A comienzos de este año se estrenó la primera parte de una nueva adaptación de una de las novelas más famosas de todos los tiempos. El libro Los tres mosqueteros (Les trois mousquetaires) fue publicado en Francia en 1844. El cine, y más tarde la televisión, produjeron docenas de versiones, poniendo al texto de Alexandre Dumas entre los más adaptados de la historia. Siendo una novela francesa, es interesante cómo en su propio país no tuvo tantas transposiciones como las que se hicieron y se hacen en Estados Unidos. Desde Asia hasta Latinoamérica, el mundo entero quiso dar su mirada sobre esta gran historia.
Los primeros minutos de la secuela repasan a toda velocidad algunas líneas de la primera película. Para quienes no la vieron o no conocen la historia, un repaso: D’Artagnan (François Civil) es un joven gascón que llega a París con el sueño de convertirse en mosquetero. En el camino ya vive algunas aventuras y al llegar termina, accidentalmente, provocando a tres diferentes mosqueteros que lo citan en tres momentos diferentes para batirse a duelo. Los tres mosqueteros son Athos (Vincent Cassel), Porthos (Pio Marmaï) y Aramis (Romain Duris), que terminarán siendo los mejores amigos del valiente espadachín. Juntos quedan en el centro de una intriga que pone en riesgo al mismísimo rey de Francia (Louis Garrel). Sus enemigos son el Cardenal Richelieu (Eric Ruf) y una enigmática mujer llamada Milady de Winter (Eva Green).
La segunda parte se llama Los tres mosqueteros: Milady y, como era de esperarse, completa la historia de Milady de Winter y su oscuro pasado que la conecta con Athos. Ahora ella es la gran villana, aunque son muchos los intereses políticos y disputas que atraviesan la historia. También se profundiza la historia de amor entre D’Artagnan y Constance (Lyna Khoudri). La división en dos partes obedece a que la adaptación completa de la novela es difícil de reducir y, como ha ocurrido en el pasado, es mejor hacer dos películas antes que una. Sin embargo, hay que recordar que la mejor de todas las adaptaciones se hizo en Hollywood en 1948 y su duración total era de 125 minutos. En el caso de esta nueva versión francesa, hablamos de 121 minutos para la primera parte y 115 para la segunda. Por supuesto, ambas fueron filmadas al mismo tiempo.
El director de este ambicioso proyecto de dos largometrajes es Martin Bourboulon. Este realizador declaró que se había inspirado en algunos grandes títulos para encontrar el estilo de su trabajo. Mencionó a Cyrano de Bergerac (1990), La reina Margot (1994), Los duelistas (1977) y Los cazadores del arca perdida (1981). No hay mucho de Spielberg, pero sí queda claro que la historia tiene algo de humor, aventura, acción y drama. Tiene intrigas palaciegas, vueltas de tuerca inesperadas, sobre todo para quienes no han leído el libro, y entrega un espectáculo que en esta segunda parte se vuelve más interesante y divertido que en la primera. Tal vez eso deja más en claro que se trata de una sola gran película dividida en dos. Y por su duración, tiene espacio para desarrollar muchas historias y subtramas, tomándose varias libertades que no alteran significativamente el espíritu del libro de Dumas.
Quienes vean la primera parte -ya disponible en Netflix- podrán disfrutar de su secuela en cines sin tener que esperar meses para ver cómo sigue la historia. Sin destripar nada, es necesario mencionar que, a pesar de muchas resoluciones, este film también deja la puerta abierta para continuar. Recordemos que la novela de Alexandre Dumas tuvo dos continuaciones: Veinte años después (1845) y El vizconde de Bragelonne (1848). Habrá que ver si el proyecto se anima a seguir adelante y llega a completar la trilogía. Tal vez no cuatro entregas más, pero al menos dos, podrían darle a este ambicioso proyecto el título de adaptación oficial francesa de uno de sus textos más importantes y populares.