Cuánta gente entra en el planeta Tierra (y cuándo llegaría por fin el pico de la población)

El mundo tiene hoy 8 mil millones de habitantes y se espera que siga en aumento. ¿Hay lugar para todos? ¿Se revertirá en algún momento la tendencia alcista que lleva siglos? En diálogo con Infobae, expertos dilucidaron los interrogantes

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Más de 8 mil millones de personas viven hoy en el planeta Tierra
Más de 8 mil millones de personas viven hoy en el planeta Tierra

La primera estimación que en verdad trascendió y se tomó como referencia data de 1679. La hizo Antoni van Leeuwenhoek, conocido por ser pionero en el uso del microscopio, quien aseguró que el planeta Tierra estaba en condiciones de soportar 13.400 millones de personas. Desde entonces, responder esa pregunta -¿cuánta gente cabe en el mundo?- desvela a la ciencia. Demógrafos, estadistas, geógrafos y un largo etcétera de especialistas buscan encontrar esa cifra.

Algunas de las proyecciones más cercanas en el tiempo, de la segunda mitad del siglo XX, son bien variadas. Los números oscilan entre menos de mil millones -cifra ya por demás rebasada- y más de mil billones -sí, mil billones-. La mitad de las estimaciones se ubican entre las 4.000 y las 16.000 millones de personas.

“Algunas de estas cifras son más políticas que científicas: las estimaciones altas pretenden mostrar que no hay ningún problema actual con el crecimiento continuo de la población, mientras que las estimaciones bajas pretenden mostrar que la Tierra ya tiene más gente de la que puede sustentar de manera sostenible”, escribió en un artículo reciente Joel Cohen, autor de “¿Cuántas personas puede sustentar la Tierra?”, libro que en 1995 marcó un hito en la discusión científica.

El planeta Tierra tiene hoy 8 mil millones de personas y el crecimiento en el último siglo fue verdaderamente meteórico. Los humanos éramos mil millones en 1800 y esa población recién se duplicó en 1927. Pero los 4 mil millones llegaron apenas 47 años después, en 1974. Y otra vez, en el mismo lapso breve de tiempo, se volvió a duplicar para alcanzar los 8 mil millones.

“No hay evidencia de un número ideal de habitantes para el planeta”, aseguró Adrian Raftery, profesor de estadísticas y sociología en la Universidad de Washington, en diálogo con Infobae. “Se han propuesto muchas cifras y ninguna es definitiva. Es probable que el máximo que la Tierra pueda soportar en el futuro sea de alrededor de 11 mil millones y eso podría suceder en el año 2100″.

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Pese a que la tasa de crecimiento es muy baja -es del 1% anual y continúa en caída-, cada año, el mundo suma 80 millones de habitantes. Para tener una noción, ese número implica diez ciudades de Nueva York o una Alemania adicional por año. Claro, el 1% de 8 mil millones, por más que sea bajo, representa 80 millones de personas.

“Esto es insostenible y está aplastando nuestro planeta en formas que van mucho más allá de las emisiones de carbono y el cambio climático. Las autoridades deben centrarse en el hecho de que hace mucho que excedimos la capacidad de carga ecológica a largo plazo de nuestro planeta. Los científicos del clima que dicen que nunca deberíamos hablar de dinámica demográfica están profundamente equivocados. El clima es un subconjunto de la multicrisis masiva que el crecimiento demográfico está provocando en nuestro planeta”, subrayó Cristopher Tucker, presidente del directorio de la Sociedad Geográfica Estadounidense, ante la consulta de este medio.

Tucker tiene una visión más pesimista. En su libro, sostiene que la cifra de población que el planeta puede resistir es de 3 mil millones, ya superada con creces. A ese estimación, explica, llega por las “enormes cantidades de deuda ecológica que la humanidad industrializada moderna ha acumulado” (carbono, gases de efecto invernadero, químicos permanentes, plásticos y basura oceánicos, sitios tóxicos, etc.) y la cantidad de naturaleza que fue eliminada para dar lugar a una humanidad en crecimiento.

“Durante mucho tiempo he invitado a otros a realizar cálculos y no he visto nada remotamente creíble que sugiera que eventualmente, digamos en 2100, podamos sostener más de 5 mil millones de personas después de, supongamos, un siglo de innovación, conservación y reconstrucción verdes. Nuestro planeta es finito y, a pesar de nuestra imaginación esperanzada, el florecimiento humano requiere un planeta ecológicamente resiliente. No el infierno pavimentado, arruinado y multicrisis que producirán los 9 mil millones habitantes que llegarán en breve”, expresó.

Ciudades colapsadas

Las ciudades han sido receptoras de olas migratorias desde la Revolución Industrial
Las ciudades han sido receptoras de olas migratorias desde la Revolución Industrial

Desde la Revolución Industrial, hace ya más de 200 años, las ciudades se convirtieron en receptoras de mano de obra por el crecimiento inevitable de la industria y el sector de servicios, que se concentran en las grandes urbes. A ello se le sumó que, con el tiempo, las maquinarias agilizaron e hicieron más eficiente el trabajo en agricultura: lo que alguna vez requirió a la mayoría de los trabajadores, hoy tan solo necesita menos del 5% de la fuerza laboral en muchos países.

