El brutalista (The brutalist) se alzó anoche con el Globo de Oro como mejor película dramática y también su actor protagonista, Adrien Brody.
Se trata de la nueva película del director Brady Corbet, una obra que no solo destaca por su ambiciosa duración de más de tres horas y media, sino también por su profunda exploración de los desafíos de la posguerra y la migración. La cinta narra la historia de László Tóth, un arquitecto judío húngaro que, tras huir de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, busca reconstruir su vida en los Estados Unidos.
Ambientada en 1947, la película sigue a Tóth, interpretado por el actor estadounidense Adrien Brody, quien llega a Estados Unidos en condiciones de pobreza extrema. Su vida da un giro inesperado cuando un empresario millonario, encarnado por Guy Pearce, reconoce su talento y le ofrece un contrato que cambiará su destino. Sin embargo, el camino hacia el éxito no está exento de dificultades, ya que el protagonista enfrenta los retos de adaptarse a una nueva cultura, la hipocresía de sus mecenas y las presiones del capitalismo en un país que prometía ser “la tierra de las oportunidades”.
La trama también aborda la influencia de las ideas arquitectónicas de Tóth, quien lleva consigo los principios vanguardistas de la Bauhaus, una de las escuelas de diseño más influyentes del siglo XX. Sus imponentes construcciones de hormigón frío simbolizan una nueva modernidad en el contexto de la posguerra, pero también reflejan las tensiones internas del personaje, atrapado entre su pasado en Europa y las exigencias de su presente en Estados Unidos.
El director Brady Corbet explicó en la rueda de prensa del festival de Venecia que la película es un homenaje a los arquitectos europeos que, como Tóth, emigraron a Estados Unidos tras la guerra, pero que no siempre lograron materializar sus visiones. Según detalló la agencia EFE, Corbet se inspiró en el testimonio del arquitecto francés Jean-Louis Cohen, quien falleció en 2022 y le proporcionó una perspectiva sobre el destino de estos profesionales en el contexto estadounidense. “Le pregunté si podría darme un ejemplo de alguien que hubiera salido de la ciénaga de la guerra y reconstruido su vida en América. Él me respondió: ‘hay cero ejemplos’. Lo encontré muy evocador”, comentó el director.
La película, rodada en formato de 70 mm como un guiño a la época que retrata, es descrita por Corbet como una “amalgama de muchas vidas reales”. Entre las figuras que influyeron en la construcción del personaje de Tóth se encuentran arquitectos como Loui Kahn, Marcel Breuer y Paul Rudolph, quienes dejaron una huella significativa en la arquitectura moderna.
Sin embargo, El Brutalista no solo es un homenaje, sino también una crítica al sistema que, según Corbet, limitó las posibilidades de estos visionarios. El director expresó su frustración por las dificultades que enfrentó para llevar a cabo este proyecto, en el que trabajó durante una década. “Sí, hay muchas películas que no podemos contar en Hollywood”, afirmó, agradeciendo al Festival de Venecia por apoyar una obra en la que, según sus palabras, “nadie creía”.
Adrien Brody,por su parte, destacó que pudo conectar profundamente con su personaje debido a la experiencia de su propia madre, una refugiada húngara que emigró a Nueva York y se convirtió en fotógrafa. “Pude entender las repercusiones de algo en su arte”, señaló el actor, conocido por su papel en El pianista (2002). Brody subrayó que su objetivo al interpretar a Tóth era hacerlo real y relevante, no solo como un recordatorio del pasado, sino también como una reflexión sobre los desafíos actuales.
Con El Brutalista, Brady Corbet ofrece una obra que trasciende el relato individual de un arquitecto para abordar temas universales como la migración, la identidad y las tensiones entre el arte y el sistema económico. La película, que combina elementos históricos con una crítica social contemporánea, se posiciona como una de las propuestas más ambiciosas y reflexivas de este año que recién comienza.