Cuándo volverá a nevar en Buenos Aires y qué tiene que suceder

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la nevada del 9 de julio de 2007. Especialistas explicaron cómo se produce el fenómeno meteorológico que solo se registró dos veces en la historia en la Ciudad. La combinación de factores que desencadenaron el hito aquel Día de la Independencia hace 16 años

El 9 de julio de 2007 cayó una fuerte nevada en la Ciudad de Buenos Aires y gran parte del conurbano bonaerense (NA)

Como ocurre con los grandes acontecimientos de la historia, todos recuerdan con detalle qué estaban haciendo ese 9 de julio, hace ya dieciséis años, cuando empezaron a caer los primeros copos de nieve en la Ciudad de Buenos Aires y en gran parte del conurbano. Algunos porteños o bonaerenses volvían de un viaje exprés, aprovechando el fin de semana largo. Otros se resguardaban del frío en sus casas -era día no laborable-, y a través de sus ventanas veían un fenómeno inimaginable: las calles, los edificios, los autos en la vereda, cubiertos de una capa blanca de cada vez mayor espesor

La caída imprevista de nieve en la ciudad y la provincia de Buenos Aires coincidió con un lunes feriado por el Día de la Independencia. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) definió al suceso como lo que era, un evento “histórico”. Antes solo había ocurrido una vez, hacía 89 años, el sábado 22 de junio de 1918, durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen.

Ese día, el 9 de julio de 2007, nevó durante 10 horas en Buenos Aires. La noticia acaparó la cobertura mediática: canales de televisión, radios, diarios y portales se concentraron en mostrar cómo los vecinos, entre la incredulidad y la fascinación, se abalanzaban a las calles para tocar la nieve por primera vez, sacarse fotos, formar y tirarse bolas, incluso armar muñecos con los montones de nieve que se habían acumulado en los techos de los autos y en el asfalto.

Desde entonces, todos los inviernos, cuando los termómetros marcan temperaturas cercanas a los 0 grados, surge la pregunta: ¿esta vez sí volverá a nevar en Buenos Aires? Con el correr de los años, esa inquietud pierde fuerza, se disipa ante la realidad, la posibilidad remota de que vuelva a suceder.

“No hay manera de estimar cuándo va a volver a nevar. Que ocurra es algo extremadamente raro en esta zona. Ocurrió dos veces en la historia en más de 110 años de registro. Y con el aumento de temperaturas global, se vuelve todavía más raro”, advirtió a Infobae Cindy Fernández, comunicadora del SMN.

Durante la semana pasada, de hecho, se registraron cuatro récords consecutivos de altas temperaturas históricas a nivel mundial. El planeta nunca sufrió tanto calor. La temperatura media diaria global ascendió el último jueves a 17,23 grados y junio ya había sido el mes más caluroso de la historia, con picos en el noroeste de Europa, parte de Canadá, Estados Unidos, México y Asia.

Argentina no está exenta del contexto global. Si bien atraviesa su invierno, las temperaturas son más altas que décadas atrás, lo cual le suma una dificultad extra a la ya posibilidad ínfima de que nieve en el área metropolitana de Buenos Aires.

Álvaro Scardilli, presidente del Centro Argentino de Meteorólogos (CAM), señaló: “En Buenos Aires tenés una recurrencia de nieve cada 90 años, lo cual es esperable por el tipo de clima de la ciudad y su latitud. Esto no quita que eventualmente pueda darse una nueva nevada mucho antes de ese tiempo. Esos 90 años son una referencia estadística. Se deben dar varias condiciones para que la nieve se forme en la nube y que luego no se derrita en su camino a la superficie. Por eso es muy difícil que nieve en Buenos Aires aunque haya bajas temperaturas en el invierno”.

La nieve en Buenos Aires depende de una concatenación de fenómenos meteorológicos que empiezan en la categoría de “probables” y cuya probabilidad baja a medida que avanza cada etapa. Se trata de un hecho verdaderamente improbable, cuya ocurrencia es poco menos que “milagrosa” y que a mediano o largo plazo resulta imposible de predecir.

“La nieve es un tipo de precipitación”, explicó Scardilli. “Es un hidrometeoro. Como para cualquier precipitación, necesitamos que haya humedad, que haya un mecanismo denominado de ascenso, que el aire con humedad ascienda y forme la nubosidad”.

