Un grupo de niños rebeldes llega a un museo donde una misteriosa guía los conduce hacia una visita no oficial por las instalaciones del edificio. Ella les habla de “El libro de la vida” y les cuenta la historia de dos niños y una niña mexicanos, y los eventos ocurridos en torno al Día de los muertos. El relato describe el mundo de los vivos, pero también describe dos lugares pertenecientes a los muertos: la Tierra de los recordados, y la Tierra de los olvidados. Lo que parecía una visita aburrida al museo, termina siendo una apasionante historia a la que no le falta ningún ingrediente.
Este film de animación producido por Guillermo del Toro y dirigido por Jorge R. Gutiérrez fue una de las grandes sorpresas del año en el momento de su estreno. En el 2014, Del Toro ya era un director importante e incluso prestigioso. Dentro de su valiosa obra, El laberinto del fauno (2006) era su película más valorada. Ahora, cuando presentamos El libro de la vida diez años después, hay que referirnos a él como el realizador ganador de tres premios Oscar, dos por La forma del agua (2017) y otro por Pinocchio (2022). Guillermo Del Toro siguió creciendo y si se hubiera estrenado hoy, este largometraje de animación tendría aún más repercusión.
El libro de la vida sorprende por su enorme calidad, pero a la vez es de esperarse de una producción de Guillermo del Toro. La película es original, llena de ideas y con un imaginario visual más que interesante. Aunque a priori un espectador puede imaginar que el film le debe algo a los títulos de animación creados por Tim Burton, en particular El cadáver de la novia, lo cierto es que Del Toro no le debe nada a nadie. Desde el comienzo queda claro que los dibujos son diferentes a todo lo que solemos ver dentro del cine industrial, que hay un minucioso trabajo de una gran belleza y que la excusa del Día de los muertos dará pie a muchas imágenes memorables. El director Jorge R. Gutiérrez despliega un trabajo parecido al que años después mostró en Maya y los tres, una miniserie estrenada en Netflix.
No siempre el cine de animación de alto presupuesto ofrece una combinación tan brillante de elementos. La película es verdaderamente divertida, tiene un ritmo ajustado y veloz y el humor funciona de manera exacta, con excelentes chistes y gags. A pesar de algunos momentos dramáticos, la película nunca se vuelve siniestra o angustiante. El clima de fiesta del Día de los muertos tiñe de un tono festivo todo el relato. En ese aspecto, el mayor temor que aparece en El libro de la vida es el de ser olvidado, no el de morirse.
El relato nos dice que mientras alguien es recordado por sus seres queridos, no hay de qué preocuparse. La tarea de los vivos no es llorar, sino recordar. Lejos de la tragedia, la muerte acá es mostrada de una manera mucho más tranquilizadora, sin mentiras ni promesas religiosas. Los personajes –protagonistas del relato que cuenta la guía del museo- están hechos a partir de las figuras tradicionales que se realizan para el Día de los muertos lo que sin duda le aporta gran belleza a toda la película. Por supuesto que muchos verán el parecido con la película de Pixar Coco (2017) que aunque se parece a El libro de la vida en algunas cosas, en otras es completamente diferente. La película producida por Guillermo del Toro es notablemente superior a ese gran éxito de taquilla de Pixar.
Si algo destaca a este título es la belleza y el color de cada escenario. No faltan los personajes tradicionales de la festividad y cada escena es un despliegue inusual de imaginación visual. Un poco de modernización cultural y algunos intentos de acercarse a la cultura actual, completan la deslumbrante propuesta de la película. La suma de inteligencia, entretenimiento, humor y alegría de la película, la convierten por lejos en una de las mejores películas de animación del Siglo XXI y un título que vale la pena revisar una y otra vez.
El libro de la vida está disponible para ver en Netflix.