En promedio, la fertilidad es muy inferior en las ciudades que en las zonas rurales. Pero eso no impide un crecimiento desenfrenado de la población en las ciudades, que añaden un millón de personas cada 5 o 6 días a nivel mundial.

“Las ciudades siguen creciendo porque muchas personas ven más oportunidades de trabajo y se mudan allí desde áreas rurales con menos oportunidades. Lo que está pasando también es que muchas regiones, a menudo agrícolas, no están preparadas para sustentar poblaciones cada vez más densas. Entonces los habitantes no ven otra alternativa que partir hacia las ciudades”, advirtió Tucker.

En un contexto de ciudades colapsadas, África atraviesa el problema más acuciante. Hoy su población total es de poco más de 1.300 millones de personas, pero el crecimiento, de acuerdo a las proyecciones, será frenético en las próximas décadas hasta alcanzar 4.300 millones de habitantes en ochenta años. Algunas de sus ciudades como Lagos, Nigeria, Dhaka, Bangladesh, y Bombay, India, no están preparadas para absorber tanta gente y sufrirán -y ya sufren- el desborde poblacional.

-¿Se puede planificar el crecimiento demográfico de las ciudades?

-Planificar el crecimiento demográfico no es muy factible -respondió Raftery-. La gran tendencia de los últimos 200 años fue la disminución de la fertilidad, que en su mayor parte no fue planificada. Los esfuerzos por planificar el crecimiento demográfico, como la política del hijo único en China, tuvieron consecuencias imprevistas, como el inminente envejecimiento de la población y la probable escasez de mano de obra en el gigante asiático.

-¿Se puede pensar entonces que, en algún momento, habrá un movimiento en reversa de las ciudades a las zonas rurales?

-Diría que sucederá lo contrario. Creo que se va a profundizar y las ciudades tendrán cada vez más gente. La redistribución de la población seguirá siendo de las zonas rurales a las ciudades.

Prepararse para el pico poblacional

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Hace apenas un año, Raftery publicó un estudio en el International Journal of Forecasting en el que estableció proyecciones de larguísimo plazo sobre el futuro de la población en cada continente. De acuerdo a sus cálculos, la tendencia creciente, que ya parece permanente, se revertirá por fin hacia finales de este siglo, cuando se alcanzarán unos 11 mil millones de habitantes.

A partir de allí, cree, iniciará un descenso que llevará en el año 2200 a 10.300 millones de habitantes y mucho menos cien años más tarde, cuando se volvería a una población similar en tamaño a la actual.

“El pico de la población ocurrirá mucho antes en América Latina, Europa y Asia, y mucho más tarde en África”, aclaró Raftery. “La fertilidad disminuirá y se situará, en promedio, por debajo de la tasa de reemplazo en todo el mundo antes de 2300. Con los avances de la medicina y la longevidad, sería lógico que sucediera lo contrario, que haya más gente, pero esos avances no serán suficientes como para contrarrestar la caída drástica de la fertilidad”.

Para Tucker, la población jamás debe ser planificada. No debería haber “control demográfico”, ni se debería tolerar la coerción, ya sea por políticas públicas o por otras instituciones sociales. “Más bien, deberíamos aceptar una verdad simple. En todas las zonas geográficas donde las mujeres y las niñas están empoderadas, educadas, integradas en la fuerza laboral y tienen acceso a tecnologías de planificación familiar, se observa una fertilidad con valor de reemplazo (2,1 hijos en promedio) o inferior”, remarcó.

Casi todas las ciudades del mundo cumplen esa premisa. La fertilidad, por el mayor empoderamiento femenino, es más baja que en las zonas rurales circundantes. Por lo tanto, Tucker cree que la prioridad debería ser aumentar la inversión en el bienestar de las mujeres y las niñas. Según su mirada, esa política redundaría en “evitar lo peor de la catástrofe climática, la destrucción ecológica, la inseguridad y miseria humanas” y favorecería la prosperidad económica general.

“Por supuesto, una vez que una sociedad comienza el camino hacia la disminución de la población, hay un conjunto cada vez mayor de recursos de vivienda per cápita y otros que pueden gestionarse para aumentar la prosperidad y el bienestar. A su vez, permite una reconstrucción estratégica que puede ayudar a la recuperación a largo plazo de la deuda ecológica que la humanidad ha impuesto a nuestro planeta... en nuestro propio detrimento”, planteó Tucker.

“El pico de la humanidad”, como lo llama el experto Parag Khanna, se produciría sobre finales de la segunda mitad del siglo XXI. La ONU recientemente rebajó sus proyecciones de población, con un máximo de 10.400 millones en la década de 2080. El Instituto de Medición y Evaluación de la Salud (IHME), por su parte, estima un máximo de 9.700 millones en 2064.

La transición demográfica, entonces, no se avizora tan lejana en el tiempo. La capacidad de carga humana de la Tierra -¿cuánta gente soporta el planeta?- es muy difícil de precisar, está atada a variables futuras impredecibles y las cifras varían dependiendo quien las analice. Pero el enfoque, según los especialistas, no debería radicar tanto en la cifra, sino en discutir otra pregunta: ¿qué se necesita empezar a hacer hoy para mejorar las condiciones de vida de la próxima generación, de los jóvenes actuales y de los que vendrán? De esa inquietud saldrá una respuesta más productiva.

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