Los chicos, sin clases ese día por el feriado, pudieron disfrutar de la nieve (NA)

Una vez que se forma la nubosidad, siguió el meteorólogo, dentro de las nubes se tienen que generar cristales de hielo. Para eso se necesitan temperaturas muy por debajo de los 0 grados. Los cristales deben crecer en su tamaño tanto que, devenidos en copos de nieve, empiecen a caer por su propio peso. “Se vuelven tan pesados que ya el aire dentro de la nube no los puede sostener más y comienzan a precipitar”, indicó.

Aún queda un paso más. Esos copos de nieve que cayeron de las nubes no se deben derretir en el largo trayecto hasta la superficie. “Si hay temperaturas muy frías arriba, donde están las nubes, pero en las capas intermedias el clima está por encima de los 0 grados, los cristales de hielo se van a derretir total o parcialmente. Por ende, llegarán a la superficie como gotas de lluvia o, a lo sumo, como agua nieve”, precisó el meteorólogo.

Ahora, para que la nieve se acumule, para que Buenos Aires vuelva a cubrirse de un manto blanco como una ciudad patagónica, son necesarias temperaturas por debajo o cercanas a los 0 grados. En caso contrario, “la isla de calor” típica de las ciudades -edificios altos, el pavimento abrasador, los sistemas de calefacción encendidos durante el invierno- derretirá la nieve en cuestión de minutos.

Qué sucedió el 9 de julio de 2007 para que nieve

La nevada en Buenos Aires se explica por fenómenos meteorológicos que empezaron unos días antes (NA)

El 9 de julio de 2007 ocurrió un fenómeno meteorológico excepcional en Buenos Aires. pero para comprender lo que sucedió hay que remontarse a algunos días atrás. El SMN explicó que el 6 de julio un frente frío avanzó desde la Patagonia hasta el centro del país. Ese frente trajo consigo aire de origen polar y provocó temperaturas extremadamente bajas, que llegaron incluso a -8°C en el sudoeste de Santa Cruz.

Un día después, el 7 de julio, el ingreso de aire frío se fortaleció por un viento intensísimo que surgió a raíz de un anticiclón en el Pacífico. El fenómeno llevó a un descenso aún mayor de las temperaturas en todo el centro y sur de Argentina, acompañado de nevadas en la Patagonia y en el sur de Mendoza. Además, el anticiclón arrastró una considerable cantidad de humedad desde el océano, creando condiciones propicias para la formación de nubes y precipitaciones en forma de nieve, en especial en las regiones de Cuyo (Mendoza, San Luis, San Juan) y en la provincia de Córdoba.

Sin embargo, el 9 de julio se produjo un evento crucial para la nevada en Buenos Aires. Desde la cordillera ingresó aire extremadamente frío en las capas altas de la atmósfera, con temperaturas tan bajas como -30°C a 5.000 metros de altura. Ese aire frío se desplazó hacia el centro y el este del territorio a lo largo del día.

A su vez, cerca de la superficie, el anticiclón permitió el ingreso de aire muy frío y húmedo desde el este. La combinación de estos factores propició la formación de un espeso manto nuboso a baja altura, suficiente para generar nieve en su interior y hacer que los copos cayeran. El intenso frío en todas las capas de la atmósfera y la debilidad del viento permitieron que los copos no se derritieran y llegaran sólidos al suelo.

El pronóstico no advirtió la nevada, pero durante la madrugada del feriado los meteorólogos estaban expectantes por la sucesión de eventos que se habían registrado en las últimas horas. Los primeros informes de nieve en la provincia de Buenos Aires llegaron desde Venado Tuerto, Pergamino y Junín. Ahí, entonces, se encendieron las alarmas. La nevada en la ciudad dejó de ser una quimera.

Alrededor de las 10 de la mañana, Morón se convirtió en la primera localidad del conurbano en reportar nieve, aunque en la Ciudad de Buenos Aires las temperaturas aún alcanzaban los 4 grados: faltaba aire más frío para que los copos no se deshicieran en el camino al pavimento.

Con el transcurso de las horas, otras localidades como Ezeiza también se vieron cubiertas de blanco, y la lluvia que caía en el centro de CABA fue enfriando poco a poco el aire cercano al suelo. En torno a las 15, la temperatura había descendido a 2,6 grados, con una sensación térmica de -1,2, lo cual fue suficiente para que los copos de nieve tocaran el asfalto consistentes y se acumularan.

La nevada del 9 de julio se extendió durante casi 10 horas. La ciudad lució un paisaje blanco como hacía 89 años no desplegaba. Ahora pasaron otros 16 años y ese recuerdo queda cada vez más lejano. La duda ya no pasa tanto por el cuándo, sino por si efectivamente volverá a nevar alguna vez en Buenos Aires.

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