Una gran estrella, un gran director y la adaptación de un best seller, todos los ingredientes que cualquier productor quiere a la hora de armar un éxito. Sin un presupuesto demasiado grande, La última puerta (The Ninth Gate, 1999), es una apuesta europea para lograr un triunfo comercial internacional. La estrella es Johnny Depp, el director es Roman Polanski y la novela es El club Dumas de Arturo Pérez-Reverte, publicada en el año 1993. Un equipo técnico destacado y un elenco con grandes nombres acompañan la calidad artística y comercial de la propuesta.
Dean Corso (Johnny Depp), es un vendedor de libros raros de la ciudad de Nueva York. Es un experto, pero también un timador. Logra comprar por poco dinero algunos de los libros más caros del mercado, aprovechándose de la ignorancia de los que han heredado dichos ejemplares. Luego, Corso los vende a coleccionistas, haciendo una gran diferencia. Un millonario que también recopila libros, Boris Balkan (Frank Langella), se contacta con él para ofrecerle un trabajo difícil. Balkan adquirió un ejemplar de Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras de Aristide Torchia. Solo existen tres copias de este texto considerado herético y el trabajo de Corso será encontrar las otras dos para corroborar su autenticidad.
La película es una versión bastante libre de la novela, lo que no es una mala noticia, ya que el cine y la literatura son dos artes diferentes y una adaptación leal no significa que sea buena. Lo que más se extraña, pero se avisa en el título, es toda la idea de ir detrás de los libros de Alexandre Dumas. Acá la trama se centra en ese libro oscuro vinculado con lo satánico. Cinematográficamente, es una buena decisión, aunque signifique perder el principal encanto de la obra original. Roman Polanski ha hecho muchas adaptaciones de grandes libros y su maestría en ese aspecto es notable, aunque no cuenta aquí con sus mejores colaboradores en ese rubro. Quienes busquen lealtad, no la van a encontrar en La última puerta, eso debe quedar claro.
En 1999, Polanski ya había dejado atrás la parte más importante de su carrera. Aunque había realizado películas valoradas, ninguna había tenido la repercusión de las primeras dos décadas de su fantástica filmografía. Su película inmediatamente anterior era La muerte y la doncella, otra adaptación, realizada en 1994. Cinco años sin filmar son muchos, pero Polanski no es un director que estrene todos los años tampoco. Las críticas fueron mixtas, con tendencia a lo negativo. Se la comparó mucho con la obra maestra del terror satánico El bebé de Rosemary (1968) y, en ese aspecto, es obvio que la diferencia es gigantesca, aunque La última puerta es en gran parte un policial, con muy poco de terror.
Johnny Depp aceptó trabajar por mucho menos que su salario de aquel momento por el placer de estar bajo las órdenes del cineasta franco-polaco. La taquilla no fue enorme, pero recaudó más de lo invertido, por lo que no fue para nada un fracaso, salvo que se la compare, una vez más, con El bebé de Rosemary. Unos años más tarde, Depp se convertiría en una estrella aún mayor, lo que tal vez hubiera ayudado a un mejor resultado comercial. Polanski, por su lado, terminaría ganando el Oscar a mejor director por su siguiente largometraje, El pianista (2002) aunque por sus problemas con la justicia americana, no lo pudo recibir en persona. Es por ese mismo motivo también que las escenas de esta película que transcurren en Nueva York fueron realmente filmadas en París.
Cómo todo largometraje realizado por un cineasta verdadero, hoy La última puerta se disfruta más que en aquel momento. En comparación con el cine contemporáneo, gana mucho y se valora. Polanski, aún sin alcanzar aquí su máximo nivel, ofrece un trabajo sólido. Lo mismo para Johnny Depp, que en aquel momento se entregaba con todo a cada nueva actuación. El estreno en Netflix es una ocasión perfecta para revisar o ver por primera vez esta película.