Cuando hablamos de la generación Beat recordamos a escritores como Jack Kerouac, William S. Burroughs y Allen Ginsberg, pero también nos acerca a una época en la cual la música, las drogas, la libertad sexual y el interés en la filosofía se reflejaron de manera maravillosa en la literatura.
Los escritores que le dieron vida a la generación Beat fueron distintos a otros, conformaron una ola de hartazgo por la sociedad y amor por las calles de los Estados Unidos en los años cincuenta. Cansados de la guerra, del consumismo y una estructura social que no aceptaban, crearon un lenguaje propio.
Jean-Louis Kerouac nació en Lowell, Massachusetts, su padre, de origen francocanadiense, repercutió en Kerouac, pues no habló inglés hasta los cinco años, por lo cual, quien se convertiría en un destacado escritor no fue capaz de dominar el lenguaja hasta bien entrada la adolescencia.
Otro de los personajes que tuvo un gran influjo en la vida de Kerouac fue Joyce Johnson, pareja del escritor y, posteriormente, una de sus mejores cronistas, quien, en su libro, “Personajes secundarios”, relata no sólo sus vivencias con los beats y sus turbulentos años al lado de Kerouac, sino también la lucha por su propia independencia.
“Lucien es el aristócrata, querido mío y Jack, un deportista paletero y un torpe campesino canadiense”
En uno de los pasajes que escribe en el texto hace mención al año de 1944 cuando Kerouac, regresa en junio, de la marina mercante y Edie Parker le presenta a Lucien Carr. Al principio sentía celos, pero después “como fuegos de artificio, estalla la amistad”.
En otro apartado de las memorias, Joyce describe el momento en el cual Jack murió:
“¿Quién habría dicho que Jack Kerouac hallaría la muerte a los cuarenta y siete en casa de su madre, en Saint Petersburg, Florida, con The Galloping Gourmet en la pantalla del televisor? Dejó la lata de cerveza, fue al baño y vomitó sangre. Al cabo de unas horas, después de haberse negado a recibir asistencia médica hasta que ya fue demasiado tarde, expiró en un hospital lleno de ancianos. Su madre, paralizada desde hacía años por un derrame cerebral, le sobrevivió. Jack era el segundo hijo al que enterraba. El primero, Gerard, había muerto a los nueve años, cuando Jack sólo tenía cinco”, describió.
De igual forma, otro de los datos que se pueden rescatar del libro de Joyce fue cuando encontró un artículo escrito por John Clellon Holmes titulado “Ésta es la generación Beat”:
“Todos mis amigos —escribía Holmes— sentían, de un modo u otro, aquel afán reprimido de hablar, de experimentar el júbilo, de sensaciones y verdades nuevas. Por el motivo que fuera, todas las personas de mi edad tenían una mirada impaciente y expectante que delataba un amor todavía no concedido, un éxtasis que no había sido liberado, la existencia de un mundo enterrado”, escribía.
“El extraño uso de la palabra beat me fascinó de inmediato”, dijo Joyce al terminar de leer el artículo.
Aunque uno de los momentos que podría ser memorable del libro es cuando se conocen y Kerouac no tiene dinero para invitarle un café a Joyce.
“Cuando el café llega, Jack parece apesadumbrado. No puede invitarme. No tiene dinero, nada de nada. Aquella mañana pagó con diez dólares en un colmado y le devolvieron el cambio de uno de cinco. Está esperando el cheque de una editorial, dice enfadado”.
Pero el final que tuvieron Joyce y Kerouac fue lo que determinó la separación total de la relación.
“Le pedí a Jack que saliera a la calle conmigo. Con un nudo de dolor en la garganta, me esforcé por dar con las palabras que más le dolieran.
—¡No eres más que un fanfarrón!
—¡El amor no correspondido es una pesadez!”, escribió.
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