¿Amasia, Aurica o una última Pangea?: cuándo y cómo se formará el próximo supercontinente del planeta

Cada 600 millones de años, la Tierra cambia su configuración. Los continentes se mueven y chocan. Y ahora estamos en medio de un ciclo. Los propios científicos que propusieron las hipótesis vigentes explicaron a Infobae cómo será el mundo en un futuro lejano. ¿El ser humano sobrevivirá?

Guardar
En 250 millones de años cambiará por completo la configuración del planeta Tierra
En 250 millones de años cambiará por completo la configuración del planeta Tierra

La cartografía, desde siempre, nos mostró el mismo planeta Tierra. América apartada hacia un lado con sus subcontinentes y del otro lado, muy cerca uno de otro, el resto: África, Europa, Asia y Oceanía. Más abajo, casi relegada, la Antártida. La disposición la conocemos desde la escuela, pero lo cierto es que los continentes se separan y se vuelven a ensamblar en ciclos. Cada cientos de millones de años, se unen en masas uniformes conocidas como supercontinentes para que, cientos de millones de años después, vuelvan a separarse.

De hecho, todos los continentes del planeta estuvieron alguna vez concentrados en lo que se denomina Pangea y antes de ello hubo, según calculan, entre 6 y 10 variaciones más.. Los geólogos, al tanto de los movimientos cíclicos, intentan predecir cuál será el próximo supercontinente, de qué manera las placas tectónicas se organizarán en el próximo ciclo del planeta Tierra.

La respuesta no es unánime. Es un debate abierto que, por el momento, conduce a cuatro alternativas principales. Donde no hay discusión es en que, efectivamente, ocurrirá. Los continentes se desplazarán y volverán a juntar. ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo?

“La unión de los continentes se llama ciclo de Wilson, que es el proceso a largo plazo (cada 500 o 600 millones de años) en el que los continentes de la Tierra se forman en un supercontinente gigante. No necesariamente tienen que ser todos parte de este fenómeno. Sucede porque la corteza terrestre es más gruesa y densa en comparación con la corteza oceánica”, dijo el geólogo Alexander Farnsworth, profesor de la Universidad de Bristol, en diálogo con Infobae.

Según explicó, la corteza continental conduce menos calor. El manto bajo esta corteza tan gruesa calienta el continente durante larguísimos períodos empujándola hacia arriba y hacia los lados. Con el tiempo, el proceso hace que se fracture y cree una grieta. Grieta que se ampliará y ampliará, lo que obligará a las ahora dos placas tectónicas a alejarse entre sí a medida que surge una nueva corteza oceánica en ese resquicio.

Los expertos coinciden en que es una consecuencia intrínseca del estado físico, químico y energético único de la Tierra durante la segunda mitad de su vida. Las placas tectónicas se convirtieron en una pieza dominante que interactúa con el manto profundo de la Tierra en un sistema de retroalimentación con una duración de alrededor de 600 millones de años.

Pangea se formó hace unos 310 millones de años y empezó a separarse hace 180 millones de años. Por eso, ahora atravesamos la mitad de un ciclo. Se calcula que entre 200 y 250 millones de años se formará el próximo supercontinente. La configuración del planeta cambiará por completo.

infografia

João Duarte, investigador y profesor de geología en la Universidad de Lisboa, cree que hay dos razones que explican el carácter cíclico de la Tierra. Por un lado, un efecto “geométrico”. “La corteza oceánica se recicla constantemente en las zonas de subducción (cuando una placa se encuentra debajo de otra) porque las placas oceánicas se vuelven más densas que el manto subyacente. Sin embargo, la porción continental de las placas se resiste a la subducción porque son menos densas que el manto subyacente (son flotantes). Entonces, si hay placas moviéndose alrededor de la superficie de la Tierra, siendo arrastradas por las placas que se hunden en el manto, los continentes chocarán en algún momento. Y puede ser que de vez en cuando la mayoría de los continentes se unan”, explicó a Infobae.

