En la década del 70, un joven actor se transformó en una estrella descomunal al escribir y protagonizar una película que se convirtió en un enorme éxito de taquilla y terminó finalmente ganando el Oscar a mejor película. La historia de Sylvester Stallone era, sin metáfora alguna, el Sueño Americano hecho realidad. El público lo eligió y de ahí en más, nadie podría quitarle su condición de figura popular por excelencia. En la década siguiente tendría competencia con un fisicoculturista convertido también en estrella de cine: Arnold Schwarzenegger. Arnold vino a competir con Sylvester, pero a su vez este pasó del drama al cine de acción, un espacio en el que el actor de Conan se había instalado antes. Aunque la disputa entre ambos quedó atrás y ya hace rato que hacen cosas juntos, incluyendo compartir cartel, este 2023 tiene un nuevo enfrentamiento, ya que Netflix estrenó documentales sobre ambos. Cada uno en su estilo.
Arnold era una miniserie documental en tres episodios. Se justificaba porque dividía la carrera de Schwarzenegger en sus tres facetas: deportista, estrella de cine y político. Sly, en cambio, es un solo largometraje donde se narra la vida de Stallone, desde sus comienzos hasta la actualidad. El protagonista de Terminator hoy tiene 76 años, mientras que el actor de Rambo tiene 77. Es evidente, desde el comienzo, que Stallone no tiene el mismo plan que Schwarzenegger. No especula con nada, no tiene ambiciones políticas o sociales, simplemente ha vivido para el cine y sus personajes, nada más y nada menos. Por eso, se respira mayor autenticidad y arriesga más.
El documental muestra a Stallone en plena mudanza. Esto, que es aprovechado por el director, sirve para mostrar un momento de inestabilidad y algo de incertidumbre. El actor, guionista, productor y director sabe que está grande, que sus años de mayor esplendor quedaron atrás y que empezó una cuenta regresiva en su vida. Eso se ve con claridad y muestra un corazón que en el documental de Arnold trataba de ocultarse todo lo posible. Ambos son biografías autorizadas, sin mayores polémicas. Sly desarrolla, con más interés, el vínculo entre el protagonista y su padre. Ahí es donde hay más novedades dentro de una historia que la mayoría del público conoce. El resto se basa en las tres franquicias exitosas de su carrera: Rocky, Rambo y Los indestructibles.
Stallone y Schwarzenegger han descuidado a sus familias en su camino por la fama y el éxito, pero, aunque Stallone tenga menos tiempo para hablar del tema, se nota que él ha logrado rearmar una familia, incluso después de la pérdida de su hijo. Parece que ha entendido lo que estaba en juego y ha logrado algo de felicidad familiar. A Schwarzenegger se lo ve más abatido en ese aspecto, mucho más solo. No hay nada más lindo en los documentales que ir viendo lo que no se nos ha querido contar del todo, pero que podemos inferir.
Mientras que la estrella de Mentiras verdaderas busca una vuelta de tuerca más y tiene planes que no termina de mostrar, el actor de El demoledor siente que ya le ha dado al cine todo lo que tenía para ofrecerle. Ahí vuelve una vez más el tema de su mudanza. Cuando se llevan la estatua de Rocky parece una especie de despedida definitiva. Ambos han dejado un legado imborrable, pero desde lo afectivo es Sylvester Stallone el que siempre tendrá una conexión emocional más fuerte. Eso se ve en Sly, como también en su filmografía.
Ambos documentales están en Netflix.