Arqueólogos de la basura: estudiaron los desechos de la gente y esto fue lo que encontraron

Dentro de la arqueología, una rama se dedica a indagar en los desechos de las grandes ciudades. ¿Cómo evolucionan con el tiempo los residuos y cuál es su impacto? Los descubrimientos que alcanzó un estudio realizado en Córdoba

El equipo de la Universidad de Córdoba que investigó las basurales informales de la capital cordobesa

¿Qué dice la basura de nosotros? ¿Cuáles son los desechos que tiramos? ¿Cuál es el destino de los residuos? ¿Cómo evolucionan con el tiempo? Son muchas las preguntas que distintos expertos alrededor del mundo intentan responder dentro de la denominada arqueología de la basura (o garbage archaeology), que estudia el impacto y la evolución de los residuos en las grandes ciudades.

En la Argentina, más puntualmente en Córdoba, terminaron un gran estudio arqueológico en los basurales informales de la Reserva Verde Municipal Parque del Este. La investigación estuvo a cargo del Equipo de Arqueología del Sur de las Cumbres Calchaquíes de la Escuela de Historia de la Universidad de Córdoba (UNC), en conjunto con grupos de las Facultades de Ciencias Químicas y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

La reserva abarca casi 300 hectáreas. Es una zona verde, con escaso mantenimiento y que algunos vecinos del lugar y cooperativas utilizaban para arrojar basura, así como también para la práctica de agricultura a pequeña escala.

Infobae accedió a un primer informe con los resultados. Los investigadores clasificaron cuatro tipos de concentraciones de basura, de acuerdo a su naturaleza:

1. Basurales activos: los espacios en los cuales se siguen descartando desechos de origen doméstico, constructivo o industrial.

2. Basurales removidos: se observan rastros de extracción con maquinaria pesada que generan grandes superficies expuestas en cuyos márgenes hay restos de basura doméstica o industrial.

3. Materiales constructivos en superficie: restos de la construcción que pueden ser tanto escombros como coladas de cemento excedente de camiones hormigoneros.

4. Concentraciones de desechos vegetadas: también predominan los escombros de construcción en estos espacios, con la diferencias de que fueron cubiertos por vegetación.

Los arqueólogos estudiaron los basurales de la Reserva Verde Municipal Parque del Este

“En un basural informal se pueden encontrar cosas inesperadas”, describió Julián Salazar, director del equipo de arqueólogos. “Entre mucha basura doméstica común, aparecen concentraciones de materiales sanitarios, conjuntos de desechos industriales, acumulaciones de desechos de comercios. De repente caminando por un cañaveral a la vera del Suquía encontramos una montaña de plaquetas electrónicas quemadas ¿Por qué descartar ese material allí? ¿Qué elementos deja en el suelo? Esta distribución de materiales variados genera que en algunos puntos se concentren metales pesados como el plomo y el cadmio que tienen consecuencias perjudiciales para la vida humana”, agregó.

En general, el análisis de la basura se centra en la contaminación, en sus efectos o en cómo se puede reducir, pero la investigación pretendió también indagar en las prácticas humanas que generan residuos y, en especial, en aquellos mecanismos que llevan a la gente a tirar desechos en espacios que, originalmente, no funcionan como basurales.

En la vera del río Suquía encontraron, por ejemplo, plaquetas electrónicas quemadas

“La cuestión que más sorprende al analizar los desechos informales en un contexto urbano periférico es la irreductibilidad de la materia. Cada cosa que hacemos, cada acto individual o social, desde comprar cosas que nos gustan, más o menos comerciales, más o menos alternativas, cada vez que nos juntamos con amigos o cualquier actividad que imaginemos, produce una cosa nueva que llamamos basura y esa basura inicia una trayectoria de vida propia que articula muchos agentes hasta llegar a su lugar de depositación. Aunque no deseemos verla más, la basura sigue su curso, está”, explicó Salazar.

Los desechos que salen del núcleo de la ciudad de Córdoba se acumulan en cantidades gigantescas sobre los espacios periféricos. Allí el paisaje está moldeado por monstruosas montañas de escombros y basura variada que se acumuló durante los picos de la actividad constructiva en Nueva Córdoba y General Paz. El cauce del río Suquía, por ejemplo, está plagado de montículos de escombros de muchas hectáreas y varios metros de alto.