A eso le suma un fundamento dinámico, vinculado a una ley física: que los continentes siempre se desplacen en direcciones específicas hacia ubicaciones específicas, controlados por procesos que ocurren en el manto. “Algunos modelos informáticos parecen mostrar que la verdad está en algún punto intermedio: la interacción entre placas, continentes y la dinámica del manto dan como resultado algún tipo de ciclicidad estadística”, precisó.

En un artículo en The Conversation, Duarte plantea 4 configuraciones posibles. Se llaman Novopangea, Aurica, Pangea Última y Amasia. El escenario más probable, cree, es el de de Novopangea ya que “obedecería a la progresión lógica de las direcciones actuales que adoptan las placas continentales a la deriva”. En este caso, el continente americano chocaría con la Antártida que se encontraría navegando a la deriva hacia el norte y luego colisionaría con los ya unidos África y Eurasia.

Sin embargo, él fue el encargado de proponer en 2018 una alternativa que llamó Aurica.

-¿De qué se trata Aurica?

-En Aurica planteamos el cierre simultáneo del océano Atlántico y el Pacífico. Esto sería posible siempre que se abriera otro océano, por ejemplo, alrededor del Océano Índico. El escenario también se basó en un razonamiento dinámico. Tanto el océano Atlántico como el Pacífico tienen corteza antigua y zonas de subducción y, por lo tanto, es probable que se cierren. Al supercontinente lo llamamos Aurica porque las masas de tierra de Australia y las Américas se ubicarían en su centro.

-¿Cuáles serían las consecuencias de un supercontinente que no esté dividido por un océano?

-El clima sería muy diferente. Un supercontinente ecuatorial sería muy caluroso. Un supercontinente polar sería muy frío. Las especies se adaptarían a esto, por supuesto. Pero eso significa que la evolución tomará el control. Es muy poco probable que los humanos estemos aquí -como estamos ahora- dentro de 200 millones de años. Seremos una especie completamente diferente. La evolución ocurre y cambia las cosas en estas escalas de tiempo. Por ejemplo, hace 200 millones de años la Tierra estaba gobernada por dinosaurios.

-A futuro, ¿son solo esos cuatro escenarios posibles o pueden surgir más?

-En realidad, ayuda si pensamos en estos supercontinentes potenciales como miembros finales de un espectro de posibilidades. La verdad puede estar en algún punto intermedio. Hay muchos continentes moviéndose, dividiéndose y recombinándose. Sucederán cosas complejas.

Pangea Última o un futuro desolador

Una de las hipótesis más apocalípticas es la que postuló Alexander Farnsworth y su equipo de la Universidad de Bristol. La Pangea Última, de cumplirse el pronóstico, será inhabitable para casi todos los mamíferos, humanos incluidos, por las condiciones climáticas extremas que presentaría. Según un artículo publicado en Nature Geoscience, el escenario conduciría a una nueva extinción masiva de las especies dentro de 250 millones de años.

-Podemos estar bastante seguros de que se formará un supercontinente -dijo Farnsworth-. Este es un proceso natural de la Tierra y no se detendrá hasta que los océanos se evaporen y los continentes se fusionen en uno solo. El sol se vuelve más brillante a medida que envejece, lo hemos observado y seguirá ocurriendo. También podemos estar bastante seguros de que una consecuencia natural del ensamblaje de supercontinentes conducirá a un mayor vulcanismo y a un mayor dióxido de carbono atmosférico.

-¿Qué es lo que no se puede asegurar entonces?

-Lo más incierto es dónde se formará el supercontinente. Predecimos que se formará en el Ecuador, lo que es consistente con otras predicciones que también muestran que esto es probable. De hecho, en el pasado muchos supercontinentes se centraron en el Ecuador.

Un supercontinente centrado en el Ecuador tendría consecuencias climáticas devastadoras. Las temperaturas habituales oscilarían entre los 40 y 50 grados, con picos aún mayores que se agravarían por niveles insostenibles de humedad. Los investigadores estiman que solo entre el 8 y el 16 por ciento del planeta sería habitable por mamíferos y que las especies deberían sufrir grandes mutaciones para sobrevivir.

