El documental Crucero mortal (Hell of a Cruise), que se transmitió en Peacock para Estados Unidos y ahora llega a América Latina por Max, narra el aterrador viaje a bordo de cruceros durante los inicios de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 comenzaba a extenderse globalmente, convirtiendo estas embarcaciones en focos significativos de contagio. La película no solo presenta un recuento de los acontecimientos del Diamond Princess, el cual se encontraba en cuarentena frente a Yokohama, Japón, en febrero de ese año, sino que también revela cómo la empresa Carnival Corporation continuó operando sus cruceros incluso tras ser evidente el riesgo de propagación del virus.
Esta producción, dirigida por Nick Quested, es una experiencia inmersiva mediante horas de material filmado por los pasajeros, exponiendo las fallas y la falta de estrategias cohesivas frente al manejo de la crisis. El foco del Diamond Princess, como señala Quested en palabras para USA Today, representó el primer gran evento de superpropagación fuera de China, brindando conocimientos cruciales sobre el coronavirus. El crucero, con más de 700 casos confirmados y múltiples muertes, captó la atención mundial por las medidas inadecuadas tomadas tanto por las autoridades de los cruceros como por las gubernamentales.
Según el especialista en enfermedades infecciosas, Dr. Michael Callahan, y el Dr. Kentaro Iwata de la Universidad de Kobe, la ausencia de una planificación eficaz por parte de Carnival y las decisiones políticas inconsistentes contribuyeron al caos y a la propagación de la enfermedad. Más allá de los errores, el título también narra las experiencias de los pasajeros atrapados en estos “paraísos flotantes” convertidos en “cárceles infestadas”. A través del uso extensivo de grabaciones personales, se captura la atmósfera de miedo y la lucha por la supervivencia. Dichas crónicas personales ofrecen una ventana a los momentos de tensión vividos a bordo, como las áreas desiertas que normalmente estarían llenas de vida y los miembros de la tripulación entregando alimentos mientras llevan mascarillas.
A pesar de la gravedad del asunto, muchos de los entrevistados expresaron su disposición a volver a embarcarse en cruceros en el futuro. El director consideró que esto ilustra una división clara entre quienes disfrutan de estas experiencias y quienes no, y que probablemente el documental no cambiará esas percepciones. Sin embargo, lo que Hell of a Cruise sí busca destacar son las lecciones aprendidas sobre la respuesta gubernamental y la influencia de las redes sociales en la difusión de información durante crisis sanitarias globales.
En ese sentido, resalta la necesidad de una respuesta coherente y despolitizada ante pandemias, apuntando a la necesidad de extraer enseñanzas no solo sobre los cruceros o los viajes, sino sobre cómo las sociedades y sus líderes reaccionan ante emergencias de salud global. El largometraje documental, según su equipo de producción e investigación, subraya la urgencia de una mayor conciencia sobre cómo las plataformas digitales influyen en la percepción y gestión de este tipo de situaciones de riesgo.
Infectados y muertos a bordo del crucero Diamond Princess
En enero de 2020, una neumonía de origen desconocido en Wuhan, China, empezó a preocupar a nivel global. La rápida acción de China, con la construcción de un hospital en días, y la cancelación de cruceros por MSC Cruceros y Royal Caribbean a finales de enero, señalaban la seriedad del problema. A pesar de la emergencia sanitaria declarada por la OMS el 30 de enero, Europa se mantenía escéptica sobre la amenaza, percepción que cambiaría en semanas.
Febrero marcó un antes y después en el desarrollo de los eventos, al dejar de percibir el coronavirus como una cuestión exclusiva de Asia. El crucero Diamond Princess se convirtió en foco de atención mundial tras detectarse un caso positivo de COVID-19 en un pasajero que había desembarcado en Hong Kong el 1 de febrero. El barco, puesto en cuarentena por autoridades japonesas en Yokohama el 3 de febrero, comenzó con 10 casos positivos, cifra que ascendería a más de 700 infectados y 13 fallecimientos.
La situación exacerbó la imagen negativa hacia los cruceros como focos de infección, agudizando la crisis en este sector. La gestión de la cuarentena, la saturación en hospitales japoneses y la compleja repatriación mostraron la falta de preparación ante la pandemia. La suspensión de operaciones por compañías como Princess Cruises y la pausa forzada en la industria debido a restricciones de viaje destacaron las repercusiones económicas para el sector turístico.
Lanzado originalmente en 2022, Crucero mortal puede verse desde febrero en Max con una duración de una hora y 18 minutos.