Las pláticos son el ítem más recurrente en los basurales

“Llama la atención la existencia de un mundo con una organización sofisticada que es paralelo al sistema de recolección público y que organiza bajo sus propios términos cómo, dónde y para qué recolecta, selecciona, traspasa y descarta distintos tipos de materiales. Esta gente es mucha y se organiza a través de cooperativas. La mayoría de sus prácticas son sumamente eficientes y logran trasladar desde el centro de nuestra ciudad hasta los puntos de reciclado toneladas de material descartado. Hay toda una economía en torno a eso”, advirtió el arqueólogo.

Los desechos que analizaron corresponden a los últimos 20 años. Durante las excavaciones descubrieron que el único objeto que se repite en cada espacio de la reserva son las botellas de gaseosa, lo cual indica exceso de azúcar y plástico, y no se condice con la supuesta mejora en los hábitos de alimentación.

El plástico es justamente el gran problema. En las muestras de suelo, en los más de 50 ítems encontrados en cada sitio, predominan los macro y meso-plásticos cuya fuente de origen son las bolsas, tipo films, de color blanco y negro, con composición de poliestireno y polipropileno. Tanto la ribera como el río mismo están rellenos del material. Se calcula 4,5 partículas de microplásticos por litro de agua.

No siempre existió la “basura”

La arqueóloga Sarah Newman, profesora del departamento de Antropología de la Universidad de Chicago publicó hace solo unos meses su libro Unmaking Waste: New Histories of Old Things, en el que desentraña la historia de los residuos. Ella asegura que, contrario a la imaginado, el concepto de basura que hoy resulta obvio es un invento reciente.

“Es común asumir que la concepción de ‘basura’ siempre ha sido la misma, pero de hecho, es más o menos recientemente -en términos de la historia humana- que pensamos a los objetos como cosas que pueden perder todo su valor o que tienen una función única y ya después no sirven”, dijo en una entrevista con Infobae.

-¿Cómo fue cambiando con el tiempo la concepción de “basura”. ¿Qué eran considerados como desechos siglos atrás y cuáles son los desechos de hoy?

-Los desechos no eran necesariamente “basura” porque tenían una vida circular: los restos orgánicos de comida podían fertilizar el suelo para cultivar más alimentos, los fragmentos de vasijas de cerámica que se quebraban podían ser reutilizados moliéndolos y reusándolos como inclusiones para temperar más cerámica. Con revoluciones en la tecnología de producción y materiales (especialmente la invención del plástico), todo esto cambió dramáticamente. De repente no solo fue más económico comprar algo nuevo que reparar algo quebrado, sino que los productos comerciales (y sus contenedores) se fueron volviendo más y más especializados.

Sarah Newman, arqueóloga de la Universidad de Chicago, tomando medidas en una pirámide de El Zotz, Guatemala

-¿El reúso pasó de moda?

-Hoy en día, puede ser difícil reusar algo diseñado para otro propósito específico. Muchos productos de comida, por ejemplo, vienen envueltos entre láminas delgadas de plástico. Aunque ese material es increíblemente duradero y puede durar siglos en descomponerse, es casi imposible reusarlo para otra cosa porque está diseñado para ser desechado.

-¿Qué muestran los estudios más recientes sobre la basura contemporánea de la gente?

-Un buen ejemplo de la manera en que la basura refleja la sociedad es la cantidad de basura médica que produjimos globalmente durante la pandemia: alrededor de 17.000 toneladas por día según un estudio reciente, incluyendo los tapabocas, las pruebas, las agujas para las vacunas, etc. Con las presiones de la pandemia, la mayor parte de ese material fue depositada en los basureros sanitarios, no reciclada. Si hay arqueólogos en el futuro que están buscando pistas materiales para entender nuestras historias, la inmensa cantidad de esos materiales en un estrato de un basurero atestiguará el hecho de la emergencia médica global sin mucha ambigüedad.

-¿En los últimos años se ve mayor concientización en, por ejemplo, menos desechos plásticos y alimentación más saludable? ¿O se trata más bien de minorías ruidosas?

