Son muy pocas las novelas en las que todos los personajes son los favoritos, algo tan complejo porque no puedes decidir cuál de todos prefieres y en Simón, todos tienen un papel importante en el juego de la vida diaria.
A pesar de que el libro de Miqui Otero fue publicado en el 2020, apenas está llegando a Latinoamérica, con miras de poder tocar tierra e impregnarse en muchas generaciones que serán de su agrado.
Y como bien dice el autor, ya tiene algunos años la novela, en España fue muy bien visto por la identificación de la historia, aunque “llegan las traducciones de países que no tienen nada que ver con el entorno en el que sucede y empiezas a entender que quizá, esa historia, le pueda hablar directamente a gente de otros lugares”.
Europa ya pasó por un momento clave que a lo mejor vería la historia como parte de su pasado, pero ahora puede hablar directo a otros lugares gracias a la influencia de autores latinoamericanos.
En cuanto a la historia, Miqui contó a Infobae que el punto final no es donde no se queda el escritor, todo lo contrario, aquí es donde empieza el trabajo de uno y “uno piensa que a acabado una novela, es decir que lo de por acabada y luego lo vuelve a abrir y se vuelve a pelear y la cierra”.
“Si hiciéramos una especie de cortometraje de dos minutos con los gestos que haces cuando piensas que has acabado, y lo triunfalista que te pones durante un rato, para luego volver abrir el texto y volver a fustigarte y cambiar un montón de cosas, pues queda un corto trágico”, se expresó.
De igual forma, a pesar de hacer una y otra vez la revisión, Miqui reveló que “no sabía si era demasiado. Hay una canción que aparece en la novela, sobre todo por Rico que es demasiado corazón, no sabía si era demasiado en muchos sentidos: demasiado larga, ancha, si tenía demasiados personajes, emocional, crítica, pero es el lector quien completa lo que verdaderamente es”.
“Con los libros es lo mismo, son una partitura que interpreta el lector, de una forma más alegre, una forma más rápida y que te explican a ti, que has hecho”, confesó.
Con la influencia no solo de la vida diaria, sino también del descubrimiento de autores latinoamericanos, Simón tiene vida propia. Un comportamiento único en la novela que, muy bien, el lector logrará identificar a través de la observación de la historia.
“Me han interesado las letras de otros países que son solo algunos de los ejemplos. Si seguimos hablando seguramente aparecerán más, pero de las novelas recientes una de las que yo creo que hay algún punto en común con Simón es La maravillosa vida breve de Oscar Wao, de Junot Díaz”.
“Simón demasiado idealista”
Si uno lee la novela, se podrá dar cuenta que los movimientos en la historia son importantes y esto no solo por el personaje, sino también por los silencios que hay dentro de la narrativa, las descripciones de los lugares que mantiene al lector entretenido, que lleva no solo al protagonista al asunto de la historia.
“Las novelas, sobre todo estas novelas largas, que intentan explicar todo un periodo, la única forma efectiva y que realmente funciona es explicarlo a través del corazón y de los ojos del personaje”.
Y este personaje va a atravesar todo con la mirada y una actitud infantil, esa marca pueril que da un paso al desarrollo de España, “había una especie de euforia infantil, con un entusiasmo acrítico. No se permitía criticar, había un sentido de pertenencia, una fe en el futuro y en el porvenir”.
“Justo es un niño cuando la sociedad parece también un niño lleno de ilusión en el futuro, y tiene el futuro en ese momento. Y abandonamos a Simón en la novela cuando tiene bastantes años, después de los atentados islamistas de Barcelona, cuando vive en Catalunya durante un conflicto político, no violento, pero si importante a nivel cultural que ha polarizado a la sociedad”.
Es entonces en donde vamos a ver a un niño que, si nos parecía inocente, de adulto nos mostrará el desencanto e ironía, que ayuda a Miqui a explicar todo este proceso del héroe de la historia, que se produce a través de la sociedad y “que la gente piense en Simón una vez que cierre la novela”.
