Trabajar de lunes a jueves y descansar viernes, sábado y domingo. Dicho así, la semana laboral de 4 días parece el edén de los empleados y el terror de los empleadores, pero la modalidad -que gana terreno a nivel mundial- tiene matices, ventajas y desventajas para unos y otros.
La pandemia fue un punto de inflexión. Una encuesta que hizo el sitio de empleo Indeed identificó que, tras el confinamiento, la mitad de los trabajadores se sentían agotados. De hecho, en Estados Unidos, a partir de julio 2020, se desató la “gran renuncia” o “gran dimisión”. Millones de estadounidenses, insatisfechos por el desequilibrio entre sus empleos y sus vidas personales, renunciaron a sus trabajos, y el fenómeno se replicó en distintas partes del mundo. A partir de ello, las empresas empezaron a mirar a la jornada de 4 días como una posible solución.
“Cada vez más vamos camino a lo que es el trabajo por objetivos, por resultados, y no por la cantidad de horas dedicadas. Nosotros venimos de un modelo en el que lo que se valora es la cantidad de horas calentando la silla. Si estás 8 o 9 horas en la oficina, aprobaste. En realidad, lo que importa son los resultados que logramos en el tiempo que tenemos”, dijo Alejandro Melamed, consultor en recursos humanos y referente en el futuro del trabajo, en diálogo con Infobae.
Según el experto, los distintos experimentos que se hicieron a nivel global demostraron que “cuando uno tiene los objetivos claros, cuando uno transparenta la metodología que se va aplicar, las personas tienen el incentivo de sumar un día extra de descanso y funciona muy bien”. Los más optimistas señalan que la productividad incluso puede aumentar debido a la mejora en el bienestar de los empleados.
La mayor prueba piloto se hizo el año pasado, entre febrero y agosto, y da cuenta de ello. Participaron 33 empresas de distintos países a las que se les pidió reducir la jornada laboral 4 días por semana o, en su defecto, alcanzar un máximo de 32 horas de trabajo semanales, y pagar el mismo sueldo a todos sus trabajadores.
El experimento lo promovió la organización 4 Day Week Global, que impulsa la iniciativa de acortar la semana laboral en base a evidencia científica, mientras que los datos los analizaron académicos de Harvard, Oxford y la Universidad de Pensilvania. Los investigadores concluyeron que la prueba piloto fue exitosa, que, tal como se suponía, la salud mental de los trabajadores mejoró y, contrario a lo esperable, la productividad de las compañías también subió pese al menor tiempo de oficina.
En una encuesta que hicieron después de la prueba, las propias empresas informaron que obtuvieron mayores ingresos en comparación a períodos anteriores y que percibieron una mejoría en el bienestar de los trabajadores. Tan así que 27 de las 33 aseguraron que mantendrían la jornada de 4 días de forma definitiva.
Charlotte Lockhart, directora ejecutiva de 4 Day Week Global, cree que el sistema funciona porque los beneficios se potencian entre sí. Más tiempo para descansar, menores niveles de estrés convierten a los trabajadores en personas más productivas, que le dedican más compromiso a las horas trabajadas. Y, por fuera del entorno laboral, disponen de más tiempo para la vida familiar y social. “Disfrutan más de la vida sin la presión de comprimir lo personal en un espacio de tiempo breve”, aseguró Lockhart.
El mismo informe advierte que, por obvias razones, hay sectores que no se pueden permitir bajar las persianas un día de la semana. Los hospitales, los bancos, las agencias de turismo, por ejemplo, podrían solucionar ese inconveniente estableciendo turnos entre sus trabajadores o engrosando su plantilla.
Lo que empezó unos años atrás como un experimento que sonaba disparatado hoy encuentra aplicación en distintos rubros, incluso intenciones de regular su implementación en algunas ciudades y países. El demócrata Mark Takano, miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por California, presentó un proyecto de ley para reducir la jornada laboral a 32 horas sin que eso implique una baja salarial.
Las pruebas piloto también se esparcen alrededor del mundo. Estados Unidos y Canadá hicieron ensayos de la semana laboral 4-3. En Europa, Irlanda y el Reino Unido aplicaron sus respectivas pruebas, con decenas de empresas que decidieron implantar la modalidad de forma permanente. Más aún, en Islandia casi el 90% de los trabajadores ya gozan de jornadas más reducidas después de que un estudio identificara una serie de beneficios como más bienestar y menos estrés sin sacrificar productividad.
