Si viésemos a un fantasma —con el perdón de los escépticos— nuestra reacción natural sería huir. Pero si a mitad de la noche, estando solos en casa, sentimos que alguien hace sonidos del otro lado de la habitación, no nos queda más que usar nuestros oídos e imaginación para adivinar qué está ocurriendo a solo unos pasos de donde estamos. Ese es el brillante y atrapante ejercicio de horror que plantea La zona de interés (The Zone of Interest), una película en la que su director, Jonathan Glazer, en lugar de mostrarnos en pantalla un asesinato, elige inteligentemente forzarnos a usar nuestra audición para deducir los horrores en los campos de concentración de Auschwitz durante el Holocausto Judío. Esta es la flamante ganadora del título Mejor película internacional en los Premios Oscar 2024, categoría que compartía con La sociedad de la nieve.
El largometraje, basado en la novela homónima de Martin Amis —que falleció el día siguiente del estreno en el Festival de Cannes— cuenta la historia de una familia alemana que se muda justo al lado del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, lugar en el que fueron asesinados más de 1,1 millones de personas (incluidos casi un millón de judíos) durante la Segunda Guerra Mundial. Y desde su perspectiva, tallada bajo una fotografía completamente milimétrica y encuadrada al grado obsesivo de Stanley Kubrick, vamos viendo toda su rutina mientras de fondo se escuchan los macabros ruidos que vienen del campo.
El monstruo invisible que toca la puerta
La zona de interés es quizás la propuesta más arriesgada del Oscar 2024. Durante sus casi dos horas, el largometraje nos muestra todo lo que hace la familia de Rudolf Höss (Christian Friedel), el comandante a cargo del campo de exterminio en Auschwitz, y su esposa Hedwig Höss (Sandra Hüller), quien se encarga de las labores domésticas con el apoyo de otras dos trabajadoras. No hay explosiones, no hay melodramas y no hay villanos. Simplemente, es la rutina diaria de una familia que vive en un lugar claramente inusual.
Entonces, ¿qué tiene de terrorífico o especial esta película? Curiosamente, la respuesta está en lo que ocurre fuera de foco, detrás de los personajes o incluso a lo lejos. Todo el tiempo hay un monstruo presente que anda tocando la puerta, pero nunca lo vemos, sino que lo escuchamos, ya sea como un guardia alemán discutiendo con un prisionero o un disparo a lo lejos cuando los personajes se echan a dormir en la noche. Sonoramente, estamos frente a una obra bastante curiosa y que está hecha para contemplarse, pues en su ritmo lento no hay espacio para los caminos usuales del drama ni mucho menos de la acción.
Visualmente fría a lo Kubrick
Pero no todo es sonoro, obviamente hay que mostrar algo en pantalla. Ahí, Jonathan Glazer es bastante sutil con lo que quiere retratar. Ese monstruo que empieza como una amalgama de sonidos, como cualquier otra criatura aterradora, deja huellas por donde pasa y es precisamente eso lo que llegamos a ver: la sangre que cae de las botas de Rudolf cuando una sirvienta las enjuaga, la chimenea botando humo desde el lado del campo de concentración, cenizas que sirven de abono para el jardín y más cosas que tienen una procedencia oscura. Todo esto aparece en escenas que duran segundos y están hechas para hacernos entender que, en la cabeza de los personajes, esto es algo bastante normal (de ahí la banalidad del mal que tanto se ha comentado sobre el film), cuando en realidad se trata de un conjunto de cosas siniestras.
Asimismo, hay que resaltar que todo está puesto en pantalla de manera simétrica. Hay muchos encuadres que son de regla, con perfecta medición y elaborados con una maestría que no deja indiferente al espectador cuando vemos a los personajes pasar de una habitación a otra, casi como si el mismo Stanley Kubrick se hubiese hecho cargo. Pero no todo se trata de un estilo —como lo podría ser también el de Wes Anderson— ya que la propuesta fotográfica de Łukasz Żal (director de fotografía), más allá de los tonos apagados y grises, tiene una que otra sorpresa que está diseñada para incomodar al espectador y recordarle que no está viendo un drama familiar.
Definitivamente para ver en el cine
En suma, se trata de una película que está definitivamente hecha para disfrutarse en la pantalla grande. El apartado sonoro logra inquietar al espectador, mientras que la propuesta visual es también bastante arriesgada. Sin dudas, es uno de los films más originales de los últimos años y no está hecha para gente que no aguanta las historias lentas. En este caso, Jonathan Glazer logra armar una película bastante sólida y original, al mismo tiempo que cierra con una escena final que va a dejar pensando a más de uno al salir de la sala. La zona de interés se estrenó en cines de Latinoamérica este 15 de febrero de 2024.