Un grupo de documentalistas viaja a Tailandia a explorar la vida de los médiums en dicho país. Luego de una larga investigación, deciden documentar la vida cotidiana de Nim, la médium del espíritu de Bayan. Con esa premisa arranca una película que juega con las reglas del documental. Este recurso existió desde siempre, pero tuvo su renacimiento con el largometraje The Blair Witch Project (1999). La médium trae algo de novedad al estilo narrativo del concepto de película encontrada, es decir, que toda la película está contada con el registro “auténtico” de cada uno de los eventos que aparecen en cámara.
Nim Tonvali es entrevistada como en un verdadero documental y cuenta que está poseída por el espíritu de la Diosa Bayan, la deidad local a la que los aldeanos veneran e invocan en rituales de protección. Nim cuenta que Bayan es una deidad ancestral que, durante generaciones, ha poseído a las mujeres de su familia, incluyendo a la abuela y a la tía de Nim. El espíritu se trasladó luego a su hermana, Noi, pero esta no quiso ser médium y el espíritu de Bayan se trasladó entonces a Nim, con quien ha estado desde entonces. En las escenas iniciales vemos a Nim realizar su trabajo, cuidar a las personas, alejándolas de espíritus oscuros o trastornos que no tienen que ver con lo físico.
Las imágenes que se muestran de la comunidad son bellas y los lugares que aparecen no son algo tan conocido para el espectador occidental. Que la película transcurra en gran parte en la Tailandia rural le da una credibilidad renovada por todo el costado religioso y las costumbres menos conocidas por el público. En esa localidad rural, los documentalistas muestran la vida cotidiana de Nim y su gente, hasta que aparece una joven familiar que empieza a mostrar comportamientos cada vez más raros. Los documentalistas deben decidir si registran esto o no. La respuesta es que sí lo van a filmar y ese es el largometraje de terror del que todo el mundo ha hablado.
La película tuvo un presupuesto bajo pero fue un éxito enorme en Tailandia y en Corea del Sur, países donde tuvo su estreno inicial por ser una coproducción entre ambos. En Tailandia fue recibida de forma diferente al resto del mundo, porque el aspecto documental sobre su propia cultura generaba una inquietud extra en los espectadores. Aunque el éxito fue descomunal, el terror que sentía el público al verla hizo que muchas funciones se dieran sin apagar del todo las luces de la sala donde se proyectaba. Es posible que este sea un truco de marketing, pero el éxito fue real y eso llevó a que la película se estrenara finalmente en todo el mundo.
Poco a poco se va torciendo el tono de la película hasta desatar finalmente el terror. La médium tiene una duración de dos horas y diez minutos y hasta casi la mitad de la película es difícil calificarla como un largometraje de terror, porque el gran efecto de la película consiste en convencernos de que todo es una historia real. El espectador que acepte esta construcción y viva la película como si fuera un documental, finalmente tendrá su premio. Pero aquel que busque terror puro desde el inicio tal vez se aburra con esa hora inicial que no se sabe del todo hacia dónde conduce.
Si se consigue pasar por alto los lugares comunes insostenibles típicos del género, entonces se puede sentir verdadero terror. La película se las arregla, a pesar del tiempo perdido, para tener todas sus mejores escenas en el clímax de la película. Es demasiado tarde y tampoco son las escenas más originales del mundo, pero el terror finalmente aparece. Quienes vivan esa cultura de manera más cercana tal vez sientan aún más ese horror y es posible que ese haya sido el motivo por el cual la película impactó tanto en Tailandia.