Su última columna, Gustavo Esteva la tituló “El fin de la ilusión”, y en ella denunció el desalojo de las comunidades nahuas, no solo revelando el ataque sistemático a grupos indefensos, con un transfondo que tiene que ver con la confrontación por el control del agua, que comienza a ser un grave problema en esos territorios.
“El control del agua define una confrontación mundial cada vez más intensa”, escribió, y así será recordado Gustavo Esteva, no solo por ser un escritor, sino también por su activismo, con el cual buscó denunciar lo que consideró “atrocidades” en contra de grupos sociales vulnerables, incluso llegando a hacer estudios sobre los zapatistas y pueblos originarios a los que no muchos han volteado a ver.
Estas y otras cosas contó, en sus textos y entrevistas, Esteva, quien aseguró que su vida tuvo demasiadas rupturas, como la muerte de su padre, que lo marcó, pues, al ser el mayor de la casa, tuvo que hacer trabajos en un banco, después fue ejecutivo de IBM.
“A pesar de la incomodidad personal, provocada por una conciencia cada vez mayor del fraude de la promesa original de mi profesión, avancé rápidamente en mi carrera”, mencionó en una entrevista que le hizo la inglesa Sophie Style para un medio llamado “Wayback machine”.
Aunque, aseguró el escrito, esta no fue la decepción más fuerte que tuvo. La mayor desilusión, destacó, fue cuando trabajó como funcionario, entre 1970 y 1976, en el mandato del expresidente de México Luis Echeverria. Reconoció que, sin trabajo, tuvo que aceptar ingresar al gobierno.
De igual forma, mencionó que “los mejores programas de desarrollo, como los que yo estaba concibiendo e implementando, eran totalmente contraproducentes: dañaban a sus supuestos beneficiarios”.
El estudio sobre los zapatistas fue parte de su investigación a futuro. Escribió alrededor de 40 libros, más de 500 ensayos y miles de artículos en periódicos y revistas de diferentes temas.
Entre los libros que escribió destacan: “La batalla en el México rural” (1982), “Economía y enajenación” (1980), “Inflación y democracia: el caso de México” (1979), “Crónica del fin de una era: el secreto del EZLN” (1994), entre otros.
De igual forma, fue admirador y amigo del pensador austriaco Iván Illich, quien hizo crítica a la cultura moderna y el consumo. Esteva lo conoció en un seminario sobre la construcción social de la energía donde participó Wolfang Sachs.
Después de haberse acercado a comunidades rurales decidió irse a Oaxaca, a un pueblo zapoteco, donde fundó la Universidad de la Tierra y desarrolló y defendió su pensamiento. Esta semana falleció a la edad de 86 años.
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