-Creo que, en general, la gente es consciente del hecho de que, colectivamente, muchos de nuestros hábitos diarios no son sostenibles para el planeta a largo plazo. Sin embargo, muchos de los problemas con la basura -el hecho de que es principalmente de plástico u otros materiales peligrosos, las cantidades de desechos que varios países producen cada año, las ubicaciones escogidas para los basureros- no son decisiones que toma la gente en general. Son decisiones de corporaciones y gobiernos. No es imposible reducir la cantidad de basura que uno produce, pero cuesta trabajo. Las sociedades capitalistas están diseñadas para producir, consumir y tirar las cosas. Dependen de ese proceso para mantener la circulación del capital. En mi opinión, sería más eficaz poner nuestra energía en presionar a los políticos y las corporaciones a tomar decisiones diferentes que en lavar y reciclar materiales o comprar marcas que se venden como si fueran mejores para el medio ambiente.

-¿Hay algún método efectivo para hacer “desaparecer” a los residuos? ¿O la basura simplemente convivirá con nosotros para siempre?

-Para resolver los problemas de los desechos, tenemos que mirar a su origen, no a su destino. Nunca vamos a tener una solución para “desaparecer” los residuos. Es una de las leyes fundamentales de la física que la materia no puede ser creada ni destruida. Las sociedades han estado buscando un milagro para hacer que la basura desaparezca desde el siglo XIX y, mientras tanto, seguimos produciendo más y más basura y tirándolas de maneras en que nunca se va a descomponer y que puede afectar la tierra, el agua, y el aire y, eventualmente, nuestra salud. Como consumidores, necesitamos la opción de una economía circular, un sistema en que los productos (y el proceso de su producción) tengan muchas funciones y vidas múltiples. El problema es pensar que hay cosas que son “basura” en primer lugar.

Buenos Aires y su historia con la basura

El doctor en arqueología Ulises Camino dedicó parte de sus investigaciones a comprender la evolución de los sistemas de descarte de residuos, desde los más rudimentarios hace siglos atrás, hasta los más sofisticados.

La primera época de la que hay registro, marcó el experto en diálogo con Infobae, es la de los residuos prehispanánicos, que se produjeron antes de la llegada de los europeos en 1536. Tanto en el Parque Ribera Sur como en el Autódromo de Buenos Aires, durante el siglo XIII, se descartaba basura proveniente de las pampas, vegetales, restos de cerámica y tala, al costado del lugar donde se emplazaban las viviendas. No había necesidad de prender fuego los desechos porque se trataba de pequeñas poblaciones, de no más de 40 individuos, durante tres meses del año.

En la segunda etapa, la colonial, desde la fundación de la ciudad en 1586 hasta el final del virreinato en 1810, los desechos se tiraban en un pozo de basura ubicado en el fondo de las viviendas, que solían tener grandes terrenos. Allí se descartaba, por ejemplo, la vajilla rota y los restos de comida. Cada tanto se los incendiaba para evitar la acumulación. El mismo proceso de descarta continuó hasta 1856, con la diferencia de que también le agregaban capas de cal para tapar los residuos y no propagar enfermedades.

En 1856 comienza la recolección de residuos en la zona céntrica de la ciudad. Una vez por semana, un carro pasaba por las casas de vecinos y se llevaba la basura para quemarla primero en la zona sur, detrás de donde hoy está la cancha de Huracán. Después, a partir de 1902, se sofisticó el método de quema con la llegada de los hornos Barker y la recolección hasta las zonas más alejadas del centro porteño.

En 1976 se prohibió la incineración de residuos y se generó el cinturón del CEAMSE. En las afueras de la ciudad, se aprovechan los terrenos bajos para formar verdaderas montañas de basura. “La basura en Buenos Aires tiene la particularidad de que, en su mayoría, sigue siendo húmeda. Esto quiere decir que son restos de alimentación, de vegetales y carnes, y trapos mojados, por ejemplo. Con el tiempo, a partir de los 60, los plásticos se fueron sumando y hoy son una parte importante”, advirtió Camino.

De igual modo, agregó que en los últimos años se vio una reducción de los plásticos por el reciclado. “No sé si se debe a una mayor concientización social o surge por una necesidad de los recicladores urbanos que han formado cooperativas que reciclan plásticos y vidrios que descartan personas. La ley de separación realmente no es tan fuerte, no hay tanta división en los domicilios”, consideró.

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