Alejándose de la romantizada visión de los “pueblos mágicos” como se denomina ahora a toda comunidad alejada a unas cuantas horas en carretera de la ciudad, El pueblo (The Village), la reciente película dramática dirigida por Michihito Fujii, desentraña una faceta más áspera y cruda de la vida rural en Japón. Estrenada hace poco en Netflix, la narrativa se ubica en Kamon, una aldea montañosa ficticia antes célebre por su legado en el teatro nō. En la actualidad, los residentes conviven junto a una planta de tratamiento de residuos y un vertedero, simbolizando un progreso superficial y un alejamiento de sus valores tradicionales.
El protagonista, Yu Katayama (Ryûsei Yokohama), es un joven que enfrenta el ostracismo y desprecio social, debido a un turbio pasado familiar. La trama sigue su lucha en un entorno hostil, donde la intimidación y la corrupción son pan de cada día. Su vida se complica aún más por la adicción de su madre al alcohol y al juego, y una deuda que lo arrastra a involucrarse en actividades ilegales en la planta, bajo la supervisión del hijo del alcalde, Toru Ohashi (Wataru Ichinose) y con la complicidad del propio padre, Shusaku Ohashi (Arata Furuta).
Misaki Nakai (Haru Kuroki), una amiga de la infancia de Yu, regresa de Tokio y se convierte en una figura central en su vida, intentando reavivar su relación pasada y proponiendo públicamente promover la planta de reciclaje como atracción turística. Ella es el contraste personificado de la esperanza de la gran urbe frente a la férrea estabilidad de la tradición, y como tal, su destino es la tragedia.
Una mirada reflexiva
El largometraje explora temas de alienación, la avaricia y el conflicto entre el pasado y un futuro mal entendido. El elenco también incluye a Naomi Nishida, Tetta Sugimoto y otros. La dirección de fotografía de Tomoyuki Kawakami y la producción de Michiaki Tsunoda y Ryô Yukizane contribuyen a crear un ambiente que refleja la tensión y el conflicto de la historia.
Con una duración de 120 minutos, la nueva inclusión de Netflix, El pueblo, se resume como un thriller dramático sobre el costo del desarrollo y la pérdida de identidad cultural, ofreciendo una mirada crítica y provocativa sobre la sociedad japonesa, la cual resuena con el resto del mundo.