, cuando uno está enamorado ve las cosas medio difusas.
“LO BUENO VENDE”
— Qué lindo es estar enamorado del país en el que vivís.
— O sea no es una bajada, no es un mensaje, me pasa, me emociono, veo cosas que nos representan y que nos salen bien y me emocionan, me encanta.
— No son muchas ¿no?
— Estamos en un lugar donde se habla de cosas malas más que de buenas, y los que consumen también quieren más lo malo que lo bueno, lo malo te genera más impacto.
— Está bueno comunicar si hay buenas ¿por qué no?
— Está buenísimo comunicar buenas, el tema también es lo bueno de lo bueno, “miren a Pedro que salvó a un perrito, y miren lo bien que le va a Pedro por salvar a un perrito”. Empezar a generar esa forma de comunicar, de vender, están cambiando las tendencias, lo bueno vende.
— Qué lindo eso, ojalá.
— Yo vivo bajo esa idea y me va muy bien, por eso soy un ejemplo para analizar. Lo bueno vende, hay gente que quiere ver que pasen buenas y van a apoyar a eso y si se replica se arma una gran fiesta.
Resulta que el Estado no alcanza y resulta que nos cuesta creer en Dios, pero Santi habla de filosofía y habla de alguna manera de política por lo tanto están dando vueltas siempre los mismos temas
-Sos como... religioso.
— Sabes que me súper intrigan las religiones, mal, mal. Cómo lo cultural se disfraza de natural. Me fascina cuando veo a gente creyendo que está tomando decisiones de manera natural y las toman porque están atravesados por sus culturas. Creemos que somos súper libres y en realidad estamos atravesados por la cultura.
— O sea que estás atado y no lo ves.
— Sí, por ejemplo la grieta. Lindo lugar para venir a hablar de la grieta.
— Hay que hablar.
— Sí. Decimos “no, esto sale de mis entrañas: éste es un asqueroso, lo odio”, pero de afuera, desde otro país, entenderían clarísimamente que nuestra decisión es cultural. La grieta hace que nos odiemos y nos odiemos y nos odiemos.
“MI HERMANO ME DECÍA: ‘SOS UN ZURDO DE MIERDA’ "
-En otros lugares donde hay grieta terminan de discutir y toman un café. Acá la grieta es enorme. ¿De qué lado estás de la grieta?
— Acá hay una grieta enorme, sí. Podes tener un departamento en el medio, podes vivir en la misma grieta. Pero para dar una respuesta meramente interesante a tu gran pregunta: de chico entendí la derecha y la izquierda desde el lado de los Derechos Humanos y entonces sin querer era de izquierda porque simplemente exponía mi forma de pensar. Mi hermano me decía “vos sos un zurdo de mierda” y pensaba “obvio que soy un zurdo ?¿Por qué estaría del lado de oprimir al otro, que no se case, que no tenga hijos, que no vote, que no anda, siempre lo mismo, lo conservador?”. Si se divide entre conservador y no conservador, yo no me considero conservador, así que esto está clarísimo. Arranqué a entender ahora la derecha y la izquierda desde el lado económico y cambia la percepción…
— ¿Y de qué lado estás en lo económico?
— No término de entender, lo que sí entiendo es que del lado de lo que llamarían la izquierda que obviamente tiene muchos nombres, desde ese lado no tengo a nadie a quien admirar, eso quiero decir.
— ¿Y hacia la derecha?
— Para admirar ni en pedo. Hay alguien que plantea el comercio libre, y está buenísimo y yo banco eso. Pero no hay igualdad de oportunidades hoy, ahí aparecen los Derechos Humanos. ¿Estamos arrancando todos igual la carrera? Si tengo que ser desigual para que funcione mi comercio libre, entonces no. Que tengamos todos las mismas oportunidades. Tampoco tengo a nadie a quien admirar desde ese lado, por eso voy e impugno mi voto, porque nadie me genera una admiración en la grieta. A veces digo “no, loco, no nos mientan, no digan que están aplicando estrategias e ideas creativas para todo cuando se están robando plata’. Y por el otro lado a veces digo “no quieran aplicar un supuesto progreso para el país si eso implica dejar gente de lado y ser discriminador e injusto”. Entonces no sabría dónde posicionarme hoy en día, lo nuevo se va a llevar toda la atención, por eso Milei está dónde está y le está yendo cómo le está yendo ¿viste?
— ¿Por qué es novedoso?
— Por novedoso, sí, obvio, re. Sí, no sé qué será. Dicen que van en contra de los políticos pero de los dos lados. Habla de una manera de economía que el 90% decimos “o no entiendo o debe estar diciéndolo bien”, no se sabe de qué habla. Después tiene una actitud y una personalidad que es muy viral, mucha gente sólo por nombrarlo me va a bardear. La grieta: no digas nada de nadie, y si vas a decir algo que quede bien claro si estás diciendo algo bueno o algo malo. Para mí no es así, para nada, es un hecho lo que le está pasando a Milei.
— Que está creciendo.
— Sí, y no va a dejar de crecer porque yo no lo diga…Y desde ese lado yo también podría hacer algo grande, si me quiero posicionar hoy en política como lo está haciendo Milei.
— ¿Y por qué no?
— Porque me muero, no, no lo haría ni loco, uno cree que va a tener más poder pero tiene menos desde la política. Siento que es mejor estar haciendo cambios desde afuera de la política, por eso me llaman anti política. Me es más útil porque yo no busco que todos obedezcan mis ideas, yo busco que entre todos saquemos las ideas que mayormente apoyaríamos.
— Con un desprejuicio total y sin grieta.
— Sí, estaría lindo, pero es tan grande la grieta que hay gente que hace negocio con ella. Me cuesta hablar de política. En el fondo, no voy a decir que todos son chorros, pero ninguno es revolucionario. No robar siendo político en este país es revolucionario. No robar y lograr ascender sin robar es súper revolucionario. Lleva mucho tiempo hacer las cosas bien y que te las reconozcan y no sé si nadie tiene paciencia, o si se está gestando algo y no lo sabemos. Pero yo estoy seguro que en la política argentina no robar y poner el corazón es una revolución total.
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