Los sherpas bien podrían ser considerados súperhumanos. Son una de las etnias que habitan en el altiplano del Himalaya, en su mayoría en la región oriental de Nepal, desde hace unos seis mil años. Viven a unos 5.000 metros sobre el nivel del mar; una altitud en la que cualquier persona promedio sufriría de hipoxia, padecería la falta de oxígeno y el consecuente agotamiento. Pero los sherpas no. No solo viven allí, sino que trasladan cargas pesadas de un lado a otro como si no les implicara esfuerzo.
“Los sherpas que vimos durante nuestro estudio caminaban increíblemente rápido por los senderos de las montañas, que encima son muy empinados. Vimos algunos de ellos cargar más del doble de su propio peso corporal”, dijo Federico Formenti, profesor e investigador de Fisiología en el King’s College de Londres, en diálogo con Infobae.
Formenti investigó minuciosamente cómo es que los sherpas tienen esa habilidad extraordinaria de resistir condiciones hostiles. Hizo distintas expediciones, que se extendieron durante tres o cuatro semanas para realizar un experimento: colocó señales de GPS, midió el consumo de oxígeno y de actividad muscular eléctrica en sherpas que desandaban senderos montañosos a más de 5.000 metros de altura, con una pendiente pronunciada, y transportaban cargas de hasta 45 kilos.
“En unos pocos días logré aclimatarme a la altura, pero me quedé sin aliento tan pronto como intenté caminar rápido”, recuerda el investigador. “Pasar tiempo con una cultura tan diferente me enseñó algunas de las lecciones más importantes de mi vida. Me sentí muy bienvenido por los sherpas. Creo que eso depende de la forma en la que te presentes ante la comunidad. En mi caso llevé algunos obsequios y detalles”.
Formenti se dedica a la ciencia del deporte. Por ende, su capacidad de asombro ante la destreza física extraordinaria es más elevada. Pero los sherpas lograron romper ese umbral. Las personas que habitan en bajas altitudes, como él, como la mayoría, enfrentan un sinfín de riesgos cuando pasan los 2.500 metros y el acceso al oxígeno comienza a escasear. Los síntomas a menudo incluyen dolores de cabeza, mareos, falta de apetito y problemas para dormir. En los casos más graves puede incluso generar hinchazón en el cerebro, una afección llamada edema cerebral de altitud, o líquido en los pulmones.
A los sherpas los metros sobre el nivel del mar no parece importarles. Viven como si las condiciones fueran ordinarias. ¿Cómo hacen para subir las montañas más altas, el Everest entre ellas, sin cansarse? ¿De dónde consiguen el oxígeno?
-La clave para las poblaciones del Himalaya está en la adaptación biológica -respondió Formenti-. Los tibetanos tienen pulmones más eficientes, niveles bajos de hemoglobina, mayor volumen de plasma y más óxido nítrico circulante, todos ellos rasgos fisiológicos que aumentan el flujo sanguíneo y restablecen, al menos en parte, el suministro de oxígeno al cuerpo. Las sherpas también tienen mayores niveles de mioglobina (almacenamiento de oxígeno en los músculos) y protección contra el daño tisular causado por especies reactivas de oxígeno.
-En ese rendimiento extraordinario, ¿cuánto hay de entrenamiento y cuánto de genética?
-Tanto el entrenamiento como la genética tienen un impacto en el desempeño de los sherpas. Los escaladores caucásicos pasan por un entrenamiento intenso como los sherpas del Himalaya, pero no logran equiparar su rendimiento. Con genes que sustentan la vida en las alturas, el rendimiento de los sherpas es superior.
Su estudio demostró que los sherpas producen un 30% más de energía que los montañistas promedio, que usan y necesitan menos oxígeno para hacer la misma tarea en las alturas. La respuesta, se confirmaría casi una década más tarde en otras investigaciones, radica en los genes de los tibetanos que, después de vivir durante miles de años en un ambiente hipóxico, se adaptaron para sobrevivir. Mutaron para convertirse en los amos de la montaña.
Tatum Simonson es investigadora de la Universidad de California, San Diego. Durante su carrera se abocó a estudiar la genética y la fisiología de las poblaciones que se adaptaron a grandes altitudes: las comunidades de los Andes, de las tierras altas de Etiopía y de la meseta tibetana, en especial de los sherpas.
Como directora del estudio, Simonson y sus colegas estrecharon lazos con la comunidad sherpa. Durante meses hicieron entrevistas, mediciones fisiológicas y análisis genéticos con aquellos tibetanos que brindaron su consentimiento. El equipo de investigación escaneó sus genomas y encontró una serie de genes con distintas mutaciones que se vinculan directamente con el metabolismo del oxígeno y que les permite vivir en un ambiente hipóxico como si fuera normal, como si estuvieran en el llano.
“Los sherpas han vivido en regiones de gran altitud durante cientos de generaciones, y muchos habitantes actuales heredaron adaptaciones que mitigan los desafíos fisiológicos impuestos en este entorno con poco oxígeno. Algunas de estas adaptaciones implican un mejor suministro y utilización del oxígeno, que se atribuyen a la variación en los patrones de respiración, el transporte sanguíneo y el metabolismo energético”, explicó Simonson en diálogo con Infobae.
La comparación de los análisis entre los montañistas caucásicos y los sherpas arrojó resultados evidentes. El organismo de los primeros se adapta a la falta de oxígeno a través de la suba del número de glóbulos rojos en la sangre y así, a su vez, el aumento de su capacidad para respirar. Los sherpas, en cambio, tienen una sangre menos espesa, con menos hemoglobina. Esa singularidad les permite que su sangre circule con facilidad y ponga menos presión sobre el corazón.
“El EPAS1 es uno de los genes más notables asociados con la adaptación a las grandes altitudes en los humanos, así como en otras especies que habitan tierras altas. Influye de manera determinante en la vía del factor inducible por hipoxia (HIF por sus siglas en inglés). Este gen codifica parte de un complejo HIF que regula la respuesta del cuerpo a la falta de oxígeno al activar la expresión genética en cientos de genes, lo que provoca cambios fisiológicos. Los estudios relacionan este gen con la concentración de hemoglobina”, advirtió Simonson.
Unos años después, en 2017, se descubrió que los sherpas tienen también una adaptación metabólica ligada a un gen llamado PPARA. Esa mutación se asocia con una mayor eficiencia en la utilización del oxígeno en el músculo. Digamos, en términos automovilísticos, que les permite hacer más kilómetros por litro de nafta.
Un dato que llamó la atención de los investigadores es que el metabolismo de los sherpas pareciera perder su “poder” cuando bajan al llano. Las diferencias genéticas de los tibetanos se activan cuando el ambiente los presiona, cuando están a miles de metros de altura y su organismo necesita conseguir el oxígeno para trasladar cargas que a veces superan su propio peso.
-¿Este descubrimiento, las mutaciones genéticas de los sherpas, podría ayudar de algún modo a otras personas?
-Sí -aseguró Simonson-. Tener más comprensión de los mecanismos que subyacen a la adaptación a grandes altitudes podría llevar al desarrollo de terapias adaptadas a las personas que se trasladan a esos entornos o a quienes tienen niveles bajos de oxígeno en sangre debido a diversas patologías, como enfermedades cardíacas, pulmonares o apnea del sueño. Si identificamos y manipulamos vías genéticas relevantes, podemos mejorar el transporte y la utilización de oxígeno. Eso, por consiguiente, puede mejorar la salud y la calidad de vida de una persona.