“No hay que verlo como un tema de suma cero. Es un sistema en el que todos pueden salir favorecidos. Cuando se iniciaron los experimentos del viernes por la tarde flexibles, las empresas vieron muchos beneficios y se volvió una de las estrategias más eficaces a la hora de atraer talento. La semana de 4 días es un paso más en esa dirección”, planteó Melamed.
La propuesta, en muchas ocasiones, choca contra el prejuicio de los empleadores que asumen que la productividad, por razones lógicas de menor tiempo de trabajo, caerá. Pero hay varios estudios que contradicen esa hipótesis. Uno de ellos analizó una empresa en Nueva Zelanda que implementó la jornada de 4 días en 2018. Las investigadoras Helen Delaney, de la Universidad de Auckland, y Catherine Casey, de la Universidad de Loughborough, descubrieron que los empleados aprovechaban al máximo el tiempo en la oficina, se tomaban descansos más breves y los ratos libres, de charlas entre compañeros y café, se acortaban.
En las entrevistas que realizaron, Delaney y Casey notaron que algunos trabajadores disfrutaban de ese “ritmo estimulante y desafiante”, pero también que a otros la presión por cumplir con los mismos resultados en menor tiempo les generaba estrés. Uno de los entrevistados llegó a decir que prefería volver a la semana laboral de 5 días porque eso le permitía gozar de tiempo libre durante los almuerzos para completar crucigramas.
El gran impulso para la reducción de la jornada se espera que sea la inteligencia artificial. Muchas de las tareas que hoy realizan los humanos en poco tiempo podrán ser reemplazables por la IA. El Foro Económico Mundial calculó que se automatizarán la mitad de las tareas laborales para 2025. Gigantes tecnológicos como Google ya advierten que en dos años los desarrolladores podrán cumplir los mismos objetivos en cuatro días o menos gracias a las máquinas generativas. La incógnita que surge es si de su mano no vendrá una pérdida generalizada en el salario de los trabajadores.
“La primera vez que se impuso una cantidad de días laborales fue en la Biblia, hace miles de años cuando se fijó un día de descanso cada seis trabajados. Con los siglos se instaló el sistema de 5-2, el más convencional hoy en día. Si se lo hace seriamente y con todas las previsiones pertinentes, el 4-3 puede escalar y ser una oportunidad enorme para todos, sin pérdidas salariales”, consideró Melamed.
Sus impulsores, a su vez, observan que el cambio de modalidad puede venir a subsanar la creciente crisis del sueño. La mayoría de los trabajadores duerme menos de lo que debería. En la prueba que se hizo en Reino Unido, el 40% de los entrevistados manifestó sufrir menos problemas de sueño o insomnio, lo que redundó en menor sensación de estrés y agotamiento.
Del mismo modo, los empleados dispondrían de más tiempo libre para la vida social, la familia, los deportes, el ocio. Como correlato positivo, piensan sus promotores, eso generaría crecimiento automático de rubros como el turismo, el entretenimiento y la gastronomía por mayor demanda de bienes y servicios.
Durante los últimos años, Argentina no estuvo ajena a la modalidad que crece a nivel mundial. Si bien no dejan de ser excepciones, varias empresas implementaron la jornada de 4 días; algunas a modo de prueba, otras para siempre.
Una de ellas es Global Think Technology, una firma cordobesa que vende soluciones tecnológicas a otras empresas hace más de 20 años. La pyme lleva adelante desde el año pasado un plan llamado G2024, que incluye un paquete de acciones y beneficios en pos de mejorar la cultura y el bienestar de sus empleados.
“En Global tenemos la filosofía de la innovación. Con la idea de fomentar el bienestar de nuestros colaboradores, comenzamos un estudio de mercado en el que observamos que en otras partes del mundo se implementa la jornada laboral reducida a 4 días en la semana, y que tenía buena repercusión y resultados”, dijo a Infobae Sofía Puglie, responsable de Recursos Humanos.
El programa prevé pasos graduales. En este momento se encuentran en la segunda fase del plan que contempla dos viernes libres al mes. En la tercera etapa sí generalizarán el formato de 4 días de trabajo y 3 de descanso.
-¿Qué cambios y resultados trajo la implementación de la modalidad?
-Este beneficio lo valoran ampliamente los colaboradores -respondió Puglie-. Les permite tener un mayor tiempo de descanso en su fin de semana, así como también más tiempo para sus actividades personales, de formación, de compartir con sus familias y amigos, de hacer actividades de recreación que también fomenten su bienestar físico. Notamos que se logró hacer foco en el trabajo por objetivos, ya que el desafío constante es poder organizarse y priorizar tareas en pos del cumplimiento del resultado final, utilizando de manera inteligente el tiempo.