Las temperaturas promedio mensuales dentro de 250 millones de años, en la hipotética Pangea Última (Universidad de Bristol)
Las temperaturas promedio mensuales dentro de 250 millones de años, en la hipotética Pangea Última (Universidad de Bristol)

Son tres los factores que incidirán en el calor extremo. El dióxido de carbono en la atmósfera y el brillo del sol -es decir, la cantidad de energía que emite- en los niveles actuales es uno de ellos. Tan solo cambiando la configuración del planeta, agrupando en un supercontinente, se disparan las temperaturas de la superficie terrestre.

Asimismo, el sol será un 2,5% más brillante en los próximos 250 millones de años, lo que que agregará más calor a la Tierra. Por último, Pangea Última crearía más desgasificación volcánica que se emite a la atmósfera.

“De hecho, esto podría ser aún peor, la formación de supercontinentes también se ha relacionado con la formación de Grandes Provincias Ígneas, que son erupciones volcánicas muy grandes, sinónimo de extinciones masivas en el pasado. Sin embargo, no incluimos este tipo de vulcanismo porque es muy difícil de predecir”, agregó Farnsworth.

No todo es desesperanza. Una reconstrucción reciente, llamada Amasia, predice que el próximo supercontinente podría tener su centro en el Polo Norte. Si existiera un supercontinente emplazado allí, los mamíferos, tanto los seres humanos como los animales, tendrían más chances de sobrevivir.

Amasia o un futuro más optimista

Dos años atrás, un estudio publicado en la revista National Science Review, revalidó una de las hipótesis que ya se barajaba. Investigadores de la Universidad Curtin de Australia encontraron que el supercontinente llamado Amasia es una opción probable de cara al futuro lejano, a los próximos 250 o 300 millones de años. Ese futuro podría encontrarse en el Polo Norte como centro.

En Amasia, el océano Pacífico desaparecería una vez que América choque con Asia. Antes de ello Australia se habría unido a Asia y serviría como punto de conexión con América. Este escenario, aseguran, sería más proclive a la vida humana. Las temperaturas serían más tolerables que en otras alternativas.

Así se vería Amasia, uno de los escenarios posibles de cara a los próximos 250 o 300 millones de años
Así se vería Amasia, uno de los escenarios posibles de cara a los próximos 250 o 300 millones de años

“Por el momento, lo mejor que podemos hacer es dar conjeturas fundamentadas. Si los supercontinentes se ensamblan alternativamente mediante introversión y extroversión (ya sea que el océano anterior sobreviva o no), entonces el próximo supercontinente se formaría por introversión al cerrar los océanos Atlántico e Índico”, explicó el profesor Zheng-Xiang Li, coautor del estudio, en diálogo con Infobae.

-¿Qué porcentaje de posibilidad le asigna a Amasia?

-Nuestra simulación numérica del ciclo de los supercontinentes a través de una supercomputadora mostró que, a medida que la Tierra se enfría con el tiempo, es más probable que el próximo supercontinente se forme al cerrarse el Océano Pacífico. Si tengo que poner un número a mi confianza en esta predicción, tal vez alrededor del 50%.

-¿Cómo serían las condiciones de vida en este supercontinente?

-Probablemente tendremos un interior de supercontinente bastante árido, con grandes variaciones de temperatura diarias. Al no tener un océano que divida los continentes, la biodiversidad general tal vez no sea tan buena como la que hemos estado disfrutando.

-En ese contexto, ¿sobreviviría el ser humano?

-El ser humano es una especie dura y súper inteligente. Sobrevivimos a una edad de hielo sin la ayuda de ninguna tecnología moderna. Quizás perdamos algunas playas, pero ganaremos algunas cadenas montañosas nuevas. Teniendo en cuenta el tiempo que falta para llegar allí, podremos evolucionar para adaptarnos a cualquier cambio que la naturaleza nos depare. Evolucionar como el humano lo ha hecho toda la vida.

Guardar