Uno de los cuentos más conocidos de la literatura infantil a nivel mundial es “La Sirenita”, de Hans Christian Andersen, que se destaca, no solo porque la historia ha pasado de generación en generación (desde libro hasta película de Disney) sino porque lleva en su interior la confesión de un amor secreto que terminó en sufrimiento para su autor.
Los cuentos infantiles esconden cosas que a primera vista no se ven, los autores suelen ser muy astutos para ocultar los mensajes, que terminan convertidos en fábulas, aunque en algunos casos hay quienes logran desenterrar lo que hay más allá
La primera investigación donde se mira el transfondo de la obra de este escritor Danés, nadido el 2 de abril de 1805, fue En busca de la Sirenita: diario de lectura del cuento de Hans Christian Andersen, de Miriam Molero.
En este libro, aparte de hacer una minuciosa investigación con respecto al cuento de “La Sirenita”, la autora se basa en la autobiografía “El cuento (de hadas) de mi vida” del mismo Andersen para explicar cuál es el origen de La Sirenita.
Esto va a determinar la importancia que se brindará al cuento y al inicio de esta historia, pues el autor señala que “en su libro Viajes al Harz pueden verse ya en germen cuentos posteriores míos, como, por ejemplo, La Sirenita. Pero hasta 1835 no publiqué mi primer cuaderno de cuentos, que pasó sin pena ni gloria”.
Además de haber recibido duras críticas “que parecía haber dado un paso adelante al escribir El Improvisador, volviera a dar ahora un paso hacia atrás publicando una cosa tan infantil como aquellos cuentos”.
Sin embargo, en el libro Hans Christian Andersen’s Correspondence, ed. Frederick Crawford (London: Dean & Son, 1891), hacen referencia a las cartas que Andersen se mandó con Edvard Collin.
En estas cartas habrá fragmentos que se van a notar cómo es su relación, pues a pesar de que nunca fue correspondido (ni con mujeres), este enfrentó grandes frustraciones por no tener una relación duradera.
Entre sus enamoramientos hubo mujeres como la soprano Jenny Lind, quien fue inspiración para el cuento El Ruiseñor. También se encontraba otra chica llamada Riborg Voigt o incluso Sophie Ørsted, pero la decepción amorosa lo siguió por todos lados, en sí escribía en su diario “Todopoderoso Dios, tú eres lo único que tengo, tú que gobiernas mi sino, ¡debo rendirme a ti! ¡Dame una forma de vida! ¡Dame una novia! ¡Mi sangre quiere amor, como lo quiere mi corazón!”
Aunque en uno de estos enamoramientos fue con Edvard Collin, quien lo llevó a escribir la famosa historia de La Sirenita.
Se duda de la sexualidad que tuvo Andersen, pero de que amó a un hombre, eso es verdad. Incluso en la correspondencia se podrá ver esos párrafos en donde demuestran el cariño que siente uno por el otro, sin embargo, también está ese sufrimiento, al saber que Collin se va a casar y Andersen pierde a su príncipe.
Más que cartas de Han Christian Andersen, estos son los textos que Collin le escribió a él, en la cual se puede leer “Languidezco por ti como por una joven calabresa... mis sentimientos por ti son como los de una mujer. La feminidad de mi naturaleza y nuestra amistad deben permanecer en secreto”.
Por otro lado, Edvard escribió en su diario “No me encontré capaz de responder a su amor, y eso causó al escritor mucho sufrimiento”.
En el desarrollo de La Sirenita, podemos ver que originalmente Ariel se queda sin voz, es esa una metáfora en la cual Andersen no podía contarle al mundo su propio amor hacia otro hombre.
Es aquí en donde la historia de Ariel se va a ver reflejada en la pantalla grande, pues Disney adaptó la esencia del sentimiento de Andersen para que millones de chicos y grandes crecieran con el cuento de hadas al cual Hans Christian Andersen le hubiera gustado tener.
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