Otero hace un acierto con el personaje de Simón, porque lo hace “desde la piel, me emociono con ellos, tengo mis trucos para hacerlo, para que verdaderamente sean creíbles. No solo tenerles cariño, sino entenderles”.
Siendo este el cariño que el autor tiene hacia Simón, Rico, Betty y cada uno de los que aparece, hasta “los más hijos de puta” de la novela, razón por la cual “pienso en ellos, a menudo, queda muy cursi, pero me costó cerrar la novela al estar escribiéndola. Me costó darla por acabada porque llevan mucho viviendo conmigo, es inevitable cuando la das por cerrada y tu vida sigue”.
“Eso quiere decir que las novelas tienen que estar llenas de vida y es recomendable, incluso, que las vidas tengan un poco de novela”, afirmó Miqui Otero.
Los problemas de Simón
Entre atentados y Juegos Olímpicos, Barcelona, donde se desarrolla la novela, quedaron marcados en el pensamiento colectivo, pues estos momentos hicieron que fuera localizable y no permaneciera en el anonimato.
Y con eso, lo complicado que llega a pasar, en el contexto social, básicamente son los dos estados emocionales que se enfrentó Miqui. “lo complicado era que no creo en el ascenso social, en que alguien humilde puede llegar a ser rico, no creo que eso sea tan así, pero esto se solventaba en novelas de otros siglos. En nuestra época no tiene sentido”.
Es ahí en donde interpreta el escritor el asenso de Simón con el cuchillo de cocina, donde “permitiría llegar a un rey o a unas capas sociales que reflejaría su don, contradictorio porque a él no le gusta cocinar”.
El esclavismo, colonialismo, feminismo, ecologismo son temas que se van a remarcar, en todos los aspectos y aquí el reto era “introducir todos estos temas, que la sociedad arrastra por todos estos años y que no queda incrustado, cómo esos temas pueden influir en Simón y en la propia narración, y ese fue el reto, que no pareciera novela de eslóganes. Llena de gente que aparecía y soltara su discurso. Se volvía a ir y nadie se acordaba quien lo había soltado”.
Es tan vasta la propiedad del personaje de Simón, que incluso la manera en cómo Miqui finaliza todo envuelve esos fantasmas que no dejan nada en el espacio y ponen en orden lo que alguna vez hablaron en el texto.
¿En dónde queda Rico?
Cómo buena historia, los antagonistas suelen hacerle pelea al protagonista y termina siendo un antihéroe y viceversa, pues esto sucede con Rico, el primo de Simón que “pone al peligro la sorpresa y la aventura que el que lo hace antes es el que paga las consecuencias peores”.
“Es el que lo introduce en el mundo de la literatura y por tanto en la posibilidad de imaginar otras vidas posibles de no renunciar o bajar de los brazos ante la única vida que tu genética, origen social y demás han diseñado para ti. Y esto es un arma de doble fuego, porque también se hace daño”.
Rico parece un personaje injusto, se ven sus errores y fallos con los cuales Simón permite y con el tiempo vuelve al punto por el cual los años que pasan van determinando la vida del protagonista.
“Y hace la vida de Simón divertido y a veces peligroso”.
“Seguro todos tenemos una figura que pueden ser un profesor, padre o primo que se convierte como parte de tutor que te transmite conocimiento. La novela es un homenaje a esas personas rigurosas que son un poco más mayor, que valen la pena en la vida”.
De igual forma, los lectores que puedan leer Simón se van a asegurar que muchas palabras, lugares, momentos los van a transportar a su lugar de origen, porque “es identificable en cualquier sitio”.
“Hay una manera de ver la vida, en la calle y pues hay muchos puntos en común y una mirada, por momentos, puede ser absurda y tal por el mundo, pero que también está validando lo emocional, es callejera”.
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