Casi 20 años pasaron desde el estreno de El juego del miedo (Saw, 2004) el legendario film de terror dirigido por James Wan que inició una de las franquicias más exitosas y extensas del cine de horror del siglo XXI. Con la película nació Jigsaw, un villano tan importante como la historia en sí misma. Jigsaw/John Kramer fue interpretado siempre por Tobin Bell y, salvo el largometraje Espiral: El Juego Del Miedo Continúa (Spiral, 2021) donde el personaje y el actor no estaban, su presencia será siempre una parte fundamental de la historia. Saw X: El juego del miedo (Saw X, 2023) es la nueva entrega, donde John Kramer es el personaje y el rostro más importante de la película, estando en pantalla mucho más que nadie, y siendo víctima y victimario en diferentes momentos de la trama.
John está enfermo y el tumor cerebral que tiene lo confronta con los últimos meses de su vida. Un conocido del grupo de autoayuda para enfermos de cáncer le pasa el dato de un tratamiento ilegal pero milagroso que lo ha curado y podría curar también a John. Con ese fin, el protagonista viaja a México con urgencia y paga una fortuna para que lo salven. Aunque al comienzo parece que Jigsaw ya no volverá a aparecer, todo cambia cuando todo el procedimiento y la cura prometida resulta ser un fraude. Lo único que lo motiva a John ahora es vengarse de los responsables de dicha estafa.
Los que nunca han visto una película de El juego del miedo entenderán poco y nada de lo que pasa. Jigsaw no es un misterio pero tampoco termina de entenderse el origen de su personaje y su historia. Lo mismo pasa con Amanda (Shawnee Smith), la asistente de John, ex adicta a las drogas y sobreviviente de los juegos macabros. Se infiere, pero de ninguna forma se puede terminar de entender la conexión entre ambos. Se puede argumentar, con razón, que nadie llega a una décima parte sin conocer la saga, pero para disfrutarla a pleno hay que tener toda esta información. La estructura de venganza es transparente, pero la gracia principal se pierde.
No se puede decir que Saw X: El juego del miedo sea una película para cualquiera, pero tampoco es de las más sangrientas o terribles. Sólo una de las muertes es impactante, el resto del tiempo la película eligió guardarse la violencia más gráfica para lograr llegar a un público mayor. Se sabe que a medida que las sagas avanzan, su público suele ser más amplio y de menor edad. No hay ni una sola escena en la que sea difícil seguir mirando a la pantalla. Y no es por buen gusto, sino por obtener una calificación menos dura. Luego de una suave escena inicial, la película tarda más de media hora en empezar con sus famosos desafíos. Lo interesante es que todos ellos están en el mismo lugar y todos conocen perfectamente a quien los ha encerrado y les impone esas pruebas para redimirse.
El thriller enfatiza y subraya con demasiada insistencia la perversidad de los malos, a punto tal que ya no quedan dudas de que John Kramer es un héroe y que los espectadores debemos estar de lado de este vengador no anónimo. Esta simplificación no le hace bien al film, a punto tal que parece más un drama familiar que una película de terror gore. Les ha pasado a otras sagas en otros géneros, como Arma mortal o Robocop, que se han vuelto menos adultas y menos violentas cuando pasaron cierta cantidad de títulos.
Lo más preocupante de esta película entretenida -a pesar de durar dos horas- es que tiene una cantidad de agujeros de guion que son verdaderamente alarmantes. Algunos tienen una vuelta de tuerca, pero otros son demasiado ridículos. Al comienzo de las películas de El juego del miedo el misterio lograba cubrir estos problemas, pero en esta décima película, donde no hay enigma, todo es demasiado forzado y no hay forma de no pensar en ellos. Es una venganza urgente difícil de pasar por alto. Todo indica que podría haber más películas, pero el humanismo que aparece acá amenaza con romper ese futuro.