Los biopics de Pablo Larraín se caracterizan por tener un ángulo único. Como en Spencer (2021), el director chileno prefiere indagar en la psique de sus personajes en lugar de exponer un drama tradicional. En ese sentido, una figura tan oscura como el dictador Augusto Pinochet cobra forma, bajo su pluma y lente, como un vampiro que ha bebido sangre por 250 años e, irónicamente, decide morir porque no soporta ser recordado como un ladrón. Esta es la premisa de El Conde, un largometraje con el que su realizador denuncia la falta de justicia por los crímenes del militar.
La película llega en un momento clave para la memoria histórica. Este 2023, se cumplen 50 años desde el Golpe de Estado contra Salvador Allende. La dictadura de Pinochet, uno de los periodos más lúgubres de la historia chilena, dejó tres mil víctimas (entre muertos y desaparecidos) además de 29 mil torturados como trágico saldo. El General murió en 2006 sin castigo; nunca respondió por los crímenes en su régimen.
“No a la impunidad”, exclamó Larraín cuando recogió el premio a mejor guion (en colaboración con Guillermo Calderón) otorgado por el jurado del Festival de Cine de Venecia por El Conde. La frase resume claramente la intención del director en el irónico relato de terror que se estrenó globalmente en Netflix el 15 de septiembre.
En la ficción, Jaime Vadell da vida a un Augusto Pinochet que fingió su muerte y vive como vampiro en una vetusta mansión al sur de Chile. Junto a él reside su esposa Lucía Hirriart (Gloria Münchmeyer) y su fiel mayordomo Fyodor (Alfredo Castro). Los hijos del matrimonio, retratados como criaturas ambiciosas, acechan el lugar en busca de la herencia; mientras un personaje ajeno al clan, la contadora Carmen (Paula Luchsinger), se infiltra con intenciones ocultas.
La dirección de fotografía, a cargo de Edward Lachman, arma una narrativa visual en blanco y negro que brinda solemnidad irónica a los mordaces diálogos de la película. Humor negro y sarcasmo crudo hacen acto de presencia al tener en frente personajes que no parecen inmutarse ante los asesinatos, pero sí se sienten ofendidos por su reputación como ladrones.
“Algunas personas creen que Pinochet no debe ser filmado, o creen que su figura no debe ser filmada o nunca o que todavía es muy reciente. Yo creo que el mal sí puede y debe ser filmado, debe ser retratado”, declaró el director de Jackie en rueda de prensa, en Venecia. En el evento también admitió que será difícil adivinar la acogida de su proyecto cinematográfico en Chile, pues el país todavía está polarizado; sin embargo, considera sano que se reabra la conversación sobre la impunidad del tirano.
Puedes ver El Conde en Netflix desde el 15 de septiembre. El metraje tiene una duración de 110 minutos.