-¿Les sirve también como método de atracción de talento?
-Sí. Hacia el afuera, algunos postulantes nos preguntan por este beneficio. Suele resultar un atractivo para muchos.
-Los que no creen en la modalidad suelen decir que reducir la jornada trae indefectiblemente una baja en la productividad. ¿El bienestar de los empleados llega a compensar el menor tiempo de trabajo?
-Considero justamente que mayor bienestar fomenta la productividad al tener más tiempo de descanso y desconexión. La productividad está asociada también a una correcta definición y comunicación de objetivos y de organización de cada persona y equipo. Con lo cual, el equilibrio ideal es no solamente la desconexión, sino también la organización y el foco en resultados.
Lachy Gray, director general de Yarno, una plataforma australiana de microaprendizaje, contó que debieron dar marcha atrás con la semana laboral de 4 días. Habían implantado la dinámica a principios de 2016, con la premisa de que todos -directivos y empleados- tuvieran el viernes libre.
Al cabo de unos meses empezó a notar inconsistencias. Algunos miembros del equipo lograban desconectarse y descansar el viernes, mientras que otros debían atender tareas pendientes. “Me preocupó que esta diferencia pudiera generar resentimiento, lo cual es irónico porque el objetivo de trabajar 4 días era energizar y motivar al equipo. Y desafortunadamente, a pesar de nuestras mejores intenciones, sentí que tuvo el efecto contrario. Queríamos que funcionara porque creemos en los principios que lo sustentan, pero tenemos que afrontar los hechos: no está funcionando como pensábamos”, escribió.
No todas las experiencias son exitosas. Si bien la prueba más grande, la que encabezó 4 Day Week Global, mostró resultados alentadores, la viabilidad de la semana de 4 días depende en gran parte del sector involucrado, incluso también del país y su cultura.
Al respecto, la aplicación ClickUp descubrió que la percepción de la jornada de 4 días depende de cada industria. Por ejemplo, el 80% de los empleados de IT lo toman como una posibilidad realista, pero tan solo el 55% de quienes pertenecen al sector educativo tienen esa mirada. Donde menos posibilidades de aplicación ven sus propios trabajadores es en la industria manufacturera (41%), recursos humanos (38%) y viajes (37%).
Algunos expertos son más críticos y creen que la reducción de la jornada está destinada al fracaso. Wim Naudé, profesor de Economía en la University College Cork de Irlanda, considera que es “poco probable que una semana de cuatro días mejore la productividad a menos que ya sea baja” y piensa que generará una caída inevitable del PBI en los países que decidan avanzar con la medida.
Más aún, Naudé arremete contra el supuesto bienestar que provoca la disminución de horas de trabajo. “Las afirmaciones de que todos seríamos más felices trabajando cuatro días pasan por alto la teoría de la cinta de correr hedónica, que sostiene que la felicidad extra permanente es un espejismo. Las personas pueden sentirse más felices durante, digamos, un período de seis meses. Pero en un período más prolongado, podría decirse que volverían a su nivel anterior de felicidad”, escribió en un artículo publicado en The Conversation, en el que cita un estudio hecho en Francia después de acortar la semana laboral de 39 a 35 horas que no registra un aumento en los niveles de felicidad.
El economista también cree que llevará a distorsiones en el mercado laboral. Por un lado, las personas que ya trabajan cuatro días a la semana –con salarios de cuatro días– se encontrarán con la misma carga horaria pero con un salario menor que aquellos cuyas jornadas acababan de reducirse. De igual modo, para sostener los mismos resultados, las empresas podrían salir a contratar decenas de empleados a tiempo parcial, en general con bajas remuneraciones y malas condiciones laborales.
La semana laboral de 4 días, posiblemente, no sea la panacea, la solución a todos los problemas que los más optimistas proyectan, pero tampoco es una alternativa a descartar. Sus primeros resultados la avalan como una posibilidad real, aunque no replicable a todas las industrias. Con el tiempo, las modalidades laborales evolucionan, buscan minimizar desventajas y maximizar beneficios. La tendencia invita a pensar primero en los objetivos y después en cuáles son los tiempos lógicos para alcanzarlos, a priorizar la calidad del tiempo invertido más que la cantidad de horas.