Priscilla (2023) es la clase de película que nadie podría hacer mejor que Sofía Coppola. Desde que siendo aún adolescente escribió el guion de uno de los episodios de Historias de Nueva York, el largometraje que realizaron su padre Francis Ford, Martin Scorsese y Woody Allen, Sofía demostró una enorme sensibilidad para los detalles y también la sinceridad de aquellos que retratan el mundo que mejor conocen.
Desde su ópera prima, Las vírgenes suicidas (1999), la directora se concentró en la melancolía de las mujeres jóvenes que pertenecen a un mundo privilegiado donde igualmente la angustia existencial las consume. Perdidos en Tokio (2003) fue su punto más alto y se llevó un Óscar a mejor guion por esa película. Estas historias de mujeres acomodadas que tienen tristeza la lanzó de lleno a realizar una desafiante biografía histórica en María Antonieta (2006) y, más allá de algún traspié o film menos logrado, la trajo hoy hasta la historia de Priscilla Beaulieu Wagner, famosa en la historia por haber sido la única esposa de Elvis Presley y el gran amor de su vida. Juntos tuvieron una hija, Lisa Marie Presley, fallecida en enero de 2023.
El guion de Coppola se basa en la autobiografía de Priscilla llamada Elvis y yo, publicada en el año 1985. Toda la historia que cuenta el film es la relación entre ambos desde el punto de vista de ella, desde la fascinación inicial hasta la decepción final, pasando por los celos, la soledad y la angustia de estar en pareja con una de las personas más populares del mundo. El largometraje no juzga tanto a Elvis, sino que se detiene a mostrar cómo es la vida de Priscilla.
De Sofía Coppola se pueden esperar muchas cosas, pero no que caiga en los lugares comunes de una biografía. La directora no eligió que sus protagonistas sean copias exactas de los personajes y se agradece que ni Cailee Spaeny como Priscilla ni Jacob Elordi como Elvis busquen ser idénticos a los verdaderos. Tampoco arma una estructura dramática con el manual del film biográfico y juega más a ver las pequeñas cosas más que a reconstruir los grandes momentos conocidos. Los derechos de las canciones de Elvis le fueron negados a los productores, por lo cual la banda de sonido se armó también al estilo del casting, con parecidos que alcanzan a dar la idea.
La expresión final de la sutileza de Sofía es que la canción final es nada menos que “I Will Always Love You” (1973) interpretada por su autora Dolly Parton. En 1974, Elvis Presley quiso grabar esta canción, pero el Coronel Parker le quiso imponer a Parton un trato injusto que ella, con todo el dolor del mundo, no pudo aceptar. En 1982, Dolly la cantó nuevamente, esta vez en la película The Best Little Whorehouse in Texas, que ella protagonizó junto a Burt Reynolds. Y claro, en 1993, Whitney Houston la volvió nuevamente un éxito al grabarla para la película El guardaespaldas, que la cantante protagonizó junto a Kevin Costner. Elvis amaba esa canción y nunca la pudo grabar. Ahora en Priscilla se la escucha como cierre de la historia de la mujer que él amó. De cosas así está hecho el cine de Sofía Coppola.